Aceptar es la sublime acción de abrirle los brazos a cada experiencia que entre en nuestras vidas, ya sea que venga vestida de buena o mala de acuerdo con los diferentes matices que usa el ego para clasificar nuestras vivencias…
Contrariamente a lo que la mayoría cree, aceptar no es resignarse o someterse a los designios del Universo… es simplemente recordar –pasar por el corazón– que todo lo que nos está ocurriendo es para mayor crecimiento nuestro porque fuimos nosotros quienes decidimos, en el nivel del alma, vivenciarlo…
Tampoco significa conformarnos con ese poquito de lo que la vida pueda llegar a darnos… Es recibir todo lo que llega hacia nosotros con los brazos abiertos… sin juicios ni pretensiones… acallando al ego que grita de dolor ante nuestra postura abierta porque ha perdido el control
Cuando aceptamos adoptamos una actitud receptiva… Nos abrimos a los regalos del Universo. Esperamos sorpresas… y flexibilizamos nuestra postura ante la vida. No enjuiciamos nada de lo que está sucediendo aquí y ahora… Simplemente aceptamos…
Aceptar lo que la vida nos regala no nos hace renunciar a nuestros sueños, muy por el contrario, nos llena de fuerzas para seguir adelante y correr tras ellos.
Aceptar es abrir puertas y ventanas para que entre todo lo necesario para nuestro crecimiento… aún aquello que pueda hacernos llorar o sentirnos incómodos…
Aceptar es darnos cuenta que nosotros no podemos sufrir ante ninguna experiencia… es el ego quien sufrirá y llorará tumbado sobre la alfombra porque las cosas no salieron como las planeo… pero el alma se regocijará al ver que hemos adquirido tanta conciencia que ya estamos en capacidad de vivir en aceptación.
En la aceptación no hay resistencia ni lucha… no se produce la fricción entre lo que quiere el alma y el ego… simplemente abrazamos lo que la vida nos está entregando y con toda la energía que hubiésemos desperdiciado en resistirnos, nos detenemos… vemos y analizamos todas las posibilidades que tiene esa nueva experiencia y le damos la bienvenida… y sin lucha no hay dolor.
Cuando aceptas ese amor que ha entrado en tu vida, la llegada de un hijo, la pérdida del trabajo, una salud resentida, o la partida de un ser amado, estás en total armonía con el Universo que no opone resistencia a nada y aprueba cada acontecimiento que llega a nutrirnos con su vivencia.
Te imaginas que un día la Tierra quiera detenerse porque está harta de pasar frio y decide quedarse junto al Sol? Sería el caos universal… pero no… la dulce, generosa y sabia maestra, nuestra Madre Tierra acepta que pasará unos meses congelándose por un lado y achicharrándose por el otro y continúa con la bella misión de ser nuestro hogar… y sin berrinche… sin rebeldía.
Con la Aceptación te permites fluir en perfecta armonía con la vida… esto no quiere decir que si se viene una tormenta tú no puedas usar paraguas, pero sí que disfrutarás toneladas danzando bajo la lluvia, saltando entre los charcos, sintiendo caer el agua, y viendo los relámpagos, escuchando esos truenos… Vivirás esa tempestad en presencia… en calma, con rgozo y en absoluta gratitud…
Aceptación es no poner etiquetas, clasificar o enjuiciar lo que está pasando… es simplemente escuchar al corazón para dejarse llevar por el arduo acontecer cotidiano, no en un acto inconsciente sino que en abandono total… entregada a los brazos de este gran Padre/Madre, confiando en que seremos sostenidos en todo momento.
Aceptar es Aceptar… sin negociaciones, sin reprimendas, sin enojos. Sin ponerse de un lado o del otro… Sin ignorar…
Aceptar es hacer verbo aquello de El Universo y yo somos uno… Vibrar en consonancia con los latidos de la vida… No escaparse… Abrir los brazos y decir: Experiencia, Amigo, Amad@ ven acá, entra en mi vida, enséñame lo que he de aprender contigo… Tenme paciencia porque soy algo dispers@... Pero entrégame todo lo que necesito aprender ya sea entre risas o lágrimas… con gozo o con dolor… Gracias… Gracias… Gracias por entrar en mi vida…
Y eso es todo…
Simplemente Aceptación…
La aceptación es una puerta mágica que se cierra a los problemas y se abre a las oportunidades
Rafael Hernampérez
Me®
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