¿Conocemos realmente qué ocurre en nuestra mente? ¿Nos conocemos a nosotros mismos? ¿Sabemos controlar aquello que pasa dentro de nosotros para que no afecte de manera negativa a los que nos rodean? ¿Sabemos realmente qué sentimos y cómo lo sentimos en cada momento? Conocer nuestras emociones reprimidas, será nuestra arma más poderosa para saber y entender nuestro comportamiento.
Gracias a la neurociencia, desde finales del siglo XX se comenzó a resolver y a descubrir los circuitos neuronales y el funcionamiento del cerebro en relación a las emociones. Nuestra forma de sentir cobró la importancia que merecía, las emociones ya no eran simples reacciones automáticas sino que empezaron a tomar relevancia en el ámbito científico a la hora de estudiar el comportamiento humano.
En ese momento comenzó a cobrar fuerza la idea de que era realmente necesario comenzar a instruir a la sociedad en la habilidad de identificar, comprender y gestionar las emociones para evitar que se conviertan en emociones reprimidas que guíen nuestro comportamiento.
“Cada emoción reprimida dejará de manera sigilosa su impronta en nuestro comportamiento a través de patrones emocionales que deciden por nosotros”.
-Elsa Punset-
Es por ello que en la actualidad se da tanta importancia a conocer nuestras emociones reprimidas, ya que implica conocernos a nosotros mismos y darnos la oportunidad de identificar qué ocurre en nuestro interior para gestionarlo y actuar a favor de lo que sentimos.
Comprender las emociones reprimidas es conocer nuestra identidad
Conocer qué ocurre en nosotros es conocerse a uno mismo. Las emociones reprimidas son las que no queremos escuchar o a las que les damos vaga importancia; sin embargo, son las que más fuerza toman y las que acaban liderando nuestros comportamientos y nuestros pensamientos.
“Lo que niegas te somete. Todo lo que nos sucede, entendido adecuadamente, nos conduce a nosotros mismos”.
-Carl G.Jung-
Conocer nuestras emociones nos da la oportunidad de saber por qué actuamos de una forma u otra. Cada uno filtra las situaciones en función de sus sentimientos, es por ello que cada uno actúa de una forma diferente. Nuestras experiencias nos llevan a ver el mundo de una forma especial y única. Cada situación genera en nosotros una emoción distinta y es por ello que conocernos nos lleva a comprender el cómo actuamos.
Cuando reprimimos emociones como la ira, cuando nos dejamos llevar por el miedo, cuando no nos permitimos estar tristes, cuando la venganza ha tomado fuerza o el dolor es el que habla, estamos dando paso a un funcionamiento independiente de las emociones no gestionadas y no manejadas, y será ahí cuando hablen por sí mismas a través de nuestras acciones.
Un estudio realizado por la Universidad de Stanford acerca de las emociones, desveló que aquellos individuos con tendencia a reprimir sus sentimientos, reaccionaban con una activación fisiológica mucho mayor ante situaciones desencadenantes que otros que, por ejemplo, mostraban ansiedad o ira.
Por esta razón es también normal que aquellos individuos que no expresan sus sentimientos o tengan más dificultad para hacerlo, presenten más problemas somáticos como tensiones musculares, dolores de cabeza, reacciones dermatológicas o enfermedades más complicadas. Sus emociones se tornan y encuentran la vía de canalización por métodos menos funcionales para nosotros.
La memoria de nuestro cuerpo y nuestra mente
A veces nos enfrentamos a situaciones y reaccionamos de forma que nos sorprende. Esto ocurre por la memoria de nuestras experiencias, las cuales integramos unas veces de manera consciente y, otras, de forma inconsciente. Cuando reprimimos emociones no filtramos y permitimos que se cuelen en nuestra memoria sin darnos cuenta.
Nuestro trabajo aquí es conocer qué ocurre y qué sentimos en cada momento. Si no sabemos identificar las emociones, luego no podremos gestionarlas y manejarlas. Por ello el primer paso será atender a las emociones y darles voz cuando pidan hablar. Si no realizamos este paso, estaremos reprimiendo y dejando que actúen en solitario y de forma autónoma.
Cuando conocemos qué está ocurriendo es cuando podemos dar forma y entender por qué sucede así. En el momento en el que escuchamos, estamos en disposición de comprender y manejar nuestro comportamiento, para así actuar de una forma integrada y comprensible. Realmente, solo cuando damos voz a las emociones reprimidas, damos el paso para conocer nuestra verdadera identidad.
Adriana Díez
En ese momento comenzó a cobrar fuerza la idea de que era realmente necesario comenzar a instruir a la sociedad en la habilidad de identificar, comprender y gestionar las emociones para evitar que se conviertan en emociones reprimidas que guíen nuestro comportamiento.
“Cada emoción reprimida dejará de manera sigilosa su impronta en nuestro comportamiento a través de patrones emocionales que deciden por nosotros”.
-Elsa Punset-
Es por ello que en la actualidad se da tanta importancia a conocer nuestras emociones reprimidas, ya que implica conocernos a nosotros mismos y darnos la oportunidad de identificar qué ocurre en nuestro interior para gestionarlo y actuar a favor de lo que sentimos.
Comprender las emociones reprimidas es conocer nuestra identidad
Conocer qué ocurre en nosotros es conocerse a uno mismo. Las emociones reprimidas son las que no queremos escuchar o a las que les damos vaga importancia; sin embargo, son las que más fuerza toman y las que acaban liderando nuestros comportamientos y nuestros pensamientos.
“Lo que niegas te somete. Todo lo que nos sucede, entendido adecuadamente, nos conduce a nosotros mismos”.
-Carl G.Jung-
Conocer nuestras emociones nos da la oportunidad de saber por qué actuamos de una forma u otra. Cada uno filtra las situaciones en función de sus sentimientos, es por ello que cada uno actúa de una forma diferente. Nuestras experiencias nos llevan a ver el mundo de una forma especial y única. Cada situación genera en nosotros una emoción distinta y es por ello que conocernos nos lleva a comprender el cómo actuamos.
Cuando reprimimos emociones como la ira, cuando nos dejamos llevar por el miedo, cuando no nos permitimos estar tristes, cuando la venganza ha tomado fuerza o el dolor es el que habla, estamos dando paso a un funcionamiento independiente de las emociones no gestionadas y no manejadas, y será ahí cuando hablen por sí mismas a través de nuestras acciones.
Un estudio realizado por la Universidad de Stanford acerca de las emociones, desveló que aquellos individuos con tendencia a reprimir sus sentimientos, reaccionaban con una activación fisiológica mucho mayor ante situaciones desencadenantes que otros que, por ejemplo, mostraban ansiedad o ira.
Por esta razón es también normal que aquellos individuos que no expresan sus sentimientos o tengan más dificultad para hacerlo, presenten más problemas somáticos como tensiones musculares, dolores de cabeza, reacciones dermatológicas o enfermedades más complicadas. Sus emociones se tornan y encuentran la vía de canalización por métodos menos funcionales para nosotros.
La memoria de nuestro cuerpo y nuestra mente
A veces nos enfrentamos a situaciones y reaccionamos de forma que nos sorprende. Esto ocurre por la memoria de nuestras experiencias, las cuales integramos unas veces de manera consciente y, otras, de forma inconsciente. Cuando reprimimos emociones no filtramos y permitimos que se cuelen en nuestra memoria sin darnos cuenta.
Nuestro trabajo aquí es conocer qué ocurre y qué sentimos en cada momento. Si no sabemos identificar las emociones, luego no podremos gestionarlas y manejarlas. Por ello el primer paso será atender a las emociones y darles voz cuando pidan hablar. Si no realizamos este paso, estaremos reprimiendo y dejando que actúen en solitario y de forma autónoma.
Cuando conocemos qué está ocurriendo es cuando podemos dar forma y entender por qué sucede así. En el momento en el que escuchamos, estamos en disposición de comprender y manejar nuestro comportamiento, para así actuar de una forma integrada y comprensible. Realmente, solo cuando damos voz a las emociones reprimidas, damos el paso para conocer nuestra verdadera identidad.
Adriana Díez
La educacion en este mundo es basicamente reprimir todo y comenzamos por las madres las primeras represoras
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