Las responsabilidades se van forjando a lo largo del camino, se suman, se multiplican y cada una tiene un rango de actuación especial y significativo, sin embargo, también existen los límites, no podemos hacernos responsables de todo, no lo somos, y si bien nos puede hacer sentir mal ciertas situaciones, debemos aprender a dejarlas ir.
Somos responsables de las consecuencias de nuestras acciones, pero ¿Qué ocurre cuando sufrimos por las situaciones que atraviesan los demás?… no podemos hacernos cargo de todo, existen cosas que evidentemente no están bajo nuestro control y no podemos cambiarlas, quizás sufrimos, especialmente cuando afectan a quiénes amamos, pero nuestro accionar sobre los demás y sus asuntos, tienen un límite y por nuestra paz mental debemos aprender a activarlo.
Somos enteramente responsables de lo que permitimos nos afecte y nos haga sufrir, pero no puede extenderse a todos los que nos rodean, cada quien debe aprender a llevar sus culpas, acciones y responsabilidades aunque nos cueste comprenderlo. Se trata de considerarnos a nosotros mismos, de respetar la individualidad de los demás y de exigir el propio respeto, poner nuestros límites y saber hasta donde llegar con las actitudes de los demás.
Lo cierto es que debemos comprender que nuestra responsabilidad llega hasta dónde somos capaces de aceptar, perjudicar o influenciar a un tercero, más no podemos hacernos responsables por las acciones de los demás, somos responsables por las consecuencias de nuestros propios actos, causen o no sufrimiento, pero aunque nos cuesta entender el dolor que puede producirnos las acciones de alguien más, no podemos hacernos responsables ni asumir las pesadas cargas en nuestra vida cuando es menester de otro hacerse cargo de ello.
Aprender a separar las acciones nuestras, las responsabilidades y el libre albedrío de los demás, es vital para la salud mental y la paz interior, no podemos cargar con lo que no nos pertenece, colocar límites y saber retirarse y dejar ir, es una manifestación de la sabiduría y el derecho de individualidad de cada persona.
Deja de culparte y de querer arreglarlo todo, cada quien está dónde debe estar, en su juicio destino y viviendo el aprendizaje que le corresponde.
RINCON DEL TIBET.
Autor: Doris Hernandez
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