martes, 10 de octubre de 2017

Cómo puedo controlar mi memoria y no olvidarme de ciertas cosas. Por Sisi Chu.


Podemos controlar nuestra memoria del mismo modo como podemos controlar nuestros impulsos motores (por ejemplo, controlar el impulso de recoger un objeto que nos lanzan) y conseguir olvidar lo que queremos olvidar.Los electroencefalogramas mostraron que al intentar olvidar se activaban en el cerebro las mismas partes que se activan cuando contenemos un impulso motor.
Ser capaces de olvidar algo puede ser beneficioso cuando se trata de experiencias desagradables, de hechos pasados tristes o de acontecimientos cuyo recuerdo nos hace sentir mal de un modo u otro.
El problema es que esforzarnos por olvidar algo puede traer a veces consecuencias negativas. Es cierto que podemos contener un impulso motor (por ejemplo, no recoger un objeto que nos lanzan), pero el deseo de recogerlo seguirá apareciendo. Es decir, aparece el impulso, aunque controlemos el comportamiento. Del mismo modo, los recuerdos pueden seguir apareciendo por mucho que nos esforcemos por olvidar. Sabemos también que a menudo las emociones reprimidas u “olvidadas” se acaban.
Diferencia entre represión y olvido
Los sujetos del experimento se entrenaban para olvidar datos neutros, lo cual no es lo mismo que tratar de olvidar sucesos traumáticos o emocionalmente perturbadores. Olvidar no es lo mismo que reprimir. El olvido es más bien un “dejar pasar”, una falta de interés en algo, es la consecuencia de no prestar atención a algo porque no te apetece, no te interesa o te aburre. Esa falta de interés y de atención acaba trayendo consigo el olvido de manera natural.
En cambio, cuando tratamos de reprimir algo, de forzarnos a olvidar algo perturbador o traumático, estamos haciendo todo lo contrario. Se trata de algo que capta nuestra atención al 100% dada su intensidad, no es algo que “resbala” sobre nosotros por falta de interés, sino que más bien se adhiere a tu cabeza y te arrancas, a veces con desesperación o con violencia. Tratar de reprimir algo no es, por tanto, una falta de atención por desinterés, sino más bien una atención intensa que no se sostiene sino que se rompe, se interrumpe violentamente porque sientes que no lo soportas, porque no lo quieres soportar, no lo quieres ver y no lo quieres sentir. Esto no produce olvido sino que tiene el efecto contrario: le da más fuerza al recuerdo.
Dos mecanismos para olvidar
Por tanto, el mecanismo que utilizamos para olvidar sucesos neutros no puede ser el mismo que el utilizamos para olvidar sucesos perturbadores o traumáticos. Para olvidar un suceso neutro o no demasiado perturbador, puede bastar con esforzarse para olvidar y, como demostraron los investigadores, cuando más veces lo hagas, más fácil te resultará olvidar definitivamente. Es una estrategia que puede servir de gran ayuda para olvidar ciertos acontecimientos que no te generan un excesivo malestar.
Dos mecanismos para olvidar
Por tanto, el mecanismo que utilizamos para olvidar sucesos neutros no puede ser el mismo que el utilizamos para olvidar sucesos perturbadores o traumáticos. Para olvidar un suceso neutro o no demasiado perturbador, puede bastar con esforzarse para olvidar y, como demostraron los investigadores, cuando más veces lo hagas, más fácil te resultará olvidar definitivamente.
Es una estrategia que puede servir de gran ayuda para olvidar ciertos acontecimientos que no te generan un excesivo malestar.
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