El karma provee sentido de continuidad a una falsa
serpiente. El karma primigenio nace simultáneamente
a la dualidad primigenia; tanto karma como individualidad son
eventos simultáneos. El “yo” persiste en el tiempo y el espacio gracias
al karma; sin karma no habría “yo” ni sentido de
diferenciación objeto-sujeto en la mente. Maya imprime a la
vida el acto ilusorio; el karma otorga permanencia a la falsa
creación.
Maya implica el nacimiento del “yo”, karma implica
la permanencia del “yo”. Mientras cualquier acción mental o física se realice
bajo la presencia egoica, dicha acción llevará implícita una consecuencia. La
presencia del “yo” en la acción genera un sentido de apetencia del fruto de la
acción y el sentido de pertenencia del acto realizado. Por ello, para
desdibujar el karma y dar término a maya, se apela
a realizar la acción sin ninguna mira egoísta y evitando todo fruto en la
acción. Este es el sendero del dharma, el camino que convierte la
acción en liberación.
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