De hecho, según recoge The Guardian, es uno de los temas más buscados en Google, que recibe millones de consultas acerca de las rupturas de pareja. Según estos datos, un gran número de personas tienen dudas acerca de este asunto y se hacen preguntas que intentan responder con la ayuda del famoso buscador.
Realmente, ¿por qué nos sentimos tan confusos a la hora de dar el paso a terminar con la pareja? ¿Qué podemos hacer o de dónde sacar la fuerza para dar ese paso que termine con la relación?
Quiero romper mi relación, ¿por qué no doy el paso?
Miedo a la soledad
El miedo a la soledad es una emoción frecuente en los seres humanos; de este modo, sigue siendo el sostén de muchas relaciones. A nadie le gusta sentir la soledad de no tener con quien compartir el día a día.
Por ello, algunas personas prefieren seguir manteniendo la relación, aunque no les aporte nada positivo… antes que sentirse solos.
Fantasías acerca de relación
El deseo de que todo vuelva a ser como antes, de seguir intentándolo por si se produce un cambio, es otra de las razones por las que seguimos en una relación en la que no estamos seguros de querer estar.
Quienes viven en continuas fantasías se plantean: «quiero romper mi relación porque en el escenario actual no soy feliz, pero tengo la esperanza de que todo vuelva a ser como antes».
Evitar afrontar el sufrimiento y/o el cambio
El proceso de ruptura, con independencia de las circunstancias, suele ir acompañado de emociones poco placenteras: tristeza, angustia, culpa, malestar, miedos… De tal modo que, en muchas ocasiones, la relación solo sigue adelante porque la persona no conoce o no quiere poner en práctica otra estrategia de afrontamiento ante ese dolor anticipado.
A su vez, terminar una relación conlleva ciertos cambios agregados, sobre todo en personas que conviven juntas o que comparten elementos en otros planos (mismo grupo de amigos, trabajar en el mismo lugar…).
Romper significa cambiar patrones en circunstancias ajenas a la relación, lo cual motiva que se posponga la ruptura, evitando así los cambios derivados.
«El fracaso es parte de la vida; si no fracasas, no aprendes y si no aprendes no cambias».
-Paulo Coelho-
Deseo de no hacer daño
El malestar de la otra persona al romper es otra de las consecuencias que se desean evitar, pero que no siempre es posible hacerlo, puesto que, en muchos casos, el proceso y las emociones derivadas del mismo son necesarios.
En realidad, el hecho de sentir malestar será la fuerza motivadora para superarlo y empezar una nueva etapa. Todo cambio requiere una adaptación y una aceptación de lo que ha pasado.
«Detrás de cada mala etapa, de cada fracaso y de cada ruptura, aparecen nuevas oportunidades para ser felices».
Dependencia emocional
Según la escritora, Sue Patton Thoele, la dependencia emocional consiste en una necesidad afectiva hacia la otra persona, de la cual depende nuestro bienestar, sacrificando lo que realmente queremos y necesitamos por el miedo a ser rechazados o abandonados. Ser emocionalmente dependientes nos pone a merced de esa persona, imponiendo unos límites que nos hacen demasiado vulnerables.
Por lo tanto, cuando somos emocionalmente dependientes, dejamos de lado nuestro «yo» para complacer a la pareja que se convierte en el centro de nuestras vidas, depositando así en el otro la llave de nuestro bienestar.
Tal es la dependencia emocional que se puede producir con una pareja que se convierte en un freno importante en muchos procesos de ruptura.
Además, la dependencia emocional suele darse en relaciones consideradas como tóxicas, en la cual existe un apego ambivalente caracterizado por un vaivén de emociones negativas (ej: descalificaciones, evaluaciones negativas) para una posterior reconciliación idílica, por la que «todo vuelve a ser maravilloso».
Así la persona dependiente anticipa esa reconciliación, esperando a que se vuelva a producir, girando la rueda de un círculo vicioso y siendo incapaz de romper ese vínculo.
¿Cómo dar el paso a romper mi relación?
Aceptar y aprender a soltar
Intentar luchar por una relación que ya no da más de sí no nos beneficia en absoluto: es el momento de aceptar la situación y de aprender a soltar, de facilitar ese punto y final para comenzar a reconstruirnos y pasar página.
Atrévete a dar el paso
Cuestiónate, «¿estoy posponiendo el final de mi relación cuando en realidad no veo un futuro juntos?». Si la respuesta es afirmativa, quizás ha llegado el momento de escribir ese punto y final. Recuerda que a la larga probablemente esta ruptura suponga una nueva oportunidad para alcanzar ese bienestar perdido.
«En resumen, una relación de pareja aporta a nuestra vida aspectos positivos y nos ayuda a ser la mejor versión de uno mismo. Eso no quiere decir que la relación sea perfecta, si no que nos ayuda a crecer y nos suma. No merece la pena seguir manteniendo una relación que no nos suma sino que, por el contrario, nos resta».
Laura Rodríguez
Atrévete a ser feliz.
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