No deja de ser una autoevaluación, nadie más que nosotros mismos puede mirar hacia adentro y ver como hemos reaccionado ante esta y cualquiera de las miles de situaciones similares que se han ido generando y se seguirán generando en el futuro. ¿He escuchado a mi ser interior para ver que me decía o ver que generaba esta noticia en mi? ¿He sabido discernir una verdad de una falsedad por la energía de la información? ¿He sucumbido a los programas automáticos de mi psique que han generado miedo, preocupación y emociones relacionadas? ¿He podido ver si esto me subía o me bajaba la frecuencia, energía y vibración?
La pregunta inevitable que viene a la mente a la hora de plantearnos cómo podríamos hacer mejor esta autoevaluación en nosotros mismos, cada vez que algo así se nos presente delante, no tiene otra respuesta que cultivar el arte del diálogo, sentir, y escucha interior.
Blaise Pascal, matemático, físico y escritor francés, escribió que todas las miserias humanas derivan de nuestra aparente falta de habilidad de sentarnos solos con nosotros mismos y escucharnos, sin nada más que hacer. Y otro filósofo, John Locke, en un ensayo concerniente a la comprensión humana, se preguntaba por qué los hombres razonan tan “pobremente” (sus palabras), y el mismo procedió, entonces, a dar tres respuestas a su propia pregunta.
Las tres respuestas vienen a ser la base para el diseño de este tipo de estrategias y noticias, como la que hemos comentado, que modifican las realidades no físicas del hombre, para que luego termine cambiando su realidad material. Todo se gesta siempre en los planos no físicos, de ahí que siempre es la psique del ser humano lo que tiene que ser manipulado inicialmente para que cualquier cosa en nuestra realidad suceda y se manifieste. Así, Locke, decía que, primeramente, la mayoría de las personas jamás razonan del todo, sino que son conducidas por el pensar de otros, y sostienen opiniones por la fe y no por ninguna investigación original de ellos mismos. La autoridad de otros sobre la que se basa la fe crea certeza, pero es peligrosa porque conduce a la aceptación dogmática. En el caso anterior, puesto que ninguno hemos podido averiguar realmente las bases reales, técnicas, científicas, etc., que pudiera tener ese anuncio de la Casa Blanca, aceptamos a ciegas sus predicaciones dando por supuesto que otros ya habrán hecho las comprobaciones necesarias para ello con nuestros mejores intereses en mente. Aquí ya tenemos dos cosas que podemos dar por sentadas: nadie en esos niveles de poder tiene el interés y bien mayor de la gente en mente a la hora de hacer las cosas, y, segundo, son plenamente conscientes de que nadie se va a tomar la molestia de hacer ningún tipo de investigación para ver si lo que se anuncia es cierto o no, y si lo hacen, no tienen poder para desmentir una noticia viral que se ha promovido por todo el planeta en pocas horas.
La segunda respuesta de Locke era que la razón está coloreada por las emociones. Sentimos antes de pensar y razonar como respuesta a la mayoría de las experiencias. Esto es estupendo, pero falla el equilibrio entre lo que uno siente que es correcto y lo que uno también analiza y razona, que no es otra cosa que la base de la coherencia y el funcionamiento en armonía entre los diferentes componentes instintivos, emocionales y mentales del ser humano. Generalmente simplemente nos dejamos llevar por el centro emocional y el impacto que tenga en nosotros la energía de la noticia (en este caso, miedo a las consecuencias de un evento tan colosal) que anula por completo todo juicio respecto a si la noticia tiene algo de certeza o es pura manipulación.
Finalmente, la tercera respuesta de Locke era que nuestra mente está limitada a la parcialidad: “vemos, pero en parte, y conocemos, pero en parte“. Esto nos lleva muy rápidamente a generalizar, con presunciones del tipo: “si alguien importante ha firmado un papel donde previene de una posible catástrofe, el planeta entero tiene que estar en peligro y tenemos que empezar a hacer acopio de bienes y alimentos….” (y variaciones de este estilo).
El sistema actúa rápido
En el lado opuesto, si se trata de cualquier persona que hace lo contrario, es decir, mostrar el engaño o la farsa, imagino que por vuestra propia experiencia habréis visto que por cada artículo, noticia, vídeo o publicación que destapa algo que no interesa, aparecen automáticamente tres o cuatro artículos, publicaciones y noticias que lo desmienten, lo contradicen y lo enfrentan. El problema aquí es enorme, porque la avalancha de información contradictoria que nos llega hace prácticamente imposible discernir que es cierto y que no lo es, que es genuino y que es desinformación. Forma parte de la estructura de “control de daños” existente a todos los niveles de información en nuestra sociedad.
Estamos todos en el mismo dilema, para cada cosa que leemos, descubrimos o encontramos ahí fuera, en la red, en libros, en investigaciones, experiencias personales o publicaciones de otros, tenemos siempre algo que lo contradice sin un pelo de diferencia en cuanto a calidad y supuesta confiabilidad. Por lo tanto, nuestra mente puede llegar a colapsar ante tanta información cruzada y contradictoria, y volvemos a tener otra forma de reforzar el divide y vencerás, ya que automáticamente salen los partidarios de la publicación A que dice que esto es cierto, y automáticamente salen los partidarios que dicen que es falso.
Buscando formas de discernir
Si bien todo lo anterior nos da las razones para entender el éxito de estos “exámenes sorpresa”, como “estudiantes” no podemos menos que ver cómo seguir preparándonos para ellos, y esto viene a ser algo así como entender de que forma podemos auto escucharnos y auto observarnos mejor para buscar respuestas que nos ayuden a discernir. Lo bueno sería que todo el mundo tuviera el centro intelectual superior activado, que es el que nos permite automáticamente discernir la energía de cualquier cosa, y saber con certeza absoluta si está alineada con la verdad o no. Este centro está relacionado con el octavo chakra y con el cuerpo intelectual superior, pero como es algo casi inexistente en este planeta en las personas en estos momentos, hemos de recurrir a otras herramientas más cercanas. Y una de ellas no deja de ser escuchar al cuerpo.
El cuerpo tiene sus mecanismos para discernir energéticamente la verdad
Diferentes niveles de nuestra psique tienen diferentes conexiones con el cuerpo físico que usamos. Lo que se nos escapa a nivel consciente puede estar perfectamente claro a nivel subconsciente, o de cualquiera del resto de esferas mentales. Así que el mismo vehículo físico puede responder con diferentes sensaciones, reacciones, movimientos, etc., ante algo que no es correcto, y otro tipo de reacciones y sensaciones ante algo que si lo es. Evidentemente aquí el trabajo pasa primero por escuchar al cuerpo, sentirse a uno mismo, conocer cómo reaccionamos ante un tipo de energía u otro, etc. Una vez se ha establecido esta comunicación y comprensión ante lo que el cuerpo nos dice, será más fácil notar en todo momento su “interpretación” de aquello que nos esté pasando, nos estén diciendo, o estemos experimentando.
La razón es que otras partes de la psique y de la estructura multidimensional del ser humano se comunican también a través del cuerpo cuando la mente consciente y racional está ofuscada y velada por tantos programas y filtros, por lo que se convierte en un canal y mensajero estupendo a la hora de tomar decisiones o analizar cualquier cosa que nos digan. Ya hablaremos más adelante de cómo funciona esto, ya que tiene que ver con los dos sistemas nerviosos que posee el ser humano: el cerebro-espinal-simpático y el sistema nervioso autónomo-parasimpático, y las conexiones de este ultimo con la parte psíquica y sutil de todos nosotros.
De momento, y para empezar, aprende a escuchar a tu cuerpo, sus sensaciones y reacciones en tu día a día, y tendrás una forma más, entre otras herramientas que ya tengas, de comprobar que tenemos un potente decodificador a nuestro alcance que simplemente con la práctica y paciencia puede ser tremendamente útil en casos como este y otros que hemos vivido.
un abrazo,
David Topí
David Topí
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