El dolor es la principal causa de consulta médica del mundo. Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), se trata de: "... una experiencia sensorial o emocional desagradable asociada a un daño real o potencial en un tejido, o descrito en términos de dicho daño".
El dolor es una sensación corporal y, en tanto displacentero o desagradable, involucra siempre un componente emocional. Por eso, es un fenómeno complejo que cambia de persona a persona, según la época, cultura, condición social, contexto, estado psíquico y, sobre todo, del significado que se le atribuye.
Las investigaciones actuales en neurociencia indican que no existe una relación directa entre daño y dolor: la existencia de dolor no implica, necesariamente, la existencia de una herida.
Por eso, se trata de un hecho existencial y no fisiológico: la vida entera está comprometida en la experiencia de dolor.
El cuerpo humano no cuenta con un sistema de percepción del dolor: no existen receptores para el dolor, ni centros cerebrales específicos, ni nervios que conduzcan señales dolorosas.
Existe algo que se llama nocicepción, que es el procesamiento de la información como peligro potencial para el organismo. Los nociceptores son receptores sensibles a estímulos mecánicos, químicos o térmicos. Esa información circula todo el tiempo y puede, o no, generar dolor. Lo que transforma al dolor en sufrimiento es el significado que se le atribuye, y eso depende del estado emocional y cognitivo.
Los estudios de imágenes cerebrales han demostrado que la experiencia de dolor involucra la interacción entre regiones sensoriales, afectivas y cognitivas.
ENTENDER LAS EMOCIONES
Las emociones son reacciones simples del organismo cuya finalidad es mantener el equilibrio y supervivencia con bienestar.
Se pueden dividir en tres categorías:
Emociones de fondo: es el estado de ánimo general, que puede nombrarse como energía o entusiasmo, malestar o excitación, nerviosismo o tranquilidad.
Emociones primarias: miedo, ira, asco, sorpresa, tristeza y felicidad.
Emociones sociales: simpatía, turbación, vergüenza, culpabilidad, orgullo, celos, envidia, gratitud, admiración, indignación y desdén.
Las emociones son visibles, se producen en el cuerpo, forman parte de mecanismos regulatorios básicos y forman la base de los sentimientos.
El miedo y la ansiedad, la depresión, la ira y el afecto positivo son los componentes emocionales mas importantes del dolor; la atención, la expectativa y la evaluación, los componentes cognitivos fundamentales.
Existe evidencia de que:
La ansiedad, especialmente la ansiedad anticipatoria (ej: ir a recibir una inyección) puede aumentar el dolor.
El miedo, definido como la reacción de alarma a una amenaza, puede suprimir la experiencia de dolor y movilizar el cuerpo para permitir el escape.
Las emociones negativas incrementan la percepción del dolor: el 50% de los pacientes depresivos presentan comorbilidad con dolor crónico.
La ira puede influenciar la percepción del dolor: las personas que son más propensas a expresar la ira de una manera física o verbal muestran mayor sensibilidad.
La inducción de emociones positivas conduce a una reducción de la sensibilidad al dolor y tienen un papel protector en la transición del dolor agudo al crónico porque pueden proteger contra el desarrollo y la propagación del miedo relacionado con el dolor.
Es importante, entonces, retener la idea de que el dolor no implica la existencia de una herida, y entonces, ya con menos temor, intentar realizar acciones que generen placer, que favorezcan el desarrollo de emociones positivas y agradables; intentar quitar la atención del dolor, porque si te duele y permaneces enfocado en ese dolor, la retroalimentación negativa no se detendrá fácilmente y el dolor tenderá a establecerse con mayor firmeza.
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