viernes, 10 de marzo de 2017

¿Es necesario salir de la zona de confort? Por Luis Fernando Martínez Gómez.


Con frecuencia, nos refugiarnos en cosas, en  personas o situaciones que en principio nos generan seguridad, pero que con el tiempo, terminan por sepultar nuestra fuerza, nuestra confianza o nuestro poder personal.
Ejemplo de ello puede ser refugiarse en una pareja a la que ya no se ama o con quien ya no se es feliz, un trabajo que por mucho que siga brindando un salario y ciertas prestaciones se ha vuelto rutinario, aburrido, poco motivante  o  creativo; seguir en la casa de los padres cuando ya hace tiempo que se cumplió la edad para salir al mundo a hacer la propia vida y desarrollar los propios recursos, etc.
Cuando esto sucede  perdemos el contacto con lo que somos, dejamos de percibir lo que queremos o necesitamos en realidad   y tratamos de mantener una idea de nosotros mismos que ya no es o bien, por el mismo miedo que se siente de crecer, se intenta cumplir con las expectativas de los otros para seguir teniendo su aprobación y cuidado: de los padres, la pareja, los amigos o los jefes por ejemplo.

Resignarse a complacer a los demás, dejando de ser uno mismo.

No nos sentimos realmente incapaces de salir de nuestra “zona de confort” para  intentar sobrevivir con nuestros propios recursos, por lo tanto nos resignamos a aceptar una realidad condicionada.
Dejamos de ser nosotros mismos y asumimos las condiciones de los otros esperando que de esa manera nos quieran y nos protejan, como si de verdad no fuéramos capaces de  construir una vida que nos diera la posibilidad de ser seres auténticos y felices:
Un nuevo trabajo donde disfrutemos lo que hagamos y nos sintamos creatividad, respetados, valorados, ser alguien independiente dejando atrás el miedo de que los padres lo abandonen a su suerte, encontrar una pareja que nos respete y nos ame sin chantajeamos o faltarnos al respeto…
Pero si en lugar de ello nos replegamos más en nuestras prisiones, nos sintiéndonos cada vez con más miedos: miedo a no ser suficientemente “bueno”, miedo a perder el amor de los demás, miedo a equivocarnos, a no ser capaces, a no poder, miedo… miedo… y más miedo…

Cavar la propia tumba

Y para protegernos de estos miedos, que no son más que fantasmas pero que consideramos reales, nos refugiamos detrás de máscaras, de justificaciones, adicciones, compulsiones, inseguridad, frustración, ansiedad, depresión  o resentimientos, culpa y enojo… todo por no ser capaz de encarar  los problemas y  la realidad negando o reprimiendo todas esas sensaciones de ahogo  que se van convirtiendo en nuestra propia tumba.

¿Cuál es la alternativa ante este panorama?

Para poder  ser libre es indispensable  recuperar la confianza personal,  el amor por uno mismo, la autocompasión y muchas veces el primer paso  es reconocer que se necesita ayuda de un especialista o de alguien que crea en nosotros y nos haga sentir valiosos tal y como somos, que no tengamos que convertirnos en otra persona para que nos acepten y nos aprecien.
Es muy probable que con dicho aprecio incondicional, las personas inseguras  comiencen  a generar su propia confianza en ellas mismas y puedan reconocer que, por muchas limitaciones que tengan,  también cuentan con las fortalezas y habilidades para hacerse cargo de sí mismas y continuar su crecimiento a través de sus propios recursos,  sin tener que resignarse eternamente a una vida y una realidad que ya no las hace felices.

De esa manera, más desde el entendimiento de uno mismo y sus circunstancias que con esfuerzo, se logra dar el primer paso – el más importante y difícil pero también el más determinante – fuera de la zona de confort.  Después de eso vendrá  un paso más y otro y otro, aprendiendo de los errores y levantándose de cada tropiezo y caída hasta alcanzar la libertad personal.

Cuando la haya alcanzado, la persona se sentirá más plena, satisfecha y feliz consigo misma, pues habrá recuperado su dignidad personal y construido el valor, el respeto y la confianza necesaria para no tener que resignarse nunca más a vivir dentro de una prisión por más protección que ofrezca, pues ella sabe que sería a costa de negarse a sí misma, a lo que no estará dispuesta  pues ahora puede reconocer  su capacidad para construir su propia realidad, una realidad a su medida.

Imagino que con lo dicho hasta aquí ha quedado claro que lo conocido, es decir, la zona de confort, da seguridad pero detiene el crecimiento , mata la seguridad y la confianza y vuelve autómatas a los individuos que deciden no salir de ahí, seres que pueden contar con cierta seguridad pero que han perdido cosas muy valiosas a cambio, como la motivación, la fuerza interior, la felicidad auténtica o el deseo de vivir. 



Para cerrar este artículo quiero compartirles  una historia intitulada “El Iglú.” Desconozco el nombre del autor pero me parece que es una clara metáfora de lo que he comentado en este artículo acerca del peligro de quedarnos demasiado tiempo dentro de nuestras zonas de seguridad.

Cuento: El iglú
Anónimo

“Estoy alucinando, parece que las paredes del iglú se estrechan”. Esto pensó un explorador que viajó hasta la Antártida para realizar una investigación, y ante la amenaza de una fuerte tormenta se refugió en un iglú donde permaneció varios días.
Sin embargo, la idea de que las paredes de hielo se acercaban cada vez más a él era cada vez más grande, hasta que se dio cuenta de que no alucinaba, en efecto, las paredes del iglú se estaban agrandando amenazando con aplastarlo.
El hombre dedujo lo que estaba pasando: la humedad de su propia respiración se adhería al hielo y lo engrosaba. Pensó con ironía: “Si no salgo pronto de aquí, lo que es mi refugio se convertirá en mi tumba.”

No dejes que los miedos inventados por la mente te detengan  secuestrado, mejor corre riesgos,  arriésgate a vivir, es algo hermoso, algo maravilloso, no tienes nada que perder. De lo contrario podrías decir algo como lo que dijo el autor de Tom Sawyer y que es realmente triste:

“Mi vida ha estado llena de terribles tragedias, la mayoría de la cuales nunca ocurrieron.” Mark Tawain.


 https://gestaltsinfronteras.com


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