¿Cuántas veces nos ha ocurrido
algo parecido? Pasamos gran parte de nuestra vida planeando aquello que deseamos alcanzar,
esperando en ocasiones aspectos casi inalcanzables, cuando de pronto, la
cotidianidad perfila con su armonía de siempre algo casual que nos complace y
nos llena de felicidad.
Muchas veces pensamos que la
vida nos dice “NO” a algo, cuando en realidad, sólo nos pide que esperemos, que
esperemos un poco más…
Si lo pensamos bien, nos
cuesta mucho tener que aguardar ese instante en que por fin, la vida
da esa vuelta de sentido y se acuerda de nosotros para arroparnos en forma de
suerte, de aliento, de calor y esperanza.
Puede que te traiga ese sueño profesional en el que tanto has invertido,
es posible que por fin, aparezca esa persona que encaja en tus esquinas y
construye el puzzle de tus felicidades. Son muchas las cosas que soñamos, las
cosas por las que somos pacientes y nos desesperamos…
No obstante, ten en cuenta
algo: no solo lo que guste traerte la vida será finalmente bueno, entiende
que la espera también ha merecido la pena, porque es vida vivida. Y
ello, siempre es importante.
Esperé tanto que me cansé de
quererte
En ocasiones esperamos tanto
de las personas que sólo encontramos decepciones. Quizá por ello, hay quien suele decirse aquello de que para
evitar sufrir es mejor
no esperar nada de nadie, y esperarlo todo de nosotros mismos. Aunque
hay matices en esta frase que deben concretarse.
Esperar siempre valdrá la pena
siempre y cuando la otra persona esté luchando también para llegar hasta ti. Si
no es así, tal vez sea el momento de acabar con esa espera sin sentido.
Ahora bien, también hemos de
tener claro un aspecto: las personas tenemos derecho
también a esperar lo mejor de las personas que amamos. Sencillamente,
porque creemos en la reciprocidad, en el hecho de que si yo doy afecto y
dedicación, tengo derecho a recibir lo mismo.
·
Aguardar a que los demás
actúen de acuerdo a nuestras expectativas responde a una necesidad mínima de
control en nuestro día a día y en nuestras relaciones sociales y afectivas.
·
Saber cómo nos van a tratar, o
dar por sentado que las personas queridas nos aman, nos respetan y se preocupan
por nosotros nos evita esa incertidumbre en la que nos sería tan complicado
vivir si no tuviéramos esas raíces, esa seguridad emocional.
·
Quizá por ello, en ocasiones,
es frecuente que aparezca una decepción, en especial cuando se da aquello que
uno no espera: la mentira, la frialdad, la despreocupación o
la distancia.
A veces esperamos cosas que
nunca llegan a darse del todo. Es
común, por ejemplo,enamorarse de alguien hasta que nos damos cuenta
que esa persona, en realidad, nunca fue como pensábamos.
Los sueños se desvanecen, se apagan. No obstante, más tarde llega la
magia de la casualidad y nos trae a otra persona, a alguien que no esperábamos
y que nos regala una felicidad sincera y plena.
No esperar nada también te da
libertad
No esperar nada te da libertad, no cabe duda. No obstante, ello
no quiere decir en absoluto que no tengamos derecho a hacer planes o a esperar
esa reciprocidad de la que antes te hablábamos. Son aspectos
positivos, necesarios y sin duda recomendables.
No esperar nada, en ocasiones,
nos ofrece la capacidad de poder soltar, de dejar de aferrarnos a lo que no
puede ser y volar más alto para tocar las estrellas y permitirnos que la vida,
simplemente, nos sorprenda una vez más.
Sabemos que no es fácil asumir esa actitud donde dejamos de esperar determinadas cosas. Para ello, y para entender un poco mejor esta perspectiva tan sutil, seguro que te será de ayuda estas dimensiones en las cuales, reflexionar:
Sabemos que no es fácil asumir esa actitud donde dejamos de esperar determinadas cosas. Para ello, y para entender un poco mejor esta perspectiva tan sutil, seguro que te será de ayuda estas dimensiones en las cuales, reflexionar:
“Hubo épocas en las que esperé
tanto de determinadas personas que acabé frustrado/a y
con ganas de alejarme de todo y de todos.”
·
Estamos seguros de que esta
frase te es familiar. La gran mayoría hemos pasado por esta situación, y de
ahí, que fuera necesario en primer lugar recordarnos que no vale la pena pagar
al mundo, y menos a ti mismo, con la misma moneda. No sufras más de lo
que debes.
·
Dejar de esperar te va a
ofrecer mayor libertad en el día a día, te va a aportar calma y vas a permitir
que las cosas surjan de modo natural, como deben.
·
Siempre será mucho mejor
no establecer grandes expectativas sobre las cosas, y aún
menos sobre las personas. Deja que surjan solas, deja que quien te rodee se
muestre tal y como es sin tú esperar nada, sólo así, descubrirás quien te
merece y quien no.
Permite que tus relaciones
disfruten a partir de ahora de mayor confianza y libertad. Cuando dejas de
esperar cosas, las cosas surgen por sí solas y no inviertes tanta energía negativa (preocupaciones, ansiedad). Quien te quiere, te buscará y no tendrás que esperar.
Cuando ya no esperé nada de ti me di cuenta de que mis manos no estaban
tan vacías como creía, y que dejarte ir me permitió crecer, y ser yo mismo/a de
nuevo.
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