Seguramente hayas tenido, en alguna ocasión, una discusión o una
negociación que ha pasado de ser tranquila y cordial o amigable a ser más bien
violenta y tensa. Hoy, te contamos cuáles son los beneficios de la
comunicación no violenta y por qué deberías evitar ese otro
tipo de comunicación más violenta.
¿Qué es la comunicación no violenta?
La mejor forma de entender qué es la comunicación no violenta es… Explicando
qué es la comunicación violenta. Así que vamos a empezar por ahí y,
después, pasaremos a hablar de qué es la comunicación no violenta (es decir, la
alternativa).
La comunicación violenta es la que practicamos la mayoría de nosotros, porque
es para la que nos han educado. Es un tipo de conversación en el que
buscamos, esencialmente, llevar la razón. Rara vez escuchamos y, si
lo hacemos, es para rebatir o criticar el otro punto de vista.
Se trata, en definitiva, de una comunicación agresiva. Y, como puedes
suponer, este tipo de comunicación dificulta las relaciones y, en no pocas
ocasiones, llega a generar sufrimiento.
La comunicación no violenta aparece por oposición a ese tipo de
comunicación agresiva. Fue el psicólogo Marshall Rosenberg quien planteó este
nuevo sistema de comunicación que trata de ser más asertivo y coherente con los
valores personales.
Así, la comunicación no violenta surge como la oportunidad de reinventar
la forma que tenemos de comunicarnos en nuestras conversaciones. Como puedes
suponer, es todo lo opuesto a lo que hemos mencionado anteriormente.
¿En qué consiste la comunicación no violenta o CNV?
La comunicación no violenta consiste en hablar y escuchar desde el
corazón, con el objetivo de conectar con nosotros mismos, pero también con los
demás. De esta forma, se deja aflorar la compasión, por lo que desaparece la
agresividad de las conversaciones.
Para poder llevar a cabo la comunicación no violenta, hay que tener en
cuenta estos cuatro componentes:
Observar sin juzgar
En primer lugar, es importante olvidarse de los juicios de valor y el
poner etiquetas. La idea básica es que nuestras palabras sean ventanas en lugar
de puertas cerradas que bloquean las conversaciones. ¡Ojo! Esto no significa
que no se puedan emitir juicios. Simplemente, hay que ser capaz de separar lo
que es algo objetivo de lo que es un juicio subjetivo.
Identificar y expresar sentimientos y emociones
Expresar nuestros sentimientos desde la responsabilidad, permite mejorar
la comunicación y las relaciones con los demás, porque les permitimos
conocernos. A muchas personas les da miedo hacerlo, porque implica destapar
vulnerabilidades, pero es algo imprescindible en este tipo de comunicación.
Reconocer y comprender cuáles son las necesidades insatisfechas que hay
tras los sentimientos
Este punto es importante para liberar de culpa a los demás y hacernos
cargo de nosotros mismos. Teniendo en cuenta que somos nosotros los que
generamos nuestras emociones, ser conscientes de su origen y trabajar sobre
ello es la mejor forma de no cargar en otros nuestras frustraciones (lo que
generaría fricción).
Utilizar un lenguaje positivo
Para evitar los malentendidos, lo mejor es utilizar un lenguaje positivo
que facilite las conversaciones y evite generar tensiones innecesarias.
Chacales y jirafas
Rosenberg utilizaba la metáfora de dos
animales para poder explicar adecuadamente su CNV. Según el psicólogo, podemos adoptar una actitud u otra en las
relaciones que mantenemos con las demás personas.
Los chacales son las personas más
predominantes en la sociedad, y se
caracterizan por intentar dominar a los demás, ser exigentes y competitivos y
funcionar en base a castigos y recompensas. En sus conversaciones, utilizan
la crítica, el sarcasmo y
la acusación.
En cambio, las jirafas tratan de ser
objetivas y tienen presente los sentimientos y
necesidades de las demás personas (además de las propias). Por
supuesto, son los que practican una comunicación compasiva.
Los beneficios de la comunicación no violenta
Por último, mencionemos algunos de los beneficios de la comunicación no violenta:
1.
Permite crear relaciones personales
basadas en la compasión y el respeto y, por tanto, mejora la cooperación.
2.
Ayuda resolver conflictos.
3.
Permite sanar experiencias pasadas.
4.
Ayuda a saber decir que no y a
aceptar las negativas que nos dan los demás.
5.
Contribuye a afrontar sentimientos de
culpa, de miedo o de vergüenza.
6.
Potencia las habilidades de escucha y
de comprensión.
7.
Liberar pensamientos que podrían
llevarnos a discusiones, ira o depresión.
8.
Identificar necesidades propias y
ajenas y saber gestionarlas.
Así que, como ves, merece mucho la pena poner en práctica este tipo de
comunicación.
La comunicación no violenta es la
mejor forma de comunicarse, tiene beneficios para la
salud y permite conseguir mejores resultados en lo que se está intentando
conseguir con la discusión. Así que… ¿Por qué no intentarlo?
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