EL EXCESO DE APEGO Y SUS CONSECUENCIAS
Un exceso de apego hacia otras personas (la pareja, los padres o los hijos), objetos, así como las emociones exageradas crean drama y confusión interior. Especialmente en casos de sobreidentificación donde la felicidad y el significado de la vida se basan en el éxito, los logros y las posesiones.
La compulsión, la obsesión, la necesidad de una validación excesiva y aferrarnos demasiado a algo o alguien, puede literalmente destrozarnos cuando los resultados son decepcionantes o las cosas no funcionan como pensábamos, generándonos estrés crónico, fatiga, conflicto y agotamiento. Las ansiedades, la preocupación por los resultados desfavorables ante nuestras perspectivas de futuro, los peligros potenciales y el cambio también contribuyen en gran medida al estrés físico y mental.
LO QUE NOS APORTA EL DESAPEGO
Para algunas personas el desapego les puede ayudar a profundizar en su propio yo, para otras este tipo de separación parece casi imposible. El desapego es un proceso interno que debe emprenderse mientras se permanece inmerso y activo en el resto de acontecimientos vitales.
Aun así, el desapego nos ayuda a darnos cuenta de una manera más serena de lo que está sucediendo a nuestro alrededor, sin involucramos hasta el punto de llegar al sufrimiento emocional. Es como ser testigos de los eventos sin que nos afecten de forma directa, nos alejamos de la confusión inmediata y reflexionamos sobre el verdadero significado de los acontecimientos o el comportamiento de las personas.
En muchos casos, si nos paramos a pensar, veremos que más de una reacción exagerada es el resultado de hacer una montaña un grano de arena. Esto no significa que debamos negar la existencia problemas serios que nos pueden desequilibrar. Sin embargo, la mayoría de las veces, los eventos son menos catastróficos de lo que creemos en un principio. En cualquier caso, solo cuando dejemos que la tormenta disminuya podremos pensar y evaluar la situación con claridad.
El desapego nos permite vivir una vida intencional basada en nuestros valores, metas y aspiraciones. Nos da la libertad mental para tomar decisiones sobre cómo ser, en lugar de absorbidos por los acontecimientos. Evaluando menos emocionalmente lo que está bajo nuestro control y lo que no, podremos actuar en consecuencia. Si se sobrepasan nuestros límites, podremos mantenernos firmes. La adversidad no nos romperá de igual manera, o al menos, alcanzaremos una visión más clara para encontrar mejores formas de salir de ella.
Nuestro yo central debe ser independiente de factores externos. Con un desapego sano, obtendremos una sensación de integridad y paz interior mucho mayor. Podemos estar en soledad con nosotros mismos, sintiéndonos firmes y confiando en que podemos enfrentarnos a las corrientes y obstáculos de la vida.
CÓMO PRACTICAR EL DESAPEGO
• Aceptar la realidad. Evaluemos desde el corazón qué podemos cambiar o qué necesitamos dejar ir, cuál es nuestro problema o problemas actuales, si es que los hay, y observemos qué estamos haciendo con ello. No todo debemos tomarlo desde el punto de vista personal, pongamos algo de distancia en nuestra visión de las cosas.
• Enfocarse en las soluciones en lugar de en los problemas. Rumiar sobre lo que está mal o podría salir mal solo contribuye al estancamiento y a la derrota. ¿Cómo tratamos con esto? es una buena pregunta que deberíamos hacernos en lugar de pensar que todo está perdido.
• Aceptarse a uno mismo. No te castigues por tus errores. Debemos hacer las paces con nosotros mismos para estar en paz y aceptar nuestras imperfecciones como cualquier otro ser humano. En la mayoría de los casos, ni nuestros errores ni los de los demás son calamidades tan grandes de las que no haya vuelta atrás.
• Buscar la estabilidad emocional. Las emociones a menudo parecen ir por su cuenta, yendo y viniendo, subiendo y bajando, aparentemente por propia voluntad. Es como si no pudiéramos luchar contra ellas directamente. Pero no tienen por qué controlarnos. Pero lo que sí podemos es trabajar con nuestros pensamientos y nuestras autoconversaciones. Si bien muchos acontecimientos pueden parecernos terribles, no son más que hechos que hemos procesado bajo la influencia de nuestras creencias y experiencias. Debemos desafiarlos para asegurarnos de que estos pensamientos en realidad son realistas y constructivos.
• Asumir la responsabilidad de nuestras acciones, emociones y pensamientos. Nadie puede obligarnos a hacer o sentir algo. Cómo respondemos a los desafíos de la vida es algo que se encuentra completamente bajo nuestra elección.
• Contención de impulsos. Si algo no lo tenemos del todo claro, parémonos a pensar, no demos una respuesta inmediata llevados por los nervios o con precipitación.
• Reconozcamos nuestro equipaje emocional: esto incluye la culpa, la amargura, el odio, los remordimientos o la autocompasión. Aferrarse a las heridas del pasado nos mantendrá atascados. Para procesar y superar las emociones negativas debemos observar el evento pasado con cierto grado de desapego, intentando entender qué salió mal, quién hizo qué, cuándo y por qué.
• Tomar distancia de las opiniones y acciones de otras personas, incluso cuando estemos en una relación cercana con alguien. Podemos ser solidarios con los demás, pero su vida es suya para vivirla como quieran. Todos tienen su propio camino para andar.
• Abrazar la incertidumbre. Si podemos hacer algo para crear claridad, adelante. Si no, vayamos con la corriente y adoptemos la actitud de que tenemos lo que se necesitamos para hacer frente a lo que nos depare el futuro.
• Estar presente en el aquí y ahora. Esta es la regla básica para no caer el manos de la depresión y la ansiedad, solo entonces podremos tomar el control.
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“Siempre tienes la opción de tomar todas las cosas de forma equilibrada, no aferrarte a nada, recibir cada enojo como si solo tuvieras quince minutos de vida“. Tolbert McCarroll
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