La tranquilidad muchas veces puede ser asociada con la rutina y el aburrimiento, pero solo las personas que han disfrutado de ella, pueden entender que es el estado ideal, bien sea en soledad o compañía.
Esas cosquillas en el estómago, propias de una reacción química de nuestro cuerpo, presente especialmente en las etapas de descubrimiento o enamoramiento hacia otra persona, indiscutiblemente nos da una sensación maravillosa, que normalmente viene acompañada de ilusión, de pasión, de ganas, pero también de dudas, que no necesariamente representan algo de por sí negativo, pero que terminan por ser reflejo de la poca tranquilidad propia de algo que comienza, a lo cual se está apostando, que sabemos que tiene probabilidades de darse como esperamos o bien tener un resultado indeseado.
Evidentemente cualquier riesgo que tomemos nos hará cuestionarnos y nos generará dudas, y no por eso debemos limitarnos a no saltar. Allí justamente está lo interesante de la vida, en no saber lo que pueda pasar y debemos actuar oyendo nuestro corazón y prestando la justa atención a nuestra razón.
Al cabo del tiempo, cuando comenzamos a madurar, cuando vemos las cosas bajo otra escala de prioridades y damos más valor a lo realmente importante, las mariposas en el estómago pierden papel protagónico, anidándose en nuestros deseos los estados en los cuales nos resulte más sencillo encontrar paz, sosiego y con ello estabilidad.
Hay quienes se hacen adictos a la fase de enamoramiento, con sus maripositas revoloteando, y cuando ellas cesan, deben cambiar de pareja y/o buscar que alguien más despierte ese efecto en ellos, sin llegar a entender las etapas de una relación.
Quienes se encuentran más cercanos a un estado de madurez, pueden prescindir de las mariposas, para abrirle paso a otro tipo de sentimientos y sensaciones que llegan a mostrarnos un lado quizás más tranquilo, pero la mayoría de las veces con un contenido mucho mayor de elementos que contribuyan a una relación que pueda proyectarse a futuro.
La emoción ante las llamadas, ese brinco en el estómago al escuchar la voz de quien nos gusta, la necesidad de ver a alguien con la simple finalidad de abrazarle, el pensar qué hacer para generar encuentros, el descubrir a alguien, puede disminuir, pero a su vez abrirse paso a lo que puede asociarse mucho más con el amor: el cuidado, los detalles, el querer estar con alguien en sus momentos difíciles, el saber que se cuenta con alguien para quien somos importantes, el sembrar y cuidar cada día lo que queremos cosechar, y esto es justamente lo que hace que alguien habite en el corazón del otro.
Disfruta de tus mariposas en el estómago, pero ten el privilegio de dejar ir esas mariposas para darle cabida al verdadero amor, sin que se apague la llama, sin que se pierda la emoción, pero con tranquilidad que nos da la confianza y la solidez de una relación.
RINCON DEL TIBET.
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