1. Nunca más volveré a someterme o a ceder sumisamente ante nadie. Cualquier hombre o mujer que me lleve a un estado de sumisión no merece mi afecto ni menos aún ser dueño de mi corazón o de mi alma.
2. Nunca más volveré a tolerar comentarios críticos, mordaces o cínicos que puedan herirme en torno a mi aspecto físico, mi edad, mi cuerpo, mi peso, mi profesión, o cualquier otro tipo de inseguridades que pudiera tener. Un buen compañero nunca buscará hundirme, sino levantarme y aceptarme incondicionalmente.
3. Nunca más huiré hacia adelante en una relación. Me comprometo a tomar distancias al menos una vez al mes para retirarme y meditar acerca de adónde va mi relación con alguien, asegurándome de ser amado y respetado y no meramente seducido o adulado mediante bombardeos amorosos.
4. Nunca más dejaré que ninguna pareja amorosa me maltrate psicológicamente o de otra forma. Recordaré preguntarme periódicamente si yo trataría a alguien de este modo, y si la respuesta es negativa, no permitiré seguir siendo maltratado.
5. Nunca más dejaré al margen mi intuición o mi sexto sentido para detectar desde el principio las malas vibraciones, los sentimientos de confusión, de culpa o el mal rollo. Pondré coto a mis racionalizaciones y confiaré en mi yo interno.
6. Nunca más preferiré estar en malas compañías a estar solo.
7. Nunca más permitiré que me echen la bronca, me denigren o me hablen en un tono de superioridad o paternalista. Las buenas parejas no abroncan.
8. Nunca más permitiré a mi pareja llamarme celoso, posesivo, controlador, loco, o inestable ni le permitiré ninguna otra forma de proyección.
9. Nunca más aceptaré la inequidad o la falta de reciprocidad en una relación de pareja. La reciprocidad positiva y la mutualidad hace crecer la relación. La inequidad, el abuso y la dominación psicológica y mental, no. El amor nada tiene que ver con dominar al otro.
10. Nunca más volveré a sentir dubitación o inseguridad sobre estos principios sagrados que deben regir mis relaciones afectivas. Si en algún momento me olvidare de ellos, buscaré ayuda de un amigo o de un terapeuta experimentado y no actuaré bajo la presión o los impulsos, ni aún menos desde la vergüenza o la culpabilidad.
POLET
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