Puedo ejemplificarlo con la ley de causa y efecto. Toda causa produce el efecto correspondiente. Entonces, no hay castigos ni recompensas. Hay, eso sí, efectos, resultados, consecuencias.
Las palabras castigo, pena, karma, pueden ser sustituidas ventajosamente por el término consecuencia. Pienso que la palabra consecuencia explica mejor la imputabilidad del acto humano.
La palabra castigo hasta puede suponer a alguien que Dios está siendo injusto, mientras que cuando se habla de consecuencia, de efecto, se percibe la interrelación perfecta y adecuada entre el acto practicado y sus resultados.
Si hablaba mucho de castigo porque todo mal produce los efectos del mal, que son los sufrimientos, las enfermedades, las desgracias. Como una cosa no estaba ligada con la otra, se deducía que se trataba de castigos divinos. Si, por ejemplo, se producía un terremoto que destruía totalmente un prostíbulo, se decía que era un castigo de Dios. Si era castigo, ¿por qué el terremoto había destruido también la iglesia de aquella población?
En el reino de Dios no hay injusticia. Siempre está en vigencia, para todo y para todos, la ley de causa y efecto.
Si usted vide alegre, feliz, de buen humor, positivo, optimista, su salud no es recompensa, y sí efecto de esta actitud mental. La mente actúa y el cuerpo reacciona en consecuencia.
A todo acto mental, sea alegre o triste, agradable o desagradable, positivo o negativo, justo o injusto, de optimismo o de pesimismo, de amor o de odio, de calma o de nerviosismo, de riqueza o de miseria, de felicidad o de desgracia, de paz o de aflicción, de éxito o de frustración, de ánimo o de desánimo, de corrección o de corrupción, de sensatez o de insensatez, le sigue el resultado correspondiente.
No hay brujerías, ni mala suerte, ni injusticias, ni castigos, ni azar, ni casualidades, ni fatalismo, ni destino, que determinen la vida de una persona; hay consecuencias, resultados del comportamiento, del acto mental, de las actitudes.
La vida humana se rige en la mente a través del poder Creador del pensamiento.
El pensamiento, en forma de idea, o de imagen, o de deseo, o de creencia, de hábito de fórmula, de meditación, de contemplación, de oración o de palabra, en fin, en cualquier forma, es un acto Creador que va a generar la realidad de su propio contenido.
Usted puede pensar en el bien y en el mal; puede pensar en el éxito y en el fracaso; en beneficios y en perjuicios, en el amor y en el odio; en la paz y en la guerra, y así sucesivamente; al pensamiento le sigue la reacción del subconsciente; a la reacción le sigue la acción, y a la acción le sigue la materialización.
En última instancia, usted es lo que piensa. Ahora queda claro que usted es el único autor de su vida. Nadie lo castiga, irritado contra usted, sino que es usted mismo quien genera su vida y los resultados de su vida.
Si su vida va mal, en lugar de imaginar un Dios castigador, examínese para descubrir en usted mismo la causa de esta situación. Claro que no es sólo el pecado, según el lenguaje de la religión, el que produce resultados negativos, sino que todo pensamientos, deseo o acto negativo y perjudicial tiene consecuencias negativas y perjudiciales.
Cierta vez vino a buscarme una señora muy deprimida y enferma. Me contó su historia. Conducía su auto correctamente en el carril correcto del camino, a la velocidad correcta, atendiendo normalmente todas las señales de tránsito, cuando, de repente apareció una criatura corriendo y no hubo manera de evitar el accidente, que terminó quitándole la vida a aquel niño de cuatro años.
La mujer quedó desolada, sin poderse conformar con la desgracia. No se alimentaba normalmente, no dormía lo necesario. Su abatimiento por lo sucedido, y su rebelión por no tener culpa alguna, no la dejaban en paz. Cayó en un estado depresivo. El organismo comenzó también a enfermarse, estaba muy mal cuando me buscó.
- YO no tuve ninguna culpa - exclamaba ella -; entonces, ¿por qué Dios me castiga de esta manera?
Le expliqué que no se trataba ni de culpa, ni de pecado, ni de castigo. Lo que sucedía era solamente la ley de causa y efecto. No era Dios quien la castigaba y mucho menos el espíritu del niño, o hasta el posible odio de sus padres. Lo que sucedía en su mente, en su cuerpo y en su vida no era más que el resultado de sus pensamientos, sentimientos y emociones.
¿Quién era el autor de sus pensamientos, sentimientos y emociones? Solamente ella. No había que buscar causas fuera de ella misma.
-¿Qué debo hacer? - Perdonar. Pero yo no soy culpable - insistió la mujer. perdonar significa sacar el mal de la mente.
Mientras usted mantenga el accidente en su cabeza, con todas las consideraciones negativas y deprimentes, su salud mental y física decaerá cada vez más. El subconsciente no distingue entre la realidad del accidente y la imagen del mismo, que hoy usted carga en la mente. Como no las distingue, para su subconsciente es como si usted estuviese reviviendo permanentemente el accidente, con los consiguientes reflejos negativos en su vida interior y exterior. Perdonar es el mejor método de curación. Libere su mente de las imágenes del accidente; libere al niño, dejándolo con Dios; libere a sus padres y a todos los que la están perturbando. Quede libre de todo mal y de todas las imágenes de este mal. Esto es perdonar.
El perdón es la curación. Liberada su mente, usted podrá dormir bien, alimentarse bien, sentirse bien. El cerebro reaccionará saludablemente a los impulsos alegres y positivos de la mente, liberando hormonas benéficas, como la endorfina y fortaleciendo el sistema de defensa del organismo.
Vea usted: a una sucesión de causas, se produjo una sucesión de efectos. Dios, que habita en su interior, es su compañero y no su verdugo.
Dios es el Bien que habita su ser, pero le dio la libertad de optar por el mal.
Dios es el poder infinito existente en su subconsciente, pero le dio la libertad de usar el poder también para su desgracia.
Dios es su fuente inagotable de todo lo que es benéfico, pero le dio la posibilidad de mantener la fuente cerradas.
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HASTA LO IMPOSIBLE ES POSIBLE
En su mente consciente, usted es limitado. Pero en las dimensiones de la mente subconsciente no hay límites. Todo lo que la mente consciente puede concebir, la mente subconsciente lo puede realizar. Si la mente consciente consigue crear lo imposible, la mente subconsciente lo materializará.
La ciencia, por lo tanto, explica la afirmación de Jesús de que todo es posible y concuerda plenamente con ella. La mente subconsciente sólo es limitada por la mente consciente.
El poder, inmanente en el subconsciente, es un océano, pero de Él usted retira apenas la cantidad de agua que cabe en su recipiente mental. El océano está ahí, pero si usted usa solamente un vaso, recogerá nada más que un vaso de agua. Esto no quiere decir que el Poder Interior tenga solamente la capacidad de un vaso: es un océano. Aquel que va al océano con un recipiente de un millón de toneladas, retirará un millón de toneladas de agua.
El Poder está ahí, en su plenitud y en su limitación. Pero alguien puede usar apenas una minúscula parte de ese Poder, tal vez para sobrevivir cada vez peor. Otro puede accionar el Poder para obtener maravillas. Lo que hace la diferencia es la orden emanada de la mente consciente. Esta orden se llama pensamiento.
Dice el proverbio: Si el murciélago no ve la luz, no es por culpa del sol.
Si usted es pobre y frustrado, no es por la incapacidad de su subconsciente sino porque usa en ese sentido el poder Creador de la mente consciente. Recuerde: la mente consciente crea y la mente subconsciente realiza.
Si la mente consciente logra imaginar lo posible, la mente subconsciente moverá cielo y tierra para hacerlo realidad física.
Recuerde al Maestro: "Si tú puedes creer, todo es posible para el que cree". En otra ocasión, proclamaba el Sabio de Palestina: "Aquello que para los hombres es imposible, para Dios es posible".
Como Dios habita el interior del ser humano, y Dios siempre se manifiesta en respuesta a la palabra, todo es posible para cualquier persona. Por lo tanto, el milagro está al alcance de todos. Medite en la grandeza inconmensurable de estos seres creados a imagen y semejanza de Dios.
Siento ganas de repetir aquí una afirmación de U.S. Andersen: "El subconsciente es capaz de transformarse en cualquier cosa. En él está todo el conocimiento de todos los hechos, de todos los procedimientos, de todas las personas, del presente, del pasado y del futuro. Es la mente cósmica y universal. Es la mente de Dios".
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USTED ESTÁ EN COMUNIÓN CON DIOS
Usted no es solamente usted. Usted es usted y el Dios que habita en su ser. Su ser es compartido con Dios.
Al meditar sobre esta verdad trascendental, es bueno dejar de lado, por lo menos por ahora, los tradicionales libros de religión que inculcan la creencia en un Dios castigador, que da miedo, un Dios irritado, que amenaza severamente. Si así fuese, Dios estaría castigándose a sí mismo, amenazando a una dimensión de sí mismo, irritándose contra sí mismo, amedrentándose a sí mismo. Eso no tiene sentido. Inclusive porque lógicamente, lo que usted piensa o hace no modifica el humor de Dios; si esto sucediese, no sería Dios.
Analizando el sentido estricto de las palabras, Dios no castiga ni recompensa. La creación del Universo y de los seres del Universo se produjo por obra divina. El método usado - por acción directa o por acción evolutiva - no viene al caso.
La intervención divina se dio, al comienzo, por la creación del universo y de las leyes que rigen el Universo y todos los seres que en él viven.
La criatura humana también es regida por leyes divina y naturales, pero es libre para cumplirlas o no, derivándose de allí los efectos correspondientes.
Cada acto Creador produce siempre los resultados debidos. A la acción le sucede una reacción y a cada reacción se produce la materialización.
El Altísimo habita su ser - para usar el lenguaje del Apóstol Pablo - pero, al crearlo, le dio el don de la libertad. Esta cualidad consciente lo eleva, por así decirlo, a la altura de la Divinidad, pues por la libertad usted determina lo que hace, cómo lo hace y cuándo lo hace.
He ahí que, por la libertad, todo acto se torna humano, es decir, de la exclusiva responsabilidad del ser humano y no del ser divino.
Dios, que está en comunión con usted, actúa en usted a través de usted.
Si las cosas van mal, en lugar de insultar a Dios, vea dónde se está equivocando.
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TOLERANCIA MENTAL
Los seres más nobles y espiritualizados mantienen una actitud de respeto y sencillez ante las creencias, filosofías, teorías y conceptos de los otros.
Todo aquello que usted escuche, lea, vea, aprecie, siempre puede ofrecerle subsidios importantes para la evolución de su cultura y para su perfeccionamiento.
La intolerancia y el fanatismo son enfermedades del pensamiento.
Existen personas que en el deseo de tirar el agua sucia de la pileta, terminan tirando también a la criatura.
Sea inteligente: no trague todo ni rechace todo.
Dios le dio la capacidad del discernimientos.
Haga como su organismo: extrae de los alimentos ingeridos las sales minerales, las vitaminas, las proteínas, los productos químicos, las fibras, en fin, todo lo que es aprovechable y el resto lo desecha. La meditación lo conduce a la Sabiduría y la sabiduría lo lleva a la Verdad.
No desprecie los conceptos y preconceptos de los otros. De todo usted puede obtener algo bueno.
Hasta de un limón que le arrojen a la cara, usted puede hacer una sabrosa limonada.
Tenga su verdad, pero respete la verdad de los otros. No todos están en la misma etapa evolutiva.
La Sabiduría es incompatible con la intolerancia y la agresividad, porque contiene en su esencia la paz de espíritu y la serenidad.
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MEDITACIÓN 18 - A
Duración: 2 Semanas. Leer por día por lo menos una vez cada afirmación
1) SIEMPRE TENGO OPCIÓN
Casi todos tenemos ideas absurdas de quiénes somos, y muchas reglas rígidas sobre cómo se "debe" vivir. Borremos para siempre de nuestro vocabulario el verbo "deber". Es una palabra que nos hace prisioneros. Cada vez que la utilizamos nos criticamos a nosotros mismos o criticamos a otra persona, decimos que alguien "no es suficientemente capaz", que "no sirve".
Piensa que podrías borrar de tu lista de cosas que "debes" hacer. Reemplaza la palabra "debo" por la palabra "puedo". PUEDO te da a entender que tienes opción, y la opción es libertad. Es necesario que nos demos cuenta de que todo lo que hacemos en la vida, lo hacemos por opción. En realidad, no hay nada que "debamos" hacer. Siempre tenemos opción.
2) ACEPTO LO QUE ES MEJOR PARA MÍ
Si te arrojara una patata caliente, ¿qué harías? ¿La atraparías? ¿La sostendrías aunque te estuviera quemando la mano? ¿Por qué habrías de atraparla siquiera? ¿Por qué no te haces a un lado simplemente?
Es posible rehusar cualquier cosa, incluso un regalo. ¿Te has dado cuenta de eso?
3) CONFÍO EN LA INTELIGENCIA QUE HAY DENTRO DE MÍ
Hay una inteligencia que está igualmente presente en todas partes, también dentro de ti y en todo lo que andas buscando. Cuando te pierdas o cuando pierdes algo, no pienses: "Estoy en el lugar equivocado" o "No encontraré el camino". Termina con eso.
Has de saber que la Inteligencia que hay dentro de ti y en lo que estás buscando se ocupará de uniros. Nada se pierde jamás en la Mente Divina. Confía en esa inteligencia que hay dentro de ti.
4) ME SIENTO A GUSTO CONMIGO MISMO
Elógiate y repítete a ti mismo lo absolutamente maravillosa que eres. No te critiques. Cuando hagas algo nuevo, no te recrimines porque no te salga bien al principio. Practica. Aprende qué es lo que funciona y lo que no funciona. La próxima vez que hagas algo nuevo o diferente, algo que apenas sí estés aprendiendo, ponte de tu parte. No te digas qué fue lo que hiciste mal; elógiate por lo que hiciste bien. Recompénsate, levántate el ánimo, de manera que en la próxima vez que lo hagas te sientas realmente bien por hacerlo. Cada vez te saldrá mejor, y mejor, y mejor. Y pronto tendrás una habilidad nueva.
5) ESTOY SANA Y REBOSANTE DE ENERGÍA
Sé y afirmo que mi cuerpo es un lugar acogedor dónde vivir. Siento respeto por él y lo trato bien. Me conecto con la energía del Universo y dejo que fluya a través de mí. Mi energía es asombrosa. Soy un ser radiante, vital, ¡y estoy viva!
6) RENUNCIO AL PASADO Y CONFÍO EN EL PROCESO DE LA VIDA
El enfado es algo normal y natural. Generalmente nos enfadamos una y otra vez por las mismas cosas, y sentimos que no tenemos derecho a expresarlo, de modo que nos lo tragamos. Entonces el enojo tiende a instalarse en una parte concreta de nuestro cuerpo, y se manifiesta como enfermedad.
Durante años y años seguimos amontonando nuestro fastidio en ese mismo lugar. Para sanar, deja salir tus verdaderos sentimientos. Si no puedes expresárselos directamente a la persona que los provoca, mírate al espejo y habla con esa persona. Díselo todo: "Estoy fastidiada contigo"; "Tengo miedo"; "Estoy alterada"; "Me has hecho daño". Y sigue; sigue hasta que te hayas liberado de todo el enojo. Entonces haz una inspiración profunda, mírate en el espejo y pregunta: "¿Cuál es la pauta que provocó esto? ¿Qué puedo hacer para cambiar?
Si logras cambiar el sistema de creencias que desde adentro te crea ese comportamiento, no necesitarás seguir repitiéndolo
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