domingo, 26 de julio de 2020

10 FRASES SOBRE LOS CONFLICTOS PARA GESTIONARLOS MEJOR


Todos nos enfrentamos a conflictos. Forman parte de nuestra vida, aunque a veces no tengamos muy claro cómo hemos llegado hasta ese punto. Sin embargo, la manera en que gestionemos esas discrepancias, ya se trate de un pseudoconflicto, un conflicto latente o un enfrentamiento directo, es decisiva para el futuro de la relación.
Los conflictos también pueden terminar cambiándonos. Un conflicto es un sistema dinámico en el cual reestructuramos constantemente tanto lo sucedido como nuestra comprensión de los hechos. Así cambiamos nosotros mismos en el proceso. Por eso, si sabemos aprovecharlos, representan una oportunidad para crecer y ampliar nuestra visión del mundo. De hecho, muchos filósofos, psicólogos y escritores comparten esa visión constructiva de los conflictos.

FRASES SOBRE LOS CONFLICTOS PARA ENTENDERLOS MEJOR

1. “Cambio significa movimiento. Movimiento significa fricción. Solo en el vacío sin fricción de un mundo abstracto inexistente puede ocurrir movimiento o cambio sin esa fricción abrasiva del conflicto” – Saul Alinsky
Los conflictos suelen estar rodeados de un halo negativo, creemos que son un problema a evitar, pero en realidad son la expresión de la lucha de lo nuevo contra lo viejo. Allí donde hay conflictos existe la posibilidad de que se produzcan cambios profundos y radicales. Por tanto, no debemos ver los conflictos como un obstáculo sino como una oportunidad para poner a prueba nuestras creencias y formas de pensamiento.

2. “El conflicto es inevitable, pero la lucha es opcional” – Max Lucade
Los conflictos forman parte de la vida. No podemos evitarlos, pero podemos decidir cómo afrontarlos. Podemos decidir si realmente vale la pena emprender una lucha desgastante o si es más importante nuestro equilibrio mental. No podemos controlar las circunstancias que muchas veces dan pie a conflictos, pero podemos elegir cómo reaccionar. Y a veces eso es suficiente para que todo cambie.

3. “Siempre que estés en conflicto con alguien, hay un factor que puede marcar la diferencia entre dañar la relación y fortalecerla. Ese factor es la actitud” – William James
Esta frase sobre los conflictos nos recuerda que, por muy grande que sea la brecha entre dos personas, nuestra actitud puede marcar la diferencia. Un conflicto nos brinda la oportunidad de fortalecer una relación, acercar posturas y demostrar que, a pesar de las diferencias, el otro nos importa lo suficiente como para acortar distancias y romper barreras. La aparición de un conflicto no condena una relación, son nuestras actitudes la que la condenan o salvan.

4. “El conflicto es el comienzo de la conciencia” – M. Esther Harding
John Dewey ya había dicho que “el conflicto es la mosca del pensamiento” porque sacude la pasividad de las ovejas y activa la reflexión. Ese es el mecanismo de acción del conflicto que nos conduce al cambio transformador. El conflicto es motor impulsor de las dudas, activa el pensamiento crítico y nos anima a poner en tela de juicio creencias que habíamos dado por ciertas.


5. “Los mayores conflictos no son entre dos personas sino entre una persona y él mismo” – Garth Brooks
A pesar de que los conflictos interpersonales pueden ser difíciles de solucionar, los conflictos internos a menudo son más dolorosos, profundos y complejos. Es difícil encontrar su causa y, sobre todo, hallar una salida. De hecho, los conflictos internos suelen ser la semilla de un profundo cambio que transforme radicalmente nuestra visión del mundo o el sentido de nuestra vida.

6. “Tu perspectiva de la vida proviene de la jaula en la que has estado cautivo” – Shannon L. Alder
La dificultad para lidiar con los conflictos proviene, en gran parte, de nuestra visión sesgada. Alder creía que siempre que nos encontremos con posturas diferentes a la nuestra debemos tener presente que nuestras opiniones son tan solo la expresión de la vida que hemos llevado, así como de la sociedad y la cultura en la que hemos crecido. A menudo basta salir de esos límites para que el conflicto desaparezca o se atenúe.
7. “El conflicto es un drama, la manera en que las personas lidien con él muestra de qué madera están hechas” – Stephen Moyer
Cuando estamos contra las cuerdas sale a relucir nuestra esencia. Los conflictos pueden sacar a colación nuestras luces más deslumbrantes o nuestras sombras más oscuras. Las situaciones límite pueden sobrepasarnos o, al contrario, empujarnos a hacer acopio de fuerzas y dar lo mejor de nosotros. En ese sentido, los conflictos muestran de qué material estamos hechos.

8. “Quien lucha contra monstruos debe asegurarse de que en el proceso no se convierta en un monstruo. Si miras el abismo lo suficiente, el abismo te devolverá la mirada” – Friedrich Nietzsche
A menudo no es tan importante el destino como la persona en la que nos convertimos mientras recorríamos ese camino. Esta frase sobre los conflictos de Nietzsche nos alerta de que no vale todo con tal de ganar. A veces es mejor “perder” si ello significa mantenernos fieles a las ideas que nos definen y consideramos valiosas. En ese caso, esa supuesta «derrota» se convertirá en una victoria.

9. “La paz no es la ausencia de conflictos sino la presencia de alternativas creativas de responder a ese conflicto, alternativas a las respuestas pasivas o agresivas, alternativas a la violencia” – Dorothy Thompson

Tenemos la tendencia a creer que la paz es la ausencia de problemas, un estado en el que todo debe fluir con facilidad, pero la realidad es diferente. Estar en paz con nosotros mismos y con el mundo no significa carecer de conflictos sino ser capaces de buscar alternativas beneficiosas para todos, alejándonos de la violencia en todas sus formas. La paz no es un regalo, es el resultado de una actitud proactiva.

10. “Nunca cometo el error de discutir con personas cuyas opiniones no respeto” – Edward Gibbon
Por último, pero no menos importante, para proteger esa paz interior, debemos ser lo suficientemente inteligentes como para elegir qué batallas luchar. Cuando las personas se niegan a escuchar y no entienden razones, no valen los argumentos. En esos casos suele ser mejor evitar la confrontación, sobre todo si sabemos que no saldrá nada productivo de ella.



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CÓMO PERDONARSE A UNO MISMO Por Sara Sanchis


Perdonarse a uno mismo supone un proceso de introspección mediante el cual nos hacemos conscientes de nuestros actos, de las consecuencias y dolor generado, pedimos perdón y asumimos el necesario cambio de conducta para no repetir la situación.
En ocasiones, algunas personas no pueden perdonarse a sí mismas, lo que supone una merma en su funcionamiento diario y, a la larga, puede repercutir negativamente en su salud mental.

¿POR QUÉ NO PUEDO PERDONARME A MÍ MISMO?

Perdonarse a uno mismo supone un proceso a través del cual conseguimos aceptar la responsabilidad de haber dañado a una persona, expresamos nuestro malestar por ello, realizamos conductas reparadoras para subsanar o no repetir la situación creada y alcanzamos, con ello, un nivel superior de conciencia moral.
Sin embargo, hay ocasiones en que una persona no es capaz de perdonarse a sí misma. Esto puede ser debido a diferentes motivos:

• El error cometido ha provocado (o no ha impedido) una situación de ruptura o pérdida en una situación concreta de su vida: ruptura sentimental, ruptura de una amistad, fallecimiento de una persona, poner fin a algún acontecimiento, etc.
• El ego de la persona es muy sancionador y no le permite cometer errores, castigándole por cada uno de ellos cometido. En este artículo explicamos qué es el ego y cómo funciona.
• Agentes externos recuerdan continuamente nuestra responsabilidad en el error cometido: por ejemplo, cuando un familiar, amigo o conocido nos culpabiliza constantemente de lo ocurrido.

En todos estos casos, la persona es incapaz de iniciar el proceso de perdón a uno mismo, lo que le ocasiona grandes perjuicios psíquicos a través de la culpa y la vergüenza.

LA IMPORTANCIA DE PERDONARSE A UNO MISMO

Cuando cometemos un error, resulta fundamental perdonarse a uno mismo para seguir adelante con nuestra vida de una manera positiva y saludable. Perdonarse a uno mismo no significa obviar el error cometido ni olvidar. Para que el perdón a uno mismo sea genuino, resulta necesario responsabilizarse de lo ocurrido y emprender un proceso de introspección que nos lleve a enmendar el error mediante conductas reparadoras (externas o internas) las cuales nos supondrán el paso previo necesario para perdonarnos a nosotros mismos.
La capacidad o no de perdonarse a uno mismo suele venir condicionada por ciertos aspectos de la personalidad:

• Las personas que son capaces de perdonarse a sí mismas son personas que tienen y mantienen un alto nivel de autoestima, de satisfacción con su vida y de bienestar psicológico; son personas pro-sociales, amables y con gran facilidad para perdonar a los demás.
• Las personas que no se permiten perdonarse a sí mismas suelen presentar bajos niveles de autoestima, altos niveles de culpa, de ansiedad y depresión y baja satisfacción personal con la vida.

Según el Budismo, perdonar a otros por el dolor que nos han generado y pedir perdón por nuestros actos hirientes se constituyen como actos necesarios e imprescindibles para ir limpiando nuestra parte negativa y, con ello, ir acercándonos a nuestra verdadera naturaleza esencial.
Louise Hay, por su parte, nos habla en los siguientes términos respecto al perdón a uno mismo:

(...) Me perdono por haber llevado esa carga durante tanto tiempo, por no haber sabido amarme a mí misma ni a los demás. (...) Continúo con mi trabajo de limpiar las partes negativas de mi mente y dar entrada al amor (...).
De este modo, se muestra cómo de importante es pedir perdón por nuestros errores y, a la vez, perdonarse a uno mismo para poder seguir adelante amándonos a nosotros mismos y a los demás.

CONSEJOS PARA PERDONARSE A UNO MISMO

Entre las diferentes técnicas o maneras de perdonarse a uno mismo están las siguientes:

1. Analizar las causas
Por ejemplo, analizar qué le llevó a mantener dicha infidelidad (insatisfacción con su pareja, venganza, conducta impulsiva e irreflexiva, etc.).

2. Tomar consciencia de las necesidades
¿Qué pretendíamos con esa acción? ¿Qué es lo que estábamos buscando? Detrás de cada acción hay una necesidad por cubrir. Indaga y toma conciencia sobre qué estás necesitando.

3. Conectar con las emociones
Reflexionar sobre cómo nos hemos sentido al cometer ese acto. En el caso de la infidelidad, reflexionar sobre qué le ha supuesto dicha experiencia y cómo desea actuar al respecto (ha sido algo puntual y pasajero, le compromete afectivamente más allá de la relación física, etc.)

4. Responsabilizarse de los actos
No buscar excusas ni esconderse. Ser responsable de tus propios actos te hace valiente. Reconocerlo es el primer paso para aceptarlo y poder cambiarlo. Siento pasos esenciales en el camino de perdonarse a uno mismo.

5. Asumir las consecuencias
Llegados a este momento, resulta importante aceptar y respetar las consecuencias de nuestros actos. En caso de la infidelidad, por ejemplo: el dolor generado a nuestra pareja y la decisión que ha tomado, ruptura de la pareja o distanciamiento, etc.

6. Identificar los impedimentos
Establecer una lista con las cosas que me impiden perdonarme a mí mismo frente a aquellas que puedo hacer para perdonarme, una manera muy visible y práctica para acometer aquellas acciones que favorecerán el proceso de perdón.

7. Meditar
Meditar o visualizarnos pidiendo perdón a la persona herida ayudará a sentir la pena que nos ha generado causar este dolor y nos aliviará de la culpa.

8. Visualizar
Meditar o visualizar la descarga de la culpa parasitaria, que nos hace sentir mal pero nos impide actuar para compensar el error. Esto nos permitirá responsabilizarnos de lo ocurrido y tener la fuerza necesaria para enmendar el daño ocasionado.

9. Pedir perdón
Como último paso, será necesario pedir perdón por el error cometido, perdonarnos por ello y subsanar el error de una manera respetuosa y consciente en la dirección que hayamos elegido.
Con el ejemplo de la infidelidad, en el caso de que decidamos empezar una nueva relación con la otra persona, se expondrá el asunto de manera cordial y afectiva. Si se sigue queriendo a esta persona, se actuará en consecuencia para re-establecer el equilibrio y bienestar en la relación. Si no existe esta posibilidad, se pondrá fin a esta situación, aceptando el dolor que conlleva pero siguiendo adelante con la propia vida.

10. Compensar
Dirigir nuestras acciones a subsanar nuestra conducta errónea, lo que facilitará perdonarnos a nosotros mismos por nuestra buena voluntad hacia el cambio.

11. Ho’oponopono
Una filosofía de origen polinesio que tiene por objetivo resolver conflictos y sanar espiritualmente a través del perdón y el amor. El perdón se consigue mediante la confesión, la compensación, el arrepentimiento y la comprensión sincera.

12. Terapia del perdón
La terapia del perdón constituye una disciplina psicológica mediante la cual se realiza un trabajo con las personas afectadas para bien llegar a perdonar a la persona que nos ha herido o bien para pedir perdón y liberarnos de la culpa por el error cometido. Los pasos que se dan en este segundo caso son:

• Reconocer el daño que ocasionamos con nuestros actos
• Sentir el dolor que provocamos con ello
• Analizar nuestra conducta y qué nos llevó a ello
• Buscar alternativas de respuesta para que no vuelva a ocurrir
• Pedir perdón a la/s persona/s dañada/s
• Restituir el daño causado con nuestro cambio de conducta.


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Tao Te Ching. Lao Tse



El Tao que puede ser expresado no es el verdadero Tao. El nombre que se le puede dar no es su verdadero nombre. Sin nombre es el principio del universo; y con nombre, es la madre de todas las cosas. Desde el no-ser comprendemos su esencia; y desde el ser, sólo vemos su apariencia. Ambas cosas, ser y no-ser, tienen el mismo origen, aunque distinto nombre. Su identidad es el misterio. Y en este misterio se halla la puerta de toda maravilla. 

II 

Todo el mundo toma lo bello lo bello, y por eso conocen qué es lo feo. Todo el mundo toma el bien por el bien, y por eso conocen qué es el mal. Porque, el ser y el no-ser se engendran mutuamente. Lo fácil y lo difícil se complementan. Lo largo y lo corto se forman el uno de otro. Lo alto y lo bajo se aproximan. El sonido y el tono armonizan entre sí. El antes y el después se suceden recíprocamente. Por eso, el sabio adopta la actitud de no-obrar y practica una en sin palabras. Todas las cosas aparecen sin su intervención. Nada usurpa ni nada rehúsa. Ni espera recompensa de sus obras, ni se atribuye la obra acabada, y por eso, su obra permanece con él.


III 

No ensalzar los talentos para que el pueblo no compita. No estimar lo que es difícil de adquirir para que el pueblo no se haga ladrón. No mostrar lo codiciable para que su corazón no se ofusque. El sabio gobierna de modo que vacía el corazón, llena el vientre, debilita la ambición, www.bibliotecaespiritual.com 2 y fortalece los huesos. Así evita que el pueblo tenga saber ni deseos, para que los más astutos no busquen su triunfo. Quien practica el no-obrar todo lo gobierna.

IV 

El Tao es vacío, imposible de colmar, y por eso, inagotable en su acción. En su profundidad reside el origen de todas las cosas. Suaviza sus asperezas, disuelve la confusión, atempera su esplendor, y se identifica con el polvo. Por su profundidad parece ser eterno. No sé quién lo concibió, pero es más antiguo que los dioses. 


El universo no tiene sentimientos; todas las cosas son para él como perros de paja. El sabio no tiene sentimientos; el pueblo es para él como un perro de paja. El universo es como un fuelle, vacío, pero nunca agotado. Cuanto más se mueve, más produce. Quien más habla menos le comprende. Es mejor incluirse en él.

VI 

El espíritu del valle no muere. Es la hembra misteriosa. La puerta de lo misterioso femenino es la raíz del universo. Ininterrumpidamente, prosigue su obra sin fatiga. 

 VII 

El cielo es eterno y la tierra permanece. El cielo y la tierra deben su eterna duración a que no hacen de sí mismos la razón de su existencia. Por ello son eternos. El sabio se mantiene rezagado y así es antepuesto. Excluye su persona y su persona se conserva. Porque es desinteresado obtiene su propio bien.
 
VIII 

La suprema bondad es como el agua. El agua todo lo favorece y a nada combate. Se mantiene en los lugares que más desprecia el hombre y,.así, está muy cerca del Tao. Por esto, la suprema bondad es tal que, su lugar es adecuado. Su corazón es profundo. Su espíritu es generoso. Su palabra es veraz. Su gobierno es justo. Su trabajo es perfecto. Su acción es oportuna. Y no combatiendo con nadie, nada se le reprocha. 

IX 

Más vale renunciar antes que sostener en la mano un vaso lleno sin derramarlo. La espada que usamos y afilamos continuamente no conservará mucho tiempo su hoja. Una sala llena de oro y jade nadie la puede guardar. Quien se enorgullece de sus riquezas atrae su propia desgracia. Retirarse de la obra acabada, del renombre conseguido, esa es la ley del cielo. 

 X 

Unir cuerpo y alma en un conjunto del que no puedan disociarse. Dominar la respiración hasta hacerla tan flexible como la de un recién nacido. Purificar las visiones hasta dejarlas limpias. Querer al pueblo y gobernar el Estado practicando el no-hacer. Abrir y cerrar las puertas del cielo siendo como la mujer. Conocer y comprenderlo todo usar la inteligencia. Engendrar y criar, engendrar sin apropiarse, obrar sin pedir nada, guiar sin dominar, esta es la gran virtud.
 
XI 

Treinta radios convergen en el centro de una rueda, pero es su vacío lo que hace útil al carro. Se moldea la arcilla para hacer la vasija, pero de su vacío depende el uso de la vasija. Se abren puertas y ventanas en los muros de una casa, y es el vacío lo que permite habitaría. En el ser centramos nuestro interés, pero del no-ser depende la utilidad. 

 XII 

Los cinco colores ciegan al hombre. Los cinco sonidos ensordecen al hombre. Los cinco sabores embotan al hombre. La carrera y la caza ofuscan al hombre. Los tesoros corrompen al hombre. Por eso, el sabio atiende al vientre y no al ojo. Por eso, rechaza esto y prefiere aquello. 

 XIII 

El favor y la desgracia inquietan por igual. La fortuna es un gran dolor como nuestro cuerpo. ¿Qué quiere decir: favor y desgracia inquietan por igual ? El favor eleva y la desgracia abate. Conseguir el favor es la inquietud. Perderlo es la inquietud. Este es el sentido de «favor y desgracia inquietan por igual» ¿Qué quiere decir: la fortuna es un gran dolor como nuestro cuerpo? La causa por la que padezco dolor es mi propio cuerpo. Si no lo tuviese, ¿qué dolor podría sentir? Por esto, quien estime al mundo igual a la fortuna de su propio cuerpo, puede gobernar el mundo. Quien ame al mundo como a su propio cuerpo, se le puede confiar el mundo. 

XIV 

Se le llama invisible porque mirándole no se le ve. Se le llama inaudible porque escuchándole no se le oye. Se le llama impalpable porque tocándole no se le siente. Estos tres estados son inescrutables y se confunden en uno solo. En lo alto no es luminoso, en lo bajo no es oscuro. Es eterno y no puede ser nombrado, retorna al no-ser de las cosas. Es la forma sin forma y la imagen sin imagen. Es lo confuso e inasible. De frente no ves su rostro, por detrás no ves su espalda. Quien es fiel al Tao antiguo domina la existencia actual. Quien conoce el primitivo origen posee la esencia del Tao.

 XV 

Los sabios perfectos de la antigüedad eran tan sutiles, agudos y profundos que no podían ser conocidos. Puesto que no podían ser conocidos, sólo se puede intentar describirlos: Eran prudentes, como quien cruza un arroyo en invierno; cautos, como quien teme a sus vecinos por todos lados; reservados, como un huésped; inconstantes, como el hielo que se funde; compactos, como un tronco de madera; amplios, como un valle; confusos, como el agua turbia. ¿Quién puede, en la quietud, pasar lentamente de lo turbio a la claridad? ¿Quién puede, en el movimiento, pasar lentamente de la calma a la acción? Quien sigue este Tao no desea ser pleno. No siendo pleno puede quedar en lo viejo sin renovarse. 

XVI 

Alcanza la total vacuidad para conservar la paz. De la aparición bulliciosa de todas las cosas, contempla su retorno. Todos los seres crecen agitadamente, pero luego, cada una vuelve a su raíz. Volver a su raíz es hallar el reposo. Reposar es volver a su destino. Volver a su destino es conocer la eternidad. Conocer la eternidad es ser iluminado. Quien no conoce la eternidad camina ciegamente a su desgracia. Quien conoce la eternidad da cabida a todos. Quien da cabida a todos es grandioso. Quien es grandioso es celestial. Quien es celestial es como Tao Quien es como el Tao es perdurable. Aunque su vida se extinga, no perece.

 XVII 

El gran gobernante pasa inadvertido por el pueblo. A éste sucede el que es amado y elogiado por el pueblo. Después, el que es temido. Y finalmente, el despreciado. Si no hay una confianza total, se obtiene la desconfianza. El gran gobernante practica el no-hacer y así, a la obra acabada sigue el éxito. Entonces, el pueblo cree vivir según su propia ley. 

XVIII 

Cuando se abandona el Tao aparecen la bondad y la justicia. Con la inteligencia y la astucia surgen los grandes hipócritas. Cuando no existe armonía entre los seis parientes, se necesita la piedad filial y el amor paternal. Cuando hay revueltas en el reino, se inventa la fidelidad del buen súbdito.  

XIX 

Rechaza la sabiduría y el conocimiento, y aprovechará cien veces más al pueblo. Rechaza la benevolencia y desecha la justicia, y el pueblo volverá a la piedad y el amor. Rechaza la habilidad y su provecho, y no habrá más bandidos ni ladrones. Pero estas tres normas no bastan. Por esto, atiende a lo sencillo. y genuino, reduce tu egoísmo, y restringe los deseos.

XX 

Suprime el estudio y no habrá preocupaciones. ¿Qué diferencia hay entre el sí y el no? ¿Qué diferencia hay entre el bien y el mal? No es posible dejar de temer lo que los hombres temen. No es posible abarcar todo el saber. Todo el mundo se enardece y disfruta, como cuando se presencia un gran sacrificio, o como cuando se sube a una torre en primavera. Sólo yo quedo impasible, como el recién nacido que aún no sabe sonreír. Como quien no sabe adónde dirigirse, como quien no tiene hogar. Todo el mundo vive en la abundancia, sólo yo parezco desprovisto. Mi espíritu está turbado como el de un ignorante. Todo el mundo está esclarecido, sólo yo estoy en tinieblas. Todo el mundo resulta penetrante, sólo yo soy torpe. Como quien deriva en alta mar. Todo el mundo tiene algo que hacer, sólo yo soy un inútil. Sólo yo soy diferente a todos los demás porque aprecio a la Madre que me nutre.

XXI 

La grandeza de toda virtud reside en su fidelidad al Tao. El Tao es algo confuso e intangible. Es confuso e intangible, pero tiene formas. Es confuso pero brillante porque abarca muchas cosas. Es profundo y oscuro pero contiene una esencia. Esta esencia es verdadera. Desde los tiempos más remotos conserva invariable su nombre. Es el origen de todos los seres. ¿Cómo conocer el origen de todos los seres? Por esto mismo. 

XXII 

Lo humillado será engrandecido. Lo inclinado será enderezado. Lo vacío será lleno. Lo envejecido será renovado. Lo sencillo y puro será alcanzado, pero lo complicado y extenso causará confusión. Por esto, el sabio abraza la unidad y es el modelo del mundo. Destaca porque no se exhíbe. Brilla porque no se guarda. Merece honores, porque no se ensalza. Posee el mando, porque no se impone. Nadie le combate porque él a nadie hace la guerra. ¿Son acaso vanas las palabras del antiguo proverbio: www.bibliotecaespiritual.com 9 «lo humillado será engrandecido»? Por esto mismo, el sabio preservará su grandeza. 

XXIII 

Hablar poco es lo natural. Un huracán no dura toda la mañana. Un aguacero no dura todo el día. ¿Quién hace estas cosas? El cielo y la tierra. Sí las cosas del cielo y la tierra no pueden durar eternamente, ¿cómo las cosas del hombre? Así, quien sigue el Tao se une al Tao. Quien sigue la virtud, se une a la virtud. Quien sigue el defecto, se une al defecto. Quien se identifica con una de estas cosas, por ella es acogido. Pero a esto no se da suficiente crédito.

XXIV 

Quien se sostiene de puntillas no permanece mucho tiempo en pie. Quien da largos pasos no puede ir muy lejos. Quien se exhibe carece de luz. Quien se alaba no brilla. Quien se ensalza no merece honores. Quien se glorifica no llega. Para Tao, estos excesos, son como excrecencias y restos de comida que a todos repugnan. Por eso, quien posee el Tao no se detiene en ellos.
 
XXV 

Antes aún que el cielo y la tierra ya existía un ser inexpresable. Es un ser vacío y silencioso, libre, inmutable y solitario. Se encuentra en todas partes y es inagotable. Puede que sea la Madre del universo. www.bibliotecaespiritual.com 10 No sé su nombre, pero lo llamo Tao. Si me esfuerzo en nombrarlo lo llamo «grande». Es grande porque se extiende. Su expansión le lleva lejos. La lejanía le hace retornar. El Tao, pues, es grande y el cielo es grande. La tierra es grande y también lo es el hombre. En el universo hay cuatro cosas grandes, y el hombre del reino es una de ellas. El hombre sigue la ley de la tierra. La tierra sigue la ley del cielo. El cielo sigue la ley del Tao. El Tao sigue su propia ley. 

XXVI 

Lo pesado es la raíz de lo ligero. La calma somete a lo agitado. Así, el sabio cuando viaja no se aleja de la caravana. Aunque pueda disfrutar de las cosas más excelsas, conserva su paz y se hace superior. ¿Cómo el dueño de diez mil carros puede obrar con ligereza en el imperio? Quien se comporta ligeramente pierde la raíz de su poder. Quien se ofusca, se pierde a sí mismo. 

XXVII 

Un buen caminante no deja huellas. Un buen orador no se equivoca ni ofende. Un buen contable no necesita útiles de cálculo. Un buen cerrajero no usa barrotes ni cerrojos, y nadie puede abrir lo que ha cerrado. Quien ata bien no utiliza cuerdas ni nudos, y nadie puede desatar lo que ha atado. Así, el sabio que siempre ayuda a los hombres, no los rechaza. El sabio que siempre conserva las cosas, no las abandona. De él se dice que está deslumbrado por la luz. Por esto, el hombre bueno no se considera maestro de los hombres; www.bibliotecaespiritual.com 11 y el hombre que no es bueno estima como buenas las cosas de los hombres. No amar el magisterio ni la materia de los hombres, y aparentar ignorancia, siendo iluminado, éste es el secreto de toda maravilla.

XXVIII 

Quien conoce su esencia masculina, y se mantiene en el principio femenino, es como el arroyo del mundo. Mientras sea como el arroyo del mundo la virtud eterna no lo abandonará, y retornará a la infancia. Quien conoce su propia blancura, y se mantiene en la oscuridad, es como ser el modelo del mundo. Mientras sea como el modelo del mundo, la virtud eterno no se alterará en él, y retornará a lo absoluto. Quien conoce su gloria, y se mantiene en la desgracia, es como el valle del mundo. Mientras sea como el valle del mundo la virtud eterna le colmará y retornará a la sencillez. Lo sencillo, cuando se divide, modela todos los útiles. El sabio, cuando gobierna rige a todos los ministros y así conserva la unidad.

XXIX 

Quien pretende el gobierno del mundo y transformar éste, se encamina al fracaso. El mundo es. un vaso espiritual que no se puede manipular. Quien lo manipula lo empeora, quien lo tiene lo pierde. Porque, en las cosas, unas van por delante, otras detrás. Unas soplan suavemente, otras con fuerza. Unas son vigorosas, otras débiles. Unas permanecen, otras caen. Por esto, el sabio rechaza todo exceso, www.bibliotecaespiritual.com 12 evita lo pródigo y rebaja toda exhuberancia. 

XXX 

Quien gobierna ateniéndose a Tao no acosa al mundo con las armas porque es un uso que tiende a retomar. Donde acamparon las tropas sólo pueden nacer espinas y zarzas, y tras los ejércitos, vienen los años de miseria. Así, el hombre bueno se conforma con lo obtenido sin usar la violencia. Y todo lo toma sin enorgullecerse, sin jactancia, sin obstinación, sin enriquecerse. Porque, las cosas, cuando han llegado a su madurez empiezan a envejecer. Esto ocurre a todo lo opuesto a Tao. 

XXXI 

Las armas son instrumentos nefastos. El hombre de Tao nunca se sirve de ellas. El hombre de bien considera la izquierda como sitio de honor, pero permanece a la derecha cuando porta armas. Las armas son instrumentos nefastos, no adecuados para el hombre de bien. Sólo las usa en caso de necesidad, y lo hace comedidamente, sin alegría en la victoria.  El que se alegra de vencer es el que goza con la muerte de los hombres. Y quien se complace en matar hombres no puede prevalecer en el mundo. Para los grandes acontecimientos el sitio de honor es la izquierda, y la derecha para los hechos luctuosos. El segundo jefe se coloca a la izquierda, y el primer jefe a la derecha, que es el lugar reservado en los ritos fúnebres. Quien haya matado debe llorar con dolor y tristeza. La victoria en la guerra debe seguir el rito funerario.

XXXII 

El Tao, en su eternidad, carece de nombre. Aunque mínimo en su unidad, el mundo no puede contenerla. Si los príncipes y los reyes pudieran permanecer en el Tao todos los seres se les someterían. El cielo y la tierra se unirían para llover dulce rocío El pueblo, sin gobierno por sí mismo se ordenaría con equidad. Cuando en el principio se dividió, dando formas a a todas las cosas, tuvo nombres. Con los nombres supo contenerse, y así, no corre peligro. El Tao es al universo como los riachuelos y los valles son respecto a los ríos y al mar.

XXXIII

El que conoce a los demás es inteligente. El que se conoce a sí mismo es iluminado. El que vence a los demás es fuerte. El que se vence a sí mismo es la fuerza. El que se contenta es rico. El que se esfuerza sin cesar es voluntarioso. El que permanece en su puesto, vive largamente El que muere y no perece, es eterno.

XXIV

El gran Tao es como río que fluye en todas las direcciones. Todos los seres le deben la existencia y él a ninguno se la niega. Cuando realiza su obra, no se la apropia. Cuida y alimenta a todos los seres sin adueñarse de ellos. Carece de ambiciones, por eso puede ser llamado pequeño. Todos los seres retornan a él sin que los reclame, y por eso puede ser llamado grande. De la misma forma, el sabio nunca se considera grande, y así, perpetúa su grandeza. 

XXXV

El que guarda la Gran Forma es el modelo del mundo. El mundo no sufre mal alguno y queda en paz, prosperidad y equilibrio. La música y los manjares detienen al caminante, pero lo que exhala el Tao no tiene sabor. Se mira el Tao y no complace a la vista. Se escucha el Tao y no complace al oído. Se bebe del Tao y es inagotable.

XXXVI

Quien quiera contraer algo, antes debe extenderlo. Quien quiera debilitar algo, antes debe fortalecerle. Quien quiera destruir algo, antes debe levantarlo. Quien quiera obtener algo, antes debe haberlo dado. Así es el misterio profundo. Lo tierno y lo débil vencen lo duro y fuerte. No debe salir el pez de 'a profundidad de las aguas. Ni deben exhibirse los objetos más valiosos del reino

XXXVII

El Tao, por su naturaleza, no actúa, pero nada hay que no sea hecho por él. Si los príncipes y los reyes pudieran adherírsele, todos los seres evolucionarían por sí mismos. Si al evolucionar apareciera el deseo de obrar, yo lo mantendría en la simplicidad sin nombre. En la simplicidad sin nombre no existe el deseo. Sin deseos es posible la paz y el mundo se ordena por sí mismo. 

XXXVIII 

La virtud superior no se precia de virtuosa, esa es su virtud. La virtud inferior aprecia su propia virtud, por eso no tiene virtud. La virtud superior no actúa ni tiene objetivos que alcanzar. La virtud inferior actúa y tiene objetivos que alcanzar. La bondad superior actúa y no tiene objetivos. La justicia superior actúa y tiene objetivos. El rito superior actúa y, si no halla respuesta, la fuerza. Así, perdido el Tao, queda la virtud. Perdida la virtud, queda la bondad. Perdida la bondad, queda la justicia. Perdida la justicia, queda el rito. El rito es sólo apariencia de fidelidad y origen de todo desorden. El conocimiento es sólo flor del Tao y origen de la necedad Así, el hombre grande observa lo profundo y no lo superficial. Se atiene al fruto y no a la flor, rechaza esto y prefiere aquello. 

XXXIX

Lo que antiguamente llegó a la unidad: El cielo, en su unidad, obtiene la claridad. La tierra, en su unidad, se torna quieta. www.bibliotecaespiritual.com 16 Los espíritus, en su unidad, se hacen poderosos. El valle, en su unidad, se vuelve lleno. Todos los seres, en su unidad, se reproducen. Los príncipes y los soberanos, en su unidad, pueden gobernar el mundo. Si el cielo no fuera claro, se descompondría. Si la tierra no fuera estable, se derrumbaría. Si los espíritus no fueran poderosos, perecerían. Si el valle no fuera pleno, desaparecería Si los seres no se procrearan, se extinguirían. Si los príncipes y reyes no destacasen, perderían el gobierno. Así, la nobleza tiene su raíz en la vileza. Lo alto tiene por fundamento lo bajo. Por esto los soberanos se llaman a sí mismos «el huérfano», «el indigno», «el pobre». ¿No es esto considerar al humilde como su raíz? El honor máximo es de aquel que no lo pretende. No se debe preferir ser como el jade, sino como el más vulgar guijarro. 

XL

El retorno es el movimiento del Tao. La debilidad es la manifestación del Tao. Todos los seres han nacido del Ser y el Ser ha nacido del no-ser. 

XLI

El espíritu superior que oye hablar del Tao, lo practica con diligencia. El espíritu mediocre que oye hablar del Tao, tanto lo conserva como lo pierde. El espíritu inferior que oye hablar del Tao, ríe ruidosamente. Y, por esta risa, se conoce la grandeza del Tao. Lo dice el proverbio: Iluminar con el Tao es como oscurecer. Progresar con el Tao es como retroceder. Engrandecer con el Tao es como vulgarizar. La virtud superior es semejante a un valle en su oquedad. El supremo candor es semejante a la ignominia. La vasta virtud es insuficiente. La virtud ya fundada es indolente. La virtud más pura es como un adulterio. El Tao es como un gran cuadrado que no tiene ángulos, www.bibliotecaespiritual.com 17 como una gran vasija que se elabora lentamente, como un gran sonido de escasa tonalidad, como un gran cuerpo sin forma. El Tao es oculto y sin nombre. Pero el Tao es generoso y realiza todos los seres. 

XLII

El Tao engendra el Uno, el Uno engendra el dos, el dos engendra el tres. El tres engendra todos los seres. Todos los seres llevan la sombra a sus espaldas y la luz en los brazos. Y el aliento de la nada resuelve la armonía. Aquello que el hombre aborrece, la soledad, la pobreza, la indignidad, es el título requerido por los soberanos. Porque lo que se disminuye crece y lo que se engrandece es disminuido. Yo enseño lo que otros han enseñado: «el hombre violento no tendrá una muerte natural». Esta es la guía de mi enseñanza. 

XLIII

Lo más blando del mundo vence a lo más duro. La nada penetra donde no hay resquicio. Por esto conozco la utilidad de la no-acción. Enseñanza sin palabras. Eficacia en la no-acción. Pocos en el mundo llegan a comprenderlo. 

XLIV

¿Qué es más íntimo a nuestra naturaleza, la fama o el propio cuerpo? ¿Qué es más apreciable, la salud o la riqueza? ¿Qué nos duele más, ganar una cosa o perder la otra? Quien mucho estima su nombre, despilfarra su amor. Quien mucho acapara, mucho pierde. Quien se contenta con poco nunca es agraviado. Quien se contiene no sufre peligros y vivirá largamente.

XLV 

La mayor perfección es de apariencia imperfecta, pero su acción es inagotable. La mayor plenitud es de apariencia vacía, pero su acción es inagotable. La mayor rectitud es en apariencia retorcida. La mayor habilidad es en apariencia torpe. La mayor elocuencia es en apariencia incongruente. El movimiento vence al frío. La quietud vence al calor. La quietud absoluta es la norma del mundo.

XLVI 

Cuando el Tao reina en el mundo los caballos de guerra acarrean estiércol. Cuando no hay Tao en el mundo los caballos de guerra abundan en los arrabales. No hay mayor error que consentir los deseos. No hay mayor desgracia que ser insaciable. No hay mayor vicio que ser codicioso. Quien sabe contentarse siempre está saciado. 

XLVII

Sin salir de la puerta se conoce el mundo. Sin mirar por la ventana se ve el camino del cielo. Cuanto más lejos se va, menos se aprende. Así, el sabio, no da un paso y llega, no mira y conoce, no actúa y cumple. 

 XLVIII 

Por el estudio se acumula día a día. Por el Tao se disminuye día a día. Disminuyendo cada vez más se llega a la no-acción. Por la no-acción nada se deja sin hacer. El mundo siempre se ha ganado sin acción. La acción no es suficiente para ganar el mundo. 

XLIX 

El sabio no tiene un espíritu constante. Hace suyo el espíritu del pueblo. Ama a los buenos y también a los que no son buenos, y así consigue la bondad. Confía en el sincero y también en los que no son sinceros, y así consigue la fidelidad. El sabio vive en el respeto de todos. A todos reúne en su espíritu. El pueblo vuelve hacia él sus ojos y acerca sus oídos, y el sabio los trata como a niños.


Vivir es llegar y morir es volver. Tres hombres de cada diez caminan hacia la vida. Tres hombres de cada diez caminan hacia la muerte. Tres hombres de cada diez mueren en el ansia de vivir. ¿Cómo puede sobrevivir el décimo hombre? He oído decir que quien sabe cuidarse viaja sin temor al rinoceronte ni al tigre, y va desarmado al combate. El rinoceronte no encuentra donde hincarle el cuerno, ni el tigre donde clavarle su garra, ni el arma donde hundir su filo. ¿Por qué? Porque en él nada puede morir. 

LI 

El Tao engendra. La virtud nutre. La materia conforma. La energía perfecciona. Por esto, de todos los seres no hay ninguno que no venere al Tao y estime la virtud. Esta veneración al Tao y la estima de la virtud no es impuesta sino una eterna inclinación espontánea. Porque el Tao los engendra, www.bibliotecaespiritual.com 20 la virtud los nutre, los hace crecer, los perfecciona, los conserva, los madura y los protege. Engendrar y criar, engendrar sin apropiarse, obrar sin pedir nada, guiar sin dominar, esta es la gran virtud. 

LII

Todo cuanto existe tuvo un origen, la madre del mundo. Quien conoce a la madre conoce a los hijos. Quien conoce a los hijos preserva a la madre y su vida no correrá peligro. Tapa los orificios, cierra las puertas, y vivirás sin fatiga. Abre los orificios, aumenta los trabajos, y estarás indefenso toda la vida. Ver lo pequeño es clarividencia. Conservarse débil es fortaleza. Usar la luz para volver a la claridad, y proteger el cuerpo de todo daño, es vestirse de eternidad. 

LIII 

Quisiera poseer la sabiduría para poder marchar por el gran camino sin temor a desviarme. El gran camino es llano pero la gente ama los senderos. La corte de todo tiene abundancia pero los campos están llenos de malas hierbas y los graneros vacíos. Vestirse ropas lujosas, ceñir afiladas espadas, hartarse de bebida y de manjares, retener grandes riquezas, es como el robo; no es Tao. 

LIV 

Lo que está bien plantado no será arrancado. Lo que está bien abrazado no será soltado. A los antepasados ofrecerán siempre sacrificios los hijos y los nietos Si la cultiva en sí mismo su virtud será verdadera. Si la cultiva en su familia su virtud será abundante. Si la cultiva en su pueblo su virtud será grande. Si la cultiva en el Estado su virtud será poderosa. Si la cultiva en el mundo su virtud será universal Por esto, conoce a otros por sí mismo; conoce las familias por la virtud de su familia; conoce los pueblos por la virtud de su pueblo; conoce los estados por la virtud de su estado; conoce el mundo por la virtud del mundo. ¿Cómo saber que así se conoce el mundo? Por esto mismo. no se le puede despreciar 

LV

Quien alcanza la mayor virtud es como un recién nacido. Los reptiles venenosos no le pican. Las fieras salvajes no le atacan. Las aves rapaces no le arrebatan. Tiene blandos los huesos y débiles los tendones, pero agarra firmemente. Ignora la unión de los sexos, pero posee la íntegra plenitud de su esperma. Grita todo el día, pero no enronquecer; es la perfecta armonía. Conocer la armonía es eternidad. Conocer la eternidad es ser iluminado. Intensificar la vida es nefasto.  Controlar el aliento es fortaleza. Los seres, cuando han llegado a su madurez, empiezan a envejecer. Esto ocurre a todo lo opuesto a Tao. Y lo puesto a Tao pronto acaba. 

LVI 

Quien le conoce no habla y quien habla no le conoce. Tapa los orificios, cierra las puertas, suaviza las asperezas, disuelve la confusión atenúa los resplandores, se identifica con el polvo, esta es la unidad misteriosa. No se le puede atraer; no se le puede rechazar; no se le puede beneficiar; no sele puede perjudicar; no se le puede honrar; Por esto, es lo más valioso del mundo. 

LVII 

Con rectitud se gobierna el Estado. Con sagacidad se lucha en la guerra. Con la no-acción se conquista el mundo. Cómo lo sé? Por esto: Cuantas más limitaciones y prohibiciones haya, más pobre será el pueblo. Cuantas más armas, mas desorden habrá en el reino. Cuanta más astucia, mas hechos extraños ocurren. Cuantas más leyes y decretos, más ladrones aparecen. Por esto el sabio dice: Yo nada hago y el pueblo por sí mismo progresa. Yo quedo en la quietud y el pueblo por sí mismo mejora. Yo no negocio y el pueblo por sí mismo se enriquece. Yo nada deseo y el pueblo por sí mismo vuelve a la sencillez. 

LVIII 

Cuando el gobierno es inactivo, el pueblo es diligente. Cuando el gobierno es activo, el pueblo es indolente. La desgracia reposa en la dicha, y la dicha reposa en la desgracia. ¿Quién conoce el punto medio? No hay una norma. La rectitud degenera en extravagancia y la bondad en monstruosidad. Mucho tiempo hace que el hombre se engaña por esto. Así, el sabio es recto pero no tajante, anguloso pero no hiriente, firme pero no insolente, claro pero no deslumbra

LIX 

En el gobierno de los hombres y al servicio del cielo, lo mejor es la moderación. La moderación todo lo somete. Quien consigue pronto el sometimiento, acumula mucha virtud. Con la virtud acumulada, vencerá en todo. Venciendo en todo, llegará a límites insospechados. Puede incluso apoderarse del reino. Poseyendo a la Madre del reino, puede durar mucho tiempo. Es el camino de la profunda raíz de la sólida base, del largo vivir y vista duradera.

LX 

Se gobierna un gran Estado con el cuidado conque se fríen los pececillos. Si se gobierna el mundo con Tao, los manes de los muertos no usarán su poder. No porque los manes no se hagan espíritus, sino porque éstos no dañarán a los hombres. Los espíritus no dañarán a los hombres, y tampoco el sabio los daña.  Si no se perjudican mutuamente, la virtud reúne a ambos. 

LXI 

Un gran reino es un cauce profundo hacia el que todo fluye. Es la hembra del mundo. La hembra, por su quietud, vence al macho y perma- nece abajo. Un gran reino se humilla ante el pequeño, y así lo posee. Un reino pequeño se humilla ante el grande, y así se engrandece. Uno vence humillándose y el otro quedando abajo. El gran reino desea reunir y criar. El pequeño reino desea servir. Para provecho de ambos y el logro de sus deseos, el más grande debe mantenerse abajo. 

LXII 

El Tao es lo más profundo de todos los seres. Es el tesoro del hombre bueno, y el amparo del que no es bueno. Las bellas palabras ganan honores, los bellos actos elevan al hombre. Así, al coronarse un emperador, y nombrar a sus tres ministros, mejor que llevar jade en las manos, y presentar la cuadriga, vale más cumplir con Tao. Los antiguos estimaban a Tao porque quien busca su posesión, aleja la culpa. Pero esto, es lo más valioso del mundo.

LXIII 

Actuar y no actuar, realizar y no realizar, sabroso e insípido, grande y pequeño, mucho y poco, en todo rige la virtud. Acomete la dificultad por su lado más fácil. Ejecuta lo grande comenzando por lo más pequeño. Las cosas más difíciles se hacen siempre abordándolas www.bibliotecaespiritual.com 25 en lo que es más fácil, y las cosas grandes en lo que es más pequeño. El sabio no emprende grandes cosas, y en ello está su propia grandeza. El que promete a la ligera merece poco crédito. El que todo lo encuentra fácil difícil le será todo. Por esto, el sabio en todo considera la dificultad, y en nada la halla. 

LXIV

Lo que está en reposo es fácil de retener. Lo que no ha sucedido es fácil de resolver. Lo que es frágil es fácil de romper. Lo que es menudo es fácil de dispersar. Prevenir antes de que suceda, y ordenar antes de la confusión. El árbol que casi no puede rodearse con los brazos, brotó de un germen minúsculo. La torre de nueve pisos, comenzó por un montón de tierra. El viaje de mil [ li ], empezó con un paso. Quien actúa, fracasa. Quien tiene, pierde, Por esto, el sabio nada hace y no fracasa; nada posee, y nada pierde. El hombre suele malograr la obra cuando va a con- cluirla. Cuidando del final como del principio, ninguna obra se perdería. Por esto, el sabio aspira a no desear nada y a despreciar lo valioso. Aprende a no aprender, regresa por el camino que los demás ya han recorrido, y así, sin atreverse a obrar, favorece la evolución natural de todos los seres.

LXV 

Los antiguos que seguían el Tao no esclarecían con ello al pueblo; lo conservaban, por el contrario, en su sencillez. Si un pueblo es difícil de gobernar, es culpa de los avispados. Quien gobierna con la inteligencia www.bibliotecaespiritual.com 26 arruina el Estado. Quien gobierna sin servirse de la astucia enriquece el Estado. Conocer estas dos cosas es conocer la verdadera norma. Conocer esta norma es poseer la misteriosa virtud. La misteriosa virtud es profunda y extensa; es lo inverso a todas las cosas, pero por ella todo se armoniza. 

LXVI 

Los ríos y los mares son los reyes de los Cien Valles porque se mantienen abajo. Por esto, pueden ser reyes de todos los valles. Así, el sabio que quiere ser superior al hombre se rebaja en sus palabras. Para ser la cabeza del pueblo, se queda atrás. Así, el sabio permanece arriba y el pueblo no siente su peso. Conserva el primer puesto y no molesta al pueblo. Todo el mundo lo alza con entusiasmo sin cansarse de él. Como a nadie combate nadie le ataca.

LXVII

En el mundo todos dicen que soy grande y no lo parezco. Porque soy grande no lo parezco. Si lo pareciera hubiera dejado de serio, y hace mucho tiempo que sería pequeño. Poseo tres tesoros que guardo: el primero es amor, el segundo es moderación, el tercero es humildad. Por el amor puedo ser valeroso. Por la moderación puedo ser generoso. Por la humildad puedo ser el primero. Pero sin amor no se puede ser valeroso, sin moderación no se puede ser generoso, sin humildad no se puede ser el primero. 
De otro modo se camina a la muerte. Quien ataca con amor, vence. Quien se defiende con amor, es firme. Quien por el cielo es salvado, le protege el amor.

LXVIII

El buen militar no es belicioso El buen guerrero no es irascible. El buen vencedor evita la guerra El buen conductor de hombres, se supedita a ellos. Esta es la virtud de no-combatir para poder conducir a los hombres. Este es el modo más perfecto de unirse a la norma del cielo. 

LXIX 

Dice un viejo proverbio militar: «Es preferible ser huésped que anfitrión. Es preferible retroceder un pie que avanzar una pulgada». A esto se llama progresar sin avanzar, rechazar sin usar los brazos, replicar sin herir, y vencer sin armas. No hay peligro mayor que desestimar al enemigo. Así se arriesga el tesoro. Por esto, el ejército más afligido por la guerra, alcanza la victoria. 

LXX 

Mis palabras son fáciles de comprender y fáciles de practicar. Pero nadie en el mundo las comprende, nadie las practica. Mis palabras tienen su fundamento y los actos tienen su dueño. Pero nadie los conoce y nadie me conoce a mí. Raros son los que siguen y éste es el máximo valor. El sabio oculta bajo pobres vestidos piedras preciosas en su pecho.

LXXI

Conocer y no saberlo, ésta es la perfección. No conocer y estimarse sabio, éste es el mal. Conocer el propio mal es liberarse de mal. El sabio no tiene mal; porque lo reconoce no lo padece. 

LXXII 

Si el pueblo no teme el peligro, le amenaza el peor peligro. No padezcas por tu casa estrecha, no padezcas por tu vida pobre. No permitas la pena y no la sufrirás. El sabio se, conoce y no se exhibe. Se ama a sí mismo pero no se a recia. Deja esto y sigue aquello. 

LXXIII

El valor del osado le conduce a la muerte. El valor del prudente le conserva la vida. Uno es el perjudicado y el otro el beneficiado. Del que resulta dañado, ¿quién sabe los motivos del cielo? Esta es la duda del sabio. El camino del cielo es saber vencer sin combatir, responder sin hablar, atraer sin llamar, y actuar sin agitarse. Amplia es la red del cielo y de anchas mallas, pero nada se le escapa. 

LXXIV

Sí el pueblo no teme la muerte, ¿Cómo atemorizarlo con la muerte? Pero si teme la muerte, www.bibliotecaespiritual.com 29 lo que siempre teme, y el que viola la ley puede ser apresado y matado, ¿quién se atreverá a hacer este mal? La muerte s6lo es propia de un verdugo. Quien mata en su lugar es como sustituir al carpintero en el uso de su herramienta, raro es que no se hiera la mano. 

LXXV

El pueblo tiene hambre porque los monarcas exigen muchos impuestos, Por esto tiene hambre. El pueblo se rebela porque el monarca actúa demasiado. Por esto se rebela. El pueblo no teme la muerte porque vive con dificultad. Por esto no teme la muerte. Quien vive con mucha dificultad no puede estimar la vida. 

LXXVI

El hombre al nacer es blando y flexible, y al morir queda rígido y duro. Las plantas al nacer son tiernas y flexibles y al morir quedan duras y secas. Lo duro y lo rígido son propiedades de la muerte. Lo flexible y blando son propiedades de la vida. Por esto, la fortaleza de las armas es la causa de su derrota, y el árbol robusto es abatido. Lo duro y fuerte es inferior y lo blando y frágil es superior

LXXVII

El camino del cielo semeja a quien tensa el arco. Humilla lo alto y alza lo bajo. Rebaja lo que sobra y completa lo que falta. El camino del cielo es quitar al que le sobra www.bibliotecaespiritual.com 30 y dar al que le falta. El camino del hombre, sin embargo, es muy distinto: quita al que le falta y añade al que le sobra. ¿Quién ofrece al mundo todo lo que le sobra? Sólo quien tiene el Tao. El sabio hace y no retiene, nada exige por su obra y oculta su sabiduría.

LXXVIII

Nada hay en el mundo tan blando como el agua. Pero nada hay que la supere contra lo duro. Lo blando vence a lo duro, lo débil vence a lo fuerte. Nadie desconoce esta verdad pero nadie la practica. Por esto el sabio dice: Aquel que asume todas las corrupciones de un reino, merece ser su soberano. Aquel que soporta todos los males de un reino, puede ser soberano del imperio. Las palabras de la Verdad parecen paradójicas.

LXXIX

Aunque la paz se haga entre grandes enemigos, persiste entre ambos el rencor. ¿Es esto un bien? El sabio prefiere la peor parte de un contrato, y no se querella con los demás. El virtuoso se atiene a lo acordado. El que no tiene virtud persigue su ganancia. El camino del cielo a nadie favorece, pero siempre beneficia al hombre bueno.

LXXX 

Un reino pequeño, de poca población, no emplearía todas sus cosas. Los habitantes temerían la muerte y no se alejarían en largas expediciones. Aunque tuvieran bancos y carros, no los utilizarían. Aunque tuvieran armas y corazas, www.bibliotecaespiritual.com 31 no las mostrarían. El pueblo volvería a ocuparse de anudar cuerdas. Y encontraría sabrosa su comida, buenas sus ropas, tranquilas sus casas, alegres sus costumbres. En dos reinos vecinos, tan cercanos que mutuamente se oirían sus perros y gallos, las gentes morirían muy viejas sin haberse visitado jamás. 

LXXXI

Las palabras veraces no son agradables, y las agradables no son veraces. El hombre bueno no gusta de discutir, y el que discute no es hombre bueno. El sabio no es erudito y el erudito no es sabio. El sabio no atesora, y ofreciendo a los demás, se hace rico. El camino del cielo beneficia y no perjudica. La norma del sabio es obrar sin combatir. 

FIN 
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miércoles, 22 de julio de 2020

CAPÍTULO 70 – LOS OTROS YOES. Por Francisco de Sales.


Este es el capítulo 70 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.


“Cuando eres un buen observador todo el mundo es tu maestro”.



La falta de cariño auténtico y el reconocimiento de uno como persona completa producen una angustia que se convierte en base de una especie de impotencia, una soledad afectiva, y hasta una crisis de identidad, que se manifestarán durante el resto de la vida.
La impotencia vivida en la época infantil promueve la creación de la prepotencia, porque surge la necesidad de demostrar fuerza, capacidad, poder, energía… lo que no nos han permitido manifestar. Creamos un Yo Ideal más fuerte de lo que somos.

La soledad afectiva nos empuja a querer que nos quieran, que nos amen más de lo que creemos que nos aman y muchas veces lo hacemos a cualquier precio, un precio tan excesivo que puede llevarnos al servilismo de tratar de complacer prioritariamente a los demás, llegando incluso a olvidarnos de nosotros mismos.
La crisis de identidad empuja a ser un orgulloso que quiere demostrar a todas horas que es alguien importante, alguien que merece la pena.
Estaremos buscamos valoración, afectividad y admiración.


YO OBSERVADOR: EL QUE SE DA CUENTA.

Yo no soy ninguno de los yoes cambiantes o provisionales.
Soy el indefinible Ser que desde la serenidad, con una cierta distancia, observa y se da cuenta de todos los demás.
El Yo Observador no es voluble, ni irónico, ni inseguro, ni histérico, como los otros, sino el que se queda fuera de todos ellos y se limita a observar cómo actúa cada uno de ellos.
Tiene que estar completamente desapegado y no implicarse nunca y en anda; debe mantener la calma y la cordura para seguir siendo el inmaculado, objetivo y callado espectador de las cosas.
No es indiferente, sino que se mantiene en una actitud de serenidad para poder seguir descubriendo facetas, y tomar nota de ellas.
Después, nos las hará ver imparcialmente, y ese es el momento en que uno se da cuenta, inevitablemente, y es cuando comienza el momento en que ya no se puede seguir negando, porque uno es consciente del todo.

Puedo seguir sufriendo, si quiero, pero sabiendo que es un estado que puedo evitar si quiero. Puedo seguir atemorizado, si quiero, pero sabiendo que es un estado que puedo evitar si quiero. Puedo seguir haciendo lo que quiera, pero el Yo Observador, como una conciencia implacable, nos hará ver cómo apreciamos las cosas, qué sentimientos o contradicciones producen en nosotros; nos dirá qué es lo correcto, y comprobaremos si coincide o no con lo que estamos o no estamos haciendo.
Las cosas suceden. Y nada más.
Lo importante para mí, y lo que le daría el adjetivo, sería cómo se instala en mí cada cosa, qué me produce.
Una tormenta puedo sentirla como una expresión del Creador, como una amenaza a mi integridad física, como un fondo mágico para una noche de amor, o como el marco en que encuadrar mi pequeñez; puedo sentirla como trágica, hermosa, temible, insuperable, etc., cualquier palabra que diga sobre ella no va a cambiar ni la intensidad ni una sola milésima de segundo del tiempo que duró. La tormenta se expresará sin importarle cuál va a ser mi veredicto, y así suceden las cosas: porque sí, por ellas mismas, independientes de lo demás.

El Yo Observador es el único que no cambia desde que nacemos, porque no se deja influenciar por nadie ni permite que le confundan. Es un notario incorruptible que levanta acta detallada de todo cuanto sucede; que se da cuenta de lo que pasa y deja constancia de ello.
No manipula la información, no está a favor ni en contra, no juzga ni reprocha.
El Yo Observador sólo se da cuenta.
A mí me gusta imaginar que es como un Rey que entra en una estancia, se queda mirando el color de la pared, y se da cuenta de que no le gusta. “Este color no es de mi agrado”, dice. Nada más. Todos los que están a su servicio se dan cuenta, para eso están: para resolver los asuntos del Rey, y se ponen a trabajar para resolverlo; aún cuando el Rey está haciendo otras cosas, ellos siguen en su labor, y cuando vuelva a la estancia posiblemente ya esté realizado el cambio.
El Yo Observador se da cuenta y un batallón de empleados dentro de nosotros se ponen en guardia y atentos para trabajar en el sentido correcto, para recordar la próxima vez que una manifestación no sea propia y natural, sino del personaje -que no es Uno Mismo-, que el propósito es ser, cada vez más y continuamente, Uno Mismo.
El Yo Observador es sereno y ecuánime. No está condicionado por nada ni nadie. No es un cobarde pétreo y no resolutivo, a quien nada conmueve.
Su única e importante función es observar,y darse cuenta y notificarlo.


YO EXPERIENCIA: EL QUE SÍ SOY.

Hay una parte de nosotros, más o menos amplia, más o menos conocida, que es casi Yo del todo.
Es la parte que ha logrado convertirse en realidad, deshaciéndose de las mentiras
El Yo Experiencia es la realidad, y mientras más Yo Mismo soy, menos necesito soñar con las fantasías del Yo Ideal o seguir en el error del Yo Idea.
Es la suma de todo lo vivido y lo desarrollado: es mi realidad actual.
De nada sirve pensar, imaginar, soñar, hacer planes, sentir… nada de eso, por sí mismo, hará que una persona cambie. Sólo experimentarlo, cosificarlo, realizarlo, hará que sea auténtico. Hemos de preparar el camino para que lo que se es en potencia se convierta en experiencia.


VISTO DE OTRO MODO

Este Yo Experiencia se refiere a lo que soy en base a las experiencias que he tenido en mi vida. Yo me voy transformando a medida que experimento las cosas y las voy expresando en la realidad.
Se trata de experimentar.
Si simplemente siento o pienso las cosas, pueden ser un bonito sueño o buenas ideas, pero nada más.
No es el sentir o pensar interiormente lo que nos cambiará.
La transferencia del inconsciente al consciente sólo se puede producir a través de un acto completo y consciente.
El Yo Experiencia es nuestra verdad comprobada.
El equilibrio, y el Desarrollo Personal, se consiguen viviendo día a día conscientemente, para conseguir corregir al Yo Idea, aclarar bien el Yo Ideal y afianzar y fortalecer el Yo Experiencia.


YO: EL AUTÉNTICO YO

El auténtico Yo, es quien se da cuenta de que existen los demás yoes. El que toma las decisiones acerca de las informaciones del Yo Observador y el que se da cuenta de que no es ninguno de los demás y sabe ponerlos en su sitio.
Hay que prestar atención a esto: cuando hablamos de yo, sólo tomamos conciencia del cuerpo y del pensamiento, no nos damos cuenta de que también somos una parte divina, o cuanto menos espiritual, y hay que prestarle la atención que se le niega continuamente.
Separamos cuerpo y alma. Sí, son dos cosas distintas, pero nosotros, hoy, en este momento, somos el conjunto indisoluble de ambas.
Así que atención al humano que estamos tratando de perfeccionar, pero no sin olvidarnos de evolucionar también, porque es más importante, la parte espiritual.


OTROS YOES

YO ABSOLUTO:

Llamado también Yo Cósmico o Yo Universal: es el que nos pone en contacto con el sentimiento de que uno forma parte de todo y del TODO. Dicen que es lo más parecido a la identidad. Cuando uno es capaz de contactar con él, ya no es el mero observador del mundo que le rodea, sino que Uno es también el mundo que le rodea.
Uno empieza a sentir la alegría de los demás, sus miserias, su amor y su desesperación. Aprendemos que no somos una isla sino que cada emoción que sentimos forma parte de una corriente cósmica en la que flota el Yo individual.


SUPER YO:

La parte más rígida. Aquí están los debes, los tienes que, las exigencias, las imposiciones y los castigos. No confundir con el Sí Mismo Superior, que se dirigirá a nosotros con un tono amoroso, sugiriendo las cosas en vez de “obligando a”.
El Súper-Yo nos carga con tanta severidad que estamos obligados a realizar esfuerzos condenados a la frustración. Nos impulsa a querer tener siempre razón; a estar constantemente defendiendo nuestra imagen; nos impone salvaguardar nuestro buen nombre, el prestigio, y a mantener una imagen para impresionar.
Sólo desde la libertad y la falta de prejuicios se pueden vivir las experiencias en su naturaleza real. Y todas son buenas. Las que llamamos malas son las que nos permiten el crecimiento, porque son las que nos señalan el buen Camino. Las que llamamos buenas siempre son gratificantes.


YO ESENCIAL:

El que uno es en esencia, pendiente de desarrollar. Inalterable. El auténtico. Testigo desapegado, no condicionado.


YO EXISTENCIAL:

El que está existiendo, con sus cosas buenas, sus carencias y sus errores.


YO:

Por encima de todos ellos, estoy Yo.
Yo a secas.
Sin apellido ni adjetivo.
Si alguien se ha dado cuenta de todo ha sido el Yo Observador, pero si alguien se da cuenta de que hay un Yo Observador, ese es el Yo sin añadidos.
La esencia.
El real.
O el Real.


PARA REFLEXIONAR

¿Por qué tiene que haber un yo?
¿Tan importante es ser alguien?
¿Tanta necesidad tengo de ser alguien?
Y si soy nada o nadie… ¿qué cambia?


EL NO YO

También hay personas que piensan que todo lo que sea dar vueltas a yo es perder el tiempo. Que yo no existe. Es otra posibilidad.

Sentimos una obsesiva necesidad de ser Yo.
Si no soy Yo, soy nada o soy nadie, pensamos.
Y no queremos ser nada o nadie.
Necesitamos aferrarnos a un nombre y una imagen -eso que llamamos yo- para tener la seguridad de que hemos nacido y estamos aquí.
Necesitamos un yo con quien identificarnos, aunque eso sea un error. Acabamos creyendo que somos yo.
Tenemos un documento oficial que acredita que somos alguien, recibimos cartas con publicidad, nos llaman por teléfono, nos miran… !qué alivio!
Se nos olvida que “yo” es sólo un nombre, una sílaba con dos letras únicamente, que no tiene entidad, y no es importante ni necesario que la tenga.
Somos algo más que un nombre, aunque quede indefinido; lo importante es tener un sentimiento claro de quiénes somos realmente, quiénes somos en la intimidad, cuando nos quedamos a solas, cuando no somos mejor o peor que, o estamos mejor o peor que, o tenemos más o menos que…

¿Qué más da si no somos capaces de encontrar una respuesta deslumbrante para la pregunta quién soy yo?, ¿es que tenemos que ser alguien?, ¿por qué?, ¿para qué?, ¿será esto importante cuando llevemos quinientos años enterrados?
Siempre se ha dicho que no hay que tomarse en serio a sí mismo. ¿Somos capaces de reírnos de nosotros mismos?, ¿o siempre llevamos puesta la cara circunspecta y la desdicha de una tragedia griega?, ¿tanta importancia le doy a lo exterior, lo que se ha creado para que los demás sepan que existo?, ¿o mi verdadera importancia y existencia es lo que se produce dentro de mí y no tengo necesidad de mostrar?


VISTO DE OTRO MODO

Ahora, para lo que viene a continuación, es necesario que seamos muy racionales. Pero muy racionales. Y un poco escépticos.
Es cierto que existimos como cuerpo –se puede ver, medir, palpar-, pero no está demostrado que existan el alma -salvo en el diccionario o como justificación de algo que nos empeñamos en separar porque no aceptamos ser un ente que lo engloba todo-, ni el espíritu –se describe como “ser inmaterial dotado de razón”, pero se necesita un verdadero y potente acto de fe para creerlo-, ni tampoco ese “sujeto” que hemos creado en la imaginación que parece que piensa y toma decisiones, que es totalmente intangible, invisible, pero hemos convertido en cierto.
Si además hablamos de que somos muchos y diferentes yoes a lo largo del día, en las distintas ocasiones, dependiendo del estado de ánimo o de lo que tengamos enfrente, no hacemos más que seguir convenciéndonos de que realmente existe yo. Y ahora, con esta avalancha de yoes, es más complicado convencernos de que no existimos.
Sigamos siendo atrevidos en este otro pensamiento, no demostrable pero rompedor.

Ahora creamos firmemente que existe un cuerpo –es tangible e innegable- y que existe un alma –nuestra fe y los sentimientos espirituales que hemos percibido casi nos lo confirman-.
Existen dos cosas y nada más.
En cambio, nos empeñamos en añadir como controlador de ambos aspectos a algo que bautizamos como yo. Ese algo se da cuenta de que existe el cuerpo y existe el alma, pero en cambio nadie puede demostrar que existe el yo. Existe el binomio -y yo podría ser el nombre para ese binomio-, pero sería solamente un nombre y no algo con entidad.
Porque, además, ni siquiera nos responsabilizamos del total de lo que sería el yo: lo dividimos en lo consciente, de lo que más o menos nos hacernos cargo -aunque buscamos culpables externos para las cosas que no nos gustan- y lo inconsciente, de lo que decimos que no conocemos, que se nos escapa de control y no podemos gobernar, y por lo tanto no respondemos de su comportamiento.

El yo es un invento de la imaginación. Y deshacernos de ese espejismo nos podría facilitar grandemente la vida. O, por lo menos, el tener claro que no tiene existencia real, que no tiene entidad, que no puede por tanto controlarnos, afectarnos, condicionarnos, dañarnos…
Si fuéramos capaces de llegar a la convicción y el sentimiento de que no existe el yo, el Ego, la persona, nos liberaríamos de muchos de los sufrimientos que nos provoca creerlo.
Desaparecerían los apegos: no existiría un yo que se apegue a las cosas. Desaparecerían los daños morales: no existiría un yo a quien dañar.
Desaparecerían los sufrimientos morales: no existiría quien sufra.
Casi todas las religiones, de uno u otro modo, proponen la liberación o disolución del yo y la integración en el conjunto de la humanidad o en la divinidad.

Nos referimos a yo solamente como cuerpo, pero resulta que estamos compuestos de muchas cosas más: alma o espíritu, sentimientos, emociones, imaginación, sabiduría, capacidad de pensar, vida, conciencia, recuerdos, ilusiones, miedos, carácter, felicidad…
El cuerpo es solamente el contenedor de algunas de estas cosas o el que las siente; la mente contiene bastantes de las demás porque es en ella donde habitan; las restantes las ubicamos en la intuición, en el espíritu, en los sentimientos. Hablamos de un yo y luego descomponemos ese yo en tantas porciones que acaban perdiendo el sentimiento de integridad y unicidad.

Tal vez demasiado complicado de entender o de aceptar. No importa, se puede dejar quieto y si tiene que hacer efecto, lo hará.


DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL

Hay algo más allá de yo.
Cuando digo yo, sólo tomo conciencia del yo físico que es un cuerpo que ha de morir.
¿Y qué más?
¿Hay algo más o esto es todo y cuando se acabe se acabó todo?
No sé si eso de que cuando uno se muere se va al Cielo o al infierno es cierto, ni me importa.
Tampoco sé si eso de las reencarnaciones es cierto, ni me importa.
Lo que me importa es que ahora, en este momento que me toca vivir, he de hacerlo con la consciencia plena, con la atención del todo atenta, y he de vivir YO, siendo muy reflexivo, y sabiendo qué y quién soy, conociéndome en todas mis facetas, aprovechando mis potencialidades, disfrutando mis emociones y las posibilidades que me ofrecen los sentidos, el regalo de Dios de la vida, viviendo con la plenitud que aporta saber quién es uno y cuál es el sentido de su vida.


RESUMIENDO

Antes de hablar con tanta frivolidad de yo, conviene haber comprendido todo lo escrito en este capítulo. Es vital saber qué o quién es yo. Es imprescindible ser consciente de cuándo estamos utilizando cada uno de los yoes, y, sobre todo, si es el apropiado que queremos usar en ese caso.
Por tanto, tener el Yo Observador siempre conectado, desmontar el Yo Idea, quitar la irrealidad al Yo Ideal, y ser continua y simplemente Yo.

(A quien esté interesado en comprender mejor los diferente yoes, le recomiendo el libro “Curso de Psicología de la Autorrealización”, de Antonio Blay.
Puede escucharlo aquí: