domingo, 30 de septiembre de 2018

La Reencarnación según el budismo. Por Daki Om


El renacimiento o reencarnación budista no es la reencarnación del “yo”.

El budismo enseña que no siempre se experimentan los resultados del karma de forma inmediata; en ocasiones se cumplen mucho más tarde, incluso en otra vida. A lo largo de los años, los budistas han sostenido que el proceso de volver a ser se produce no sólo en esta vida, donde nos renovamos cada minuto, sino también más allá de la barrera aparente de la muerte, donde nuestra voluntad determina, asimismo, la forma en que renacemos.

En este sentido, “renacimiento” no es sinónimo de “reencarnación”. No se trata de que una esencia espiritual fija e inamovible encuentre cobijo en otro cuerpo cuando el primero ya se ha gastado. Lo que ocurre es que el ritmo de cambio continuo sigue su curso, del mismo modo que una llama de fuego avanza por un conjunto de ramas, pasando de una a otra. La llama nunca cesa de cambiar. De igual modo, nunca es el mismo “yo” el que renace.

El renacimiento: un concepto difícil de aceptar

La idea del renacimiento resulta difícil de aceptar para algunos budistas occidentales, quienes argumentan que, a falta de evidencias empíricas, la postura más razonable a este respecto es el agnosticismo. Otros afirman que, aunque escasas, sí existen algunas pruebas, ya sea empíricas o de otra clase, que refuerzan la teoría del renacimiento.

Aducen toda una serie de estudios científicos sobre el tema: ejemplos de regresión hipnótica, el recuerdo involuntario de detalles sobre vidas pasadas, experiencias cercanas a la muerte y el caso de niños prodigio como Mozart, que interpretaba y componía a la edad de cuatro años. Asimismo, algunos mantienen que existen más pruebas (aunque de poca relevancia) de la continuación de la conciencia después de la muerte que de su fin, teoría que, por definición, no se halla sujeta a determinación empírica.

Bien pensado, el renacimiento es de lo más cotidiano.

Independientemente de las tendencias actuales en Occidente, durante los últimos 2,500 años, ningún maestro budista reconocido, por muy iconoclasta que sea, ha cuestionado la idea del renacimiento, una doctrina budista tradicional. Si consideramos nuestra propia experiencia con detenimiento, observaremos que el proceso de renacer tiene lugar a lo largo de la vida. De hecho da la impresión de que morimos y renacemos continuamente. Así, como siempre nos renovamos, nunca somos exactamente los mismos de un día para otro.

Visto de este modo, la idea de que la voluntad que determina ese renacimiento continúa operando después de la muerte no parece más absurda que la teoría occidental que sostiene que, de alguna forma, la conciencia surge de la nada en algún momento entre la concepción y el nacimiento. Aunque aceptemos esta premisa o, incluso, la consideremos “científica”, en realidad no es más que una doctrina de aparición milagrosa: la conciencia surge de la nada milagrosamente. Desde este punto de vista, quizá la doctrina del renacimiento no es tan extraña después de todo.

Los actos cuentan

La idea del renacimiento aparece unida a una afirmación muy alentadora. Los esfuerzos espirituales nunca son en vano. Todos los esfuerzos destinados al crecimiento se conservan, por así decirlo y en su momento producen los resultados esperados. Esto significa que todos nuestros actos cuentan y que siempre vale la pena esforzarse en ser positivo. En cualquier caso, para ser budista no es absolutamente necesario creer en el renacimiento. En cambio, sí se debe tener la convicción de que es posible alcanzar la iluminación a lo largo de la vida

Ayurveda del Tibet

6 claves para expresar tus emociones


Poner palabras a las emociones es, en sí mismo, un ejercicio sanador. A veces no hay una técnica que nos facilite de manera directa un cambio en nuestro estado de ánimo. Sin embargo, no es menos cierto que, en muchas ocasiones, el hecho de expresar lo que hay en nuestro interior es sano y liberador.

Parece fácil, tal vez. En mi experiencia personal y profesional, descubro que, con la costumbre, la ladera pierde pendiente. En buena medida son los condicionamientos sociales y culturales los que nos impiden bucear en nuestro interior o abrirnos. También influye el miedo, la vergüenza, la anticipación de los pensamientos de los demás, etc. Así, por una u otra causa, o por la mezcla de las mismas, lo cierto es que en muchas ocasiones callamos aquello que queremos gritar. 

“Los sentimientos y las emociones son el lenguaje universal que debe ser honrado. Son la expresión auténtica de quienes somos”.
-Judith Wright-

¿Es inadecuado expresar tus emociones?

Nunca será inadecuado expresar tus emociones, a pesar de que la tradición y el juicio popular haya ido durante muchos siglos en defensa de la idea contraria. En este sentido, que la tradición se debilite quiere decir que las nuevas generaciones lo van a tener más fácil, pero también que nosotros vamos a tener que desaprender parte de lo aprendido/asimilado.

Expresar tus emociones es un acto liberador.

Empezamos a sentir desde niños, ya cuando éramos bebes llorábamos o reíamos para expresarnos. Poco a poco el abanico de emociones fue abriéndose: rabia, miedo, culpa, alegría, tristeza, amor… Podemos preguntarnos: si las emociones son algo tan genuino… ¿por qué se reprimen/encapsulan/guardan gastando una gran energía?

Hablábamos antes de los condicionamientos sociales que nos limitan, como las frases del tipo “no llores que van a pensar que eres débil/un niño como tú no llora” o “una señorita no se comporta así” cuando una niña mostraba su enfado, “los hombres no tienen miedo” en el caso de los niños. 

“Una emoción no causa dolor. La resistencia o supresión de una emoción causa dolor”.
-Frederick Dodson-

Si durante nuestra infancia no contamos con un entorno que potencie nuestro desarrollo emocional (puede ser de manera directa, pero también es efectivo contar con buenos modelos), lo normal es que desterremos nuestro mundo emocional. Esta, en ausencia de una educación emocional acertada, es en principio una solución inteligente. El niño o el adolescente dice: “no voy a profundizar en un terreno en el que no me sé manejar”.

Sin embargo, lo que en principio puede ser una solución para evitar problemas mayores, a la larga es contraproducente. La biología parece decirnos que antes que seres pensantes somos seres que nos emocionamos. Entonces, ¿cómo va a ser una buena idea desterrar una parte que está escrita en nuestra naturaleza y que además, lo queramos o no, nos va a seguir influyendo? 

Facilitadores de la expresividad emocional

Conocer cómo expresar tus emociones de una forma adecuada redundará en cambios positivos en diferentes áreas. Os dejamos una serie de claves para mejorar la gestión emocional y, por lo tanto, la inteligencia emocional:

Saber cómo expresar tus emociones te beneficiará de forma positiva en diferentes ámbitos de tu vida.

Hacer catarsis

Al expresar las emociones se logra la liberación controlada de energía. La palabra catarsis justamente significa purificación, y en este caso, como se escribiera en la Poética de Aristóteles, es una purificación emocional, corporal, mental y espiritual.

Acumular estas emociones negativas es una carga que a la postre hace sentir enfado, amargura, e incluso con deseos de venganzas; tarde o temprano afectará nuestra salud mental y física.

Paz interior

Liberarnos de cargas negativas nos brinda la oportunidad de soltar los daños y encontrar la paz interior. Facilita que nos instalemos en un estado de tranquilidad mental y espiritual, donde se conoce y comprende lo vivido sin pesadumbre. De esta forma, nuestra resiliencia (capacidad para salir fortalecidos de la adversidad) se fortalecerá.

Además, la paz interior fundamenta el sentimiento de felicidad y plenitud, y esto es posible gracias a que somos sinceros con nosotros mismos y expresamos nuestras emociones adecuadamente.

Bienestar emocional

Conseguir la paz interior es una de las condiciones propicias para acercarnos a esa sensación de bienestar emocional que todos hemos experimentado. Esa en la que parece que nosotros y la frecuencia en la que resuena el mundo coinciden, una perspectiva desde la que podemos identificar un orden que nos agrada. 

“Cuanto más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos, mejor podremos leer los de los demás”.
-Daniel Goleman-

Respeto a uno mismo

Al expresar nuestras emociones de manera asertiva, estamos liberándonos de la dependencia hacia la opinión de los otros. Reconocer lo que sentimos, gestionarlo adecuadamente y expresarnos nos ayuda reclamar nuestros derechos, a poner límites a acercarnos afectivamente a quienes así lo deseamos, etc. Eso es respetarnos a nosotros mismos y ponernos a salvo frente al abuso y maltrato o la toxicidad de otros.

Empoderamiento

Cuando, a través de la expresión de las emociones, se ha logrado la purificación y el respeto hacia sí mismo podemos decir que tenemos el control de nuestra vida emocional en las manos.

Cuando se está en equilibrio con uno mismo, con los deseos y las emociones personales, se es congruente. Lograr esto nos da poder frente a la vida y sus constantes cambios, nos permite avanzar y crecer.

Confiabilidad

Además de salvar nuestra salud física y emocional, expresar correctamente nuestras emociones mejora la relación con los demás. Nos permite tejer vínculos más sanos, basados en la honestidad, la confianza y el respeto.

Cuando nos mostramos como somos, sin miedo a nuestras emociones, proyectamos una personalidad más auténtica, algo que puede incrementar la confianza que inspiras (credibilidad) a otras personas.

Como hemos visto, la expresividad es una puerta de posibilidades. Las dos más importantes tienen relación con el plano social: por un lado facilita que podamos hacer una mejor gestión de nuestra energía emocional y por otro nos permite generar relaciones de confianza en las que sea posible la intimidad y la complicidad.

¿Estás preparado para expresar tus emociones?

Marián Carrero Puerto
https://wiravaslp.blogspot.com


sábado, 29 de septiembre de 2018

Quien quiere busca la forma, quien no quiere busca excusas


Corría el año 1884 cuando un joven talentoso y con mucha ilusión desembarcó en Estados Unidos. Solo llevaba 4 centavos en su bolsillo, un libro de poemas y una carta de recomendación, pero aquello era todo lo que necesitaba. Décadas más tarde aquel hombre llegó a tener más de 700 patentes y sería reconocido como una de las mentes más brillantes de todos los tiempos. Era Nikola Tesla.


Su historia no es un caso excepcional. Muchos genios o incluso personas comunes y corrientes han logrado tener éxito en lo que se han propuesto, no “a pesar de la adversidad” sino en gran parte “gracias a la adversidad” o a las circunstancias difíciles que les tocó vivir. Esas personas no se escudaron tras excusas, no convirtieron la adversidad en un obstáculo insuperable, sino que la asumieron como un reto para superarse a sí mismas.


¿Cuál es el secreto para hacer realidad nuestros sueños?


Para muchas personas un revés se convierte en un aliciente para seguir luchando y una situación adversa es un motivo aún más poderoso que el hecho de que el viento sople a favor. Esas personas encuentran su fuerza en la adversidad. No se escudan tras ella para renunciar a sus sueños sino que la usan como un motor impulsor para lograr cosas extraordinarias, cosas que los demás en su situación ni siquiera se plantearían.


¿Qué tienen de especial estas personas?


1. Confianza en sí mismo. Las personas que persisten y luchan contra la adversidad tienen una gran confianza en sus capacidades. Están seguras de lo que pueden lograr porque en otras ocasiones se han puesto a prueba y conocen su resiliencia. Confían en que, aunque caigan, luego remontarán. También son conscientes de los ciclos de la vida; es decir, comprenden que existen etapas buenas y malas. Esa visión más equilibrada de la vida les permite mantenerse firmes y no perder la esperanza pues saben que después de la tormenta saldrá el sol.


2. Metas claras. “Ningún viento es propicio para quien no sabe a qué puerto dirigirse”, dijo Séneca. Las personas que logran sus objetivos y se mantienen firmes en la adversidad encuentran la fuerza que necesitan para seguir adelante en sus sueños. Saben muy bien lo que quieren, visualizan su futuro y tienen metas claras, solo necesitan encontrar el camino. De hecho, son conscientes de que a un destino se puede llegar a través de diferentes vías, por lo que si un camino se cierra, no se desesperan y buscan otra alternativa. Son inflexibles en sus metas y flexibles en el camino.


3. Pasión y perseverancia. La pasión sin perseverancia es volátil y la perseverancia sin pasión conduce al desencanto. Para perseguir un objetivo y no darse por vencidos es necesario desarrollar un equilibrio entre pasión y perseverancia. Eso significa que estas personas disfrutan a lo largo del camino porque lo encuentran apasionante.


¿Buscas caminos o excusas?


Generalmente cuando buscamos excusas para no hacer algo, es porque ese “algo” no nos resulta lo suficientemente significativo o apasionante como para perseverar. Sin embargo, no siempre lo reconocemos.


A veces las imposiciones sociales son tan fuertes y están tan arraigadas en nuestra mente que no nos atrevemos a reconocer que ese objetivo no es importante para nosotros, o al menos no tan importante como para dedicarle el tiempo y esfuerzo que demanda. Entonces nos escudamos tras las excusas.


Por ejemplo, para un joven con inquietudes artísticas que proviene de una familia con una larga tradición de médicos, arquitectos o abogados puede ser muy complicado luchar contra las presiones familiares. Si ese joven accede a estudiar una carrera que no le gusta, convertirá cada obstáculo en una excusa para no seguir adelante. Como resultado, se sentirá fracasado, insatisfecho e infeliz pues el camino que ha emprendido ha sido “impuesto” por los demás.


Al igual que el joven, en la vida cotidiana muchas veces nos escudamos tras los obstáculos/excusas cuando no nos apetece hacer algo que se supone deberíamos hacer ya que las convenciones sociales así lo mandan.

El problema de esta actitud es que poco a poco va erosionando la confianza en nosotros mismos. Si ponemos en marcha mecanismos de defensa para no reconocer que hemos "fracasado" porque realmente no teníamos interés, achacaremos ese "fracaso" a nuestra incapacidad, y ello terminará haciendo mella en nuestra autoestima, de manera que más adelante, cuando realmente nos interese algo, no tendremos la confianza suficiente para luchar por ello.


No conviertas lo improbable en imposible

En una sabana africana andaba perdido un león. Llevaba más de veinte días lejos de su territorio y estaba sediento y hambriento. Por suerte, encontró un lago de aguas frescas y cristalinas. Corrió veloz a beber para paliar su sed y salvar su vida. Sin embargo, al acercarse vio su rostro reflejado.


– ¡Vaya! el lago pertenece a otro león – pensó y huyó aterrorizado sin llegar a beber.


Sin embargo, su sed era cada vez era mayor, así que a la mañana siguiente, armado de valor, se acercó de nuevo a lago. Igual que el día anterior, volvió a ver su rostro reflejado y de nuevo, presa del pánico, retrocedió sin beber.


Y así pasaron varios días con el mismo resultado. Por fin, uno de esos días comprendió que tendría que hacer algo o moriría de sed. Decidió que bebería del lago pasara lo que pasara. Se acercó con tal decisión que metió directamente la cabeza para beber… y en ese preciso instante su temido rival desapareció.


Esta fábula nos muestra que muchos de nuestros miedos son imaginarios y terminan desapareciendo cuando nos atrevemos a enfrentarlos. Por supuesto, no se trata de caer en un optimismo tóxico. Querer no siempre es poder. No obstante, debemos reflexionar cuidadosamente sobre las excusas que nos damos a nosotros mismos porque a veces la vida no nos dice “no” sino tan solo “espera”.


Existen obstáculos. No cabe dudas. Y algunos son muy grandes. Pero muchas veces los obstáculos mayores están en nuestra mente, en la manera como abordamos las situaciones. Por eso, es importante hacer altos en el camino para mirar en nuestro interior y separar las auténticas barreras de las excusas que inventamos.

Nos sentiremos mucho mejor si simplemente reconocemos que no nos apetece hacer algo o que alcanzar determinado objetivo realmente no nos interesa. Ese conocimiento es fuente de empoderamiento y nos permite conservar nuestra energía para destinarla a perseguir nuestras metas. Es un cambio que vale la pena.

Una clave zen para hacer lo que deseamos.


En Occidente impera la idea de que hacer lo que deseamos puede conducirnos a la degeneración o la ruina. No por nada estamos llenos de mandatos y sentencias que nos inducen a creer que reprimir nuestros pensamientos, sentimientos y deseos es una prueba de superioridad moral. Lo cierto es que existen otras formas de pensar y varios experimentos contradicen esos postulados.

Nuestra cultura es fundamentalmente prohibitiva. Partimos de la idea de que educarnos y cultivarnos consiste en aprender a evitar pensamientos, conductas y sentimientos indeseados. Aun sin comprender por qué, desde temprana edad se nos inculca que hacer lo que deseamos es señal de necedad o de inmadurez.

El pensamiento zen se orienta hacia una dirección muy diferente. Desde tiempos milenarios han comprendido que las prohibiciones, por sí solas suelen generar un efecto contrario. En otras palabras, esa represión termina alentando el deseo de hacer eso que se nos prohíbe, o eso que se nos marca como negativo en nombre de un “buen actuar”, basado en el autoritarismo.
“La represión desde afuera ha sido sostenida por la represión desde dentro. El individuo sin libertad, introyecta a sus dominadores y sus mandamientos dentro de su propio aparato mental. La lucha contra la libertad se reproduce a sí misma en la psique del hombre”.
-Herbert Marcuse-

Hacer y no hacer lo que deseamos

Los estudios antropológicos de Margaret Mead nos muestran diferentes tipos de sociedades, con valores y normas muy distintas. La famosa investigadora nos llama la atención sobre diferentes hechos. Entre ellos, el de que en las sociedades más machistas o más matriarcales hay un mayor porcentaje de homosexualidad. Desde el punto de vista occidental esto sería una contradicción. Desde el punto de vista zen es una consecuencia lógica del prohibicionismo.

Hablando de prohibicionismo, otro ejemplo de ello es el consumo de licor en los Estados Unidos. Durante mucho tiempo fue considerado ilegal y esto dio origen no solo a un consumo sostenido de alcohol, sino también a la existencia de mafias. A diferencia de lo que pensaban, cuando se legalizó el licor no aumentó el número de consumidores. De hecho, con el tiempo, hay más consumidores de “drogas prohibidas” que del propio alcohol.

Todos estos datos apunta a que la represión en sí misma no es un camino para gestionar esos deseos que podríamos llamar “inconvenientes”. El pensamiento zen, por el contrario, nos alienta a asumir esos pensamientos, sentimientos y deseos prohibidos, para comprenderlos. Piensan que esa es la mejor manera de eliminarlos. Algunos experimentos les dan la razón.

Un experimento con el deseo

El profesor Carey Morewedge, de la Universidad de Boston, llevó a cabo un estudio al respecto que resultó muy ilustrativo. Reunió a 200 personas que se declaraban amantes del chocolate. Estos voluntarios se dividieron en dos grupos. Al primer grupo se le pidió que se imaginaran a sí mismos comiendo 30 chocolates, uno por uno. Al segundo, se le solicitó que hiciera lo mismo, pero en lugar de fantasear con 30 chocolates, lo hicieran solamente con tres.

Los científicos dejaron frente a ambos grupos un tazón llenos de exquisitos chocolates. de todos los participantes. Se suponía que el grupo de los 30 chocolates iba a sentir un deseo mayor de comer chocolate, pues el pensamiento de hacerlo era más reiterativo. Tenían que pensarlo 30 veces. En cambio, el otro grupo solo tenía que pensarlo en tres ocasiones.

Occidente nos dice que al alimentar el pensamiento en torno a algo se alimenta el deseo de ese algo. Pues bien, el experimento comprobó todo lo contrario. Los que pensaron en los 30 chocolates no tomaron ninguno del tazón. En cambio los que pensaron solo en tres chocolates sí sintieron la necesidad de probar unos cuantos.

La represión del pensamiento

El director del experimento indicó que la principal conclusión era que cuando nos proponemos dejar de pensar en algo, ocurre lo contrario: pensamos más en ello. Si no queremos pensar en fantasmas, comenzaremos a ver fantasmas por todas partes. Así que la represión del pensamiento centra nuestra atención en ello.

Esto apunta a que si pensamos en hacer lo que deseamos a fondo, probablemente ese deseo va a perder su fuerza. Desarrollada la idea, lo cierto es que la podemos desarrollar a nuestro favor en momentos específicos. Querer “agredir a alguien” y “agredirle” es muy distinto. Así, según la lógica que hemos desarrollado, pensar en cómo agrediríamos a esa persona atenuaría el deseo de agredirla.

El cerebro falla -o acierta- ahí. No distingue lo real de lo imaginario. Es un “error” que nos puede ayudar en diferentes circunstancias. Cuando lo que deseamos hacer va en contra de nosotros mismos o de otros, nada mejor que hacer lo que deseamos con el pensamiento. Probablemente solo con esta sencilla acción mental el deseo perderá fuerza.

Edith Sánchez

8 Consejos Budistas para tratar con el enfado ..



Vivimos en una era en la que se nos recomienda expresar nuestro enojo, pero Buda no estaría de acuerdo con eso. Actuar el enojo hace que sea más fácil hacerlo de nuevo en el futuro, conduciendo así a un ciclo interminable. El Buda nos aconseja que no reprimamos nuestras emociones ni que permitamos que nos desborden, sino que las analicemos y lleguemos a entender el pensamiento incorrecto que está detrás del enojo.


Es posible que los budistas hablen mucho acerca del amor, la compasión y la tolerancia, pero cuando incluso grandes maestros como el Dalai Lama admiten que se enojan algunas veces, ¿existe alguna esperanza para el resto de nosotros? La ciencia puede decir que sentir enojo es totalmente normal; los psicólogos nos aconsejan que expresemos nuestro enojo, y algunas religiones incluso hablan de ira justa. El budismo, por el contrario, dice que el enojo siempre es desaconsejable.


El erudito budista del siglo VIII, Shantideva, describió el enojo como la fuerza negativa más extrema, una con la capacidad de destruir el bien que tanto trabajo nos costó crear. Piensen en ello. Un momento de enojo combinado con acceso a un arma de fuego puede cambiar por completo el futuro de alguien: de una vida de libertad a una vida tras las rejas. Un ejemplo más cotidiano sería cómo el enojo puede destruir la amistad y la confianza que posiblemente tomó décadas desarrollar. En última instancia, el enojo es más peligroso que todas las bombas, pistolas y cuchillos juntos.


Sabemos que el enojo no es un estado mental feliz, pero ¿qué podemos hacer con él? El budismo ofrece un abanico de sencillos métodos para ayudarnos a transformar nuestra mente. Una advertencia: ¡no existe una píldora mágica! Aquí están nuestros ocho mejores consejos para lidiar con el enojo:


1. Así es la vida: Samsara


La primera enseñanza del Buda hace 2,500 años va directo al grano: la vida es insatisfactoria. ¿ Adivinen qué ? Nuestra vida nunca será satisfactoria.

Nacemos, morimos. Entretanto, tendremos buenos tiempos y malos tiempos, y momentos en los que probablemente no sintamos nada en absoluto: este ciclo interminable es a lo que el budismo llama “samsara”. Cuando llegamos a este mundo nadie nos dijo que la vida sería linda, fácil, constantemente divertida, y que las cosas siempre saldrían como nosotros queremos. Cuando entendemos nuestra propia situación en el samsara, podemos entender también la situación de todos los demás.
Estamos juntos en esto. Enojarnos con los demás, con las situaciones y con nosotros mismos, no mejorará nada. Las demás personas dicen y hacen cosas que no nos gustan porque efectivamente sus vidas también son un desastre.
Esta forma de pensar puede transformar de manera radical nuestra perspectiva. Incluso aunque cada uno de nosotros parezca ser el centro de su propio universo, eso no significa que todo tenga que salir (o que alguna vez saldrá) exactamente como nosotros queremos.


2. Ser un héroe: Paciencia


Las emociones perturbadoras se superan mejor si utilizamos su oponente; combatir el fuego con fuego simplemente no funciona. ¿Por qué? Es imposible que nuestra mente mantenga dos emociones opuestas de forma simultánea. No podemos gritarle a una persona y ser pacientes con ella al mismo tiempo, simplemente no funciona. La paciencia es considerada por muchos como un signo de debilidad, con la que les permitimos a los demás que se aprovechen de nosotros y obtengan lo que les dé la gana. Sin embargo, la realidad no podía ser más diferente. Cuando estamos frustrados ¿qué tan fácil es simplemente gritar y hacer un escándalo? ¿Y qué tan difícil es permanecer calmados y controlar nuestras emociones? Seguir nuestras emociones adonde quiera que nos lleven no nos convierte en héroes, nos hace débiles. Así que la próxima vez que estés a punto de perder la cabeza, mejor desenvaina tu espada de la paciencia y córtale la cabeza a tu propio enojo.

¿Cómo? Podríamos hacer el intento de respirar profundamente (un antídoto directo para las respiraciones cortas e intensas que hacemos cuando estamos enojados) en el instante en que notemos que estamos tensos. Podemos contar lentamente hasta cien para evitar decir cosas de las que nos arrepentiremos después. O, si estamos en una confrontación directa, podemos elegir retirarnos antes de que la situación se salga de control. Cada caso es diferente, así que necesitaremos utilizar nuestro cerebro para ver cuál es la mejor opción.


3. Sé realista: Analiza la situación


Cuando estamos enojados, la rabia parece llegar como una especie de protector, como nuestro gran amigo que protege nuestros intereses, ayudándonos en el campo de batalla. Esta ilusión nos permite pensar que enojarse es justificable. Pero si observamos con más cuidado, el enojo no es nuestro amigo, sino nuestro enemigo.

El enojo nos produce estrés, angustia, pérdida del sueño y del apetito. Si permanecemos enojados con alguien por mucho tiempo, eso crea una impresión a largo plazo en los demás y, seamos honestos, ¿quién quiere estar cerca de una persona enojada?
Cuando se nos acusa de algo y sentimos que el nudo de defendernos empieza a apretarnos el estómago, tenemos que detenernos y pensar de forma racional. Solo existen dos opciones: la acusación es cierta o es falsa. Si es verdadera, ¿por qué habríamos de enojarnos? Si queremos ser adultos maduros deberíamos de admitirlo, aprender de ello y seguir con nuestra vida. Si no es cierto, ¿por qué habríamos de enojarnos? La persona cometió un error, ¿acaso es algo que a nosotros nunca nos ha pasado?


4. Observa tu mente: Meditación


Las prácticas de la meditación y la presencia mental pueden ser extremadamente beneficiosas para combatir el enojo. Es posible que muchas personas consideren la meditación como una pérdida de tiempo (¿por qué pasar 20 minutos sentados en un cojín cuando podemos sacarle mayor provecho a nuestro día?). Otros piensan que la meditación es una linda forma de escapar de la vida real, que nos permite pasar tiempo lejos de los niños/los correos electrónicos/el esposo/la esposa.

Pero la meditación es mucho más: es la preparación para la vida real. No tiene sentido que meditemos en el amor y la compasión todas las mañanas pero, tan pronto como llegamos al trabajo, le gritamos a nuestros empleados y nos quejamos de nuestros compañeros.
La meditación familiariza a nuestra mente con pensamientos positivos: paciencia, amor compasión, y es algo que podemos hacer en todos lados, en cualquier momento. Si pasamos media hora de nuestro trayecto al trabajo escuchando nuestras canciones favoritas, lo menos que podemos hacer es dedicar 10 minutos de ese tiempo a generar pensamientos de amor bondadoso hacia los demás, algo que es efectivo para reducir el enojo y convertirnos en una persona que los demás quieren tener cerca.


5. Cede: Aprende de tu enemigo


El budismo a menudo nos enseña a hacer precisamente lo contrario de lo que normalmente haríamos. Cuando estamos enojados con alguien nuestro impulso es vengarnos. ¿ El resultado ? Nos sentimos tan o más miserables que antes. Parece contradictorio, pero hacer lo opuesto produce el resultado opuesto: el camino hacia la felicidad.

Parece una locura, pero piensen en el objeto de su enojo como su maestro. Si queremos mejorar, esto es, si queremos ser personas más pacientes, más amorosas, amables y felices, entonces necesitamos practicar. Todos sabemos que toma tiempo y esfuerzo convertirse en un futbolista o un violinista de clase mundial, entonces ¿por qué habría de ser diferente con nuestros ejercicios mentales? Si siempre estamos rodeados de personas que hacen y aceptan todo lo que nosotros queremos, nunca tendremos ningún desafío.
De esta forma, la persona con la que estamos enojados se vuelve extremadamente preciosa y nos da la oportunidad de realmente practicar la paciencia. Esto detiene de inmediato la marea creciente de sentimientos de enojo, porque cambia nuestra perspectiva, de lo que nos han hecho a lo que están haciendo ahora por nosotros.


6. Recuerda la muerte: Impermanencia


Tú vas a morir. Yo voy a morir. Todos vamos a morir. Así que cuando la persona que no soportamos hace algo que realmente nos molesta, hagamos un alto y pensemos: “Cuando esté en mi lecho de muerte, ¿esto será importante?”. A menos que sepamos que la persona está totalmente determinada a controlar y destruir el mundo, la respuesta probablemente será un rotundo “no”. Este pequeño consejo es muy simple, pero ayuda a aliviar muchas de las pequeñas molestias de la vida.

Todos sabemos que vamos a morir, pero obviamente no es algo que realmente sabemos. La muerte es una abstracción, un concepto lejano que le sucede a otras personas: los viejos, los enfermos, las personas involucradas en accidentes extraños. Pero esa no es la realidad. Todos los días mueren personas jóvenes antes que personas viejas, y personas sanas antes que personas enfermas.
Cuando nos enfocamos en nuestra definitiva muerte futura (¿mañana, en un año, en cincuenta años?) muchas de las cosas que normalmente nos sacarían de quicio, literalmente, se vuelven nada. No es que ya no nos molesten, sino que reconocemos que no tiene sentido desperdiciar nuestro precioso tiempo, aliento y energía en ellas.


7. Lo que sembramos: Karma


Las personas dicen: “recogemos lo que sembramos” o “es su karma: se merece lo que le está pasando”, implicando que la gente cosecha lo que siembra. Este no es exactamente el entendimiento del karma, el cual es mucho más complejo y sutil. Aún así, mientras las personas se sienten muy felices de señalar que el sufrimiento de los demás es resultado de su karma, la mayoría son reacios a ver que, cuando ellos mismos se encuentran en situaciones complicadas, éstas también han surgido de su propio karma.

Todo lo que experimentamos, desde los momentos más increíblemente felices hasta las profundidades de la desesperación, surge de causas. Estas causas no caen de la nada sobre nuestro regazo, sino que son creadas por nosotros mismos. Así que cuando estemos experimentando una situación terrible, en lugar de dejar que el enojo se apodere de nosotros, podemos detenernos y pensar: ¿de dónde proviene esto? y ¿acaso deseo empeorarlo?
El karma se refiere a nuestra forma compulsiva de actuar, reaccionando ante las cosas de la misma vieja manera en que siempre lo hemos hecho. Si entendemos cómo opera el karma veremos que tenemos la habilidad de cambiar nuestras experiencias futuras con lo que hacemos ahora, y eso significa practicar la paciencia cuando surja el enojo.


8. No es real: Vacuidad


Mientras que la paciencia puede ser el antídoto directo del enojo, la vacuidad es el antídoto más fuerte, no sólo para el enojo, sino para todos nuestros problemas y dificultades. De hecho, no importa qué tan pacientes seamos, si no hemos comprendido el vacío o la vacuidad, los problemas seguirán lloviendo sobre nosotros como un monzón de la India.

Si tomamos un momento para analizar a nuestra mente cuando estamos enojados, notaremos algo: un fuerte sentido de “yo”. “Estoy tan enojado por lo que tú me dijiste a mí. ¡Yo no puedo creer lo que él le hizo a mi amigo! ¡Yo tengo definitivamente la razón y ella está definitivamente equivocada!”. Yo, yo, yo.
Cuando estamos enojados tenemos la oportunidad perfecta para analizar este “yo” que aparece de forma tan concreta. ¡No existe! No estamos diciendo que nada exista o que nada importa, sino que cuando tratamos de encontrar este “yo”, ¿está en nuestra mente? ¿en nuestro cuerpo? ¿en ambos? No hay forma de que podamos decir: “¡sí, ahí está!”.
Este es un asunto que a las personas les resulta difícil de comprender, pero el hecho es que cuando empezamos a analizar la realidad, nuestra perspectiva cambia radicalmente. Veremos que nunca hubo nada que podamos señalar como aquello con lo que estábamos enojados.


Resumen:

No importa cuántas veces repitamos: “no me voy a enojar”; sin un esfuerzo real, nunca alcanzaremos la paz mental que todos deseamos.
Los puntos anteriores no son solo una bonita lista, son verdaderas herramientas que podemos utilizar para liberarnos de nuestra frustración, enojo y tristeza. Con práctica, todos podemos hacerlo.

Vía: StudyBuddhism

https://rincondeltibet.com/blog

jueves, 27 de septiembre de 2018

Cómo cultivar tu mundo interior.


Cultivar tu mundo interior es tan importante para tu bienestar como cuidar de tu salud física. Tus pensamientos, tus emociones, tus valores y tus actitudes tienen una influencia enorme sobre la forma en la que experimentas el mundo. Por eso, cada vez más personas han empezado a prestarle atención a esta parte tan fundamental de su vida.


Sin embargo, encontrar la manera de cultivar tu mundo interior puede ser complicado en ocasiones. Al fin y al cabo, cuando nacemos no venimos con un manual de instrucciones sobre cómo ser felices. Por eso, en este artículo descubrirás algunos pasos que puedes dar para trabajar este ámbito de manera efectiva.

Cultivar tu mundo interior: aspectos importantes

Para cuidar tu salud física, puedes empezar trabajando sobre tres pilares básicos: alimentación, ejercicio y descanso. De la misma manera, a nivel mental puedes centrar tu trabajo en:

Tus pensamientos y creencias.
Tus actitudes y valores.
Las emociones que sientes habitualmente.
A continuación estudiaremos cada uno de ellos en profundidad.

1- Tus pensamientos y creencias

El primer componente de tu mundo interior es la manera en la que piensas, tu diálogo interno. Desde hace miles de años, sabemos que la manera en la que nos sentimos en cada momento depende mucho de los mensajes que nos dediquemos, aquello sobre lo que depositemos nuestra atención mental. Por eso, para empezar a ser una persona más feliz es necesario que modifiques conscientemente la forma en que te hablas.

Quizás pienses que eres uno de esos individuos que no se dice nada a sí mismo. Pues bien, la realidad es que sí que lo haces, aunque sea sin darte cuenta. Sin embargo, aunque no seas consciente de tus pensamientos, estos tienen un efecto muy poderoso sobre tu estado de ánimo. Debido a ello, lo primero que tienes que hacer es identificar el tipo de mensajes con los que trabaja tu mente.

Una vez que hayas logrado identificar tus pensamientos, el segundo paso es cambiarlos por otros que te ayuden. Para esto, lo mejor es identificar tus creencias irracionales y tratar de transformarlas en ideas realistas y potenciadoras.

Por ejemplo, puede que te descubras a ti mismo pensando que no sirves para nada. Sin embargo, a poco que reflexiones sobre ello, te darás cuenta de que esto es una exageración. ¿En qué ámbitos eres realmente bueno? ¿Qué puedes conseguir si te esfuerzas lo suficiente? Este tipo de reflexiones te ayudarán a formar una autoestima más sólida y una visión más realista del mundo. 


“Tanto si crees que puedes como si crees que no, estás en lo cierto”.
-Henry Ford-

2- Tus actitudes y valores

Lo segundo que necesitas para cultivar tu mundo interior es modificar tus actitudes y valores; es decir, la importancia que le das a cada aspecto de tu vida y lo que consideras importante para ti. Elegir con cuidado aquello que te parece valioso puede marcar totalmente la diferencia.

A continuación verás una lista de valores potenciadores y limitantes. Utilízala para darte cuenta de qué estás priorizando en tu vida, y de si hacerlo te está ayudando o perjudicando.

Tener siempre la razón. Para algunas personas, la necesidad de estar siempre en lo cierto es lo más importante. Por eso, no les importa pelearse con sus seres queridos o sentirse fatal con tal de que otros les escuchen y les den la razón. Por lo general, esto provoca mucha frustración e impide conseguir un bienestar continuado.
Evitar arriesgar. Muchos individuos viven sus vidas paralizados por el miedo. Para estas personas, la seguridad y la falta de riesgos es lo más importante; siempre que puedan, tratarán de no tener que enfrentarse a ningún tipo de incertidumbre. La mayoría de las veces, esto les lleva a no aprovechar la mayoría de las oportunidades que se les presentan.


Esforzarse al máximo. Algunas personas tienen claro que lo más importante de su vida es dar el 100% en todo lo que hacen. Esto suele llevarles a intentarlo, a enfrentarse a sus miedos y a lograr lo que se proponen; aunque por supuesto, el camino nunca está exento de dificultades.

Libertad. Para algunos, la capacidad de no depender de nadie y elegir en cada momento lo que hacer es lo más importante. Esto puede tener consecuencias tanto positivas como negativas. Lo cierto es que quienes eligen este valor por encima del resto tienden a tener vidas mucho más gratificantes.


3- Tus emociones


El último pilar a cuidar para cultivar tu mundo interior es la manera en que te sientes. Sin embargo, la mejor forma de trabajar en él tiende a ser indirecta. En lugar de intentar cambiar tus emociones directamente, es mucho más efectivo modificar tus pensamientos, tus valores y tu vida de una forma que te aporte la máxima felicidad.

Por supuesto, si tus sentimientos están descontrolados, puedes aprender algunas herramientas para tratar de gestionarlos. De esto precisamente se encargan la mayoría de las terapias psicológicas. Aún así, salvo en casos muy extremos, la preocupación por las emociones solo debe aparecer una vez que ya tengas bajo control los otros dos elementos de tu mundo interior.

Alejandro Rodríguez

19.- Bendición de vivir en el ahora. Del Libro Treinta y Tres Bendiciones, para una nueva Realidad. Por Ashamel Lemagsa.



Amados…

Vivir en el ahora… ¿Qué significa y qué implica???

Mucho se habla del aquí y ahora, del centrarse en él para lograr estar en la Presencia, la consciencia Despierta.

Para vivir en el ahora, debemos aceptar que el pasado no se lo puede modificar, “lo hecho, hecho está” y el “futuro” como tal, aún no se concretó en nuestro presente, por lo cual solo existe el presente.

Visto en términos de la lógica esta es la realidad… Sólo existe el presente, el pasado pasó y el futuro aún no existe.



El presente es lo más importante que tenemos, lo real, lo que podemos modificar, crear, transmutar, sentir plenamente.



El Ser Humano, generalmente vive anclado en el pasado, todo tiempo pasado “fue mejor” o se aferra en aquellas partes que más le dolieron y no logra superar.

Entonces…

Busca y deposita en el futuro, todas aquellas expectativas que le producen a nivel mental y emocional… esperanzas de un cambio.

Pero…

El pasado le “pesa” por su carga dolorosa y el futuro lo “altera” por la ansiedad que le generan las expectativas…

Así nos queda…

El presente que es lo único real que posee y lo desaprovecha, huyendo hacia el pasado o refugiándose en el futuro inexistente.

Cuando nos centramos en el ahora, cada instante lo aprovechamos al máximo, lo disfrutamos, y cuando llegan los problemas, no le echamos la culpa al pasado ni huimos al fututo de “maravillas”…

Buscamos soluciones adecuadas para resolver el presente, pero además utilizamos el factor tiempo con “paciente maestría”.

Un bebé necesita nueve meses de gestación para nacer al mundo exterior, lo mismo ocurre con ciertos hechos o situaciones en la vida del Ser Humano, se necesita tiempo!!

La ansiedad nada ayuda, el miedo menos!!!!

Es poner en marcha el motor, esperar que entre en calor y recién cuando todos los indicadores del tablero marcan que está “listo”, entonces… a salir a rodar por el camino.

Las conjeturas de un futuro lejano o cercano, nos distraen del presente o el miedo a que se repitan situaciones del pasado nos bloquea el presente.



Ser y estar en el ahora, es amar nuestra vida tan intensamente, que no hay “error” del pasado que nos lastime el presente.



Ser y estar en el ahora, es amarnos tan intensamente, que la ansiedad o el miedo del futuro, se transforman en fe y esperanza.



Ser y estar en el ahora, es aceptar nuestro día a día, con la fortaleza y la seguridad que podemos modificar el presente desde nuestro amor ilimitado.

Hoy podemos soltar el dolor del pasado, para siempre, perdonándonos, comprendiéndonos y aceptando que lo que hicimos, dijimos o pensamos, equivocado o no, fue bajo ciertas circunstancias de nuestra evolución y de nada nos ayuda revivirlas una y otra vez en el dolor, la culpa o el rencor…

Soltar el pasado en la comprensión del amor sin límites, que otorga el perdón absoluto a todos y a todo, desde nuestro corazón.

No implica “olvidar” los hechos, lo importante es soltar las emociones o recuerdos dolorosos que nos detienen en la frustración y no nos permiten disfrutar el presente.

Soltar implica, comprender que evocar el pasado no lo cambia, si el soltarlo en paz, sabiendo que desde el presente activo, si puedo auto transformarme, creando un presente distinto al pasado, ya construido.

Cada instante vivido, forma parte del pasado que no puedo modificar, por ello es tan importante vivir el presente con una actitud creativa centrada en el amor, que implica un profundo respeto hacia nosotros mismos, que se reflejará hacia los demás.

Cada instante por vivir, será creado desde mi amor, por ello no habrá espacio para el rencor, el miedo, la confusión, la desconfianza o la tristeza, pues estoy creando un presente con las semillas del Amor.

Por más doloroso y pesado que haya sido nuestro pasado, ya fue…

Aferrarse a un “futuro” inexistente, con la esperanza que será mejor que nuestro presente, es construir sobre bases endebles.

Soltar el futuro implica, apoyar los pies en la Tierra del HOY, que es el mejor instante…

Hoy es el momento de crear nuevos hábitos, para soltar aquellos que nos perjudican la salud.

Hoy es el momento para buscar trabajo, una nueva carrera, un nuevo círculo de amigos más positivos, que pueda compartir mis ideales, sin generar envidias o recelos.

Hoy puedo buscar a mis seres amados, para decirles que los amo, aunque no nos veamos muy seguido.

Siempre hoy, es el mejor momento para cambiar…

Entonces…

Deja de perderte en las historias del pasado y no permitas que nadie ni nada te regrese de alguna manera a él…

La ansiedad en un futuro mejor o repleto de problemas, nada te ayudan a crear un presente positivo, entonces… soltar los miedos al futuro, centrarse en el ahora y transformarlo positivamente es nuestra tarea cotidiana.

Vivo el ahora, pues es el único tiempo que me queda…real, activo y auténtico.

Así es!!!!

Los Amo!!!

Con Amor, Ashamel Lemagsa. 


UNA PERSONA SABIA... Por Robert Adams



¿Cuántos maestros has escuchado durante tu vida?
¿Cuántos libros has leído?
¿Dónde estás?

Aquí.

Sentarse en silencio es más potente que escuchar cualquier palabra.

Estás aquí porque todavía estás buscando, estás tratando de encontrar algo externo a ti mismo y no puedes hacer eso. Lo que estás buscando, ya lo eres.

No hay ningún lugar a donde ir y no hay nada que hacer. Todo ya es.

Cuando te sientas en silencio, tienes que lidiar con tus propios pensamientos. A la mayoría de las personas no les gusta hacer esto, por tanto quieren escuchar, quieren leer...

A muchos de vosotros no os gusta sentarse en silencio porque tu mente te ataca. Te presenta todo tipo de cosas sobre el pasado y las preocupaciones sobre el futuro. Así que quieres estar entretenido (para no escuchar a tu mente).

La única verdad que existe es tu Ser. Y ¿Quién es el Ser?

El Ser eres tú, tal y como eres.

El error que comete la mayoría de la gente es que quieren cambiarse a sí mismos.

¿Cómo puedes cambiarte a ti mismo?

Crees que tienes problemas, o piensas que tienes una mente mala, o piensas que algo está mal y quieres cambiar eso. No existen esas cosas. No hay nada que cambiar. Eso es lo que quiero decir cuando digo: "Sé tú mismo, tal como eres".

Tu Ser, tal como eres, es espontáneo, vive en el ahora, no tiene tiempo para preocuparse o pensar. Cuando eres tu Ser, eres Dios, eres consciencia, eres la realidad absoluta. Tú eres siempre tú mismo. Nunca fuiste nadie más. Nunca has sido otra cosa. Tu naturaleza es divina. No eres lo que aparentas ser. Lo único que tienes que eliminar es la apariencia, o la creencia en la apariencia (el ego), porque la apariencia es falsa.

Seguís todavía identificados con el cuerpo y la mente, y eso es falso, eso no existe.

Pero, ¿qué es este cuerpo?

Son billones y billones de átomos que se mueven, vibran, fluyen. Tú no eres tan sólido como crees. Nada en el mundo es sólido.

Tú eres el microcosmos en el macrocosmos. Eres un pequeño universo en un vasto universo.

El universo está compuesto por galaxias y sistemas solares. En cada galaxia hay billones y billones de sistemas solares.

¿Qué es un sistema solar? Es un sol con planetas girando a su alrededor. ¿No es eso igual que el átomo? Es por eso que en las Escrituras se dice: "Vivimos en el cuerpo de Dios", porque todo el universo parece ser un ser pulsante. Un ser que palpita, respira.

Hay espacios entre los átomos, así como hay espacios entre los átomos que ves en el cielo, los planetas.

El espacio entre las moléculas, y los átomos y los electrones es lo que llamamos espacio. Eso es lo que vemos con nuestros ojos, el espacio.

Y ¿que es realmente el espacio?

Los sabios nos dicen que en realidad es consciencia.

¿Qué es la consciencia?

Algo que es consciente. Lo que esto significa es que hay una fuerza de vida que es el sustrato de toda existencia.

¿Qué es esa fuerza de vida? ¿Cuál es la causa de la creación? ¿Que está en el fondo de todo esto?

La respuesta, mis queridos amigos, sois vosotros. Tú eres la causa de toda la creación.

La creación sólo existe porque tú existes.

Cuando llega el momento de abandonar tu cuerpo, te conviertes en la consciencia misma (sin formas).

La diferencia entre el sueño y estar realizado es que cuando estás dormido estás realizado, pero no eres consciente de ello.

Cuando estás realizado, eres consciente de todo el juego.

Cuando te das cuenta realmente de que estás hecho de átomos, billones y billones de átomos, no eres quien crees que eres. Despierta!

¿Por qué debes despertar?

Cuando te fijas en el mundo de hoy y ves lo que está ocurriendo, llegas a estar completamente confundido. No tienes ni idea de por qué hay guerras, inhumanidad del hombre hacia el hombre.

No parece que haya paz en ninguna parte. Sin embargo, la realidad es el amor. La realidad es la paz. La realidad es infinita felicidad.

No tiene ningún sentido. ¿Cómo puede la realidad ser felicidad, amor y paz, cuando contemplas el efecto de la realidad, que parece ser el caos y la confusión y la inhumanidad del hombre hacia el hombre? Porque has sido hipnotizado.

La hipnosis universal se llama maya (ego).

La única cosa que puedes hacer es despertar. Cuando despiertas ves el mundo como un reflejo, como un reflejo en un espejo.

El espejo es siempre el mismo, nunca cambia. Los reflejos cambian.

¿Por qué hay reflejos? ¿De dónde vienen?

Los reflejos no existen. Sólo la realidad existe y tú eres eso. Sólo la consciencia existe y tú eres eso. Sólo el amor existe y tú eres eso.

Si te dieras cuenta de quién eres, serías la persona más feliz que jamás haya existido. Pero has optado por identificarte con maya, con la irrealidad, y así piensas que sufres. Crees que tu vida no es lo que debería ser. Te comparas con alguien más. Deseas hacer cambios.

El sabio realmente no parece que quiera cambiar nada. Se vuelve tranquilo. Tiene paciencia. Trabaja sobre sí mismo. Observa sus pensamientos y sus acciones. Se observa a sí mismo enojarse, se observa a sí mismo deprimirse, se observa a sí mismo sentir celos y envidia y demás. Poco a poco se da cuenta de que "Eso no soy yo. Eso es la hipnosis, es una mentira". No reacciona a su condición.

En la medida en que no reacciona a su condición, en esa medida llega a ser libre. Ya no importa lo que alguien más esté haciendo. No se compara con nadie. No compite con nadie. Simplemente se mira a sí mismo. Se observa a sí mismo. Ve la confusión mental. No corre por ahí gritando: "Yo soy la realidad absoluta. Yo soy Dios. Yo soy la consciencia". Más bien, ve (comprende) de dónde viene y deja a todos los demás en paz.

Este ser se desarrolla a un ritmo acelerado. No hay ninguna diferencia en qué situación difícil se encuentre un ser así. No importa, porque tal ser ya es libre.

Cuando la mente reposa en el corazón, eso significa que la mente ya no sale más hacia el exterior para identificarse con el mundo, cuando la mente reposa en el corazón hay paz, hay armonía, hay puro ser.

Cuando permites que tu mente salga fuera de tu Ser (de ti mismo) ella comienza a comparar, comienza a juzgar, comienza a sentirse ofendida, y no hay paz. No hay descanso.

¿Cómo comenzar?

Primero te das cuenta del lugar en el que estás en este momento, ya sea que pienses que es bueno o malo, ya sea que pienses que estás feliz o triste, ya sea que pienses que eres rico o pobre, que estás enfermo o sano, el lugar donde estás en este momento es tu lugar correcto. Ese es el comienzo.

Deja de tratar de ser otra persona. Deja de tratar de cambiar tu vida. Estás en tu lugar correcto, en este momento, tal y como eres.

Si puedes llegar a ser feliz y estar en paz en el lugar donde estás ahora, de repente encuentras que las circunstancias cambiarán a tu favor, y entonces de nuevo estarás en tu lugar correcto.

Sea cual sea el cambio que venga en lo que a tu cuerpo-mente se refiere, estás en tu lugar correcto.

Cuanto más puedas ver esto, te des cuenta de esto, más puedes ver lo que acabo de decir intelectualmente, más tranquilo te vuelves, más patrones kármicos comienzan a desprenderse y empiezas a despertar.

Puede ser gradual al principio.

Te das cuenta de que las cosas que solían molestarte, ya no te resultan molestas. Te das cuenta de que la gente con la que vives, los conflictos que habéis tenido, se detienen porque tú has parado. Ya no tratas de vengarte. No tratas de salirte con la tuya. Ya no tratas de encontrar el libro adecuado, o el maestro adecuado, o lo que sea adecuado. Permaneces centrado. Permaneces libre.

Cuando algo se presenta, ya sea bueno o malo, sólo tienes que sentarte donde estás y preguntarte, "¿A quién le sucede esto?" y te ríes, porque te has separado de tu cuerpo-mente y empiezas a darte cuenta de que tu cuerpo-mente está pasando por la experiencia, pero tú no.

Así que no hay nada de qué preocuparse. No hay nada que temer. No hay nada que pueda molestarte. No hay nada que pueda hacerte daño. Te das cuenta de que lo que alguien haga a tu cuerpo, físicamente, o con palabras, o de otra manera, nunca puede hacerte daño, porque tú no eres tu cuerpo. No importa lo que te digan, no importa lo que veas con tus ojos, nunca puede afectarte, porque no eres tu mente. En realidad has separado tu Ser de tu cuerpo y tu mente.

Eso es sólo el comienzo.

Cuando vas más allá, tu cuerpo y tu mente son desechados.

No quiero decir que te mueras. Me refiero a que son cada vez menos importantes para ti, y ya no te identificas con ellos en absoluto. En realidad sabes, y sientes, y experimentas, que tu cuerpo y mente no existen, sin embargo, tú existes.

Tú no existes como tu cuerpo o tu mente. Existes como realidad absoluta, como consciencia, y ya no crees que tu cuerpo y tu mente son una modificación de la consciencia. Simplemente sabes que no hay cuerpo ni hay mente. Tú eres sin-ego. No hay ninguna razón para que tu cuerpo, tu mente o el mundo existan.

Al principio puede que sientas esto levemente, pero te darás cuenta de que cuanto mayor es la sensación, mayor es la felicidad.

Estás empezando a fundirte en la consciencia. Estás comenzando a sentir la realidad. El mundo sigue su curso, la gente hace lo que siempre hacen, sin embargo, tú los ves de manera muy diferente. Ya no ves el mismo mundo que solías ver. Es como leer una revista. Las imágenes de una revista están delante de ti, pero tú no eres la revista y no eres las imágenes.

Quién eres todavía puede ser un misterio. Recuerda siempre, eso no eres. Por lo tanto no vas por ahí diciéndole a todo el mundo: "Yo soy la realidad pura", o "yo soy la consciencia". Permaneces en silencio.

Por sus frutos los conoceréis. Te conviertes en una luz en el mundo de la oscuridad. Automáticamente la gente se acerca a ti y simplemente se sienten bien al estar cerca de ti. Has encontrado la paz. Siempre has sido tú. En realidad no has encontrado nada. Sólo te has dado cuenta que eres el Ser.

Si no estás en paz ahora, no vas a encontrar la paz, no importa a donde vayas, porque donde quiera que vayas, tienes que llevarte a ti mismo contigo.

Si eres un creador de problemas, si eres un propagador de chismes, ¿qué te hace pensar que vas a encontrar la paz?

Estarás inquieto, encontrarás defectos, buscarás razones para maldecir a la gente, estar molesto con los demás.

Así que yo te digo, quédate donde estás. Una vez que hayas encontrado tu Ser y hayas encontrado la semblanza de paz y armonía, entonces mira a dónde quieres ir, pero no vayas a ninguna parte hasta que te hayas encontrado a ti mismo.

Cada vez que algo sucede en tu vida, en lugar de tratar de cambiarlo o realizar alguna acción en su contra, simplemente pregúntate: "¿Quién soy yo?"

Cada vez que tu mente comienza a pensar, pregúntate, "¿Quién soy yo?"

Cada vez que oyes malas noticias en la TV, cuando te sientas molesto, pregúntate: "¿Quién soy yo?"

Eso es todo lo que tienes que hacer. No vayas más lejos que eso.

Robert Adams

https://www.facebook.com/CarmenDrisana


miércoles, 26 de septiembre de 2018

Evita cargar con penas ajenas y aprende a reconocer los límites de tus responsabilidades



Las responsabilidades se van forjando a lo largo del camino, se suman, se multiplican y cada una tiene un rango de actuación especial y significativo, sin embargo, también existen los límites, no podemos hacernos responsables de todo, no lo somos, y si bien nos puede hacer sentir mal ciertas situaciones, debemos aprender a dejarlas ir.


Somos responsables de las consecuencias de nuestras acciones, pero ¿Qué ocurre cuando sufrimos por las situaciones que atraviesan los demás?… no podemos hacernos cargo de todo, existen cosas que evidentemente no están bajo nuestro control y no podemos cambiarlas, quizás sufrimos, especialmente cuando afectan a quiénes amamos, pero nuestro accionar sobre los demás y sus asuntos, tienen un límite y por nuestra paz mental debemos aprender a activarlo.

Somos enteramente responsables de lo que permitimos nos afecte y nos haga sufrir, pero no puede extenderse a todos los que nos rodean, cada quien debe aprender a llevar sus culpas, acciones y responsabilidades aunque nos cueste comprenderlo. Se trata de considerarnos a nosotros mismos, de respetar la individualidad de los demás y de exigir el propio respeto, poner nuestros límites y saber hasta donde llegar con las actitudes de los demás.


Lo cierto es que debemos comprender que nuestra responsabilidad llega hasta dónde somos capaces de aceptar, perjudicar o influenciar a un tercero, más no podemos hacernos responsables por las acciones de los demás, somos responsables por las consecuencias de nuestros propios actos, causen o no sufrimiento, pero aunque nos cuesta entender el dolor que puede producirnos las acciones de alguien más, no podemos hacernos responsables ni asumir las pesadas cargas en nuestra vida cuando es menester de otro hacerse cargo de ello.

Aprender a separar las acciones nuestras, las responsabilidades y el libre albedrío de los demás, es vital para la salud mental y la paz interior, no podemos cargar con lo que no nos pertenece, colocar límites y saber retirarse y dejar ir, es una manifestación de la sabiduría y el derecho de individualidad de cada persona.

Deja de culparte y de querer arreglarlo todo, cada quien está dónde debe estar, en su juicio destino y viviendo el aprendizaje que le corresponde.

 RINCON DEL TIBET.
Autor: Doris Hernandez
http://www.reflexiones.life

CUIDADO CON LA NOSTALGIA



En mi opinión, la nostalgia tiene varias caras y hay varias formas de tratar con ella, y es imprescindible conocerlas todas y escoger bien el modo de hacerlo del modo adecuado porque de ello depende que se convierta en nuestra aliada o en nuestro verdugo.

A veces resulta ser amable y nos regala una sonrisa y otras veces se nos aparece como malvada y cruel, y su regalo es un dolor difícil de aplacar y consolar. Es esa tristeza melancólica que se origina por el recuerdo de algo que fue dichoso pero ya no está, y, casi siempre, esa añoranza va acompañada por algún reproche oculto por lo que uno no supo aprovechar entonces, porque no lo vivió o sintió con toda la intensidad que la ocasión requería, y cuando uno echa en falta a sus seres queridos –por ejemplo- casi siempre es la tristeza la que se presenta en vez de la alegría, y casi siempre deja un poso amargo de difícil consuelo.

Y cuando la nostalgia viene por un lugar del pasado, por una situación, por un acto, y esa nostalgia está acompañada por un motivo de recriminación, entonces el reproche es dañino, duele, desbarata, le deja a uno descompuesto y desanimado.

Ante esta nostalgia agresiva es conveniente estar preparado para cuando se presente, y conviene tener argumentos para rebatirla, como el perdón, o como la compresión y aceptación íntegra de aquello que pasó.

La nostalgia dolorosa no aporta nada positivo y sí bastante negativo e innecesario. Seguir recriminándose incansablemente, e insistir en una mala relación consigo mismo cargada de recriminaciones no es nada agradable ni enriquecedora. Más bien es algo que requiere de perdón y de olvido.

La insistencia en los reproches es una barbaridad cruel.

Permanecer enganchado a aquello que pasó -que ya nos causó daño y no es necesario perpetuarlo- es un atentado contra la propia estabilidad personal y emocional.

Despreciarse porque no se tomaron decisiones acertadas es de una injusticia que roza lo inmoral.

Condenarse a la tristeza o a un pesimismo reticente es un acto perverso.

Llorar mil horas al día porque ya no se tiene algo que terminó, porque no se puede repetir lo irrepetible, porque las cosas no permanecen, si ello nos causa dolor… es innecesario.

La nostalgia amable, esa que está asociada a una sonrisa o provocan un brillo en los ojos que resplandecen al recordar algo, es excelente. Conviene mantenerla viva, recrearse en ella.

La que provoca dolor, o revive tragedias, o le deja a uno en un estado de ánimo deplorable, es mejor evitarla.

Ante un mismo hecho –por ejemplo, la falta de un ser querido- se puede actuar sintiendo la parte doliente -que es no poder seguir a su lado- y sufrir por ello, o se pueden recordar con una sonrisa cada uno de los momentos buenos que se vivieron a su lado; se pueden dar gracias a quien corresponda por haberle puesto en nuestro camino y por haber permitido que durante un tiempo estuviésemos juntos. Incluso se puede estar dolido durante unos minutos –somos humanos-, pero hay que cambiar pronto ese sentimiento por el agradable, por el del agradecimiento y el regocijo, y quedarse con la sonrisa y la felicidad.

La tristeza, el desconsuelo, la pena, el sufrimiento, la añoranza… todo eso es de humanos. No debemos huir de ello ni negarlo, no es imprescindible ponerse una coraza o negarse el placer amable de una lágrima si es necesaria, pero no hay que estancarse en esa parte y quedarse mal. Conviene dejar al pasado en el pasado, que es su sitio.

Ahora es un bueno momento apra revisar tu actitud ante la nostalgia, y decidir si lo haces según tu deseo o si es algo en lo que puedes mejorar.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales


http://buscandome.es/index.php?page=59