lunes, 17 de septiembre de 2018

TRITURADOS POR UN CAMBIO DE ERA FORMIDABLE: SER LUZ ENCARNADA Por Laura Foletto


“Nacidas del fuego y de la fuerza, las montañas se mueven. A lo largo de eras, se elevan y se caen. Es la sinfonía de la Tierra. Un ritmo de levantamiento y erosión que no hace olas de agua sino olas de piedra. Y de estas olas de piedra fluye la vida. Estar en la montaña, aviva nuestra capacidad de asombro ante las transacciones más simples del mundo viviente (los cambios, la respiración en su expansión y contracción, la resiliencia). Al regresar al suelo desde cimas altas, podemos sentirnos como extraños, por las experiencias que van más allá de las palabras y que no tienen precio. Las montañas no buscan nuestro amor ni nuestra muerte. No quieren nada de nosotros. Y, sin embargo, cambian la forma en que nos vemos a nosotros mismos. Moldean nuestros espíritus, retan nuestra arrogancia, nos devuelven la capacidad de asombro. Más que nunca, necesitamos su salvajismo”.


Muchos de los que buscan las actividades desafiantes y peligrosas que encuentran en las montañas lo hacen para huir de la certeza, aburrimiento, mediocridad, estandarización, uniformidad de la sociedad en la que vivimos. El ego la ha moldeado así en su constante búsqueda de seguridad y control pero también hemos dejado de lado la conexión con lo más preciado y verdadero: el alma. Porque hacerlo es dejarnos invadir por los temores, las dudas, la incertidumbre, lo mutable, lo inestable.


Vivimos anestesiados para no tomar contacto con ello y, si llega a irrumpir, lo acallamos con pastillas. Todo debe ser light. No vaya a ser que sintamos lo “salvaje” que puedan ser las emociones, la aventura de vivir, los riesgos, los propósitos reales y no los vendidos por el marketing. Estamos en una encrucijada en tierra de nadie: ¿sentir es sufrir necesariamente?


Estamos cambiando con prisa y sin pausa. A veces, sentimos que estamos muriendo, cayendo irremediablemente al abismo, paralizados, vacíos, sin futuro y/o comprimidos por un terremoto incesante y magnífico. Nos llenamos de actividades para taparlo o nos consumimos sin hacer nada. No importa, es lo mismo. Debemos aprender una nueva forma de ser y de estar: sintiendo con conciencia, sin apegarnos, sin generar sufrimiento ni karma, encontrando la calma del espíritu, vibrando conexión con los demás, con el entorno, con la tierra, con el universo. ¿Cómo se siente Todos Somos Uno? No lo sé, lo estamos experimentando entre todos.


Las palabras iniciales son del documental “Mountain” (Netflix). Mientras lo miraba, mi respiración se hacía más lenta e intensa, entraba a una cadencia armoniosa, el tiempo se ralentizaba, todo se diluía en un espacio liviano y a la vez palpitante. El ritmo de la Naturaleza. Amo las montañas. Su grandeza no me hace sentir insignificante sino que me recuerda que soy parte también de una grandeza mayor que nos unifica.


Recuperar lo salvaje es recuperar el cuerpo. La mente (del ego) solo debe ser un testigo neutral pero no debe entrometerse en nuestras vidas. Esas montañas nos enseñan lo extraordinario de ser materia, de estar durante miles de años creando vida, mientras se transforman lentamente. Si nos viésemos desde la perspectiva de nuestras miles de encarnaciones, seríamos parecidos. Ahora, estamos en un cambio geológico formidable, que removerá todas las capas y levantará lo que hasta ahora estaba en lo más profundo. Seremos materia espiritualizada. Luz encarnada.


Sé paciente contigo mismo, date ternura y apoyo, mira el panorama general, espera lo mejor, vuelve a confiar, cree en ti, sueña grande (desde el alma). Estamos en tiempo de mutación. No sé si lo veremos, pero haz tu parte. Aprender a vivir desde el Espíritu vale todo. Te acompaño.


abrazarlavida@egrupos.net


No hay comentarios.:

Publicar un comentario