A medida que un pensamiento se vuelve repetitivo, el hábito de
afianzamiento se acrecienta, razón por la cual aumenta su inercia y disminuye
su umbral de acceso; es decir, cada vez es más fácil pensar en algo que
repetitivamente pensamos. Acceder a un hábito ya establecido es más sencillo
que acceder a una actividad mental nueva; por lo tanto, a medida que la inercia
del pensamiento o del estado de conciencia aumenta, el umbral de acceso al
mismo disminuye. La relación entre el umbral y la inercia del pensamiento es
inversamente proporcional. Sin embargo, tanto la inercia como el umbral son
dinámicos, esto es, la modulación de su intensidad depende en general de todas
las variables que operen sobre la psique del individuo, razón por la cual se
modifican de un momento a otro e incluso de un instante a otro.
Un hábito firmemente establecido implica un umbral
bajo para acceder a él. De igual manera, un alto umbral implica dificultad de
que el pensamiento se presente a la luz consciente a causa de su muy pobre inercia.
Pensar en Plutón es una actividad de muy baja inercia, razón por la cual el
umbral que lo delimita respecto a los pensamientos restantes es muy alto. Esto,
por supuesto, excepto para un astrofísico, para quien Plutón como pensamiento
tiene mucha inercia, razón por la cual le es fácil siempre estar consciente de
él o recordarlo. El estado de conciencia denominado “vigilia” posee una alta
inercia, razón por la cual cada pensamiento que se establece en él requiere de
poco umbral para que se mantenga el estado. De igual forma, cada pensamiento
del estado de vigilia pugna inundado de inercia para favorecer su ingreso a la
luz consciente. Para ellos, para poder ser reconocidos a la luz consciente, se
requiere un umbral muy bajo. El constituyente de un contenido mental posee
inercia, pero la frontera que lo delimita se determina por un umbral.
En definitiva, el umbral de acceso a una cognición
es el límite que debe superarse para que la mente adopte un nuevo pensamiento,
permita la evocación de otro hábito o se sitúe en uno de los cuatro posibles
estados de conciencia. El umbral, por lo tanto, es indicativo de la inercia
misma del pensamiento, de su habitualidad o del afianzamiento de los diversos
estados de conciencia. Los umbrales se asocian al límite que permite el acceso
a los pensamientos; la inercia, en cambio, se relaciona con la capacidad del
sostenimiento mismo del pensamiento.
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