La fatiga en sí misma es un
cansancio extremo o debilidad generalizada que se puede manifestar tanto de
forma física como emocional. La física suele aparecer a medida que va avanzando
el día, debido al cúmulo de tensiones a las que exponemos a nuestro cuerpo, en
cambio la emocional es más perceptible en la mañana.
Quién no ha pensado alguna
vez, al sonar el despertador, sólo de pensar todo lo que me queda por
delante ya me hace sentir cansado; no me encuentro con ánimo de batallar con
los demás hoy; siento que por más empeño que le pongo a lo que hago no me cunde
como quisiera, etc. Este tipo de manifestaciones son consecuencia de
la Fatiga Emocional.
Se trata de un cansancio
emocional o agotamiento que suele venir asociado con sentimientos de angustia, estrés y
depresión. A un nivel elevado se presentan problemas de atención y la sensación
de que los pensamientos se van ralentizando cada vez más.
Pero, ¿es posible combatirla?,
o lo que es más importante ¿la podemos prevenir para que no llegue a
asediarnos? La respuesta es Sí. Veamos cómo lo podemos hacer:
La mejor prevención siempre
será aprender a gestionarnos emocionalmente de una manera saludable. ¿Eso cómo
se hace? Cogiendo como guías nuestras propias emociones. Éstas nos servirán de
brújula, mientras que las de sensaciones positivas nos indicarán que vamos por
el camino adecuado, las de sensaciones más molestas nos dirán que algo debemos
cambiar para acercarnos al equilibrio que buscamos. ¿Por qué fijarnos en las
emociones y no en el pensamiento? Ninguno son excluyentes, pero mientras que el
pensamiento es algo que nos puede engañar, ya que ejercemos cierto control
sobre él mediante nuestro sistema de creencias, las emociones se sobrevienen en
nuestra mente de manera abrupta, son innatas. Yo no elijo de quien me enamoro,
simplemente me enamoro. ¿Y por qué hablamos de sensaciones emocionales
positivas o negativas y no de emociones positivas o negativas sin más? Porque
todas las emociones son positivas, otra cosa es que sean agradables o no, pero
todas nos están queriendo decir algo. Nuestro deber es averiguarlo.
Dicho esto, ¿Cómo combatimos
la fatiga emocional cuando ya se ha convertido en nuestra compañera de viaje?
- El
primer paso siempre será reconocerla.
Podemos pensar que no hay un motivo aparente, pero lo hay. Todo es
consecuencia de algo: una decisión, un pensamiento, una mala gestión del
tiempo, etc. Ejemplos que la desencadenan: preocupación excesiva, asuntos
sin resolver, desorden mental, discusiones
diarias, problemas en el trabajo a los que no se le ve salida, relaciones
tóxicas, etc.
- Una
vez identificamos el origen de tal fatiga entonces nos tenemos que
enfrentar a ella, una buena manera de hacerlo puede ser:
- Calmar
la mente. Ayudémonos de
ejercicios de respiración,
meditación, mindfulness, etc. Este tipo de ejercicios bajan el ritmo
cardíaco y con ello nos empieza a invadir una sensación de paz y
relajación muy placentera.
- Dormir
las horas suficientes. El ciclo del
sueño no se puede ver alterado porque sino se desregula nuestra mente. Se
necesitan ciertos hábitos diarios y dormir al menos ocho horas.
- Hidratarnos
bien. El agua es como la
gasolina de nuestra mente. Beber dos litros al día y veréis que os sentís
más serenos. Yo siempre recomiendo beberse al menos un buen vaso de agua
nada más levantarse, ya que al llevar tantas horas durmiendo el cerebro
está menos oxigenado, de este modo lo ayudaríamos a despertar de una forma
mucho más activa y beneficiosa para el buen funcionamiento de los patrones
mentales.
- Realizar
ejercicio físico, ayudará a eliminar
toxinas y generará endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad.
- Aprender
a establecer prioridades.
No se puede abarcar todo a la vez, establecer una lista de pequeñas metas
alcanzables y abordarlas de una en una, favorecerá el aumento de la
confianza al sentirnos reconfortados cada vez que vayamos consiguiéndolas.
- Hay
que saber decir no, establecer límites.
Debemos ser el centro de nuestra vida, ni otras personas, ni el entorno,
nosotros. ¿Nos convierte esto en egoístas? Por supuesto que no, para estar
bien con los demás debemos primero estar bien con nosotros mismos.
- Comunicarnos
asertivamente, es decir, decir lo que pensamos y sentimos
sin caer en conductas sumisas o reproches. Una buena comunicación es la
solución a muchos malestares emocionales. Como digo en mi libro Emociones
expresadas, emociones superadas, dejemos fluir las
emociones.
Merece la pena intentarlo, ¿no
creéis?
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