En ocasiones la madurez llega con los años, pero otras lo hace con los daños, y maduramos a base de decepciones y caídas. No obstante, todo ello nos ayuda a crecer
Madurar es ser feliz sabiendo que no todo es perfecto. Es crecer con aprendizajes, avanzar, evolucionar
con la vida y conocer los ritmos que se pueden llevar para elegir uno.
Es subir montañas y confrontar vivencias, fortalecernos con los sentimientos
de vernos en la obligación de tener que lidiar con el malestar es una fuente de
aprendizaje, cambio y crecimiento.
Con el tiempo aprendes que no hay amor más poderoso
que el propio y que este es la base de nuestra habilidad ante la vida. Porque querernos
supone nuestro punto de apoyo, nuestra muleta para levantarnos de cualquier
caída y que nuestras fracturas duelan menos.
La madurez emocional es un campo de crecimiento que se
abona con los años y con los daños. En este último sentido, es curioso cómo
crecemos particularmente en los momentos de mayor complicación y sufrimiento.
En la época de los manuales para casi todo, nos hace
falta un “Manual de vida para madurar” e
ir creciendo entre la multitud de mensajes que nos indican lo que tenemos y lo
que no tenemos que ser, así como lo que tenemos y lo que no tenemos que lograr.
Sin embargo, aunque hubiera un libro que se titulase “Manual
de vida para madurar”, realmente no hay fórmulas mágicas para hacerlo. Cada
uno tiene su ritmo y su punto álgido, por lo que no hay algoritmo que pueda
determinar cómo una persona tiene que o va a crecer.
Algunas
señales de madurez emocional
Generalmente llega un momento en el nuestro propio
recorrido emocional nos hace plantearnos cuál es la calidad del camino que
hemos ido conformando. ¿Cuáles son las señales que nos indican nuestra
evolución emocional?
Saber decir
adiós
Las personas emocionalmente maduras saben que la
vida es mucho mejor si se vive en libertad. Así que dejan marchar lo
que ya no les pertenece, pues comprenden que mirar al pasado nos impide cerrar
etapas y cicatrizar nuestras heridas emocionales.
Visita este artículo: 6 pasos para sanar las
heridas emocionales de la infancia
Fluir con la
vida y limpiar el dolor emocional
Cuando hemos aprendido lo suficiente de nuestro dolor,
quitamos el miedo de mirar hacia nuestro interior para sanar nuestro pasado
emocional y subir un nuevo escalón en la vida.
Conocer lo
que se piensa y se siente y poder hablar de ello
Dejando de revisar nuestro interior no conseguimos
escapar de él, sino permitir que lo negativo de nuestro pasado maneje a su
antojo nuestra vida presente. Y esto, por supuesto, resta espacio a lo positivo y,
además, duele. Duele mucho.
La claridad mental de las personas maduras contrasta
con la pereza y el caos constante de
las personas que no han alcanzado este punto de madurez. Por eso, la
madurez mental ayuda a resolver problemas de la vida cotidiana de manera
eficaz.
Dejar de
quejarse
Las personas maduras han aprendido que o
cambiamos o aceptamos, pero que no sirve de nada quejarse.
Empatizar
con los demás sin sentirse abrumadas
Las personas maduras son capaces de gobernar y manejar sus emociones y las que
les contagian.
Lee también: Escapa de las emociones dolorosas
No
castigarse por cometer errores
Los errores son la mejor manera de aprender, pues nos
ayudan a comprender aquello en lo que fallamos. Por eso, las personas maduras
no se castigan por sus limitaciones, sino que procuran trabajar para
mejorarlas.
Apertura
emocional
Cuando evolucionas te das cuenta de que las
corazas solo dificultan el avance. Puede que ponernos barreras sea útil en
algún momento, pero lo importante es que nos las quitemos a tiempo.
Las personas
maduras disfrutan tanto del tiempo en soledad como del tiempo compartido
El texto que os vamos a presentar más abajo se
atribuye a Charles Chaplin. Sea o no esta su
autoría, es un bello reflejo de las idas y venidas que supone caminar por la
vida, madurar y cambiar.
Ya perdoné errores
casi imperdonables. Trate de sustituir personas
insustituibles, de olvidar personas inolvidables.
Ya hice cosas por impulso. Ya me decepcioné con algunas
personas, mas también yo decepcioné a alguien.
Ya abracé para proteger. Ya me
reí cuando no podía. Ya hice amigos eternos. Ya amé
y fui amado, pero también fui rechazado. Ya fui amado y
no supe amar.
Ya grité y salté de felicidad. Ya viví
de amor e hice juramentos eternos, pero también los he roto y
muchos.
Ya lloré escuchando música y viendo fotos.
Ya llamé solo para escuchar una voz. Ya me
enamoré por una sonrisa. Ya pensé que iba a morir
de tanta nostalgia…
Tuve miedo de perder a alguien
especial (y termine perdiéndolo) ¡pero sobreviví!
¡Y todavía vivo!
Yo ya no paso por la vida. Y tú tampoco deberías dejarla pasar…
¡¡¡VIVE!!!
Bueno es ir a la lucha con
determinación, abrazar la vida y vivir con pasión. Perder con
clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se
atreve y la vida es mucho más para ser insignificante.
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