El bazo está situado en la base del pulmón izquierdo. Es un centro de
distribución de energía, con un papel muy importante dentro del sistema
inmunitario. Su función consiste en transformar la sangre, destruyendo los
glóbulos rojos usados y fabricando otros nuevos. Constituye un depósito
sanguíneo que en caso de necesidad puede liberar glóbulos rojos a la
circulación general y suplir eventuales pérdidas. Además tiene un papel
destacado en la lucha contra la infección. Se puede seguir viviendo sin este
órgano y cuando falta, es la médula ósea la que se encarga de compensar su
pérdida.
Para la medicina tradicional china funciona como transformador de las
energías del cuerpo y el espíritu. Durante muchos tiempo se consideró que era
el responsable de la melancolía, el famoso spleen del inglés, que significa
también apatía y desgana.
Para que pueda realizar sus funciones necesita calma, es por eso que se
dice que la música lo armoniza. A nivel físico se encarga de aumentar nuestras
defensas y a otro nivel nos procura protección confianza y seguridad. Al estar
situado la lado izquierdo del cuerpo y jugar un papel tan importante en las
defensas, la salud del bazo en muchas ocasiones es un indicador fiel de la
percepción de protección que ofrece la madre.
Los problemas que suele sufrir vienen en forma de: contusiones,
rupturas, inflamaciones (esplenitis), tumores y cánceres.
El bazo se debilita cuando vivimos la vida de un modo demasiado
razonable, con excesivo respeto a las reglas y una gran necesidad de ajustarnos
a las normas. No hay lugar para el placer y la diversión, carecemos de la
alegría que tanto necesitamos. Puede que cara al exterior mostremos una cara
alegre pero estemos llorando por dentro. Una señal de que el bazo está dejando
de funcionar es la palidez de los labios, al tiempo que desaparece la alegría.
El bazo puede mostrar problemas cuando vivimos serios y muy preocupados
por nuestros asuntos profesionales y materiales, obsesionados con el miedo a
fallar y a no saber.
Deberíamos entender que cada día sembramos semillas de una cosecha que
recogeremos en el futuro. Todo lo que podemos hacer es seleccionar las mejores
semillas que tenemos, labramos la tierra donde vamos a plantarlas y después las
cuidamos esperando relajados…
Hemos hecho lo que estaba en nuestra mano, hacemos la obra,
desentendiéndonos de los resultados de la misma que ya no dependen
exclusivamente de nosotros.
Una terapia sanadora para el bazo sería la confianza, en uno mismo y en
el mundo, pero también lo sería la risa. Todos los días encontrar una enorme
carcajada. Demostrado está que reír con ganas refuerza el sistema inmunológico
y el movimiento del diafragma cuando nos reímos estimula beneficiosamente el
bazo.
Fuente: Plano sin Fin
http://rioabierto.ning.com/
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