Es de esta forma que dentro de cada cosa podemos encontrar dos aspectos, aparentemente contrarios, pero que en realidad son graduaciones de la misma naturaleza.
Nada puede manifestarse si no existe su opuesto, que es, al mismo tiempo la polaridad complementaria. La luz no se podría manifestar si no existiera la oscuridad, y nadie podría saber lo que es una cosa, si no podría compararla con otra.
Veamos por ejemplo una cosa que a todos nos es de lo más familiar: la luz y la oscuridad. De hecho, la oscuridad no es otra cosa que el polo opuesto de la luz, siendo por sí mismo un aspecto que cede ante la luz.
Este principio debe aplicarse a todos los conceptos de la naturaleza, ya que obedecen a la misma ley. Tal como el calor y el frío, lo grande y lo pequeño, positivo y negativo, amor y odio, espíritu y materia, bien y mal, norte y sur, este y oeste, valor y miedo y un largo etcétera.
Estos conceptos en sí son la misma cosa y se diferencia únicamente por los grados que les hacen acercarse a uno u otro extremo.
Si no fuera así, ¿Quién podría definir dónde empieza el calor y dónde termina el frío?, ¿en qué punto del termómetro se puede fijar la frontera entre esos dos aspectos de la temperatura?
En realidad los dos responden a un denominador común, que en este caso se llama temperatura.
Ahora en cuanto a lo que nos interesa a los que estamos en el camino de la Luz, hay que notar que el caso de los extremos de amor y odio, éstos son simplemente los extremos que aquí se llamaría sentimiento afectivo. ¿Cuántos grados existen entre el amor y el odio? Aparentemente son dos estados completamente opuestos y, sin embargo, hay ocasiones en que los sentimientos parecen mezclarse de tal modo que somos incapaces de diferenciarlos.
Ahora en cuanto a lo que nos interesa a los que estamos en el camino de la Luz, hay que notar que el caso de los extremos de amor y odio, éstos son simplemente los extremos que aquí se llamaría sentimiento afectivo. ¿Cuántos grados existen entre el amor y el odio? Aparentemente son dos estados completamente opuestos y, sin embargo, hay ocasiones en que los sentimientos parecen mezclarse de tal modo que somos incapaces de diferenciarlos.
Por consiguiente, la polaridad es un requisito imprescindible para conocer el universo que nos rodea. ¿No es cierto que si caminamos hacia el norte, llegará determinado momento en el que estaremos yendo hacia el sur? ¿No es cierto que la línea de diferencia del valor del miedo es tan sutil que es imposible determinar si estamos ante una persona cobarde o ante alguien capaz de realizar un acto de valor y coraje supremo?
Cuando el ser humano comprenda que aquello que ve como opuesto a sí mismo es algo que necesita para poder complementarse y ser un Ser total, entonces alcanzará la paz y el poder, ya que cooperará con las fuerzas constructivas de la naturaleza.
La clave está en producir la alquimia mental adecuada para aumentar las vibraciones de un determinado polo, hasta acercarse al opuesto. Sabemos que no se puede transmutar una cosa en algo de diferente naturaleza, pero sí se puede actuar sobre los diferentes grados de lo mismo.
Lo que nosotros llamamos “maldad” no es otra cosa que la disminución de los grados de “bondad” y lo que llamamos “odio” no es más que la ausencia mayor o menor de grados de “amor” dentro de la escala de lo que es el sentimiento afectivo.
El odio no podrá transformarse en frío, pero podría transmutarse en amor en la propia mente, por medio de la voluntad.
Así todos los humanos tenemos una herramienta valiosísima en nuestro camino evolutivo, o sea, la posibilidad de actuar sobre nuestros estados mentales, de aumentar la vibración de nuestros aspectos positivos y de controlar nuestra vida, nuestra trayectoria y nuestro futuro.
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