¿Cómo escuchar y comprender mejor a los demás?
Un fragmento del filósofo Heráclito dice:
“Incapaces de escuchar y de hablar, así son los hombres”.
Cuando escuchamos a los demás, siempre estamos
pensando en algo y vamos al encuentro del otro con preguntas previas
(Heidegger), porque cuando escuchamos a otro nos preguntamos qué tiene que ver
eso con nosotros, con nuestros intereses. Y sin quererlo, ya no estamos
escuchando realmente al otro, sino que seguimos centrados en nosotros mismos,
buscando lo que nos interesa.
Centrados en nosotros
Hay veces que estamos tan centrados en nosotros,
que cuando el otro quiere abrirse para contarnos algo, en pocos instantes ya
estamos pensando en alguna situación nuestra similar y hasta le interrumpimos
contándole lo que nos sucede a nosotros.
La autorreferencialidad es algo muy extendido y es
difícil encontrar a alguien que escuche despojado de todo interés o ansiedad
por contar lo propio.
La costumbre de estar atento al otro solamente en
la medida en que lo que tenga para decir tenga que ver conmigo, es el gran
obstáculo para la comprensión de los demás.
Solo si amamos realmente al otro
Le escucharemos atenta y desinteresadamente,
tratando de comprenderle más allá de si tenemos algo para decir o no, de si
tiene que ver con nosotros o no. No son pocas las veces que las personas que no
se sienten escuchadas tienen que advertirle al otro: “¡Esto no tiene que ver
contigo!, solo quiero compartirlo”.
Más allá de las ideas
Para comprender a los demás no alcanza con entender
lo que dice, con captar sus ideas, sino también lo que siente, lo que trata de
poner en palabras y tal vez no lo diga de la mejor manera. Descubrir al otro en
todo lo que comunica, no solamente lo que dice en palabras, es escucharle
completamente.
El Cardenal Martini aconsejaba siempre comenzar la
comunicación comenzando por expresar los sentimientos, por hablar de cómo nos
sentimos. Cuando escuchamos a otro, puede ayudarnos prestar atención a la
pasión que pone en algunas cosas que dice, en las cosas que repite, en lo que
más lo moviliza.
¿Cómo interpretar mejor?
Normalmente hay una gran distancia entre lo que
nosotros entendemos, lo que el otro dijo y lo que realmente quiso expresar
desde su interior. Estar consciente de esto ayuda a evitar muchos
malentendidos.
No pocas veces estamos más atentos a lo que
significan ciertas palabras para nosotros y a lo que nosotros ya pensamos que
el otro dice, que a lo que realmente quiere tratar de comunicar. Si cuando el
otro me dice algo, ya estoy pensando que tengo la interpretación de lo que está
queriendo decir, muchas veces hasta pensando mal, no sabré nunca que fue
realmente lo que quería decirme.
A veces es
de mucha ayuda, al finalizar, preguntar si hemos entendido bien: “¿Lo que me dijiste es que…? Reformular lo que el
otro dijo con nuestras palabras, puede ser útil para saber si de verdad le
hemos comprendido.
Empatía
Ponerse en el lugar del otro es lo más importante
para intentar comprenderlo, vaciarnos de nosotros para recibir lo que el otro
tiene para decir.
En la vida espiritual se crece en la medida que se
aprende a escuchar, porque no es solo “estar” frente al otro y recibir lo que
tiene para decirnos, sino hacer de nuestra interioridad una morada para el
otro.
Las personas se expresan de manera muy diversa y
esto exige recibirlo tal como se manifiesta. Hay quienes se expresan
exageradamente, porque necesitan despertar interés en quien los escucha, no
porque nos quieran mentir, sino que buscan que sintamos lo mismo que ellos, con
la misma intensidad con la que viven lo que nos están contando.
Cultivar el silencio
El silencio es lenguaje de amor, de profundidad, de
estar realmente presentes ante el otro.
El silencio muchas veces es más elocuente y
comunicativo que cualquier palabra. Es una forma de estar presentes ante los
demás y recibirlos con apertura y sensibilidad.
Escribe Enzo
Bianchi que “el silencio profundo genera caridad, la
atención al otro, la acogida del otro, la empatía hacia el otro. El silencio
excava en lo profundo de nosotros un espacio para hacer habitar en él al otro”.
Un consejo práctico
Ayuda mucho estar tranquilo, porque el otro
percibirá mi ansiedad.
Es cada vez más importante poner atención total al
otro, dejando lejos el teléfono y no estar haciendo otra cosa mientras nos hablan,
mirando siempre a los ojos y no interrumpir al otro innecesariamente.
A fin de cuentas escuchar es una forma de amar.
Vía » aleteia.org
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