La mente dispersa es como una caja de
pulgas, que acaban por picarnos. Los nervios, la angustia, imágenes o preguntas
que se agolpan a veces descontroladas no nos ayudan, sino que restan energía,
cualquiera que sea nuestra circunstancia. Lo importante es aquí y ahora, estar
centrados en el momento, dirigir la atención plena hacia lo que estamos
viviendo o la persona a nuestro lado. Lo primero es aquietar la mente.
Felicidad, plenitud, serenidad,
alegría…… ¿Son palabras que sientes lejanas en tu día a día?
¿Es imposible dejar que tu mente deje
de parlotear; que realices una sola tarea y disfrutar de ella sin dispersarte;
tener varias de ellas comenzadas a la vez e incluso no acabar ninguna sin
sentirte culpable, inútil y vacío por ello?
¿Te cuesta ver los telediarios sin
sentirte culpable o muy afectado por lo que ves y oyes?
¿Encuentras el futuro incierto,
oscuro y poco esperanzador?
¿Tu madre y/o tu padre te sacan de
tus casillas? ¿Tal vez sean tus hijos, tu jefa, tu hermano o quién quiera que
sea?
¿Cada vez que ves a esa persona
sientes tal agobio y calor interno que debes cambiar de acera y simular que no
le has visto?
¿Sientes que no controlas tu vida,
que eres incapaz de sentir placer si quiera por una puesta de sol?
¿Te cuesta entregarte en una relación
y cada vez que terminas una tu mundo se derrumba?
¿Te encuentras saltando entre el
llanto y la alegría sin encontrar un lugar intermedio de tregua?
¿Eres de esas personas que siempre
comienzan su dieta o el gimnasio el lunes pero para el martes ya no tiene ni
fuerzas para continuar?
¿Eres incapaz de sentarte en silencio
con los ojos cerrados solo escuchando y sintiendo tu respiración?
La terrible y triste realidad es que
el ser humano se halle inmerso entre estas cuestiones como algo normal e
incluso natural en los últimos tiempos. Y si bien no conoce todas las
situaciones citadas que al menos reconozca 3 de ellas en su haber.
Que nos refugiamos en los fármacos,
alcohol o simplemente de compras, como uno de los recursos más usuales para
llevar mejor las cosas o que nos duelan. Que el estrés es el telón de fondo y
trampolín de casi todas las nuevas enfermedades. Que las relaciones sexuales en
muchos casos ya no son satisfactorias debido a las tensiones y presiones
personales y sociales y que ahora cada vez hay más casos de impotencia,
eyaculación precoz, esterilidad y frigidez. Que se opta por la violencia por
miedo a creernos “débiles” lloramos o amamos esperando algo a cambio, perdiendo
la integridad biológica.
En fin, ya no es necesario regalarnos
tanto sufrimiento gratuito. Es momento de demostrarnos a nosotros mismos que
podemos conseguir todo lo que nos propongamos. Que puedo encontrarme tranquilo
y sereno en medio de la rabia, de la tristeza e incluso el dolor.
YO CONFÍO, YO SOY CAPAZ, YO ESTOY EN
CALMA, son las tres principales afirmaciones que necesito para afrontar mi
propia presencia y aceptar que todo lo que ocurre es parte de la vida y que el
malestar esta incluido en el bienestar.
Trabajar de manera práctica técnicas
de meditación, recapitulación, respiración consciente, técnicas que nos
aportarán múltiples herramientas, sin dogma ni superstición alguna, para
reconocer en nosotros el poder personal que sigue oculto en nosotros; la paz
que nunca nos abandonó y la autoestima que tan sólo está esperando a que le demos
una oportunidad para resurgir o florecer por vez primera en nuestras vidas; de
fluir al compás del Universo con la energía, ilusión e inocencia de los niños
maduros que todavía somos, en definitiva ser capaces de soportarnos a nosotros
mismos para simplemente SER.
Hay distintas maneras de alcanzar
esta serenidad. La meditación, apoyada en la conciencia de la respiración y
llevada a cabo con disciplina, es una buena vía.
La salud depende de una correcta
respiración. Puesto que por medio de la respiración se vitaliza y purifica la
sangre, y ésta es el sustento de las células del organismo, es por ello de
vital importancia saber respirar. De ahí, que uno de los métodos más eficaces
de recapitulación sea por medio de la respiración consciente que arrastra e
integra las secuencias de nuestro pasado que no quedaron resueltas o nos
marcaron especialmente.
Una experiencia personal nos puede
ayudar a poner en marcha el motor de la voluntad, pero solo tu en la humilde
intimidad de tu rincón de meditación puedes alcanzar tu propia comprensión, un
camino de conocimiento, y digo “conocimiento” no como una palabra
grandilocuente de grandes maestros, si no como el conocerse uno mismo dentro de
los parámetros esenciales del sentido común.
Es cierto que la frase “conócete a ti
mismo” esta muy desgastada y es difícil de poder integrarla de forma practica a
no ser que tengamos claro que “YO SOY LO QUE YO SOY” y por tanto todo lo que
ocurre dentro y fuera de mi me hago responsable, y no culpable, por lo que solo
tengo que desde la aceptación, que no resignación, observarme atentamente sin
ningún tipo de juicio.
La meditación como camino para la
ampliación de la conciencia, como conexión con el yo mas profundo, con el
misterio y clave fundamental para la aspiración espiritual.
La meditación es un contacto real con
la parte espiritual del ser, con el YO superior.
Y comprobamos que muchas veces la
propia meditación se convierte en un camino de recapitulación natural,
observando el aire entrar y salir de las fosas nasales, mientras nos
convertimos testigos del pensamiento, de esa manera se convierte en un proceso
de destilación de emociones bloqueadas y pensamientos parásitos para alcanzar
un estado equilibrado y de ampliación de la conciencia.
Fuente: Meditarte
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