Ser capaces de
olvidar algo puede ser beneficioso cuando se trata de experiencias
desagradables, de hechos pasados tristes o de acontecimientos cuyo recuerdo nos
hace sentir mal de un modo u otro.
El problema es
que esforzarnos por olvidar algo puede traer a veces consecuencias negativas.
Es cierto que podemos contener un impulso motor (por ejemplo, no recoger un
objeto que nos lanzan), pero el deseo de recogerlo seguirá apareciendo. Es
decir, aparece el impulso, aunque controlemos el comportamiento. Del mismo
modo, los recuerdos pueden seguir apareciendo por mucho que nos esforcemos por
olvidar. Sabemos también que a menudo las emociones reprimidas u “olvidadas” se
acaban.
Diferencia entre represión y olvido
Los sujetos del
experimento se entrenaban para olvidar datos neutros, lo cual no es lo mismo
que tratar de olvidar sucesos traumáticos o emocionalmente perturbadores.
Olvidar no es lo mismo que reprimir. El olvido es más bien un “dejar pasar”,
una falta de interés en algo, es la consecuencia de no prestar atención a algo
porque no te apetece, no te interesa o te aburre. Esa falta de interés y de
atención acaba trayendo consigo el olvido de manera natural.
En cambio,
cuando tratamos de reprimir algo, de forzarnos a olvidar algo perturbador o
traumático, estamos haciendo todo lo contrario. Se trata de algo que capta
nuestra atención al 100% dada su intensidad, no es algo que “resbala” sobre
nosotros por falta de interés, sino que más bien se adhiere a tu cabeza y te
arrancas, a veces con desesperación o con violencia. Tratar de reprimir algo no
es, por tanto, una falta de atención por desinterés, sino más bien una atención
intensa que no se sostiene sino que se rompe, se interrumpe violentamente
porque sientes que no lo soportas, porque no lo quieres soportar, no lo quieres
ver y no lo quieres sentir. Esto no produce olvido sino que tiene el efecto
contrario: le da más fuerza al recuerdo.
Dos mecanismos para olvidar
Por
tanto, el mecanismo que utilizamos para olvidar sucesos neutros no puede ser el
mismo que el utilizamos para olvidar sucesos perturbadores o traumáticos. Para
olvidar un suceso neutro o no demasiado perturbador, puede bastar con esforzarse
para olvidar y, como demostraron los investigadores, cuando más veces lo hagas,
más fácil te resultará olvidar definitivamente. Es una estrategia que puede
servir de gran ayuda para olvidar ciertos acontecimientos que no te generan un
excesivo malestar.
Dos mecanismos para olvidar
Por tanto, el
mecanismo que utilizamos para olvidar sucesos neutros no puede ser el mismo que
el utilizamos para olvidar sucesos perturbadores o traumáticos. Para olvidar un
suceso neutro o no demasiado perturbador, puede bastar con esforzarse para
olvidar y, como demostraron los investigadores, cuando más veces lo hagas, más
fácil te resultará olvidar definitivamente.
Es una estrategia que puede servir de gran
ayuda para olvidar ciertos acontecimientos que no te generan un excesivo
malestar.
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