domingo, 28 de julio de 2019

La experiencia de aceptación y rechazo de los demás


La experiencia de aceptación y rechazo forma parte del desarrollo de la personalidad de cada uno. Esta idea tiene su base en el hecho de que los seres humanos somos seres sociales por naturaleza. Así, intentamos establecer interacciones unos con otros, y también deseamos que los demás quieran afiliarse con nosotros.

El deseo que experimentamos de aceptación y pertenencia está en la base de muchas de nuestras conductas. Por ello, solemos intentar ajustar nuestra conducta a patrones que favorezcan que los demás nos acepten. Del mismo modo, por norma tratamos de evitar que las relaciones que desarrollamos terminen, incluso aunque para mantenerlas tengamos que pagar un precio medio o alto.

A pesar de ello, en numerosas ocasiones somos rechazados. O no lo somos pero podemos sentirnos así. ¿Por qué ocurre esto? ¿Cuál es el origen de estas experiencias? A continuación profundizamos en ambos conceptos.

Experimentar aceptación y rechazo por parte de otras personas

Posiblemente, el mejor modo de conceptualizar estas experiencias tan subjetivas es considerándolas como áreas a lo largo de un continuo «valor relacional percibido». Este concepto se define como el grado en el que una persona cree que los demás consideran la relación que mantienen con ella valiosa o importante.

Es decir, si percibimos que nuestro valor relacional para otra persona o grupo es alto, la sensación de vernos aceptados se verá retroalimentada. En contraste, la sensación de rechazo aparece cuando percibimos que los demás no ponen en valor las relación que mantienen con nosotros.

Por tanto, de una experiencia subjetiva, interna y personal de cada uno, que guarda poca relación con el grado real de aceptación o rechazo. Así, ser valorados en el plano relacional aumenta la probabilidad de aceptación. Por ello, muchas de nuestras conductas buscan promover y mantener nuestro valor relacional.

Medir el valor relacional de cada uno

La forma de medir el valor relacional de la persona se establece a través de la denominada teoría del sociómetro. Esta teoría propone que las personas poseen un sistema psicológico que rastrea las claves del entorno social que son relevantes para el valor relacional. Es decir, claves sobre aceptación y rechazo.

También alerta a la persona cuando se detectan signos de valor relacional bajo o en declive. Síntomas que provocarían un estado de ánimo negativo y, en consecuencia, una disminución de la autoestima.

Existe una extensión de la teoría del sociómetro que defiende que las personas poseemos un sistema de monitorización social. Este sistema respondería en aquellos casos en los que nos encontramos preocupados por nuestro nivel de aceptación e integración.

Una mayor necesidad de pertenencia aumenta la sensibilidad de las personas a la información social, de modo que les ayuda a manejarse en sus contextos sociales con más éxito. Se activaría en momentos en que las personas se encuentran preocupadas por el rechazo social.

A modo de resumen, podría decirse que estos sistemas:

Buscan claves relevantes para la aceptación y el rechazo.
Alertan al individuo cuando se detectan amenazas potenciales a su valor relacional.
Motivan conductas que protegen o restauran dicho valor.
Aumentan la sensibilidad de las personas a información social que hará más probable que sean aceptadas.
Sin embargo, la intención de querer interactuar con los demás, y de ser valorados y aceptados por ellos no ocurre con la misma intensidad hacia todas las personas, sino que se produce en mayor medida hacia quienes más nos atraen.

Atracción interpersonal

En general, la atracción implica la evaluación positiva que una persona realiza sobre otras y el deseo de acercarse a ellas. Pero no existe una definición consensuada sobre el término. Una de las más influyentes ha sido la que considera la atracción interpersonal como una tendencia o predisposición individual a evaluar a otra persona de una forma positiva o negativa.

Cuanto más positiva sea la evaluación, mayor será la tracción que experimentemos hacia ella y cuanto más negativa menor será la atracción. La atracción se considera una actitud con componentes cognitivos, afectivos y conductuales. Con el tiempo, se han enfatizado los aspectos emocionales y considerando que la atracción implica, no solo la evaluación sino también el deseo de iniciar contacto o establecer intimidad con ella.

Patricia Grande Yeves

Atrévete a ser feliz.


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