Me molestó la frase y me
quedé pensando porqué. No era la primera vez que la escuchaba porque es
común en conocidos que viajan a Estados Unidos (y también Europa).
Nosotros venimos a ser los bárbaros, los incultos, los anárquicos, los del
Tercer Mundo en el peor significado. “Ellos” son los iluminados, los
civilizados, los organizados, los ricos, los instruidos, los mejores…
Este complejo de
inferioridad que tenemos los latinoamericanos (lo he visto en unos cuantos
países) se compensa con un complejo de superioridad que hace que nos
vanagloriemos de lo peor (la viveza criolla, la corrupción, el
aprovechamiento, el cargarle todo al Estado, las rupturas institucionales,
etc.). No parece así pero, cuando nos reímos de esas cosas y las tomamos
como rasgos nacionales, subrepticiamente las usamos como un orgullo mal
encarado. Esto hace que no las arreglemos y que sigamos alimentando
facetas que nos perjudican.
Volviendo al tema, ¿de
qué “sistema” se trata? ¿De uno que maneja tu vida de una manera tan
total y metódica que ni te das cuenta, ya que te hace creer que eres libre:
libre de endeudarte de por vida por comprar toda la basura que te vende
constantemente como algo necesario, vital, imprescindible? ¿De uno que es
tan organizado que no deja espacio para nada que esté fuera de él, porque
fagocita lo nuevo, diferente y disruptivo en el mismo instante en que nace y lo
regurgita como algo inofensivo, accesible y cómodo? ¿De uno que ofrece un
modelo (capitalista y materialista) como el mejor de la historia y el único que
puede arreglar todos los males, cuando es el que también ha provocado que, en
la época de mayor bienestar y prosperidad que jamás ha habido, un 1% de la
población tenga más que el 99% restante?
Viviendo en países que
poseen grandes arbitrariedades (pero no tan enormes como otros continentes) y
que adoran todo lo estadounidense, este pensamiento parece una herejía, propio
de comunistas o agitadores, pero es la realidad, solo que no nos ponemos a
reflexionar acerca de ello: queremos lo mismo, queremos el glitter,
lo brillante, limpio y perfumado, lo lujoso y caro, las formidables casas con
parque, las cantidades industriales de cosas que solo importan en el momento de
la compra y después se tiran o se olvidan… como si todos ellos vivieran de esa
forma, como si no existiera la injusticia, la marginalidad, los homeless, el
racismo, el conservadurismo radical, la violencia, etc.
Obviamente, siempre
existirá un sistema. El problema es cuando no nos damos cuenta y, en
lugar de pensar “esto es un sistema y estoy en desacuerdo con esto y
esto”, pensamos “así es la vida”. La vida puede ser de muchas
formas; este es solamente el sistema imperante. Únicamente la conciencia puede
ser tan independiente y crítica como para elegir lo que sirve a cada uno, lo
que está en consonancia, lo que es verdadero y esencial y lo que es utilización
y mentira.
En algún punto de las
polaridades, hay un equilibrio, hay una vida con sentido y propósito, con
prosperidad y oportunidades para todos, con creatividad y amor, con respeto por
la diversidad. Hay algo entre el capitalismo furioso y el caos
cíclico. No tengo soluciones sociales y esto es solamente una
reflexión que pretende que otros la profundicen y expandan. Propongo
salidas individuales, concretas y prácticas, con conciencia y trabajo interior
y exterior. Creo que entre todos podemos encontrar (e incorporar y
vivenciar) soluciones que nos incluyan, sin fanatismos ni manipulaciones, sin
victimizaciones ni mesianismos. Aquí estoy para acompañarte.
www. abrazarlavida.com.ar
www.
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