Debemos aprender a diferenciar nuestras sensaciones
y distinguir cuándo comemos por hambre y cuándo por un vacío emocional, que no
conseguiremos llenar por mucho que lo intentemos
Cuando estamos tristes, deprimidos, o incluso
aburridos, comemos.
Apenas un sentimiento negativo nos invade buscamos
un aliciente en la comida.
El vacío emocional lo llenamos de manera
incorrecta, ya que los chocolates, las patatas fritas o el helado no pueden
ocuparse de aquello que nos sucede en el interior.
La
comida no mejora los sentimientos
El
primer paso para evitar comer cada vez que nos sentimos deprimidos escomprender e identificar cuáles son nuestras
necesidades y problemas.
Después, aprender a expresar todo lo que nos
sucede y, por último, tratar de mantener una actitud positiva ante
las adversidades.
Todo esto parece muy simple de decir o leer, pero
no tanto de llevar a cabo. Las 6 preguntas que giran en torno a nuestro hábito
de comer en estos casos son:
1.
¿Por qué como?
La
respuesta puede parecer sencilla: porque estoy triste. Pero vamos un poco más
allá. No es simplemente la tristeza como algo abstracto o general, sino qué nos lleva a sentirnos de esa manera.
Puede
ser un problema en el trabajo,
una pelea con la pareja, falta de dinero, insatisfacción personal, no cumplir
los objetivos, una mala calificación en la universidad, etc. Ve un poco más al
fondo de la situación para comprender qué sucede y trabajar para mejorar.
2.
¿Cuando tengo ganas de comer?
Quizás la respuesta esté relacionada con la
pregunta anterior. Si cada vez que estamos deprimidos comemos, esta es la razón
de nuestras supuestas “ganas” de comer.
No obstante, también puede deberse a encontrarnos
solos en casa, que no haya nada interesante en la televisión o que estemos
esperando que llegue nuestra familia.
El aburrimiento nos provoca apetito ficticio y debemos
prestarle atención.
En
el caso de que las ganas de comer se deban a un momento específico del día (al
llegar la noche, si está lloviendo, cuando hace frío, si nieva, etc.) debemos
analizarpor qué esa
situación puntual nos lleva a comer.
¿Me
entristece que afuera llueva por alguna mala experiencia del pasado durante un
día de lluvia? ¿Tener frío en el cuerpo me hace sentir vulnerable?
¿Qué
elijo consumir?
Es probable que cuando queremos llenar un vacío
emocional “seleccionemos” qué comer. Los dulces, como los chocolates, o los
aperitivos salados, como las patatas fritas, son los más elegidos en esas
situaciones.
¡Nadie opta por una manzana o una zanahoria!
La comida basura, muy calórica o azucarada es
la que nos aporta satisfacción.La mente goza
cuando la degustamos y hormonas relacionadas con la felicidad.
Por ello, al abrir la alacena o la nevera nos
inclinaremos por alimentos que quizás no elegiríamos si nos
sintiéramos bien.
¿Cómo
ingiero la comida?
Otro
de los típicos hábitos al comer para llenar el vacío emocional es la rapidez
con que ingerimos los alimentos, casi sin darnos cuenta y sin masticar. Es tal
la ansiedadque
nos invade que lo único que importa es engullir y engullir como si no hubiese
un mañana.
También
es probable que mezclemos cosas dulces y saladas o que nada de lo que comemos
realmente nos satisfaga el apetito. Porque, en realidad, no es hambre, sino
depresión; no es
necesidad fisiológica, sino vacío emocional.
¿Cuánta
cantidad consumo?
Seguramente ni te des cuenta de las veces que te
sirves en un plato o si te has terminado el paquete de patatas fritas. Tu mente
está pensando en otra cosa.
Además,
con la prisa que introduces comida en la boca tampoco puedes medir la
cantidad que estás ingiriendo. Sería bueno hacer
un alto para analizar cuánto estás comiendo.
¡Te asombrarás!
¿Dónde
invierto la energía obtenida de la comida?
Una
vez que has comido a más no poder crees que te sientes mejor y, aunque esto sea
así, es una felicidad falsa. Como ya te hemos dicho, el cerebro se encargó de
hacerte creer que el dolor desaparecía mientras las hormonas de lafelicidad estaban haciendo
su trabajo.
Además cuando el estómago está repleto no tenemos
ganas de hacer demasiado más
que echarnos a dormir una gran siesta o quedarnos horas frente al televisor.
Si en vez de ingerir grandes cantidades de
chocolate, patatas o cualquier otra cosa “poco saludable” eligiésemos frutas,
verduras o frutos secos quizás podrías ir a dar un paseo, limpiar tu casa,
hacer deporte, trabajar…
Todas estas tareas son las que realmente te
ayudarán a dejar de lado la tristeza.
Es probable
también que te sientas culpable por todo lo que comiste o por la manera en
que ingeriste esa comida. La depresión regresará apenas
las hormonas bajen su cantidad y todo regrese a la normalidad.
Por
ello decimos que se trata de una respuesta ficticia y de una solución que solo
durará un par de horas.
De
fondo, el problema seguirá allí y seguramente será cada vez más complicado.Comer para aliviar un dolor no soluciona las cosas.
Es como si usáramos una tirita cuando sufrimos una fractura.
Para
evitar estas situaciones en las que la comida es la supuesta única salidanecesitamos fortalecer el autoestima, rodearnos de
personas felices y hacer terapia.
De esta manera estarás trabajando en el problema que
te lleva a comer sin necesitarlo.
REFERENCIAS
http://mejorconsalud.com/
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