Amados…
Somos bellas Fuentes de
Luz…
Aunque nos resulte difícil
aceptarlo, cuando entramos en esos estados de enojo, confusión o miedo…
Somos Luz, somos Amor,
somos Paz, somos Alegría…
Entonces…
Por qué no nos otorgamos
permiso para cambiar nuestras actitudes, emociones y pensamientos hacia una
frecuencia de Luz, cuando en nosotros, está viva y palpitante nuestra semilla
Divina.
A veces nuestra propia
Fuente de Luz no logra abrirse camino hacia el exterior, pues nosotros,
permitimos que situaciones, personas próximas o nuestras propias sombras que
aún no aprendimos a ser conscientes de su existencia en nosotros, nos afecten
negativamente.
Al no ser conscientes de
ellas, las sostenemos como si formaran parte de nuestro ser, sanarlas y
soltarlas, es el trabajo interior previo para lograr conectar el amor existente
en nuestro corazón, de nuestra Divinidad…
Fuimos creados desde la luz
y como Hijos de la Fuente misma de Luz, somos
Luz.
Permitirnos estar tristes,
melancólicos, desanimados, deprimidos, es negarnos nuestra bendita capacidad de
“reciclar” nuestras dolencias.
Es verdad que a veces nos
llegan noticias muy desalentadoras como enfermedades, accidentes,
inconvenientes económicos, desengaños amorosos, que nos afectan, nos ponen
tristes, pero si logramos ese instante sagrado de aceptación y de transcender
esas circunstancias pasajeras que durarán el tiempo necesario para que nosotros
aprendamos esas lecciones aún no “aprobadas”.
Quizás, soy algo
reiterativa, pero les he hablado en varias oportunidades, sobre el sendero que
un día emprendí para llegar a la Fuente de mi Ser Interior Luminoso, donde
realmente encuentro Paz, Amor y Alegría.
También les escribí que si
previamente no despejamos nuestro sendero interior de aquellas sombras que nos
impiden ver más allá de las barreras mentales, las emociones negativas y las
actitudes irascibles es muy difícil llegar a nuestro centro de Luz.
Soltar… es comprender que todo
aquello que mantenemos como “sano” y nos aferramos como tabla de seguridad,
muchas veces, nos impide avanzar, pues no son tan “sanos”, como lo aparentan
ser.
Los celos, no son sinónimo
de amor hacia el otro, es falta de confianza hacia nosotros mismos, en primer
término y después, la reflejamos en los demás.
La ira, la tristeza, el
enfado, los celos, la vanidad, el orgullo, la vanidad… Son algunas de las
sombras que debemos transcender para llegar a nuestra propia Luz interior.
Se las trasciende cuando
logramos generar en nuestro interior la energía contraria, para ello hay que
aceptar que existencia de algunas sombras en nosotros.
Lo llaman Ego, otros, la
denominan personalidad, lo cierto es que, las nuevas corrientes de pensamiento
espiritual, nos hablan de “eliminarlo” para poder llegar a la iluminación.
Hoy siento que, el “Ego o
Personalidad” es un instrumento del Ser Superior para expresar aquello que se
debe sanar en esta vida…
Por ejemplo, aquel que se siente
autosuficiente y no logra aprender a pedir ayuda a pesar de necesitarla,
seguramente en algún momento de su vida “algo se cruzará”, para impedirle su
avance en el orgullo autosuficiente, viéndose obligado a pedir y aceptar ser
ayudado por todos aquellos conectado a él, pero a su vez los que lo ayudan
desinteresadamente, fueron los que, quizás, en otra vida, no habían aprendido a
ser generosos, comenzando por ellos mismos… Amándose.
Todos en un instante tuvieron
la bendita oportunidad para sanar…
El que se sentía
autosuficiente, aprendió a ser humilde, los que fueron de alguna manera
egoístas o avaros, aprendieron a ser generosos y compasivos ante la necesidad
de otro ser humano.
En definitiva la
personalidad, siempre es un instrumento del Ser y es la que nos abre el sendero
al Amor ilimitado del Corazón.
Por eso, “eliminarla” o
negarla, es atrasar nuestra conexión con el corazón, con el Amor.
El camino es… Sanar las
heridas.
En primer término aceptar
nuestras sombras para transformarlas en Luz y esta es una tarea cotidiana que
debemos realizar en nuestra personalidad, pero siempre conectados desde el amor
de nuestro Ser Superior, sanarlas con la energía del amor, como en el ejemplo
anterior, donde ante el orgullo se lo sanó con la humildad y ante el egoísmo o
la avaricia, se las sanó con la generosidad desinteresada propia del amor.
Es encontrar la energía
contraria para equilibrar esa sombra, que detiene nuestra evolución.
Donde hay sombras…
aprendamos a encender las luces del amor, que están presentes en nosotros, simplemente
los velos de la densidad no nos permiten creer que somos Luz, somos Paz. Somos Alegría,
Somos bellas Chispas Divinas.
Los Amo!!!
Con Amor, Ashamel Lemagsa.
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