Cualquier persona que vive una situación
conflictiva, tiene la oportunidad de preguntarse: ¿qué parte de lo que me
sucede depende de mi? ¿qué parte de responsabilidad debo asumir? ¿estoy
dispuesto a asumirla?
La
violencia de género en nuestros tiempos
En
la actualidad, la violencia de género está considerada como
una de las principales epidemias de nuestros tiempos, llegando a afectar a 1 de
cada 3 mujeres en todo el mundo, según datos estadísticos ofrecidos por la
Organización Mundial de la Salud en 2017. El problema persiste y sigue en
aumento. Son estadísticas que están muy por encima de cualquier otra violencia,
como por ejemplo el maltrato psicológico infantil o
la violencia intrafamiliar.
Ante esta situación tan alarmante, cabe plantearse
si el enfoque y las estrategias a nivel social, educativo y legislativo son
realmente eficaces para atenuar la problemática.
Es
vital que una mujer que se encuentra en esta tesitura reciba el soporte
necesario por parte de las administraciones y servicios del estado que se
llevan a cabo actualmente. Pero, teniendo en cuenta que la tendencia sigue en
aumento, tenemos la responsabilidad moral de hacernos la pregunta: ¿qué factor
no estamos teniendo en cuenta? ¿estamos realmente incidiendo en el origen del
problema o solamente en sus consecuencias?
El
empoderamiento de la mujer
Dentro
de los programas de ayuda a mujeres maltratadas psicológicamente,
hay que empoderar a la mujer mediante un enfoque metodológico que, además de
centrarse en el respeto que el hombre debe tener hacia la mujer, incida en el
respeto que la mujer se debe a sí misma. Los problemas de maltrato a la mujer
no aparecen de forma repentina; más bien consiste en un proceso gradual.
Todo podría empezar con un comentario con respecto a la ropa o a las relaciones
sociales que debe tener una mujer.
Comentarios sobre lo adecuado o inadecuado
de ciertas conductas, como “¿dónde vas vestida así?” o “¿por qué eres
tan simpática con todo el mundo?”, mostrando la propia inseguridad y
desvalorización tanto del hombre como de la mujer, uno por su acción y la otra
por su consentimiento. Esta etapa es la que determina la tendencia que seguirá
esa relación. Es fácil caer en la justificación de dichas conductas. Lo
importante es analizar cuáles son las creencias que nos llevan a aceptar tales
situaciones.
La
influencia del ambiente emocional familiar
Es
obvio que no se trata de una cuestión meramente voluntaria. Sobra decir que
son situaciones que nadie elige y nadie desea. Debemos tener en
cuenta que, más allá de la voluntad consciente, hay factores que condicionan
nuestra forma de percibir el mundo, nuestra forma de vernos y entendernos y,
consecuentemente, nuestra forma de comportarnos. Para ello se puede estudiar
cómo dichos factores los podemos encontrar en la historia de nuestra familia,
en el ambiente emocional donde hemos crecido o incluso en la relación que
percibimos en nuestros padres. Todo ello conforma una programación
inconsciente que influye en nuestra forma de interactuar con el mundo.
Cuanto mayor sea la responsabilidad que nos
permitamos asumir, mayor será nuestra capacidad para resolver la situación.
Es importante no confundir hacernos responsables con culpabilizarnos. La
diferencia se encuentra en el juicio que realizamos sobre las conductas que
hemos llevado a cabo. Nosotros no hemos elegido las creencias que nos gobiernan
y condicionan nuestra existencia. Debemos tratarnos con el cariño,
respeto y compasión que esperamos de los demás. La vida nos dará las
oportunidades para que aprendamos a valorarnos. Quizás hoy pueda ser el
comienzo de una nueva etapa.
Blog de Psicoactiva
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