lunes, 30 de septiembre de 2019

ESPIRITUALIDADMOTIVACIÓNEL ALMA SIEMPRE SABE QUE HACER PARA SANARSE, EL DESAFÍO ES SILENCIAR A LA MENTE


Todos enfrentamos o estamos experimentando circunstancias en la vida donde quisiéramos que las cosas fueran diferentes. Pero a veces son lo que son, y lo único que puede cambiar o tenemos control es nuestra perspectiva al respecto.

Hace poco estuve meditando sobre las circunstancias de mi vida, lo que me arrastró a un túnel de la oscuridad tormentoso o interminable y me encuentro atrapado en mi propia red de pensamientos … ¡pausa, respira hondo!

Cuando la mente queda atrapada en pensamientos como estos, entonces la única manera de resurgir sería cambiar la forma en que miras las cosas. En lugar de arrastrarte a tu propia tormenta, cabalga con la tormenta, navega a través de ella y grita: “¡Hurra! He logrado hacerlo” o “Puedo hacer esto”.


La mente es una cosita tan complicada, la alimentas con pensamientos negativos , seguirá consumiéndola hasta que explote. Por otro lado, si lo alimentas con pensamientos e intenciones positivos, reflexiona. Es reacia a cambiar sus viejos modos y patrones, por lo que se muerde los nuevos pensamientos y se los traga.

Mantenerse fuerte durante estos tiempos es la clave, volver a cablearse uno mismo no es lo más fácil de hacer. ¿Cómo podemos hacer esto? Aquí hay cinco formas de sanar un pasado doloroso:

1. Acepta Tu Pasado


Me llevó mucho tiempo aceptar la muerte de mi padre y el posterior estado depresivo de mi madre cuando era adolescente. Solía ​​evitar hablar con mis amigos, algunos ni siquiera lo sabían, hasta mucho más tarde. Una de las principales razones fue que cada vez que hablaba de ello, terminaba llorando y esto también me conducía a embotellarme los sentimientos.

La clave aquí es la aceptación de cualquier situación, sin importar cuán desgarradora o dolorosamente angustiante sea. Una vez que lo aceptas, no estás más en un estado de negación y simplemente reprimiendo tus emociones y sentimientos. Acéptalo, dale un poco de amor, nutre pensamientos que ayudarán a tu crecimiento emocional, por la simple razón: la mierda sucede.

2. Pase Tiempo Solo


No huyas de ti ni te distraigas saliendo con amigos o disfrutando de diferentes placeres sensoriales. Esto podría ayudar en ese momento, pero no es una solución permanente.

Simplemente estás persiguiendo tus pensamientos o postergando enfrentar los desafíos / tiempos difíciles de frente? Hay muchos que temen enfrentarse a sí mismos, ¿cómo pueden temerse a sí mismos o temer sus propios pensamientos? El miedo es la causa de mucho dolor,enojo o frustración. Por supuesto que no es fácil. Me di cuenta de que los desafíos te hacen una persona más fuerte, es un proceso que se desarrolla lenta y gradualmente. Deja que se desarrolle!


Mantenga sus miedos por el cuello, gírelo, dóblelo, golpéelo o haga lo que sea para terminar con su poder sobre usted. Pasar tiempo solo le dará el espacio para tener un mejor control de la situación. Ordena tu mente y siempre lo he dicho, una gran dosis de la naturaleza funciona de maravilla.

3. Rituales De Autocuración


Los rituales no necesitan ser religiosos por naturaleza; es ese tiempo sagrado que te dedicas únicamente a ti en un espacio sagrado (si te gusta llamarlo así). La quema de hierbas sagradas, la meditación, la vida consciente, la meditación, el yoga, el tai-chi, el canto, la jardinería, la puesta a tierra, etc., pueden ayudarte a sanar esas emociones reprimidas. Te mantendrá más tranquilo y obtendrás una mejor claridad mental en la situación actual.

Encuentro practicar yoga, jardinería, paseos por la naturaleza y poner a tierra extremadamente nutritivo y beneficioso para mi alma; aunque aún tengo mis días malos. ¡Qué diablos, no somos perfectos!

4. Conversaciones De Corazón A Corazón


Tener una conversación de corazón a corazón con cualquier persona con la que resuenes a un nivel más profundo, ya sea tu ser querido, amigo o terapeuta, puede volver a encarrilarte. Los problemas surgen cuando no puedes expresar tus verdaderos sentimientos libremente; Habla con tu corazón y tu mente con personas cercanas a ti con quienes te sientas cómodo.

Llora si lo deseas, llorar también es una forma de limpieza y te alivia del dolor. Atesoro conversaciones honestas con personas con las que me siento cómodo, ¿qué sentido tiene hablar superficialmente?


La verdadera esencia de la comunicación o la conexión con otra persona radica en la capacidad de abrir y desnudar tu alma, y ​​te das cuenta de que no es tan malo después de todo. Puede ayudarte a cambiar tu percepción en tiempos difíciles; si solo puedes hablar de ello en primer lugar.

5. Cree En Ti Mismo


Lo que es más importante, todo lo anterior no sería útil si no crees en ti mismo. Si no creyera en mí mismo que podría superar la muerte de mi padre o el estado de ánimo de mi madre, habría sido una víctima sin esperanza de mis circunstancias. Cree que no hay nada tan difícil de controlar. Ámate a ti mismo primero y sé honesto con tus propios sentimientos.

¿No sería un lugar mejor si todos hablaran con la intención de escuchar? Todos tenemos historias para compartir, historias que nos han hecho lo que somos hoy, ¿cuál es tu historia?



Fuente: Fractal Enlightenment

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LA MECÁNICA DEL PENSAMIENTO


Todo el día y toda la noche estamos pensando infinidad de cosas distintas. Pasa por nuestra mente una especie de película cinematográfica constante, aunque desconectada. Entre tantas ideas diferentes, nos detenemos a contemplar, examinar o estudiar algunas más que otras.

Por qué nos han estimulado el sentimiento. Nos han producido un sentimiento de temor o de antipatía, de simpatía o de lástima, un sentimiento de agrado o de desagrado, no importa. El hecho es que por aquel sentimiento, la idea nos interesa, la repasamos más tarde, tal vez la comentamos con alguien.

Esto es meditar, y lo que así se medita pasa al subconsciente y se graba allí. Una vez que se graba una idea en el subconsciente se convierte en un reflejo. Tú sabes que cuando el médico te da un golpecito en la rodilla, tu pierna da un salto.


Te han tocado un punto sensible y has reaccionado ¿no? En esa misma forma, cada vez que ocurre en tu vida algo referente a una de las ideas que están grabadas en tu subconsciente, el reflejo reacciona en la forma exacta en que fue grabado.

Tú adoptas una actitud de acuerdo con el sentimiento original que sentiste cuando primero pensaste en aquella idea. Los metafísicos llamamos a esto un concepto, o sea, una creencia, una convicción. El subconsicente no discierne. No decide nada, no opina ni piensa por sí solo. No tiene poder para protestar, no tiene voluntad propia. Esas no son sus funciones. Su única función es la de reaccionar poniendo a la orden el reflejo que se le ha dado.

Él es, en este sentido, un maravilloso archivador, secretario, bibliotecario automático que ni descansa ni falla jamás. Tampoco tiene sentido del humor. No sabe cuándo una orden ha sido dada en chiste o en serio. De manera que si tu nariz es algo abultada; y si tú, por hacer reír a los demás, adoptas el chiste de llamarla mi nariz de papa rellena, por ejemplo, como el subconsciente es un servidor exacto, no tiene sentido del humor y sólo sabe obedecer incondicionalmente, tratará por todos los medios de cumplir la orden que le han dado en tus palabras y tu sentir y verás a tu nariz parecerse más y más a una papa rellena.


La palabra Metafísica quiere decir más allá de lo físico, o sea, la ciencia que estudia y trata de todo lo que está invisible a los sentidos físicos. Te da la razón de ser todo lo que no comprendemos; de todo lo misterioso; de todo lo que no tiene una explicación evidente; y es exacta.

Ahora verás: ¿Recordarás tú la primera vez que oíste mencionar la palabra catarro? ¿No lo recuerdas, verdad? Eras muy pequeñito. La palabra la dijeron tus mayores. Te enseñaron a temerla. A fuerza de repetirla te instruyeron a comprenderla, te dijeron que no te mojaras los pies, que no te pusieras en una corriente de aire, que no te acercaras a alguien porque tenía catarro y se te pegaba, etc., etc. Todo lo cual se fue grabando en tu subconsciente y formando allí un reflejo.

No tuviste jamás que recordar las advertencias de tus mayores. El daño estaba hecho. De allí en adelante, tu subconsciente te ha brindado un catarro (el mejor que te pueda obsequiar) cada vez que te has colocado en una corriente de aire, cada vez que se te han mojado los pies, cada vez que te acercas a un acatarrado y cada vez que tú oyes decir que anda por allí una epidemia de gripe o de catarro.

Por culpa de tus mayores, por lo que has escuchado decir a los demás; por lo que has leído en los periódicos y en los anuncios, en el radio y televisión, y sobre todo porque ignoras la verdad metafísica de la vida, has aceptado estas ideas erróneas y se convirtieron en reflejos que actúan sin premeditación tuya, automáticamente, y que son causa de todos los males que te aquejan en el cuadro de tu vida.

Tienes un cargamento voluminoso de ideas ajenas que afectan todos los departamentos de tu vida, tu cuerpo, tu alma y tu mente. Advierte que si no lo hubieras aceptado; si por el derecho que te da tu libre albedrío de escoger, aceptar y rechazar, no hubieras aceptado lo negativo, no hay germen ni virus ni poder en el mundo que
hubiera podido atacar ni convencer a tu subconsciente para que actuara de ninguna otra forma que aquella que tú le diste. Tu voluntad, negativa o positiva, es el imán que atrae hacia ti los gérmenes, las circunstancias adversas o las buenas.

Como ya hemos dicho, tu actitud negativa o positiva ante los hechos, determinan los efectos para ti.

Extraído del libro “Metafísica 4 en 1” de Conny Méndez


¿CÓMO DEJAR DE REPETIR LA HISTORIA FAMILIAR?


Las lealtades invisibles hacen que una persona se mantenga dentro de su sistema familiar, repitiendo la misma historia, generación tras generación.

Algunas personas se preguntan: ¿cómo solucionar esta situación en su vida? ¿Cómo hacer para no terminar sola como el resto de las mujeres de mi familia? ¿Cómo hacer para no terminar divorciándome? ¿cómo escapar de las enfermedades familiares? ¿cómo escapar de la historia familiar? ¿Cómo parar la repetición de la historia familiar?.

Existe en cada ser humano “la buena conciencia“, es la que hace que cada miembro de la familia gane méritos para pertenecer a la familia, perpetuando el rol que se ha ocupado en la familia (abandono, soledad, divorcio, desamor,etc).

Esto lo hace una persona por seguir al “amor ciego”, ese que en su inocencia infantil cree que para ser buen miembro de familia requiere seguir el mismo destino que sus antecesores. La mayoría de las personas están anclado en este tipo de amor.


Por otra parte se encuentra “la mala conciencia”, es aquella que hace que una persona transcienda los límites de su conciencia familiar atreviéndose a hacerlo diferente que los otros y que es producto de un proceso profundo de “individuación”, y que en oportunidades requiere un camino de soledad, pero de comunión con una consciencia más grande que es producto del “amor esclarecido”.

A continuación pequeños pasos que se pueden dar para conectarnos con ese amor esclarecido que nos ayuda a reconocer nuestras propias alas y emprender el vuelo de nuestro ser.
Dejar de estar en contra de tu sistema familiar: cuando críticas o haces juicios de tu familia estás condenándote a repetir su propia historia.
Acepta a todos tal como son: El asentir te otorga la paz del amor, cuando aceptas abres la puerta a la transformación.
Honrar a tus ancestros: Los que vivieron antes que tu hicieron lo mejor que sabían hacer, darte la vida.
Agradece cada día a todos los miembros de tu sistema: No es necesario que corras hacia a ellos a darles un abrazo, el agradecer sincero surge cuando le das un lugar en tu corazón y los reverencias desde el alma.
Camina hacia la Vida con humildad: vive con alegría, ríndete en sus manos, acepta tu destino con amor y valentía.

En las constelaciones Familiares del Espíritu se superarán los límites de las distintas conciencias, pues el espíritu creativo que activa los movimientos de los representantes nos lleva por sobre nuestra conciencia personal a un plano superior, al plano del amor, que no conoce la negativa.

“Quedamos enredados en los destinos de personas que en nuestra familia se perdieron porque fueron olvidadas o excluidas de ella”.

-Bert Hellinger-

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domingo, 29 de septiembre de 2019

Los «debería», un tipo de pensamiento que boicotea nuestro bienestar


Los «debería» constituyen un tipo de tiranía mental de la que no siempre somos conscientes. Es más, al dejar que sean ese ingrediente cotidiano en cada pensamiento, deseo y enfoque personal, nos situamos en una deriva de sufrimiento continuado donde nada se ajusta a nuestras perspectivas; ni siquiera nosotros mismos. Por tanto, estamos ante un tipo de distorsión cognitiva que deberíamos detectar y desactivar.

Ahora bien, es fácil decirlo, pero complicado de llevar a cabo. Los terribles «debería» suelen aparecer ya en nuestra infancia. De hecho, basta con ir a una aula de primaria para encontrarnos con un tipo de comportamiento muy recurrente. No faltan los niños que rompen en lloros y rabietas porque la maestra les da el lápiz azul y no el verde. Porque ellos querían hacer un dibujo y no una redacción, porque tienen a su lado a Luis y no a Laura.

El mundo, ante sus ojos es injusto, incluso cruel. Lo es porque no se ajusta o se aleja de aquella línea en la que se concentran las expectativas. Por otro lado, a medida que alcanzamos la edad adulta, este esquema de pensamiento se va sofisticando. Los «debería» nos atrapan en una relación codependiente y tóxica, ahí donde sus voces nos susurran casi a cada instante lo que deberíamos hacer, ser o tener y no logramos.

Acercarnos más a la perfección, ser como otros esperan, deberíamos hacer esto y lo otro, los demás deberían hacer por nosotros aquello y lo de más allá… Semejante tortura mental no solo nos deja agotados y con la autoestima bastante tocada. Además, y casi sin darnos cuenta, nuestra mente ha quedado bajo el control de una voz interna tan negativa como desgastante que solo tiene un objetivo: hacernos infelices.

Los «debería», la voz negativa de nuestro diálogo interno

Una vida saludable y feliz se orquesta a base de derechos, placeres y obligaciones. En el equilibrio está la armonía, en la sabia conjunción de cada una de estas dimensiones hallamos la satisfacción. Por tanto, saber dónde están los límites y dónde esas creencias irracionales que boicotean el propio bienestar nos libra de batallas innecesarias que nos dañan.

Este tema no es nuevo dentro del mundo de la psicología. De hecho, uno de las figuras más representativas sobre los «debería» fue el psicoterapeuta cognitivo Albert Ellis. Para él, uno de los detonantes más comunes del malestar del ser humano eran los ‘tengo que, los debo, los siempre y los nunca’. Estas palabras configuran un tipo de creencias que siempre nos están cuestionando y situando alambradas a cada uno de nuestros pasos.

Para entenderlo mejor, basta con descubrir los tres tipos de pensamientos más comunes que alimentan este enfoque mental irracional. Son los siguientes.

«Te sientes principalmente tal y como piensas».
-Albert Ellis-

Los «debería», tres tipologías que te boicotean

En primer lugar están los «debería» dirigidos a uno mismo. Son los más comunes y los que ponen los cimientos de nuestros enemigos más recurrentes, ahí donde alimentar desde la inseguridad, la falta de autoestima hasta desgaste emocional. Hacemos uso de ellos a través de discursos internos como los siguientes: debo agradar a todo el mundo, cumplir con todos los objetivos que me marco y respetar de manera absoluta la escala de valores que defiendo, etc.

En segundo lugar, tenemos los «debería» dirigidos a segundas y terceras personas. Son esos diálogos que alimentan una forma inútil de pensamiento al decirnos cosas como: los demás deberían tenerme en cuenta, mis compañeros de trabajo deberían valorarme más, mi pareja debería hacer esto y no lo hace como yo quiero…

Por último, y no menos importante, nos encontramos con esos «debería» orientados a una entidad superior, a la propia vida, al destino o al entorno. Un ejemplo sencillo de este tipo de razonamiento interno lo encontramos en esa persona que repite ideas como ‘la vida debería tratarme mejor porque soy buena persona’, ‘el mundo siempre ha sido injusto conmigo’…

¿Cómo puedo apagar la voz de los «debería»?

Imagina que llevas muchas horas hablando por el móvil. Llega un momento en que sientes incluso cómo el teléfono te quema, la cabeza te duele y hasta te has cansado de escuchar esa voz al otro lado de la línea. Con los «debería» sucede casi lo mismo, el cerebro queda agotado por ese diálogo interno irracional y desgastante; necesita un descanso, necesita desconectar y tomar el control.

La clave está en ‘racionalizar’, en desactivar lo irracional, lo que no tiene sentido y no ayuda. Para ello, nada mejor que bajar el ritmo, dedicarnos tiempo y activar esa área de nuestra corteza prefrontal donde nuestro enfoque es más lógico, imparcial y centrado. Hay que enfriar la voz del diálogo negativo y darle volumen a la voz de la autoestima, ahí donde aprender a apreciarnos y no a torturarnos.

Lo adecuado en estos casos es ser conscientes de esos esquemas mentales tan instaurados. Tienen raíces profundas, llevan mucho tiempo en nosotros y apenas nos damos cuenta de que ideas como debo esforzarme más para no equivocarme o debo hacerlo bien para no decepcionar a nadie’ son formas inútiles de sufrimiento. Detectemos sus presencias, desinfectemos su poder y hagamos uso de un diálogo interno en el que nos tratemos con más compresión.

Valeria Sabater

Atrévete a ser feliz.


EL PODER DE LA PALABRA


Las palabras son muy importantes y tienen poder, son grandes instrumentos para cocrear. Al salir de tu boca palabras con fuerza, seguridad y poder, se convierten en una orden. De ahí, la importancia de cuidar el manejo y la intención de las palabras; porque cuando las expresas positivamente, con toda seguridad que vas a obtener buenos resultados.

Esto también es un trabajo interior constante, cuando te sorprendas diciendo algo negativo sobre ti, toma conciencia y formula tus nuevas afirmaciones, ve sembrando las nuevas ideas sobre ti, las que a partir de ahora se materializaran. Aunque al principio no lo creas, persevera, entrena tu mente a tu nueva forma de hablar.

Utiliza el poder creador de las palabras “Yo Soy” declara quien eres. Y lo que eliges ser y el universo no tendrá mas remedio que servirte, las palabras ” Yo Soy” son muy poderosas.


Puedes hacer tus afirmaciones y decretos diariamente, por la mañana al despertar y por la noche antes de dormir, durante el día cuanto mas repitas mejor. Se que funciona porque lo experimenté.


Decreta aquí y ahora: “Yo Soy Luz. Yo Soy onda expansiva de Amor. Yo Soy el cambio del mundo. Yo Soy Paz interior. Yo Soy bondad. Yo Soy infinito. Yo Soy eterno. Yo Soy el campo de todas posibilidades. Yo Soy humildad. Yo Soy agradecimiento.Yo Soy Perseverancia. Yo Soy alegría. Yo Soy amistad. Yo Soy vida. Yo Soy abundancia . Yo Soy prosperidad.Yo Soy perdón. Yo Soy comprensión.Yo Soy divino.Yo Soy maravilloso. Yo Soy pensamiento positivo.Yo Soy sanación. Yo Soy espiritual. Yo Soy el cielo aquí en la tierra. Yo Soy el universo entero…Yo Soy , Yo Soy ..”


Como ves las posibilidades son infinitas. Puedes hacer tu propia lista y decretar, que suene tu vibración en el universo. Recuerda que las afirmaciones, se dicen siempre en primera persona y en presente, lo das por hecho porque ya es, aquí no hay lugar para la duda.

Ahora ya sabes tus palabras, afirmaciones y decretos, tienen mucho poder. Decreta en positivo sin parar, canta tus afirmaciones con alguna melodía que te guste, escríbelas en papel, pégalas por cualquier rincón de tu casa para recordarte continuamente lo maravilloso que eres.

Recuerda hablar siempre de ti en positivo y hacia los demás que tus palabras sean siempre sanadoras, porque todo lo que das viene de vuelta.

¿Cuales son tus decretos para hoy? Te invito a que pongas en los comentarios tus decretos y afirmaciones, y los compartas con nosotros y que se multiplique esta lluvia de bendiciones, para que nos beneficiemos todos. porque todos somos Uno.

Gracias, Gracias, Gracias.

Recuerda que pensamientos, palabras y acciones hace que se manifieste tu realidad.


sábado, 28 de septiembre de 2019

El Sanar No Siempre Se Siente Bien


El sanar, casi siempre, implica un trauma de algún tipo: abrir viejas heridas, exponer a la luz energías reprimidas, ignoradas y mal entendidas; tratar de ver lo amoroso dentro de aquello que no amamos, es por esto que la sanación no siempre luce o se siente bien, o hermosa o amable.

Uno de los mitos más peligrosos y desconsiderados que hemos heredado de nuestra cultura es que la sanación debería «sentirse bien», pero no. A veces nuestro dolor realmente aumenta y se intensifica conforme la oscuridad sale hacia la luz. ¡Pero el dolor que inmediatamente juzgamos como «malo» podría indicar que nuestro proceso de sanación se está intensificando y alineando, y no que está estancado!


Está la tendencia en nuestra cultura de evitar el sufrimiento, de distraernos de él, de etiquetarlo como «equivocado» o «negativo», que es necesario meditarlo o medicarlo para deshacernos de él, que es necesario prevenir la experiencia de éste (¡y por supuesto, hay una gran inteligencia en esto también!).

Mucha de nuestra así llamada «medicina moderna» está orientada a la eliminación de los síntomas, a calmar la incomodidad, a adormecer el caos y a dirigirnos hacia una idea socialmente aceptable de «normalidad».

Pero a veces, amigos, ¡simplemente ya no tenemos ningún interés en «volver a la normalidad»! ¡Lo «normal» era el problema, no la solución! El estatus quo necesitaba cambiar. Era completamente inestable y falso. ¡Ya es hora de una nueva medicina!


A veces, nuestra frágil ‘normalidad’ necesita romperse en el caos, el dolor necesita ser sentido más a fondo, el corazón tiene que romperse con mucha más intensidad. Y esto no es para destrozarnos, sino para deshacer formas no auténticas de ser.

El sufrimiento no es un castigo que mande un dios sentencioso, tampoco se trata de un error en un universo descompuesto, tampoco es la evidencia de nuestro fracaso y nuestra ignorancia, sino una enseñanza espiritual profundamente viva. Mira a Jesús en la cruz.

El dispositivo de su tortura se convirtió en su última invitación para sanar el redescubrimiento de su propia Presencia, previa a su encarnación humana, previa al tiempo mismo. La crucifixión fue la invitación para descubrir de nuevo a Dios.


¡Todos estamos en la cruz con Jesús! ¡La cruz nunca discrimina a nadie!

Considera la posibilidad de que dentro de tu sufrimiento estás siendo invitado a dejar ir, a dejar «las cosas de niño», a despertar del sueño de la normalidad para abrazar la vida con todo su quebranto y asombro. Para enamorarte del sitio en donde te encuentras en este momento. Para ser aquí, ahora.

Deja que los vientos soplen, deja que la tempestad ruja, deja que todo lo falso se purifique, deja que todo lo muerto permanezca muerto, ¡permite que la vida estalle allí, justo donde estás! Tan sólo estás siendo invitado a una más profunda sanación, aunque se sienta como dolor, aunque el corazón se sienta frágil y en carne viva, aunque seas incapaz de ver todavía algún mañana.

-Jeff Foster-

Quiero romper mi relación, pero no sé cómo hacerlo


«Quiero romper mi relación, pero no sé cómo hacerlo, por dónde empezar ni qué pasos tengo que seguir»; es probable que hayamos oído este argumento o que incluso lo hayamos esgrimido. Tomar la decisión de romper una relación conlleva experimentar una gran variedad de emociones y sensaciones, lo cual produce que nos sintamos confusos y, por ello, que sea tan difícil en ocasiones dar el paso.


De hecho, según recoge The Guardian, es uno de los temas más buscados en Google, que recibe millones de consultas acerca de las rupturas de pareja. Según estos datos, un gran número de personas tienen dudas acerca de este asunto y se hacen preguntas que intentan responder con la ayuda del famoso buscador.

Realmente, ¿por qué nos sentimos tan confusos a la hora de dar el paso a terminar con la pareja? ¿Qué podemos hacer o de dónde sacar la fuerza para dar ese paso que termine con la relación?

Quiero romper mi relación, ¿por qué no doy el paso?

Miedo a la soledad

El miedo a la soledad es una emoción frecuente en los seres humanos; de este modo, sigue siendo el sostén de muchas relaciones. A nadie le gusta sentir la soledad de no tener con quien compartir el día a día.

Por ello, algunas personas prefieren seguir manteniendo la relación, aunque no les aporte nada positivo… antes que sentirse solos.

Fantasías acerca de relación

El deseo de que todo vuelva a ser como antes, de seguir intentándolo por si se produce un cambio, es otra de las razones por las que seguimos en una relación en la que no estamos seguros de querer estar.

Quienes viven en continuas fantasías se plantean: «quiero romper mi relación porque en el escenario actual no soy feliz, pero tengo la esperanza de que todo vuelva a ser como antes».

Evitar afrontar el sufrimiento y/o el cambio

El proceso de ruptura, con independencia de las circunstancias, suele ir acompañado de emociones poco placenteras: tristeza, angustia, culpa, malestar, miedos… De tal modo que, en muchas ocasiones, la relación solo sigue adelante porque la persona no conoce o no quiere poner en práctica otra estrategia de afrontamiento ante ese dolor anticipado.

A su vez, terminar una relación conlleva ciertos cambios agregados, sobre todo en personas que conviven juntas o que comparten elementos en otros planos (mismo grupo de amigos, trabajar en el mismo lugar…).

Romper significa cambiar patrones en circunstancias ajenas a la relación, lo cual motiva que se posponga la ruptura, evitando así los cambios derivados.

«El fracaso es parte de la vida; si no fracasas, no aprendes y si no aprendes no cambias».
-Paulo Coelho-

Deseo de no hacer daño

El malestar de la otra persona al romper es otra de las consecuencias que se desean evitar, pero que no siempre es posible hacerlo, puesto que, en muchos casos, el proceso y las emociones derivadas del mismo son necesarios.

En realidad, el hecho de sentir malestar será la fuerza motivadora para superarlo y empezar una nueva etapa. Todo cambio requiere una adaptación y una aceptación de lo que ha pasado.

«Detrás de cada mala etapa, de cada fracaso y de cada ruptura, aparecen nuevas oportunidades para ser felices».

Dependencia emocional

Según la escritora, Sue Patton Thoele, la dependencia emocional consiste en una necesidad afectiva hacia la otra persona, de la cual depende nuestro bienestar, sacrificando lo que realmente queremos y necesitamos por el miedo a ser rechazados o abandonados. Ser emocionalmente dependientes nos pone a merced de esa persona, imponiendo unos límites que nos hacen demasiado vulnerables.

Por lo tanto, cuando somos emocionalmente dependientes, dejamos de lado nuestro «yo» para complacer a la pareja que se convierte en el centro de nuestras vidas, depositando así en el otro la llave de nuestro bienestar.

Tal es la dependencia emocional que se puede producir con una pareja que se convierte en un freno importante en muchos procesos de ruptura.

Además, la dependencia emocional suele darse en relaciones consideradas como tóxicas, en la cual existe un apego ambivalente caracterizado por un vaivén de emociones negativas (ej: descalificaciones, evaluaciones negativas) para una posterior reconciliación idílica, por la que «todo vuelve a ser maravilloso».

Así la persona dependiente anticipa esa reconciliación, esperando a que se vuelva a producir, girando la rueda de un círculo vicioso y siendo incapaz de romper ese vínculo.
¿Cómo dar el paso a romper mi relación?

Aceptar y aprender a soltar

Intentar luchar por una relación que ya no da más de sí no nos beneficia en absoluto: es el momento de aceptar la situación y de aprender a soltar, de facilitar ese punto y final para comenzar a reconstruirnos y pasar página.

Atrévete a dar el paso

Cuestiónate, «¿estoy posponiendo el final de mi relación cuando en realidad no veo un futuro juntos?». Si la respuesta es afirmativa, quizás ha llegado el momento de escribir ese punto y final. Recuerda que a la larga probablemente esta ruptura suponga una nueva oportunidad para alcanzar ese bienestar perdido.

«En resumen, una relación de pareja aporta a nuestra vida aspectos positivos y nos ayuda a ser la mejor versión de uno mismo. Eso no quiere decir que la relación sea perfecta, si no que nos ayuda a crecer y nos suma. No merece la pena seguir manteniendo una relación que no nos suma sino que, por el contrario, nos resta».

Laura Rodríguez

Atrévete a ser feliz.


Tus heridas tejen la sensibilidad de tu alma


Hay heridas que permanecen abiertas en nuestro interior, mientras que otras han cicatrizado. Son las huellas de las experiencias que vivimos con sufrimiento, esas que dejaron su marca en lo más profundo de nuestra piel y que a día de hoy todavía nos recuerdan lo vulnerables que somos.


Es probable que si permanecen abiertas, estemos acostumbrados a vivir con el peso de su dolor, con el vacío que nos generan y el posterior malestar que experimentamos como consecuencia. Por eso, siempre estamos alerta, confusos y esperando a que el sufrimiento llame de nuevo a nuestra puerta.

Sin embargo, también transportamos la historia de las heridas que han sanado, esas que un día nos dolieron pero que ahora ya no lo hacen y que además nos han dejado un aprendizaje, una nueva forma de concebir el mundo.

Sea como sea, a raíz de lo vivido, nos hemos vuelto más sensibles, más frágiles y más susceptibles, aunque en ocasiones no queramos aceptarlo y hagamos cualquier cosa para aparentar no serlo. Lo que obviamos es que esta sensibilidad también nos ayuda para comprender a los demás. Profundicemos.

El valor de las heridas

Existen experiencias que nos marcan en lo más profundo de nuestro interior, sobre todo aquellas especialmente duras, en las que el sufrimiento hace acto de presencia. Sentirse rechazado, humillado, abandonado o simplemente no querido, experimentar en primera persona el desprecio por ser uno mismo o la discriminación por ser diferente son algunos ejemplos.

A veces, la vida duele y no sabemos cómo hacerla frente. No encontramos un porqué, una respuesta que despeje nuestras dudas o el más mínimo sentido, solo experimentamos angustia, miedo y en ocasiones hasta ira. La cuestión es que, la mayoría de las veces, apenas somos capaces de percibir este proceso; pero que no nos demos cuenta, no quiere decir que no nos afecte.

Así, cuando el sufrimiento llama a nuestra puerta no nos deja indiferentes, nos cambia de alguna manera. Todo depende de cómo lo encajemos, si somos capaces de asimilarlo, si nos resulta tan insoportable que construimos corazas para defendernos de él o si nos ponemos una máscara para disimularlo.

Sea como sea, el dolor emocional nos marca y nos vuelve más susceptibles ante experiencias relacionadas con aquello que tanto daño nos hizo.

Por un lado, si tenemos heridas que no han sanado, nuestro pasado atrapará a nuestro presente y nos obliga a sufrir de nuevo. Seremos más sensibles al propio sufrimiento. Basta con que nos encontremos con algo que nos recuerde lo mal que lo pasamos, para que nuestra herida comience a sangrar.
Por el otro, si nuestras heridas han sido sanadas, seremos más sensibles a las heridas de los demás. Nos será más fácil ponernos en su lugar y comprender su sufrimiento.

«Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos».
-Pablo Neruda-

Aceptar el pasado y comprender la historia

Sanar nuestras heridas requiere atravesar no solo el dolor emocional, sino un proceso que requiere un gran esfuerzo y aceptación por nuestra parte en el que una de las claves es aprender que huir del sufrimiento, lo único que hace es aumentarlo.

Una vez que tenemos esto presente, resulta más sencillo sumergirse en la sanación emocional de nuestras heridas. Y cuando lo logramos, cuando transformamos ese dolor, una versión nueva de nosotros surge desde nuestro interior.

Obviamente, es imposible liquidar todos nuestros problemas, pero saber que estamos o hemos sido heridos y comprender la profundidad de nuestras heridas cambia nuestra forma de ver no solo el mundo, sino a los demás.

Somos más sensibles cuando comprendemos nuestra historia y esto nos influye a la hora de comprender a los demás, ya que nos ponemos en su lugar.

Ya no pensaremos que los demás sufren porque sí, que podían actuar de otra manera o los identificaremos como culpables… Ahora sabemos que están haciéndolo lo mejor que pueden según su visión de la realidad, según la trayectoria de su vida y su configuración personal.

Como vemos, ser heridos despierta nuestra sensibilidad por el sufrimiento, tanto propio como ajeno. Nos hace ser más tolerantes, menos exigentes y más comprensivos.

Gema Sánchez Cuevas

Atrévete a ser feliz.

jueves, 26 de septiembre de 2019

¿Por qué la adolescencia?


Si la juventud es tan hermosa, lo es precisamente porque carece de esa experiencia. La experiencia no es sino el resumen de todas las rectificaciones que el tiempo, al transcurrir, viene haciendo del bello concepto que de la vida y de nuestros semejantes nos formamos, desde que entramos en posesión de nuestras propias facultades. Álvaro Obregón

Hablar de la adolescencia es entrar en uno de los periodos de cambios físicos, psicológicos, sexuales y sociales, que enmarcan la vida de los jóvenes como sujetos de derechos en los campos socioculturales en una nación, y el mundo. Sin embargo, la adolescencia sigue siendo un ciclo vital en el que no se reconoce al adolescente como se hace con el niño. Basta con mirar que aún se habla de una población de los “Ados”, expresión mediática que tiende aislar a los individuos jóvenes encasillándolos en un tipo de edad. Lo que ha generado que se establezcan polémicas entre psicólogos, sociólogos y endocrinólogos-neurólogos, que la han limitado a un periodo de edades. Cuando lo oportuno es crear acuerdos que permitan superar este tipo de inconvenientes en pro de considerar al adolescentes desde todas sus dimensiones.


Desde esa perspectiva, la adolescencia es una fase de mutación en la que el adolescente pasa por una serie de enormes cambios vitales para convertirse en adulto, y mientras esto sucede, este adolescente está cargado de angustia o pleno de indulgencia. Es así, como la fase de la adolescencia se prolonga según las proyecciones que los jóvenes reciben de los adultos y la sociedad en cuanto a límites de exploración. Entonces, los adultos deben estar ahí para ayudar a los adolescentes a entrar en las responsabilidades y evitar que se conviertan en sujetos que carecen de criterios a la hora de afrontar distintas problemáticas de un contexto. Asimismo, las personas secundarias juegan un papel importante en la educación de los jóvenes durante este periodo. Aunque no estén encargadas de dar dicha educación, todo lo que hacen puede favorecer la expansión de la confianza en sus fortalezas para superar sus temores o al contrario; estimular el desaliento y la depresión.

Adolescencia y vida sexual

Dolto (1990) menciona el imaginario que tienen los adolescentes que no han asumido una vida sexual a través de la masturbación. Imaginario que asumen ante su incomodidad con la realidad adulta por falta de confianza en sí mismos, donde la masturbación se convierte en su aliciente y a la vez en una trampa, trampa porque descargan nerviosamente y tienen mayor dificultad para asumir la realidad, y vencer esas deficiencias imaginarias que han sido fomentadas por frases inapropiadas. Sin embargo, como esa satisfacción se produce desde la imaginación carece de fuerza para ir en busca de la realidad. En esa medida las relaciones amorosas se convierten en espacios donde los jóvenes pueden experimentar toda clase de sentimientos en pro de una persona que les ayude hacer ellos mismos. Según Dolto (1990), el hecho transcendental que marca la ruptura con el estado de la infancia es la posibilidad de disociar la vida imaginaria de la realidad; el sueño de las relaciones reales. Lo que quiere decir que los adolescentes se conviertan en figuras que permitan construir proyecciones sólidas desde los distintos ámbitos que conforman su vida. Es así como la familia seguirá siendo el eje fundamental en la consolidación de sueños y metas sin olvidar que los adolescentes son los que deciden su caminar.

El adolescente como ser transformador

Finalmente, la adolescencia se convierte en la etapa en la que los adolescentes necesitan aclarar fenómenos cotidianos que les permitan crear proyecciones a futuro. Enmarcadas por el diálogo continuo con sus padres, quienes deberán ser emisores de reflexiones permanentes en favor de la construcción de un joven capaz de transformar su realidad y la del entorno en el que vive. Es decir, que la interacción con los otros juega un papel esencial en la consolidación de la personalidad del adolescente. Interacción que debe darse en la base del respeto que permite aceptar gustos e intereses que ayudan a reconocer características peculiares que tienen los y las adolescentes. Aceptando herramientas indispensables que les posibilitan estructurar su vida, asumiendo que son ciudadanos del mundo que no pertenece sólo así mismo, a su familia, a sus amigos, etc., pues lo que realizan y dicen afectan un colectivo. En ese sentido la familia seguirá siendo un punto de partida en la etapa de la adolescencia. Ese punto de partida deberá consolidarse en el diálogo, el respeto y la confianza, teniendo en cuenta que son jóvenes que están tomando distintas miradas que les permitirá construir la suya. Sin temor hacer juzgados por no continuar con las expectativas que los padres tenían sobre ellos. Todo lo contrario, sus decisiones deberán ser tomadas como materia prima a la hora de afianzarse como sujetos de derechos, capaces de expresar pensamientos y sentimientos a favor suyo y de su comunidad. En otras palabras, reformadores del universo al que están inscritos. La única herramienta clave para que esto sea posible es el proceso de comunicación caracterizado por un aprendizaje recíproco que pone a prueba todos los factores sociales y culturales de los que están permeados adolescentes y padres.

Bibliografía

Dolto, F. (1990). La causa de los adolescentes. Barcelona, S. A. Seix Barral.

https://www.psicoactiva.com


Dar la vida por amor: ¿el amor de pareja es incondicional?


A pesar que este título evoca al amor romántico de pareja, cuando hablamos de amor incondicional en realidad nos referimos al amor de los padres hacia los hijos.


Un estudio que hemos realizado desde el Laboratorio de Neurociencias y Ciencias Sociales (LINSC) de la Escuela sistémica Argentina y la Universidad de Flores evalúa y compara el amor de pareja con el de padres a hijos frente a un dilema: «si tu hijo se puede morir si no le trasplantan un corazón: ¿se lo donarías o no?».

A continuación, explicamos los resultados y reflexionamos sobre su relación con el amor incondicional.

El amor y los tipos de amor

El amor es la emoción que especifica el ejercicio de acciones que implican la aceptación del otro en nuestra vida. Las interacciones basadas en el amor enriquecen y hacen crecer la convivencia, mientras que las interacciones basadas en la agresión destruyen la convivencia porque niegan o descalifican al otro.

Las definiciones de amor varían de acuerdo a la disciplina o modelo al que se adhieran, razón por la cual se encuentran teñidas del subjetivismo propio de los términos abstractos y más a los que aluden al territorio de sentimientos y emociones.

El amor es un fenómeno complejo y como tal se construye mediante diferentes relaciones y por ello es diferente en sí mismo en cada categoría de relación en la que se desarrolle. El amor de padres a hijos, entre hermanos, nietos y abuelos, entre amigos, de hijos a padres, entre cónyuges, etc. es cualitativamente diferente en cada vínculo.

Somos seres amorosos

Si algo nos diferencia del resto de las especies es que somos animales amorosos. Por ejemplo, el amor social es el inherente a la especie humana. Es la emoción que mancomuna la interacción; el amor es un motor o motivador comunicacional.

Somos seres amorosos, hay numerosas pruebas que muestran actos de solidaridad, amor y generosidad entre niños pequeños y entre primates, principalmente en chimpancés y bonobós, como afirman los primatólogos. Esto termina de reafirmarse con el hallazgo de las neuronas espejo como génesis de la empatía.

Este amor social es el amor entre compañeros de trabajo, amigos, colegas. Compete a una estructura bio-cognitivo-emocional de la que se derivan multiplicidad de juegos relacionales de los que surgen, a su vez, sentimientos y se traducen en juegos como alianzas, coaliciones, rivalidades, celos, envidia, etc.

Tal vez, habría que diferenciar el amor social del amor familiar, ya que este tipo de amor entra dentro de lo social, pero interviene en él una variable de una importancia no menor: la biológica, es decir, la herencia y la genética; aunque también hay factores relacionales y cognitivos que se aúnan y que producen efectos identificatorios.

Mientras que el amor conyugal es un amor asociado con los sentimientos. Es un amor complejo que evoluciona o involuciona en el vínculo y que se desenvuelve en el tiempo. En este sentido, el amor se diferencia de la pasión, que resulta más biológica, intempestiva y neuroquímica.

Tras la dificultad de encontrar una definición de amor conyugal y no caer en particularidades subjetivistas, tal vez pueda resultar más sencillo definir pautas de elecciones de pareja patológicas, relaciones fallidas y amores dolientes, en lugar de trazar definiciones sobre el amor saludable propiamente dicho. O sea, a veces, de cara a la falta de definición de un tema determinado, este logra ser explicado por su contrario.

El amor es un sentimiento que emerge poderoso del sistema límbico, que es el área del cerebro donde residen las emociones. El partenaire enamorado siente y convierte en acciones que tratan de ser consecuentes y coherentes con ese sentimiento.

Un ser humano traduce en gestos, movimientos, acciones, palabras o frases -orales y escritas- en la necesidad de hacerle saber al otro ese afecto profundo. Expresar el amor al otro encierra la secreta expectativa de reciprocidad amorosa y complementariedad relacional, que produce en el protagonista el saber que no está solo en el proyecto de la pareja (el amar sin ser amado es una de las causales más frecuentes de la desesperación).

Esta transmisión busca la seguridad. Una utópica seguridad, tanto que la búsqueda de reaseguramiento amoroso hace que se descuide el presente de amor en pos de reafirmar el futuro hipotecándolo. Y ese descuido, posee lamentables consecuencias cuando la mirada preocupada se centra en adelante y no en mientras y durante.

El amor parental

Un amor más emparentado con la emocionalidad y con los aspectos neurobiológicos refiere a la relación de padres hacia hijos: el amor parental. Es un amor que como todo amor no es sencillo de definir y, en general, se describe por las acciones que se realizan y que establecen un barómetro de la intensidad del amor.

El amor parental es un amor biológico, propio de la descendencia de la especie. Es el amor oxitocínico cuidador. Es el amor protector del apego, el amor natural que se desarrolla desde el nacimiento entre las madres y padres con el hijo.

No es lo mismo el amor relacional de los padres hacia los hijos que de los hijos hacia los padres. La profunda incondicionalidad amorosa se muestra desde la parentalidad. Son los padres quienes se ofrecen como protectores incondicionales de los hijos y no a la inversa. Este es el caso de las madres que protegen a hijos que han cometido actos aberrantes, delincuenciales o asesinatos, y que a pesar de todo se hallan al lado de ellos par y par.

Aunque es cierto que las funciones se invierten en la vejez de los padres, donde los hijos se parentalizan -son padres de sus padres-, aunque tampoco en el mismo amor.

Por supuesto, siempre existen excepciones a la regla que exceden etiquetas del manual de enfermedades mentales. Por ejemplo, observamos padres que abandonan, padres que niegan la relación con sus hijos y casos similares.

¿El amor de pareja es incondicional?

Una creencia sostenida en los vínculos amorosos conyugales es la incondicionalidad amorosa con la consecuente jura de fidelidad. Esta creencia forma parte de la mitología relacional de la pareja.

Sin embargo, el amor de pareja resulta condicional, o sea, se encuentra sometido a multiplicidad de condicionamientos: contextuales, evolutivos, estéticos, económicos, sociales, relacionales, políticos, entre otros.

En cambio, el amor parental es el único sentimiento amoroso incondicional. Es el amor de la entrega sin inhibiciones, es el amor por el que se da la vida por los hijos.

El amor incondicional se muestra desde la parentalidad.

Contigo nada de pan y cebolla: resultados de una investigación

Para confirmar la hipótesis de que el amor de pareja es un amor condicional y que la única incondicionalidad amorosa es el amor de los padres hacia los hijos, un equipo de investigadores de Argentina desarrolló una investigación en Buenos Aires que intentó diferenciar el amor paterno y materno-filial en comparación con el amor de pareja, investigando sobre casi 500 personas con parejas estables y con hijos.

La prueba se realizó presentando al padre o la madre el siguiente dilema:

«Estás en la sala de espera de un quirófano en el que se encuentra tu hijo en cirugía, que en ese momento tiene 18 años. El médico cirujano sale del quirófano y te dice:

-«Si a tu hijo inmediatamente no le trasplantamos un corazón no va a sobrevivir, ¿le donas tu corazón: SÍ o NO?».

La segunda opción consistía en repetir la misma consigna, pero con un cambio:

-«Si a tu esposo/a no le trasplantamos un corazón, no va a sobrevivir, ¿le donas tu corazón: SÍ o NO?». «

En ambas opciones se exploraron emociones como angustia, ansiedad, tristeza, culpa, confusión e indecisión, desesperación, indiferencia o frialdad, miedo, enojo o bronca, cariño y amor, entre otras.

Vínculo parental

En lo referente al vínculo parental, se contabilizaron en su mayoría, más del 90% hijos biológicos, 2% hijos adoptados, 7% hijos de la pareja no propios y 1% guarda legal.

Con respecto a los resultados, casi el 93 % donarían el corazón, con porcentajes que no muestran disparidad de género en la muestra (92.2 % hombres, 92.8 % mujeres); lo que ratifica el supuesto acerca del amor incondicional y también desmitifica la creencia de que la maternidad es más altruista que la paternidad.

La investigación mostró que tanto padres como madres son los que dan su vida por los hijos.
La negativa del 7 % restante tuvo que ver con padres y madres de más de tres hijos, que de donar el corazón dejaban huérfanos al resto. Ahora bien, es importante aclarar que la mayoría sintió entregar su propia vida.

Los padres adoptivos y de guarda legal reaccionaron con la misma inmediatez que el resto de los padres biológicos. 

Vínculo conyugal

En contraste, en los resultados ante el dilema que investiga el amor conyugal se observó lo siguiente:

Casi el 44 % sí donarían el corazón, contra un 56 % que no lo donarían. Los tiempos de reacción fueron más largos, puesto que es una decisión que se piensa y se calcula tomando en cuenta las opciones y las posibilidades, más allá del sentimiento.

Un detalle más entre los tantos que arrojó la investigación: los hombres que donaron el corazón a su pareja casi fueron un 70 %, mientras que el porcentaje de las mujeres alcanzó aproximadamente un 35, 2 %.

Así, son varias las hipótesis que se barajan al respecto y que pueden abrir las puertas de nuevas investigaciones. Una de las posibilidades es que las mujeres dan primacía a la maternidad sobre la conyugalidad (si donan el corazón a su pareja dejarían huérfanos de madre a sus hijos). También podríamos inferir que los hombres son más dependientes y aferrados a la conyugalidad que el género femenino.

A nivel neurocientífico, la respuesta al dilema muestra una reacción más amigdalina inmediata (el órgano cerebral de la reacción emocional por excelencia) que no media el pensamiento, sin cálculo, ni razonamientos, por parte de los padres.

En cambio, la respuesta de los cónyuges es producto de la reflexión o del pensamiento y el análisis; es decir, una reacción frontalizada y cortical (el lóbulo frontal es un polo racional y de razonamiento lógico).

Así, esta investigación descubre y confirma la hipótesis inicial: el amor de pareja es condicional y está sometido a múltiples condicionamientos, es un amor que se reflexiona. Por lo tanto, hay que derrocar el dicho contigo pan y cebolla como signo de estar con el otro a toda costa.

En cambio, el amor materno y paterno filial es un amor casi biológico, muestra incondicionalidad en el vínculo y hace elogio a la frase: dar la vida por amor.

Marcelo Rodríguez Ceberio

Atrévete a ser feliz.


miércoles, 25 de septiembre de 2019

No debemos dejarnos sabotear por el subconsciente


Doctor en Biología, investiga el poder del subconsciente en nuestro comportamiento y pensamientos negativos, y en técnicas para «desactivarlo». Bruce H. Lipton es un hombre afable, humilde, al que no se le han subido los humos a la cabeza a pesar del éxito de sus libros, como La biología de la creencia: la liberación del poder de la conciencia, la materia y los milagros.

ENTREVISTA A BRUCE H. LIPTON

¿Hasta qué punto usted se aplica sus teorías?

Hasta el punto de que hace más de 40 años que no voy al médico, ni consumo ningún fármaco. Tengo 71 años y me siento como una flor de primavera.
Enhorabuena. ¿Y cómo lo hace?

Hago todo lo posible para evitar el estrés. El estrés es el responsable del 90% de las enfermedades. Nuestro cuerpo acostumbra a funcionar bien, y el estrés nos desarmoniza.
¿Cómo evita sentirse estresado?

No me preocupo por casi nada. Antes, si algo no funcionaba en mi vida, me ponía ansioso. Pero actualmente, si algo no funciona, mis pensamientos son muy distintos. Pienso que si aquello no tiene que funcionar, o un proyecto no tiene que salir adelante, o ha surgido un imprevisto, es por alguna razón que se me escapa, y que todo está bien.

Todo es como tiene que ser.

Todo es como tiene que ser, y todo es perfecto.

No debemos dejarnos sabotear por los pensamientos negativos, que acostumbran a surgir de nuestra mente subconsciente
Es muy fácil de decir.

Es cuestión de práctica. Se trata de no dejarnos sabotear por los pensamientos negativos, que acostumbran a surgir de nuestra mente subconsciente. Tenemos dos mentes: una mente consciente, creativa, que está conectada con nuestra personalidad, y la subconsciente, que no es creativa y que va repitiendo programas. La mayoría de la gente cree que operan en su vida en base a la mente consciente, pero el 95% de su vida proviene de programas subconscientes que aprendieron durante los siete primeros años de vida. Hasta los siete años somos como videocámaras, lo grabamos todo. Por lo tanto, nuestros programas básicos vienen del comportamiento de los demás. Sobre todo de nuestros padres.
¿Se pueden “desinstalar” algunos de estos programas?

Cada vez hay más técnicas eficaces y rápidas para lograrlo. Yo acostumbro a hablar del método Psych-k porque es el que a mí me ha funcionado. Los estudios de mapeo cerebral revelan que este método induce un estado de unificación cerebral en el que tanto el hemisferio derecho como el izquierdo empiezan a trabajar juntos. Pero hay muchos métodos más, y cada vez más psicólogos que los utilizan.
¿Qué más hace para estar, a sus 71 años, fresco como una rosa?

Yo lo llamo “vivir el cielo en la Tierra”. Cultivo emociones elevadas, como la alegría o el amor, y eso afecta a mis células. No solo a la salud de mis células, sino a su esperanza de vida. Del mismo modo que el estrés o la mala alimentación reducen la esperanza de vida, la gratitud, la actitud positiva, sentirse útil, la alarga. Nuestros telómeros están conectados a cómo vemos nosotros la vida.
Lo más importante debe de ser el amor…

En efecto. Con mi mujer vivo una constante luna de miel. Y eso se traslada a la bioquímica de mi cuerpo. El cerebro es una máquina de mezclar pócimas de amor, provista con un arsenal de neuroquímicos y hormonas. Cultivo emociones elevadas, como la alegría o el amor, y eso afecta no solo a la salud de mis células, sino a su esperanza de vida.
Y cuando se enfada con su mujer, ¿qué hace?

Hace tiempo tomamos la costumbre de reconectar en silencio el uno con el otro mediante el contacto físico (que se toquen nuestras manos, o brazos; o aunque solo sean las rodillas) en lugar de discutir sobre quién tiene razón. Sin importar lo mal que nos sentimos, hay que sentarse juntos sin hablar ni discutir para conectar a un nivel más profundo que el de las palabras. Con mi mujer olvidamos los detalles de la pelea, entramos en contacto el uno con el otro y las cosas se tranquilizan.
Usted sufrió un calvario cuando se atrevió a afirmar que no estamos determinados por nuestros genes.

En aquel entonces, hace 40 años, mis colegas científicos me tildaron de “loco”. Hoy en sus clases enseñan lo que yo descubrí, dicho sea con modestia. Y me dicen: “Bruce, ¿cuándo vas a descubrir algo nuevo?”. De todos modos, lo mejor que pude hacer fue salir de aquella comunidad científica. Aún hoy, desafortunadamente, hay muchos intereses de las compañías farmacéuticas que controlan la investigación.

A las farmacéuticas no les interesa investigar las posibilidades que el propio cuerpo tiene de curarse…

No pueden colocar la energía en una pastilla; no hay nada tangible para vender. Los doctores te dicen: “Toma esa pastilla”; pero no te suelen decir: “Cambia de estilo de vida”. La mayoría de nuestras enfermedades proviene del estilo de vida.
Toquemos madera, pero llegará el día en que enfermará y morirá. ¿Le da miedo la muerte?

El día que muera, si me permite la broma, habrá otro Bruce H. Lipton.
O sea, cree usted en la reencarnación.

En un cien por cien.
Pero usted es un científico.

Le doy la explicación científica. Nuestras células tienen identidad propia. En cada célula hay unas antenas pequeñas, receptores. Los de usted son diferentes de los míos. Hay un show de televisión, como si dijéramos, que se emite desde un lugar que no es mi cuerpo. Mi identidad, mis receptores, captan esta señal que viene de fuera. Cuando naces, eres como una televisión en la que empieza “el show de Bruce H. Lipton”, o “el show de Gaspar Hernández”. Pero cuando mueres, el show no termina. Solo deja de funcionar la televisión.
Cuesta de creer…

Si colocamos algunas de nuestras células a decenas de kilómetros de nosotros, captan exactamente el mismo show. Que no procede de nuestro cuerpo.


Fuente: CUERPOMENTE – https://www.cuerpomente.com/entrevistas/debemos-dejarnos-sabotear-subconsciente_49

Me quiero.





Aquí estoy, frente al espejo, observándome y sintiéndome. Forzando esta situación, que de otra manera, me cuesta tanto… En silencio, me observo a través de la imagen que me devuelve y me veo. Una combinación de lo mismo y lo diferente de cada ser humano, pero siempre auténtica e irrepetible, así eres tú, así soy yo.

Me dispongo a viajar hacia lo más recóndito de mi ser, para sincerarme conmigo y darme todo el amor que tantas veces se me olvida y espero que sean otros los que me lo ofrezcan en mi lugar, decepcionándome porque no sucede de la manera y la forma que yo pretendo.

Y es que, ya lo decía Oscar Wilde “La mejor historia de amor es la que se tiene con uno mismo”

Me quiero como soy

He buscado este momento a solas conmigo para decirme lo que nunca me he dicho y comienzo:

-Me quiero… – me suena raro e indescriptible, pero continúo, será la falta de costumbre y habrá que ponerle más entusiasmo.

-¡Me quiero!

Me quiero porque soy una persona única e irrepetible, no hay nadie como yo, al igual que no hay nadie como tú. Podremos tener algunas cosas en común, pero no somos iguales entre nosotros.

Me quiero, al igual que quiero todo aquello que sale de mi y lo que contengo, aunque haya veces que sea poco consciente.

Me quiero como soy, con mis virtudes y mis defectos, mis cualidades potenciales y aquellas que aun tengo que pulir.

Me quiero a mí, y con ello van implícito, que quiero a todo mi cuerpo, como es y lo que puedo hacer con él. Lo que percibo, lo que escucho, lo que siento, lo que saboreo y lo que huelo.

También quiero a mi mente, a todos los pensamientos que se originan en ella y los sentimientos que nacen, cualesquiera que sean.

Me quiero y me acepto, para así poder dar paso a conocerme de la forma más sincera y sutil que puedo. Y así, poder buscar las soluciones con esperanza y valor, para cada una de mis dificultades, si es que se puede, sino acepto las posibilidades infinitas que la vida me quiera presentar.

«El amor propio es la fuente de todos los amores.»
-Pierre Corneille-

Quererse como aprendizaje

Al quererme, he aprendido a ver las crisis y los problemas como oportunidades, no como estancamientos. Observo lo que sucede, lo que pienso y cómo me siento, y luego me gusta hallar el aprendizaje que contienen, responsabilizándome de ello.

Me quiero, y por ello sé que dentro de mí se encuentran todos los recursos e instrumentos que necesito para sobrevivir. Solo tengo que descubrirlos, más allá de mis resistencias, y si no los encuentro, los aprendo.

Me quiero y quiero a mis emociones. A la alegría, la culpa, la tristeza, el miedo, a todas las que experimento porque sé que cada una de ellas me está indicando algo para seguir conociéndome, para seguir trabajándome y experimentado la vida.

Me quiero, no solo a mí, sino también a mis sueños, ilusiones, esperanzas y retos. Soy consciente de que todo forma parte de mi ser. Mis aciertos, pero también mis errores; quizás no podía hacerlo de otra manera debido a mis circunstancias, pero siempre puedo buscar alternativas si la situación lo requiere.

Me quiero y por ello no me comparo, porque no me sirve de nada. Comparar personas o situaciones resulta inservible. Ni yo he pasado por lo que tu has vivido ni tu por lo mío, y desde ahí puedo decir que las situaciones por lo tanto, son diferentes. Cada uno las vive desde sus experiencias.

Me quiero, aún sé que hay aspectos que no conozco de mí misma, pero estoy dispuesta a descubrirlos y a construirlos.

Me quiero, de la forma más sincera y real que existe, incondicionalmente. Por ello me cuido, me perdono y me permito disfrutar de mí misma.

Me quiero y cuando me quiero, puedo quererte a ti, a él, a ella y al resto…

Gema Sánchez Cuevas

Atrévete a ser feliz.


lunes, 23 de septiembre de 2019

Bloquear experiencias por miedo a sufrir


Poner barreras y bloquear experiencias es una de las estrategias habituales que usamos para evitar el malestar que estas nos generan. La mente humana moderna ha evolucionado, más que para hacernos sentir bien, para ayudarnos a sobrevivir a los peligros.


Hace cien mil años, las necesidades esenciales de las personas eran la comida, el techo y la posibilidad de reproducirse, claro que nada de esto tiene mucho sentido si estamos muertos. Por tanto, la prioridad de nuestro cerebro era buscar aquello que pudiera hacernos daño y evitarlo.

En psicología a esto se le denomina reforzamiento negativo. Se trata de un fenómeno que explica por qué evitar las consecuencias desagradables o peligrosas es una conducta que se ha mantenido en nuestro repertorio.

Evitamos constantemente el miedo

Quien no arriesga, ni sufre ni pierde, y es muy difícil que gane. Así, las personas nos estancamos, nos conformamos y aprendemos a adaptarnos intentando evitar el inevitable miedo. Por ejemplo, tendemos a bloquear experiencias por miedo a sufrir, ignorando que ese miedo que tratamos de esconder buscará formas alternativas de manifestarse.

Esto no quiere decir que repudiemos el miedo. Es una emoción básica que nos ayuda a identificar y responder ante amenazas. Partimos de la base de que, si queremos vivir una vida plena, tendremos que aceptar al miedo en nuestra paleta de emociones.

En este sentido, un miedo muy común es el temor al dolor. El miedo al dolor nos conduce a evitar situaciones que lo provocan. Lo que ocurre, es que nuestra mente no siempre es buena separando lo que crea nuestra imaginación de lo que sucede en realidad. Por contra, la buena noticia es que con entrenamiento cognitivo podemos mejorar en este sentido.

«Para las fronteras de miedos, pasaporte de ganas».
-Raquel Beck-

Bloquear experiencias y la ilusión de control

Russ Harris, en su libro la trampa de la felicidad, explica, desde la base de la terapia de aceptación y compromiso, cómo intentamos controlar nuestras emociones y la ilusión de control en la que, por el camino, podemos caer. Los pensamientos, emociones y sensaciones físicas tienen mucho menos poder del que les otorgamos.

Algunas personas tienden a bloquear experiencias que generan malestar porque les hacen volver sobre recuerdos dolorosos, generando por el camino una buena dosis de ansiedad. Sin embargo, esta solución es más un parche o una tirita que una forma de afrontamiento efectivo. Nos puede rescatar en un momento dado, igual que la negación, pero como estrategia sistemática y estable en el tiempo es un seguro de sufrimiento (sí, ese que pretenden evitar).

«El que mira afuera sueña, el que mira adentro despierta».
– Carl Gustav Jung-

Estrategias de control habituales

Tenemos por un lado las estrategias de huida, que nos llevan a escapar o resguardarnos de determinados eventos privados.

Resguardarse o escapar de situaciones o actividades que podrían causarnos pensamientos o sentimientos desagradables. Por ejemplo, abandonar una reunión social con el fin de evitar sentimientos de ansiedad.
Distraernos de nuestros pensamientos y sensaciones, poniendo nuestra atención en otro lado. Por ejemplo, si estamos aburridos o ansiosos, comer un helado o salir de compras. Si estamos preocupados por un examen, pasarnos la tarde viendo la televisión.
Desconectar o insesibilizarnos, para lo que intentamos olvidar nuestros sentimientos y pensamientos; casi siempre usando alguna medicación, drogas o alcohol.
Por otro lado, están las estrategias de lucha que suponen luchar contra los eventos privados e intentar dominarlos.

Suprimir directamente los sentimientos y pensamientos indeseados. Ocurre cuando expulsamos a la fuerza los pensamientos inoportunos que llegan a nuestra mente o los empujamos a lo más profundo de nosotros.
Discutir con nuestros propios pensamientos e intentar racionalizarlos.
Intentar hacernos cargo de nuestros pensamientos y sentimientos. Por ejemplo, cuando nos decimos a nosotros mismos «¡anímate!»
Intentar obligarnos a nosotros mismos a sentirnos de otra manera. Por ejemplo, cuando nos culpabilizamos o nos criticamos.
Un trabajo habitual en psicoterapia es tomar consciencia de su uso y buscar otras formas más adecuadas de gestionar nuestras emociones, pensamientos y sensaciones físicas.

«Hay dolores que matan, pero los hay más crueles, los que nos dejan la vida sin permitirnos jamás gozar de ella».
-Antonie L. Apollinarie Fée-

La diferencia entre poner límites y bloquear experiencias.

En mayor o menor medida, todos utilizamos métodos de control para gestionar el malestar. El problema no es su uso, sino el abuso o mal uso; cuando los usamos en momentos en los que no funcionan o cuando su uso manipula, de manera errónea, nuestra escala de prioridades. Esta viñeta de Domm Cobb refleja cómo estrategias similares pueden proyectar al futuro situaciones muy diferentes.

Pero, ¿ocurre siempre esto? Hemos de decir que este grado de control va a depender del tipo de experiencia que nos aceche en cada momento y de la importancia que tenga para nosotros. Cuando nuestros pensamientos son menos intensos, gozamos de un mayor control que cuando son turbadores. Igual que también tendremos mayor control cuando tendemos a bloquear experiencias que no son demasiado importantes para nosotros.

Poner límites saludables en nuestro mundo interior es recomendable para mejorar la gestión de nuestro mundo interno. En este sentido, es clave trabajar en nuestro autoconocimiento.

Además un aspecto psicológico a tener en cuenta y que nos puede ayudar a construir una vida con sentido es aprender a experimentar lo que la vida nos ofrece sin evaluar y juzgar constantemente, adoptando una postura de aceptación.

Rocío García Garzón

Atrévete a ser feliz.