Cuando el perceptor acostumbrado a adentrarse en la Meditación, en el pulso interior de no-diferenciación, se interna más allá de cualquier dualidad conocida, entonces surge la experiencia del savikalpa, que constituye un modo inicial de integración de inmensidad. Sin embargo, cabe señalar una cierta limitación, expresada en el hecho de que esa integración no llega a alcanzar a todo evento existente.
En un savikalpa hay una integración profunda de realidad, pero esencialmente no está la totalidad plena. Permite la integración en forma no-dual de estratos de realidad que pueden ser muy elevados e inimaginables y, aunque pueden dejar huella en el sentido de modificar hasta un punto la manera de entender la realidad, por la limpieza psicológica o mental que pueden generar, normalmente su incidencia en la percepción a posteriori es relativa. Aún así, lo cierto es que los estratos de comprensión que se van asentando a través de sucesivos savikalpas pueden, por decirlo de algún modo, “preparar el terreno” para el salto al nirvikalpa samadhi.
En el nirvikalpa la experiencia supone una vivencia tan intensamente acogedora, tan profundamente transformadora que se forja una reestructuración de la mente del perceptor. El nivel de comprensión que se crea es de tal tenor que la mente llega incluso, por ejemplo, a dejar de temer; la tristeza se convierte en algo indetectable, la duda desaparece, e incluso el mismo dolor se vive de otra manera, pues el dolor “duele” pero no me duele a “mí”, con lo que pasa a ser experimentado desde una perspectiva en la que él jamás arrastra al perceptor.
La tradición estipula que el sostenimiento de un nirvikalpa samadhi durante 21 días aboca indefectiblemente a la Liberación, es decir, a la disolución total de todo rastro de impulso egoico, ya sea consciente o inconsciente, que limite la autopercepción de Brahman, la Conciencia no-dual. Al perceptor de ese estrato supremo se le denomina jivanmukta, liberado en vida.
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