Creer que es posible deprimirse sin razón suele ser devastador
Algunas
personas afirman que están deprimidas sin razón porque no son capaces de
detectar un suceso en sus vidas que haya causado esa tristeza y apatía. Se
trata de una situación muy confusa, tanto para la persona como para sus
familiares, quienes no entienden la causa de la depresión.
De hecho, en
todos los trastornos y enfermedades, comprender su origen nos ayuda de cierta
forma a darle un sentido a lo que nos ocurre. Identificar y comprender la causa
de la depresión nos brinda una mayor sensación de control porque todo tiene
cierta lógica. No saber por qué han aparecido los síntomas depresivos genera
una profunda sensación de indefensión, creemos que estamos a merced de las
circunstancias y que, por ende, no podemos hacer mucho para combatir la depresión y
dejar atrás los síntomas.
Sin embargo,
uno de los principales errores que cometemos consiste en no conocer las diferencias entre la tristeza y
la depresión. La tristeza es una emoción que surge como respuesta a
alguna circunstancia o pensamiento, mientras que la depresión es un trastorno
que implica sentirse triste pero también va acompañado de otros síntomas que
generan un gran malestar y discapacidad para realizar las tareas de la vida
cotidiana. Esto significa que la depresión no es un problema reactivo, por lo
que no siempre es posible encontrar una causa en el medio que la explique.
Depresión endógena vs. Depresión exógena
En la década
de 1980 se hacía referencia a dos tipos de depresión de carácter antagónico: la
depresión endógena y la exógena. La principal diferencia radicaba precisamente
en las causas del trastorno. La depresión endógena estaba causada por factores
internos, desde un desequilibrio neuroquímico hasta patrones de pensamiento
recurrentes negativos. En la depresión exógena, también conocida como depresión
reactiva, se podía encontrar un desencadenante en la vida de la persona, como
la pérdida del trabajo, una ruptura de pareja o la muerte de un ser querido.
Sin embargo,
esta separación no es muy útil para comprender las causas de la depresión
puesto que, de una forma u otra, en la aparición y consolidación de este
trastorno siempre confluyen factores internos y externos. La depresión es un
trastorno multicausal, lo cual significa que influyen tanto las características
de personalidad como los recursos de afrontamiento de la persona, la bioquímica
cerebral y los eventos estresores.
Eso
significa que, aunque algunas personas piensen que están deprimidas sin razón,
en realidad lo que ocurre es que no conocen las causas y no pueden identificar
el evento estresor.
¿Por qué algunas personas no pueden encontrar el suceso desencadenante?
Cuando una
persona piensa que está deprimida sin razón, en realidad lo que quiere decir es
que no puede hallar el suceso desencadenante. El factor desencadenante,
detonante o precipitante, como también se le conoce en el ámbito de la
Psicología, es simplemente la gota que colma el vaso.
Sin embargo,
para que ese factor desencadenante cause una depresión, es necesario que la
persona ya posea factores predisponentes. Son aquellos que se encuentran en la
base y nos hacen más vulnerables a deprimirnos, como puede ser una historia
familiar de depresión, en cuyo caso se habla de una predisposición biológica.
No obstante, también puede ser la tendencia al pesimismo y el neuroticismo o haber
estado expuestos durante los primeros años de vida a una serie de eventos
adversos.
El problema
es que cuando existen esos factores predisponentes, el evento precipitante
puede ser prácticamente cualquier cosa, a veces tan intrascendente que la
persona ni siquiera toma nota mental de ella. Incluso se ha apreciado que los
cambios en el estado del tiempo pueden detonar la depresión, cuando ya existe
una predisposición a la misma. En práctica, ese suceso desencadenante es la
pequeña chispa que activa el “cortocircuito” en un cerebro que no funciona como
debería.
En otros
casos, como en el trastorno depresivo recurrente (distimia), a la persona
también le resultará difícil detectar el suceso desencadenante de la última
crisis depresiva, generalmente porque se ha instaurado un patrón de respuesta
depresivo que se puede activar fácilmente con cualquier suceso al que se
exponga.
Fuente:
APA
(2014) Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Madrid:
Editorial Médica Panamericana.
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