El
corazón exige nutrientes y, aunque suene un poco cursi, yo sé que el mío
necesita sobre todo vitaminas. Estas no son vitaminas cualquiera, sino que son
del tipo A, B, C. Es decir, yo para sobrevivir preciso abrazos, bondad y
cariño.
Humanamente
hablando no creo que haya alguien en el mundo que no lo necesite también. Las
emociones que nos invaden se alimentan del contacto directo con los demás y nos
llenan cuando llegan en nombre del amor. Son tan necesarias como el respirar.
Cualquier
tipo de amor siempre incluye esas tres vitaminas. De hecho, si piensas en
alguno que no cuente con ellas probablemente no estés hablando de amor, sino de
algo que quizás se le parece pero que en ese estado nunca te va a completar
tanto como el sentimiento verdadero y compartido.
Mi vitamina A: abrazos, sin medida
Así
que bien, una de las vitaminas más importantes que ha de recibir todo cuerpo es
aquella que absorbemos a través de los abrazos. Sí, esos que unen hasta las
partes más rotas del alma y ayudan a que se rehaga de nuevo, a que nunca se
parta del todo. Ya sabes, los que te hacen sentir menos sola o tener menos frío
porque acompañan y reconfortan.
“Sonrió la una. Lo hizo también la otra. No se
atrevieron a fundirse en un abrazo a la vista de la gente, pero en un solo
segundo se dijeron mil cosas en silencio”
-Ildefonso Falcones-
A
ese tipo de abrazos los busco sin medida, cercanos y sin frenos, porque los que
más valen son espontáneos y, a veces, tímidos. Estoy segura de que tanto tú
como yo no queremos abrazos premeditados o calculados, por muy bonitos que
parezcan desde fuera.
Lo
bonito es lo se siente al recibirlos, ya que son vitaminas que nos aportan
muchos beneficios saludables. Por ejemplo, mejoran nuestro estado de ánimo,
elevan la serotonina del cuerpo, relajan los músculos, disminuyen la presión
arterial, luchan contra la tensión nerviosa, etc.
Mi vitamina B: bondad, de corazón
De
la misma manera que las anteriores, las vitaminas B son necesarias: las que
provienen de aquellas personas que practican la cualidad del bien. Cuando el
cuerpo se rodea de gente buena de corazón logra que el nuestro también sea un
poquito más generoso, que lata con menos temor.
“La bondad puede hacer mucho. Como el sol que
derrite el hielo, la bondad evapora los malos entendidos, la desconfianza y la
hostilidad”
-Albert Schweitzer-
Alguien
bondadoso resulta agradable y compasivo, dispuesto a ayudar sin pedir nada a
cambio: amable y generoso. Por tanto yo -que busco en mi vida un poco de todo
esto- me enamoro con facilidad de aquellos que con empatía practican la bondad.
Ellos
hacen mejor a todo mi ser y por eso reconozco que les quiero y les aprecio en
mi vida. Les elijo siempre como fuente de aprendizaje, gracias al cual puedo
crecer cada día.
Mi vitamina C: cariño, con sinceridad
Por
último, de nada valdrían las vitaminas A y B si no aparecieran de la mano de
una pequeña dosis de cariño. El afecto y la ternura son capaces de dar aliento
de diferentes maneras: una caricia, una sonrisa, unas palabras oportunas…
“El verdadero cariño no es el que perdona nuestros
defectos,sino el que no los conoce”
-Jacinto Benavente-
El
cariño de los demás nos da felicidad y nos hace sentir queridos, por eso es
indispensable para mi cuerpo. Esta expresión de afecto y reconocimiento
consigue que nos veamos especiales entre la multitud y nos ofrece la vitalidad
suficiente para no caer ante las adversidades.
La
personalidad se rejuvenece con el cariño porque nos vemos valorados, apreciados
y cargados de confianza. Esta vitamina es un bálsamo para la autoestima, tanto
si sale de nosotros como si entra. El caso es que esté en el aire que nos
rodea.
Por
todas estas razones, no dejes de cuidar la alimentación del corazón. Es cierto
que necesitamos otras muchas cosas para avanzar en la vida pero, si el alma
muere, el resto pierde su utilidad. Vamos a intentar darle las vitaminas
suficientes para que eso no ocurra nunca.
La importancia del afecto físico para niños y
adultos
A
menudo subestimamos la importancia del afecto físico con aquellos a los que
apreciamos. Damos por sentado que el contacto físico no es necesario.
La etapa
regida por la noradrenalina es un momento crítico del mes, en el que nos
encontramos en un estado defensivo, como si supiéramos inconscientemente que
debemos defendernos de algo.
Es una etapa
de poca creatividad y de mucho análisis y reflexión. Se dice también que es una
etapa de “fight or flight”, es decir, de huir o pelear. Es un momento en el que
suelen tomarse decisiones. También es un momento agresivo, y de fragilidad
nerviosa. Es el momento cúlmine de un ciclo, en donde algo muere y nos sentimos
vulnerables, pero algo también está por volver a comenzar.
¡Sal a ver
el cielo y comprueba si tus emociones corresponden con la etapa en la que se
encuentra nuestra compañera celestial!
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