martes, 24 de octubre de 2017

LO QUE PASA CUANDO NO PASA NADA. Por Francisco de Sales.


En mi opinión, esos momentos de tranquilidad –o aparente tranquilidad- en los que parece que NO PASA NADA en nuestra vida, si los miramos desde el punto de vista del Desarrollo Personal, NO son momentos perdidos, NO son momentos innecesarios, porque el Camino del Desarrollo es interminable, y tal vez ni siquiera al final de nuestra vida lleguemos a completarlo, o tal vez la meta que alcancemos sea solamente provisional, así que conviene –cuando uno lo sienta así- dejar espacios en los que parece que no haya algo que nos esté aportando enseñanzas.

En realidad, si estamos atentos, también seguimos aprendiendo en las paradas. Pero si estamos desatentos, SÍ estamos perdiendo el tiempo.

El Ser Humano tiene tantas capacidades latentes, tantas cualidades sin terminar de desarrollar, y tantas y tantas posibilidades de seguir mejorando en su propio perfeccionamiento, que resulta conveniente encontrar tener la motivación siempre activada para nutrirnos de tantas cosas que nos pueden ayudar, en unas ocasiones añadiendo más información a la que ya tenemos y en otras ocasiones elaborando nuestras propias ideas y filosofías a raíz de lo aprendido.

La información que solo se almacena para repetirla en los momentos que consideramos adecuados, pero del mismo modo que lo repite un loro sin ser consciente de la profundidad de lo que dice, no tiene utilidad si no se pasa por la comprensión y elaboración profunda de lo que esa información contiene. Me acuerdo del dicho oriental que recuerda que un burro, aunque vaya cargado de libros, no deja de ser un burro.

Hay momentos en los que es conveniente una parada voluntaria y consciente, de atención a uno mismo en el interior y en el corazón, para ordenar o reorganizar ideas, para que lo aprendido se aposente y se coloque en la ubicación necesaria para comenzar a hacer efecto, o para revisar de nuevo si el Camino es el adecuado

Dado que el Desarrollo Personal no es una asignatura que hayamos estudiado a conciencia, ni hemos tenido alguien que nos haya orientado perfectamente, parece que sólo nos queda la opción de la experimentación como camino de aprendizaje. Parece que solamente haciendo es como se puede aprender.

Pero la evolución necesita reflexión y también acción.

El autoconocimiento necesita preguntas a las que responder o a las que buscar y encontrar respuesta. Necesita el estímulo externo, y que venga de donde sea, pero que mantenga viva la intención, el deseo, el ánimo, y la voluntad, para la posterior celebración de cada logro, sea éste del tamaño que sea.

Cuando no pasa nada no es que ya se haya alcanzado el final, no es que uno ya haya llegado a una situación privilegiada en la que sentarse plácidamente a observar lo que ya se ha recorrido. Así que conviene no estancarse en esa interrupción.

El que sabe algo, es también consciente de cuánto no sabe.

Saber algo invita e incita a querer saber algo más, y uno, cuando descubre algo, descubre al mismo tiempo que aún le queda mucho por descubrir.

La inquietud por seguir aprendiendo y creciendo necesita de más inquietudes. Que no falten inquietudes. Cuando uno se pone en marcha ya no hay –o no debería haber- quien le detenga.

Cuando no pasa nada es momento de activarse uno mismo, de tentarse con propuestas satisfactorias para el espíritu, de provocar el encuentro con nuevas inquietudes, de hacer un repaso del Camino seguido hasta haber llegado a hoy y observar qué falta, qué demandas han quedado desatendidas, qué no se ha sabido ver en el pasado, preguntarse, acosarse un poco, sacarse del letargo improductivo, hay que seguir, no hay tiempo en esta vida para largas paradas y aún menos para largos estancamientos -ya habrá tiempo de descansar dentro del ataúd-, esta VIDA hay que VIVIRLA, exprimirla para sacarle todo el jugo que tiene, hay que llenarla de VIDA.

La apatía y la pereza son nocivas, y son peores aún si se alían y suman sus perjuicios.

Hay que seguir, incluso aunque no se sepa claramente cuál es ni dónde está la meta: si una intuición inexplicable o un sentimiento sin razonar nos alientan, hay que seguir. Tal vez esté detrás del siguiente recodo y sea éste quien nos lo está ocultando.

Hacer. Movilizarse. Motivarse. Empujarse. Lo que haga falta para estar activo mientras dure la efervescencia del inicio del Camino.

En mi opinión, ha de ser de ese modo.

Ya llegará uno después a un punto desde el que se dará cuenta que puede aflojar el ritmo, que las cosas han adquirido otro valor o importancia, y entonces es tiempo de deleitarse, de disfrutar de la paz alcanzada… y de ayudar a quien recién comenzó su Camino.

Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales

“Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio)
Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario