Como hemos podido ver, el ser
humano es un ser dotado de siete cuerpos dimensionales y lo que se manifiesta
en el mundo de las formas, a través de su cuerpo físico es el resultado del
estado armónico o desarmónico de sus cuerpos etérico, mental y emocional. Por
lo tanto, las enfermedades físicas, son la manifestación externa y visible de
los desórdenes producidos en nuestros cuerpos sutiles, los cuales impactan
nuestro vehículo etérico, creando allí disturbios en sus líneas eléctricas y
electrónicas. Disturbios, que se manifiestan a través de los chakras en el
cuerpo físico, ya que éste es la copia y el reflejo exacto de nuestro cuerpo
etérico.
Por ello, cada vez que el ser
humano genera pensamientos negativos, pensamientos de discordia, limitación,
duda, resentimientos y rencores, de celos y todo lo negativo, las líneas
eléctricas sufren choques y por lo tanto, las energías positivas y negativas
pierden su equilibrio. Si tuviésemos desarrollada nuestra visión etérica,
podríamos ver: que cuando el ser está en armonía, las células y los tejidos
están conformados en una trama perfecta, por líneas eléctricas de radiación
azul y roja; es decir, por cargas en perfecto equilibrio. En el momento en que
se produce un mal manejo de las energías, en nuestros planos mental y/o
emocional, estas líneas pierden su armonía estructural, se enredan formando
verdaderas madejas, las cuales pueden producir dolores agudos o, por este mismo
mal uso energético, la madeja en lugar de deshacerse se enreda y se extiende,
manifestándose en el mundo físico como tumores y metástasis. A su vez, estas
cargas internas desequilibradas, provocan por afinidad energética, la presencia
de virus, bacterias, microbios, aglutinaciones de cristales que dan lugar al
ácido úrico, etc. Cuando el grado de aglutinamiento y desequilibrio eléctrico
es alto y constante, se pueden extender a otros órganos y pueden llegar a
causar un cáncer. Por todo esto, es de vital importancia aprender a controlar
nuestros estados emocionales y nuestros propios pensamientos.
Cuando generamos estados
nerviosos prolongados, éstos se traducen en aglutinamientos de cargas
eléctricas en el área hepatoesplénica, las cuales desajustan nuestros chakras
Manipura y Swadistana. Estos a su vez, producen los cálculos en vesícula,
riñones y el hígado, así como las llamadas úlceras y el bloqueo de los canales
conductores de energía al hígado, al páncreas, el bazo, y las glándulas
suprarrenales. Los estados pasionales como la ira, los celos, el pánico, la
ambición y la agresividad, originan todo un caos de descargas internas que
desequilibran el ser.
EL SER HUMANO ESTÁ EXPUESTO A
TRES TIPOS PRINCIPALES DE ENFERMEDAD: las enfermedades espirituales,
las enfermedades mentales y las enfermedades físicas como consecuencia de las
anteriores.Las de tipo espiritual se manifiestan como laxitud,
indiferencia, inercia, indolencia, pereza, dogmatismo y fanatismo. Las del
plano mental se manifiestan como los celos, la angustia, los estados
depresivos, los sentimientos de autofrustración, desaliento, odio, resentimiento
y sentimiento de culpa o preocupación. Los físicos como ya se vio, son el
resultado y manifestación visible de los estados anteriores.
Existe dentro de la medicina
cósmica una serie de ejercicios que nos ayudan en el proceso de curación:
El Primero de ellos es la RESPIRACIÓN
CONSCIENTE, que podemos realizar, ya sea sentados, acostados o de pie;
lo importante es que nuestra posición sea relajante, no forzada; luego seguimos
con un proceso de respiración rítmica y profunda, manteniendo pensamientos de
pureza; llenamos nuestros pulmones, nuestro vientre y todo nuestro ser, de aire
puro, lleno de Prana vital, inhalando y exhalando por la nariz rítmicamente. De
esta manera el aire penetra en nuestros pulmones y en nuestro vientre,
nutriendo todos nuestros órganos abdominales, llenándolos de vida; hacemos una
pausa para dar lugar al intercambio y luego exhalamos suave y prolongadamente,
expulsando de nosotros todo tipo de toxinas, por el intercambio, bioquímico que
se realiza a nivel de nuestros centros Swadistana y Manipura, librándonos de
estas energías dañinas.
El segundo ejercicio es la RESPIRACIÓN-VISUALIZACIÓN, en
éste caso, además de la respiración rítmica acompañada de pensamientos de
pureza, visualizamos todo el cuerpo completamente iluminado, es decir,
conscientes de la energía radiante que estamos recibiendo. Al llegar en esta
visualización a la parte afectada vemos como allí se intensifica ésta
luminosidad, como un sol radiante y centrando nuestra atención, le enviamos una
corriente de Prana Vital.
Un tercer ejercicio es la
llamada auto-curación: en éste caso frotamos nuestras manos para activar
nuestros vitris y ubicamos la mano derecha sobre la parte afectada y la mano
izquierda sobre el chakra que controla el órgano afectado; luego giramos nuestra
mano derecha en sentido rotatorio de izquierda a derecha, enviándole amor y
energía vital, la cual visualizamos emanando desde el chakra correspondiente.
Ahora bien: si ignoramos cual es el chakra que controla dicho órgano, colocamos
nuestra mano izquierda sobre nuestro chakra anahata, desde donde la energía es
irradiada a todo el cuerpo, ya que no hay un solo órgano, tejido o célula que
no sea irrigado por la sangre desde nuestro corazón físico. Del mismo modo, el
Ello, en su contraparte etérica, irradia desde el corazón etérico, la Luz
emanada de nuestra LLAMA TRIPARTITA, que es la encargada de enviar impulsos
eléctricos de tipo, plasmático radial y electrónico desde el corazón a todo el
ser. En nuestro cuerpo físico como en el etérico, la mano derecha, en estos
casos hace las veces de puente o canal, a través del cual, fluye la energía
hasta la parte afectada.
Mientras realizamos esta
práctica, debemos mantener nuestra conciencia en la divinidad, como lo hacemos
en los demás procesos de curación. Podríamos afirmar en estos momentos,
sintiendo verdaderamente lo que afirmamos:YO SOY DIOS EN ACCIÓN, la
única y perfecta energía actuando allí (riñón por ejemplo) y por lo tanto, toda
apariencia de perturbación, es instantáneamente corregida.
Un cuarto ejercicio muy
importante consiste, en ubicarnos cómodamente y por medio de la respiración
rítmica, entrar en un estado de meditación. Luego elevamos nuestros vehículos
etérico, mental y emocional, a un nivel en el cual podamos sintonizarnos con
nuestra conciencia Crística. Allí vemos como nuestra llama triple crece en
todos nuestros cuerpos inferiores hasta cubrirlos completamente. Del mismo
modo, nuestro Ser Crístico se expande, hasta tomar nuestra forma y nuestros
vehículos físico, etérico, metal y emocional, se comportan como esponjas que
absorben la energía maravillosa emanada de nuestro ser Crístico. Con ésta
práctica, no solo lograremos la curación física, sino que obtendremos la salud
perfecta de nuestro cuerpo, nuestra alama y nuestro espíritu.
En cuanto a la curación de
nuestros semejantes debe el curador poseer reverencia, humildad y gran ética
personal, no se deberá imponer un pago obligatorio, ya que la energía no tiene
ningún valor material; se debe tener una gran reverencia en la invocación de
las energías, ya que solo se es un instrumento del Padre creador para llevar a
cabo estos trabajos de curación en sus tres niveles: espiritual, mental y
físico.
Hay que ser humildes, para
poder mantener silencio, ya que vanagloriarse de los resultados obtenidos por
el trabajo realizado a fulanito o a fulanita resta méritos, pues únicamente se
es un instrumento del don divino de la curación; por esto la curación hacia los
demás, ha de realizarse discretamente. Por otra parte no siempre se cuenta con
la colaboración o cooperación del paciente, sencillamente porque éste vive
dentro del mundo ortodoxo y no podría aceptar que a través de la energía, un
órgano físico sea curado, o porque está lleno de prejuicios doctrinales y
religiosos; en dicho caso le hablaremos a su ser Crístico y le pedimos para que
ese hermano pueda comprender, que el dolor físico y las enfermedades han sido
generadas por él mismo, a través de pensamientos, sentimientos y acciones
discordantes; Luego de esto, le pedimos su permiso para efectuar el trabajo de
curación en dicho hermano; lógicamente, pedimos que se realice el trabajo,
ajustado a la ley divina y bajo la gracia divina, ya que la enfermedad que
padece éste ser, bien puede deberse a una programación de tipo kármico.
Una vez realizado lo anterior
y estando la persona o personas que van a trabajar en la curación, en estado
alfa o estado de meditación, se procede a invocar y solicitar la ayuda de los
seres de luz que sirven al Padre en la curación. Seres divinos tales como los
amados maestros Mesmer; Hilarión; La amantísima Madre maría; El
Arcángel Rafael, el maestro Ronswa, a quien conocimos como el siervo de
Dios José Gregorio Hernández, el amado Cervatus, jefe de los ángeles de
la curación. Igualmente, invocamos a la Presencia Divina en nosotros y en los
seres que van a ser tratados; luego procedemos a seguir una serie de pasos,
que bien podríamos comparar con los que se realizan en una clínica, antes,
durante y después de una cirugía.
Estando en estado de
meditación y una vez realizada la limpieza cósmica del lugar donde se hallan,
así como la limpieza cósmica del curador a los curadores y de la persona o
personas, por quiénes se va a trabajar, igualmente efectuadas la
correspondientes protecciones mediante las energías que ya conocemos, nos
elevamos por encima de la ciudad (lógicamente en nuestros cuerpos sutiles),
hasta ubicarnos a uno 3.000 metros de altura, traemos a éste lugar al paciente
o pacientes y procedemos más o menos en la siguiente forma y orden:
1. Pedimos la luz violeta para nuestro hermano y vemos
como ésta luz consume todo tipo de imperfección y mal uso energético,
concentrando su acción especialmente en la parte afectada. Traemos luego la
llama violeta, la cual envuelve la luz, penetrándola y generando una acción de
giro. Mientras la luz sale y se eleva hacia la primera causa, para ser
sublimada en pureza y perfección, la llama continua actuando en nuestros
hermanos, conformando un cilindro de llama violeta a su alrededor.
2. Procedemos en la misma forma con la luz y la llama
blanca.
3. Con la ayuda de nuestra mente y nuestra
imaginación creadoras, construimos un quirófano de luz verde; pedimos una
camilla cósmica, igualmente de luz verde condensada (visualizamos en forma
cilíndrica), y entramos allí, a la persona que se va a curar: Vemos como la
flama verde penetra por los vitris de sus pies, llenando sus órganos, células y
átomos en todos sus cuatro cuerpos inferiores, trayendo a ellos la
manifestación de la perfección. Retiramos la flama por la coronilla y la
elevamos a la primera causa para allí ser reciclada, sublimada en pureza y en
perfección.
4. Manteniéndonos en estado alfa, frotamos los
vitris de nuestras manos y pedimos con gran amor, reverencia y humildad la
energía a los seres que trabajan en el templo de la curación. Cuando recibimos
el energía, pedimos a nuestra propia conciencia interna o sea nuestro Maestro
Interno, que sea él quien guíe nuestras manos (en forma etérica), ubicándolas,
dirigiéndolas hacia los puntos que están en desequilibrio. Limpiamos su aura,
sus chakras, sacando de allí todo tipo de energías discordantes, energías que son
reales y se encuentran actuando desde nuestro vehículo etérico. Volvemos a
frotar nuestras manos e irradiamos nuevamente con esa energía divina todas sus
partes que aparentaban enfermedad, visualizándolas: bellas y perfectas ahora.
5. Recogemos todas estas energías que han salido y
las elevamos hacia la Primera Causa Universal, para su liberación y
purificación.
6. Sacamos al paciente de la camilla, la cual, se
eleva, junto con el quirófano, hacia la Primera Causa, para que sean consumidas
y liberadas. Lo envolvemos en una esfera de llama rosa (Amor Divino) y a su vez
protegemos ésta esfera y las demás energías divinas que la envuelven, con una
pirámide o una esfera de luz azul, de la protección divina.
7. Regresamos el paciente a su materia física,
viéndolo sano, feliz y con su conciencia más despierta. El curador o mejor
dicho, el instrumento o instrumentos de la curación, (continuando en estado
alfa), se elevan en meditación hacia la fuente cósmica, para una vez allí
recuperar su energía, ser vitalizado y dar gracias al Padre Creador en ese
bello diálogo, muchas veces silencioso, que es nuestra meditación.
Lógicamente en muchos casos,
es necesario contar con la cooperación de la medicina tradicional en el mundo
de las formas, pues aún no hemos llegado a la plena autorrealización. En el
caso de una cirugía por ejemplo, pedimos al Padre, que a través del Ser
Crístico del cirujano, sean los seres divinos del templo de la curación,
quiénes actúen o que sean ellos, lo que asesoren al médico en sus diagnósticos.
Mientras tanto el curador por
su parte, refuerza el trabajo realizado en el mundo de las formas, con su
propio trabajo espiritual. Por otro lado, recordemos, que las dolencias no solo
son físicas, sino que pueden igualmente ser dolencias del alma, de una
situación crítica, etc.etc. En dicho casos también practiquemos la curación
sobre dicha situación o evento, ya sea éste personal, colectivo o planetario;
pero siempre con HUMILDAD y DESINTERÉS; con AMOR DIVINO y sobre todo con
SILENCIO y PROFUNDO SECRETO, si esperar algo y mucho menos exigir remuneración
económica; sin pregonar y sin pregoneros. Para que nuestro Padre que todo lo ve
y lo sabe, sea la verdadera recompensa a un acto realizado con desinterés y
amor.
Conferencia / Medicina cósmica
parte 1
Conferencia / Medicina cósmica
parte 2
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