lunes, 10 de octubre de 2016

MEDICINA CÓSMICA.

Como hemos podido ver, el ser humano es un ser dotado de siete cuerpos dimensionales y lo que se manifiesta en el mundo de las formas, a través de su cuerpo físico es el resultado del estado armónico o desarmónico de sus cuerpos etérico, mental y emocional. Por lo tanto, las enfermedades físicas, son la manifestación externa y visible de los desórdenes producidos en nuestros cuerpos sutiles, los cuales impactan nuestro vehículo etérico, creando allí disturbios en sus líneas eléctricas y electrónicas. Disturbios, que se manifiestan a través de los chakras en el cuerpo físico, ya que éste es la copia y el reflejo exacto de nuestro cuerpo etérico.
Por ello, cada vez que el ser humano genera pensamientos negativos, pensamientos de discordia, limitación, duda, resentimientos y rencores, de celos y todo lo negativo, las líneas eléctricas sufren choques y por lo tanto, las energías positivas y negativas pierden su equilibrio. Si tuviésemos desarrollada nuestra visión etérica, podríamos ver: que cuando el ser está en armonía, las células y los tejidos están conformados en una trama perfecta, por líneas eléctricas de radiación azul y roja; es decir, por cargas en perfecto equilibrio. En el momento en que se produce un mal manejo de las energías, en nuestros planos mental y/o emocional, estas líneas pierden su armonía estructural, se enredan formando verdaderas madejas, las cuales pueden producir dolores agudos o, por este mismo mal uso energético, la madeja en lugar de deshacerse se enreda y se extiende, manifestándose en el mundo físico como tumores y metástasis. A su vez, estas cargas internas desequilibradas, provocan por afinidad energética, la presencia de virus, bacterias, microbios, aglutinaciones de cristales que dan lugar al ácido úrico, etc. Cuando el grado de aglutinamiento y desequilibrio eléctrico es alto y constante, se pueden extender a otros órganos y pueden llegar a causar un cáncer. Por todo esto, es de vital importancia aprender a controlar nuestros estados emocionales y nuestros propios pensamientos.
Cuando generamos estados nerviosos prolongados, éstos se traducen en aglutinamientos de cargas eléctricas en el área hepatoesplénica, las cuales desajustan nuestros chakras Manipura y Swadistana. Estos a su vez, producen los cálculos en vesícula, riñones y el hígado, así como las llamadas úlceras y el bloqueo de los canales conductores de energía al hígado, al páncreas, el bazo, y las glándulas suprarrenales. Los estados pasionales como la ira, los celos, el pánico, la ambición y la agresividad, originan todo un caos de descargas internas que desequilibran el ser.



EL SER HUMANO ESTÁ EXPUESTO A TRES TIPOS PRINCIPALES DE ENFERMEDAD: las enfermedades espirituales, las enfermedades mentales y las enfermedades físicas como consecuencia de las anteriores.Las de tipo espiritual se manifiestan como laxitud, indiferencia, inercia, indolencia, pereza, dogmatismo y fanatismo. Las del plano mental se manifiestan como los celos, la angustia, los estados depresivos, los sentimientos de autofrustración, desaliento, odio, resentimiento y sentimiento de culpa o preocupación. Los físicos como ya se vio, son el resultado y manifestación visible de los estados anteriores.
Existe dentro de la medicina cósmica una serie de ejercicios que nos ayudan en el proceso de curación:
El Primero de ellos es la RESPIRACIÓN CONSCIENTE, que podemos realizar, ya sea sentados, acostados o de pie; lo importante es que nuestra posición sea relajante, no forzada; luego seguimos con un proceso de respiración rítmica y profunda, manteniendo pensamientos de pureza; llenamos nuestros pulmones, nuestro vientre y todo nuestro ser, de aire puro, lleno de Prana vital, inhalando y exhalando por la nariz rítmicamente. De esta manera el aire penetra en nuestros pulmones y en nuestro vientre, nutriendo todos nuestros órganos abdominales, llenándolos de vida; hacemos una pausa para dar lugar al intercambio y luego exhalamos suave y prolongadamente, expulsando de nosotros todo tipo de toxinas, por el intercambio, bioquímico que se realiza a nivel de nuestros centros Swadistana y Manipura, librándonos de estas energías dañinas.
El segundo ejercicio es la RESPIRACIÓN-VISUALIZACIÓN, en éste caso, además de la respiración rítmica acompañada de pensamientos de pureza, visualizamos todo el cuerpo completamente iluminado, es decir, conscientes de la energía radiante que estamos recibiendo. Al llegar en esta visualización a la parte afectada vemos como allí se intensifica ésta luminosidad, como un sol radiante y centrando nuestra atención, le enviamos una corriente de Prana Vital.
Un tercer ejercicio es la llamada auto-curación: en éste caso frotamos nuestras manos para activar nuestros vitris y ubicamos la mano derecha sobre la parte afectada y la mano izquierda sobre el chakra que controla el órgano afectado; luego giramos nuestra mano derecha en sentido rotatorio de izquierda a derecha, enviándole amor y energía vital, la cual visualizamos emanando desde el chakra correspondiente. Ahora bien: si ignoramos cual es el chakra que controla dicho órgano, colocamos nuestra mano izquierda sobre nuestro chakra anahata, desde donde la energía es irradiada a todo el cuerpo, ya que no hay un solo órgano, tejido o célula que no sea irrigado por la sangre desde nuestro corazón físico. Del mismo modo, el Ello, en su contraparte etérica, irradia desde el corazón etérico, la Luz emanada de nuestra LLAMA TRIPARTITA, que es la encargada de enviar impulsos eléctricos de tipo, plasmático radial y electrónico desde el corazón a todo el ser. En nuestro cuerpo físico como en el etérico, la mano derecha, en estos casos hace las veces de puente o canal, a través del cual, fluye la energía hasta la parte afectada.
Mientras realizamos esta práctica, debemos mantener nuestra conciencia en la divinidad, como lo hacemos en los demás procesos de curación. Podríamos afirmar en estos momentos, sintiendo verdaderamente lo que afirmamos:YO SOY DIOS EN ACCIÓN, la única y perfecta energía actuando allí (riñón por ejemplo) y por lo tanto, toda apariencia de perturbación, es instantáneamente corregida.
Un cuarto ejercicio muy importante consiste, en ubicarnos cómodamente y por medio de la respiración rítmica, entrar en un estado de meditación. Luego elevamos nuestros vehículos etérico, mental y emocional, a un nivel en el cual podamos sintonizarnos con nuestra conciencia Crística. Allí vemos como nuestra llama triple crece en todos nuestros cuerpos inferiores hasta cubrirlos completamente. Del mismo modo, nuestro Ser Crístico se expande, hasta tomar nuestra forma y nuestros vehículos físico, etérico, metal y emocional, se comportan como esponjas que absorben la energía maravillosa emanada de nuestro ser Crístico. Con ésta práctica, no solo lograremos la curación física, sino que obtendremos la salud perfecta de nuestro cuerpo, nuestra alama y nuestro espíritu.
En cuanto a la curación de nuestros semejantes debe el curador poseer reverencia, humildad y gran ética personal, no se deberá imponer un pago obligatorio, ya que la energía no tiene ningún valor material; se debe tener una gran reverencia en la invocación de las energías, ya que solo se es un instrumento del Padre creador para llevar a cabo estos trabajos de curación en sus tres niveles: espiritual, mental y físico.
Hay que ser humildes, para poder mantener silencio, ya que vanagloriarse de los resultados obtenidos por el trabajo realizado a fulanito o a fulanita resta méritos, pues únicamente se es un instrumento del don divino de la curación; por esto la curación hacia los demás, ha de realizarse discretamente. Por otra parte no siempre se cuenta con la colaboración o cooperación del paciente, sencillamente porque éste vive dentro del mundo ortodoxo y no podría aceptar que a través de la energía, un órgano físico sea curado, o porque está lleno de prejuicios doctrinales y religiosos; en dicho caso le hablaremos a su ser Crístico y le pedimos para que ese hermano pueda comprender, que el dolor físico y las enfermedades han sido generadas por él mismo, a través de pensamientos, sentimientos y acciones discordantes; Luego de esto, le pedimos su permiso para efectuar el trabajo de curación en dicho hermano; lógicamente, pedimos que se realice el trabajo, ajustado a la ley divina y bajo la gracia divina, ya que la enfermedad que padece éste ser, bien puede deberse a una programación de tipo kármico.

Una vez realizado lo anterior y estando la persona o personas que van a trabajar en la curación, en estado alfa o estado de meditación, se procede a invocar y solicitar la ayuda de los seres de luz que sirven al Padre en la curación. Seres divinos tales como los amados maestros Mesmer; Hilarión; La amantísima Madre maría; El Arcángel Rafael, el maestro Ronswa, a quien conocimos como el siervo de Dios José Gregorio Hernández, el amado Cervatus, jefe de los ángeles de la curación. Igualmente, invocamos a la Presencia Divina en nosotros y en los seres que van a ser tratados; luego procedemos a seguir una serie de pasos, que bien podríamos comparar con los que se realizan en una clínica, antes, durante y después de una cirugía.
Estando en estado de meditación y una vez realizada la limpieza cósmica del lugar donde se hallan, así como la limpieza cósmica del curador a los curadores y de la persona o personas, por quiénes se va a trabajar, igualmente efectuadas la correspondientes protecciones mediante las energías que ya conocemos, nos elevamos por encima de la ciudad (lógicamente en nuestros cuerpos sutiles), hasta ubicarnos a uno 3.000 metros de altura, traemos a éste lugar al paciente o pacientes y procedemos más o menos en la siguiente forma y orden:

1. Pedimos la luz violeta para nuestro hermano y vemos como ésta luz consume todo tipo de imperfección y mal uso energético, concentrando su acción especialmente en la parte afectada. Traemos luego la llama violeta, la cual envuelve la luz, penetrándola y generando una acción de giro. Mientras la luz sale y se eleva hacia la primera causa, para ser sublimada en pureza y perfección, la llama continua actuando en nuestros hermanos, conformando un cilindro de llama violeta a su alrededor.

2. Procedemos en la misma forma con la luz y la llama blanca.

3. Con la ayuda de nuestra mente y nuestra imaginación creadoras, construimos un quirófano de luz verde; pedimos una camilla cósmica, igualmente de luz verde condensada (visualizamos en forma cilíndrica), y entramos allí, a la persona que se va a curar: Vemos como la flama verde penetra por los vitris de sus pies, llenando sus órganos, células y átomos en todos sus cuatro cuerpos inferiores, trayendo a ellos la manifestación de la perfección. Retiramos la flama por la coronilla y la elevamos a la primera causa para allí ser reciclada, sublimada en pureza y en perfección.

4. Manteniéndonos en estado alfa, frotamos los vitris de nuestras manos y pedimos con gran amor, reverencia y humildad la energía a los seres que trabajan en el templo de la curación. Cuando recibimos el energía, pedimos a nuestra propia conciencia interna o sea nuestro Maestro Interno, que sea él quien guíe nuestras manos (en forma etérica), ubicándolas, dirigiéndolas hacia los puntos que están en desequilibrio. Limpiamos su aura, sus chakras, sacando de allí todo tipo de energías discordantes, energías que son reales y se encuentran actuando desde nuestro vehículo etérico. Volvemos a frotar nuestras manos e irradiamos nuevamente con esa energía divina todas sus partes que aparentaban enfermedad, visualizándolas: bellas y perfectas ahora.

5. Recogemos todas estas energías que han salido y las elevamos hacia la Primera Causa Universal, para su liberación y purificación.

6. Sacamos al paciente de la camilla, la cual, se eleva, junto con el quirófano, hacia la Primera Causa, para que sean consumidas y liberadas. Lo envolvemos en una esfera de llama rosa (Amor Divino) y a su vez protegemos ésta esfera y las demás energías divinas que la envuelven, con una pirámide o una esfera de luz azul, de la protección divina.

7. Regresamos el paciente a su materia física, viéndolo sano, feliz y con su conciencia más despierta. El curador o mejor dicho, el instrumento o instrumentos de la curación, (continuando en estado alfa), se elevan en meditación hacia la fuente cósmica, para una vez allí recuperar su energía, ser vitalizado y dar gracias al Padre Creador en ese bello diálogo, muchas veces silencioso, que es nuestra meditación.
Lógicamente en muchos casos, es necesario contar con la cooperación de la medicina tradicional en el mundo de las formas, pues aún no hemos llegado a la plena autorrealización. En el caso de una cirugía por ejemplo, pedimos al Padre, que a través del Ser Crístico del cirujano, sean los seres divinos del templo de la curación, quiénes actúen o que sean ellos, lo que asesoren al médico en sus diagnósticos.
Mientras tanto el curador por su parte, refuerza el trabajo realizado en el mundo de las formas, con su propio trabajo espiritual. Por otro lado, recordemos, que las dolencias no solo son físicas, sino que pueden igualmente ser dolencias del alma, de una situación crítica, etc.etc. En dicho casos también practiquemos la curación sobre dicha situación o evento, ya sea éste personal, colectivo o planetario; pero siempre con HUMILDAD y DESINTERÉS; con AMOR DIVINO y sobre todo con SILENCIO y PROFUNDO SECRETO, si esperar algo y mucho menos exigir remuneración económica; sin pregonar y sin pregoneros. Para que nuestro Padre que todo lo ve y lo sabe, sea la verdadera recompensa a un acto realizado con desinterés y amor.

Conferencia / Medicina cósmica parte 1

Conferencia / Medicina cósmica parte 2


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