jueves, 12 de enero de 2017

Metafísica: CLASE 58 - EL CAMINO DE LA EVOLUCIÓN. Por Alexiis.


La vida física es una aportación que el hombre recibe del Cosmos como soporte de evolución en todos los planos.
El hombre de la Tierra adora aquello que cree superior a Él y le da forma humana porque, en el fondo, el hombre adora al propio hombre y adorar es someterse a algo que considera superior, pero como no conoce otra forma más superior que a sí mismo, le da forma humana.

La religión necesita de ese soporte humano para poder centrar en él sus aspiraciones. Crea santos, vírgenes y dioses, y les da una forma física para poder tomar una referencia. Necesita que su consciente conforme una imagen física que le referencia con el Todo.

Todas las religiones tienen, como ser supremo al que se dirigen, su forma humana, y esta forma humana también se trasluce en los distintos avatares que han llegado hasta la Tierra: Jesucristo fue llamado el Hijo del Hombre, Buda, Zoroastro, Krishna, todos fueron seres humanos, para poder estar cerca del gran adorador del ser humano, que es el mismo hombre.

Cuando el hombre trascienda de sí mismo, entonces no necesitaría una forma humana donde reverenciarse y buscará en el aire, en el agua, en las plantas, en los animales y en la propia energía que le rodea, esa referencia, pero principalmente la buscará en su hermano y también en sí mismo, pero no en su cuerpo físico.

En la naturaleza el hombre tiene todo su camino y sólo tiene que abrir sus ojos para verlo. Desde la roca hasta el éter, tiene toda una escala donde reverenciarse y sabrá donde está el principio, y hacia donde se dirige y, únicamente, podrá dar cuenta de aquello que conoce.

Conoce la materia en diferentes formas de manifestación, inerte y viva, y empieza a conocer la energía que la anima.
Comprende que entre un ser vivo y otro que no lo está, existen diferencias que son meramente morfológicas o físicas. Le llama alma, le llama espíritu, y en realidad la diferencia existente entre un ser vivo y otro que no lo está empieza por la energía que lo vitaliza; energía altamente especializada que lleva a todas sus células a comportarse de una manera ordenada y correcta, porque el Cosmos a través de toda su manifestación, permite que una célula pueda en sí misma ser un mundo, un Universo. En una célula está el Todo.

Y en esa especialidad a nivel físico del Cosmos, las neuronas tienen un papel preponderante y definitivo en la evolución del ser humano. La más sublime manifestación de la célula es la neurona porque ella tiene directamente impresa la existencia de su creador. La misión del hombre es descubrir cuál es el programa que tiene impreso.

Para ello, paso a paso va descubriendo las formas o manera de acceder a su información.
Diferentes métodos, técnicas que han sido practicada a lo largo de siglos, permiten descubrir aspectos de la mente humana que antes, cuando el hombre vivía en las cavernas, ni siquiera podía imaginar, y parece como si ahora quisiera negar porque derrumbaría todas sus estructuras, todos los pilares que ha ido construyendo, porque esos pilares son meramente físicos y no trascienden de ahí.
La muerte es el paso de un plano meramente físico un plano energético.

Durante un breve período de tiempo, breve comparado con la eternidad, sirve al hombre para darse cuenta que hay una forma de realidad distinta, una forma de manifestarse el Cosmos distinta, que a su vez es una referencia para el camino evolutivo del hombre, un descanso espiritual que le hace reflexionar sobre su andadura.

La evolución del hombre viene marcada por altibajos, épocas de esplendor, y épocas de miseria.
La época de esplendor se da cuando la cultura y la hermandad entre los hombres ser realiza con mucha fluidez. La época de miseria es cuando esta cultura y esta comunicación están en manos de unos pocos. En ese momento, el hombre está dando marcha atrás y el Cosmos pone su freno.

En ese freno, dada la velocidad que lleva el ser humano, hay quien salta y hay quien se queda. Los que trascienden son aquellos que estaban preparados para saltar en un momento de crisis, dada su categoría de acceso, su vibración.
El hombre está abocado a sufrir cambios: cambios de estructura mental y cambios de estructura física y lo uno acompaña a lo toro. Cualquier cambio en la estructura física del hombre viene acompañado por un cambio de estructura mental.

El hombre del mañana tendrá una energía mucho más coordinada y por tanto un cuerpo físico mucho más armónico, más sutil, y más útil. Su mente estará preparada para poder desarrollar cada una de las potencialidades del ser humano, en todos sus aspectos. La muerte no será más que un ligero paso para seguir andando con nueva carga; más ligera porque ese soporte ya no será tan importante.
La comida, el vestido y todas aquellas cosas que el hombre de la Tierra actual necesita y vive para ellas, para el hombre del mañana será un mero medio al que no prestará demasiada importancia. Prestará mucha más importancia a descubrir aspectos que hoy ni siquiera pueda imaginar y que entonces estarán vislumbrándose.

Su esfuerzo estará dirigido a desarrollar todas sus potencialidades como ser humano. Tardará mucho tiempo, generaciones, para llegar al final convertido en un ser perfecto como ser humano. Perfecto en su mente, perfecto en su energía y perfecto en su físico.
El hombre de la Tierra actual es demasiado denso. Un choque energético cualquiera, pequeño, hace desprenderse su espíritu. La muerte es algo cotidiano porque el espíritu es demasiado ligero y sutil, y entonces su enclave, su unión con el cuerpo físico, es también muy sutil, porque son de un grado muy diferente de vibración.

La evolución del hombre hará que este cuerpo físico sea un enclave más sólido para ese cuerpo espiritual, porque ambos estarán más próximos en vibración y entonces la muerte será un fenómeno extraño.
En la medida que el hombre va evolucionando, su nivel de vibración es más armónico en cada uno de sus cuerpos. El astral estará mucho más unido al cuerpo físico. La mente estará más armonizada con el cuerpo astral y con el cuerpo físico y será un vehículo perfecto de manifestación del espíritu. Entonces la muerte del cuerpo físico no tendría mucho sentido. Únicamente, cuando ha cumplido su objetivo y es consciente de ello, abandona un soporte físico y adquiere otro; y los tiempos entre una y otra cosa, entre una vida y otra vida, son muy cortos; y los tiempos de utilización de su cuerpo físico son muy largos porque, en ese momento, su conciencia no le hace necesaria la muerte física, tan frecuentemente, como ocurre con el ser humano de la Tierra.

En un plano de superior evolución la muerte física será como un ligero descanso, como una siesta en el hombre de la Tierra y, además, de alguna manera, provocada conscientemente por el individuo porque sabe que, tanto en un plano como en el otro, sigue estando vivo y sigue estando en comunicación con cuanto le rodea. Es un mero cambio de traje, tan cotidiano como el que el hombre de la Tierra realiza con sus vestidos, será cotidiano y no traumatizante.

El camino de la evolución no es un camino lento en sus primeras etapas. Lento porque el soporte que utiliza es lento. De todos modos esa lentitud no exime de andar.
La conciencia del propio entorno, del propio cuerpo físico y de aquellas energías que lo mueven, es la base de una evolución más armónica.

Tratemos de ser más conscientes de cuanto nos rodea. Tratamos de ser muy conscientes de cada cosa que hacemos y de cómo podemos estar cada día más armónicos con los que no s rodean, porque ellos serán, durante muchos años y durante muchas vidas, nuestra eferencias más directas. No rechacemos a nadie, porque todo aquel que esté cerca de nosotros nos está enseñando algo, algo que, si no estuviese, jamás aprenderíamos y necesitamos aprender de todos y de todo.
La humildad nos enseñará como, de una simple flor, podemos aprender a vivir de una forma más armónica.

Grupo Aztlán
Los manuscritos de Geenom (III)

HABLANDO DE LA VIDA….

Hubo un momento en que la energía más sutil y poderosa que existe, Dios tuvo "necesidad" de reconocerse a sí mismo en toda su amplitud, y para ello se vio impelido a manifestarse a modo de un gigantesco Big-Bang, quedando disperso en eso que llamamos creación manifestada.
De esa gran explosión espiritual quedó un núcleo como referencia para cada una de las partículas creadas, siendo la vida el primer escalón de regreso al núcleo.

La vida, al ir especializándose para acceder a superiores niveles de evolución, llega a tener un grado tan alto de especialización, que está preparada para albergar una "chispa" o partícula de la esencia del Creado llamada espíritu individualizado y, así, nace el hombre.
Es por eso que decimos que es parte de Dios y está hecho a su imagen y semejanza, porque participa de todas sus manifestaciones (física, energética, mental y espiritual)
Cuando "se nace", espiritualmente hablando, la esencia lleva incorporadas todas las facultades y potencialidades del Creador, pero el ser humano debe ir descubriéndolo paso a paso a lo largo del camino de la evolución, senda de regreso que le llevará la Fuente de donde partió, pero con una importante diferencia: siendo ya consciente de su verdadera naturaleza. De ahí el famoso axioma, acuñado a través de la historia por grandes pensadores y filósofos. Conócete a ti mismo.

Este aprendizaje comienza en el plano más burdo de la manifestación, el plano material y para adquirir conocimientos y experiencias del mundo físico, es necesario moverse en un vehículo adecuado como es el cuerpo.
Vivir en la Tierra es como ir a la escuela. Cada uno de los acontecimientos que vivís son lecciones que tenéis que aprender. Una vida sin problemas es como una escuela sin aulas, sin profesores, sin materias que estudiar.
Se nace para aprender. Cada vez que el cuerpo físico muere, se sufre un examen que le capacita para acceder a planos superiores.
El vehículo o soporte, con el uso y el tiempo, envejece y se hace inservible, por lo que es necesario abandonarlo y tomar uno nuevo que perita seguir recorriendo paso a paso, el camino de retorno. Así una y otra vez, hasta que el conocimiento del plano físico y su dominio sea completo, momento en el que ya no será necesario volver a reencarnar, pues el aprendizaje continuará, a partir de entonces, en otras dimensiones cósmicas más sutiles.

El nivel evolutivo del ser humano de la Tierra es muy limitado, por tanto, la mente y su soporte físico, el cerebro también. Así, la mente consciente no guarda registro de vidas pasadas. Eso os lleva a pensar que la actual es la única que habéis tenido, dudando que vayáis a vivir otras en el futuro. Es por eso que os rebeláis ante la idea de desaparecer del plano material.
El mundo Tierra no está hecho en exclusiva para ninguno de los seres que la pueblan. Monopolizarlo, por tanto, es una utopía, una ilusión. Todos, incluso los grandes Maestros de la humanidad también mueren. No es suficiente una vida para poder comprender cuál es realmente el objetivo del hombre.
Os hablaré del proceso de muerte física en vuestra etapa de evolución:

Antes de que se produzca la separación completa y definitiva del cuerpo físico y el astral (ruptura del cordón de plata), tienen lugar una serie de procesos fácilmente identificables:
Sentimiento de cólera al conocer la noticia de que uno va a morir. La impotencia le hace rebelarse ante lo inevitable. El ser humano de la Tierra es reacio a aceptar nuevas situaciones y más si éstas le son desconocidas.
El siguiente paso es la negación de la situación. Se piensa que todo es un error, que a uno no puede ocurrirle algo así, que alguien se ha equivocado. Se intentan todos los caminos científicos y para-científicos para encontrar remedio. El hombre, no entendiendo su propia trascendencia, se niega a aceptar su desaparición del plano físico.
Con el tiempo empieza a meditar sobre ello y se va convenciendo que cabe dentro de lo posible. Es entonces cuando se producen los pactos y se ofrecen las cosas más diversas a cambio de la curación de que se retrase el desenlace. Es ya un paso adelante pues se empieza a aceptar la situación.

Finalmente, se produce la renuncia o entrega, en la que el hombre, ya consciente de su situación, y habiéndola aceptado, asume totalmente su transición.
La muerte es el paso de un plano meramente físico a un plano energético durante un breve período de tiempo, breve comparado con la eternidad, un parpadeo. Ese parpadeo le sirve al hombre para darse cuenta que hay una forma de realidad distinta, una forma de manifestarse el Cosmos distinta, que a su vez es una referencia para su camino evolutivo; un descanso espiritual que le sirve para reflexionar sobre toda su andadura.

Es el seño, el descanso al cabo de un día de actividad, al cabo de una vida de actividad.
La muerte física es un estado transitorio donde el espíritu hace un balance objetivo de su trayectoria durante su ya terminada vida física en la Tierra. Cuando se separan el cuerpo físico y el astral, el espíritu debe permanecer un periodo más o menos largo habitando en forma de energía.
La conciencia física del encarnado continúa, una vez que ocurre el fallecimiento, durante un periodo de tiempo que va desde un mínimo de 48 horas hasta un máximo de 72. Durante este tiempo se siente espectador de una película en la que contempla su cuerpo físico, al que ya no reconoce como propio.

Paralelamente, parte de las capas más bajas del astral, las que corresponden al cuerpo vital o etérico (1ª, 2ª, 3ª, y 4ª.) comienzan a producir el proceso biológico de la descomposición de la materia. El resto de estas capas, más la 5ª, 6ª y 7ª se separan del cuerpo progresivamente, en forma ascendente, comenzando por los pies y terminando en el cerebro.

Se siente consciente, piensa, ve, oye.. no entiende que sucede a su alrededor. Se da cuenta de que no puede incidir en el mundo físico, que las cosas suceden sin su intervención, sin que nadie repare en su presencia y eso le desconcierta.
A partir de ahí vivirá una especie de sueño, donde la mente creará el escenario y las situaciones. Ese "sueño" o período de turbación, será más o menos largo, dependiendo del grado de evolución del fallecido, y también de sus creencias. En ese estado se capta el entorno que le ha sido familiar durante su vida, pero las imágenes no son las mismas que se pueden ver con los ojos físico, sino que corresponden a su proyección energética y, por tanto, son más completas puesto que se perciben en un plano de realidad superior.

Poco a poco, el espíritu va entrando en un estado de mayor paz y tranquilidad. Se siente solo, espera y busca a la vez, alguien que le explique lo que le está ocurriendo. Y es así como, con solo desearlo, aparece un compañero, un guía para responder a sus preguntas y aclarar sus dudas. Igual que el maestro con el alumno, empieza enseñándole las cosas más sencillas para ir poco a poco adentrándose en las profundidades del saber. Así este guía va sembrando los nuevos conceptos en él, todavía, turbado espíritu.
Reflexionan junto y comprende que la muerte no existe, pues la materia sólo se transforma para dar vida a nuevos seres. El cuerpo físico fue suyo como una vestidura, pero los vestidos no son eternos y algún día se rompen y desaparecen. Ahora tiene otro cuerpo, un cuerpo energético y una mente que sigue su camino de evolución.

Ese ser de luz, o guía espiritual, es el encargado de recordar los objetivos marcados en la recién terminada encarnación y ver hasta qué punto se han cumplido. En esa revisión, el espíritu siente, en lo más profundo de su conciencia, los efectos causados con sus actos, positivos o negativos, tanto en las personas con las que se ha relacionado durante su vida física, como en el entorno.

Al ir desapareciendo el estado de turbación, el espíritu se va integrando en un plano luminoso que le hace ver claramente los errores cometidos durante su vida terrena, siendo él mismo quién los evalúa y califica. El propio ser es el que decide si hay que repetir curso o no, si hay que repasar alguna materia o no, y, si hay que repetirla, en qué condiciones ambientales podrá estudiarla mejor.
Teniendo el convencimiento interno de que al andar por la vida es una acumulación constantes de conocimientos, las dificultades se vencerán como lecciones que es necesario aprender.

Quizás algunas sean más difíciles y otras más fáciles de asimilar porque se tratan de materias ya estudiadas concienzudamente en vidas anteriores. Es necesario superar tanto unas como otras, ya que, no conociendo el futuro inmediato, es necesario adquirir conocimientos para poder hacer frente a las dificultades de todo tipo que se presenten
Si se han adquirido suficientes conocimientos a nivel espiritual, será uno mismo quien reconocerá sus errores para corregirlos en vidas posteriores. Si se ha sido rígido, retorcido, egoísta, o no se ha admitido la trascendencia, no se estará capacitado porque se habrá cerrado en vida la entrada de esos conocimientos y, por lo tanto, deberá ser otro espíritu evolucionado quien indique dónde se ha fallado.

Al ser más conciente el espíritu del momento evolutivo en el que se encuentra y del camino que aún le queda por recorrer, desea volver a encarnar para corregir defectos de personalidad adquiridos en anteriores existencias, para efectuar posibles compensaciones con aquellos con los que se había relacionado y para cumplir aquellos pactos, realizados con otros espíritus, que se encuentren todavía pendientes.
Entonces se analiza y planifica cómo, cuándo y dónde volver a nacer dentro de un programa en el que se fijan las grandes líneas maestras, que serán el marco de referencia familiar, social, económica, cultural, de características físicas, etc., donde el espíritu pueda desarrollar su nivel de conciencia y sea capaz de vivir las etapas que, a grandes rasgos, planifica antes de nacer. Se le inculca en la memoria perpetua, ubicada en el subconsciente, la información y las normas de funcionamiento que necesita para su próxima vida. Previamente, se han establecido los pactos con otros espíritus
A pesar de todo, no hay garantía que, una vez encarnado, se cumpla el plan o programa. El Cosmos dota a los seres humanos conscientes de una herramienta fundamental para evolucionar, que es el Libre Albedrío o capacidad para decidir en cada momento. No existe el determinismo. Es fijan las oportunidades para conocer a aquellos espíritus con quienes se ha pactado y se ponen delante las circunstancias a superar, pero el resultado final de cómo se viva o se resuelva la experiencia, forma parte siempre de la decisión y la responsabilidad del propio hombre.

Mientras llega el momento de la encarnación, el espíritu no permanece inactivo, sino que realiza trabajos en pro de su evolución positiva, normalmente prestando ayuda a seres encarnados. En muchas ocasiones los desencarnados, que han dejado en la Tierra familiares y amigos, se encargan de protegerles y ayudarles.
Asimismo, al igual que en el mundo físico existe la familia, en el plano energético existe un concepto similar: los espíritus se agrupan por familias espirituales. Son grupos que por afinidad, sintonía, vibración, etc. se relacionan vida tras vida.
Sería algo así como representar una obra de teatro en cada vida, en la que casi siempre son los mismos actores interpretando diferentes papeles en cada obra. Llegado el momento de la muerte física se abandona el escenario y se permanece entre "bambalinas" esperando que haya una escena donde intervenir.

Una vez perfilado el programa, el espíritu cuenta ya con toda la información necesaria para encarnar. Es entonces cuando empieza a enviar mensajes a los futuros padres con el fin de que conciban.
Estos mensajes se reciben generalmente vía subconsciente, a través de sueños, etc.
Desde el mismo momento de la concepción, el espíritu desencarnado aporta a esas células incipientes la energía necesaria para que tengan vida. El espíritu, como tal, "entra" por primera vez en el nuevo ser cuando han transcurrido tres meses desde la fecundación, cuando el riesgo de aborto espontáneo prácticamente ha desaparecido. A partir de ese momento, efectúa cortos viajes con el fin de ir familiarizándose a todos los niveles, especialmente a nivel físico, con cada célula que conformará su cuerpo, su soporte físico. La incorporación definitiva se realiza cuando hay una razonable seguridad de que ese cuerpo va a nacer: un período de tiempo que va desde las 48 horas mínimo a las 72 horas máximo, antes del alumbramiento.

Como podéis apreciar, existe una gran interrelación entre los dos planos de existencia, el físico y el energético. En realidad, son dos aspectos de la vida que se complementan y que tienen su reflejo en los procesos de nacimiento y muerte.
Así, el nacimiento en un plano significaría la desaparición o muerte en el otro. Cuando un hombre muere físicamente desaparece en la fosa, en el vientre de su madre: la Tierra. Ese ser muere para la vida física en el momento en que el cordón de plata se rompe definitivamente. Atraviesa un período de turbación y desconocimiento de su nuevo estado. Es ayudado a "entrar" en ese plano por un ser de luz, hasta que vienen a recibirle familiares y amigos que habían fallecido antes. Se integra en el mundo energético, entre los espíritus que componen su familia y que le reciben con alegría. Mientras, en la Tierra sus seres queridos lloran su pérdida.

El espíritu desencarnado, al decidir encarnarse en el vientre de una mujer, su madre, también desaparece del plano energético. Los espíritus le despedirán con cierta pena puesto que les abandona y tardarán en volverse a encontrar. Cuando se produce el nacimiento y se corta el cordón umbilical, se produce la integración total en el plano físico. El bebé es recibido por el médico que le ayuda a "llegar" bien, y también por familiares y amigos que acuden al hospital a darle la bienvenida al mundo. Atraviesa también un período de turbación, en el que pasa la mayor parte del tiempo durmiendo, haciendo frecuentes viajes al otro plano, hasta que paulatinamente se va adaptando.
Cuando el hombre de la tierra adquiera una mayor comprensión de las leyes que rigen el Universo, se dará cuenta de que la muerte es una necesidad para poder seguir avanzando con nuevas energías.

Descubrirá que su cuerpo físico muere varias veces a lo largo de una misma vida. Que las células que hoy lo forman están muriendo cíclicamente por millones… que su cuerpo de siete años no tiene prácticamente ninguna de las células que tenía al nacer y que eso ocurre en forma natural cada pocos años. Exceptuando sólo, a las células nerviosas, pues las neuronas son las únicas que no se regeneran.
Esa es la ley que rige la vida: la regeneración constante para seguir viviendo. Una ley que tiene como único objetivo que cada día seamos un poco más conscientes de que tanto el cuerpo físico, como las energías vitalizadotas, como la mente, están puestas al servicio del descubrimiento más importante: LA PROPIA DIVINIDAD.

* * * * *

El ambiente es tenso, la atmósfera está cargada de sentimientos encontrados, el aire que se respira parece estar plagado de las dudas y miedos de los allí reunidos. Los familiares y amigos muestran su dolor por la inexorable partida de aquél que había compartido tantos momentos dichosos con ellos.
Nadie sabe qué decir, los sentimientos por la marcha del ser querido están teñidos por el miedo al olvido. Nadie quiere interferir. Sólo sus miradas expresan las emociones que están viviendo en esos instantes. Él capta todas esas energías que tienen la doble virtud de empujarle hacia delante, a emprender su viaje por un lado y retenerle junto a sus seres queridos, lo que han llenado sus momentos, por otro.
Todos son conscientes de que cuando traspase el umbral estará en la otra vida. Todos saben lo que eso significa y por eso sus deseos más fervientes son que el trance no sea doloroso. Aunque llevan tiempo preparándose para la separación, llegando el momento se dan cuenta de que es duro ver marchar a alguien. Una última sonrisa acompaña al adiós que pone punto final a una relación de amor largamente mantenida.

Su espíritu, de pronto, se hunde en un oscuro túnel al final del cual brilla una intensísima luz. Una fuerza irresistible le atrae como si fuera un imán, quiere llegar cuanto antes al pequeño punto luminoso que se ha convertido en su única referencia.
Se siente presionado, como si algo o alguien lo empujara, mientras va creciendo en él la necesidad de ir hacia la luz. Un último esfuerzo y finalmente se zambulle en una luminosidad increíble que todo lo invade. La presión desaparece, el tunes, la oscuridad, la presión.. todo quedó atrás. Siente todo su ser sacudido por sensaciones desconocidas.. ¿dónde está?.. ¿Qué ocurrirá ahora?... se siente extraño en un entorno muy diferente al que estaba acostumbrado hasta entonces.

Tímidamente abre los ojos y mira alrededor. La luz le ciega en un primer instante pero después empieza a descubrir a su lado formas, rostros que se le acercan. Siente como le tocan, le acarician con sumo cuidado…. Se siente sorprendido y sobrecogido a la vez. Ve como unas caras familiares vienen a recibirle…. Todos sonríen …. Se respira alegría y gozo. No hay duda, han venido a recibirle. El gran viaje ha terminado, ya ha llegado por fin a la otra vida: UN NIÑO ACABA DE NACER.

Grupo Aztlán
Los Manuscritos de Geenom II

ESTADO DE RELAJACIÓN

Debéis ser conscientes de las relaciones que establecéis con los seres humanos que os rodean, se realizan no sólo con el cuerpo físico, sino también con la energía astral y con la mente. Por tanto, es necesario cuidar todos los aspectos de la manifestación del espíritu.
La primera fuente de información corporal son los ojos. El impacto de energía astral de un cuerpo sobre otro está directamente relacionado con la impresión visual mutua.
Los ojos serían las antenas receptoras de la energía que se está moviendo, sólo que el ojo humano transmite el consciente un 15% de lo que ve y el resto pasa al subconsciente.

En ese 85% va implícito, entre otras manifestaciones:
Ø La captación del estrechamiento de las pupilas de la otra persona.
Ø El cambio sutil de coloración del iris.
Ø El enarcado de las cejas, a veces a nivel milimétrico.
Ø El cambio de color de la piel.
Y luego son los labios los que dan el mensaje. A partir de ahí, el astral se moviliza, se colorea y se acerca al otro astral.
La relajación os ayudará a recargar energías consumidas durante el día y, por tanto, gozar de una mejor salud y de un físico más armónico y equilibrado. Unos minutos de relajación al día equivalen a varias horas de sueño.
Por otra parte, un pequeño ejercicio de relajación unos minutos antes de dormir, para hacer después un somero repaso a los acontecimientos acaecidos durante el día, os preparará para ser más conscientes, para lograr esa máxima sabiduría que ha permanecido vigente a través del tiempo: CONÓCETE A TI MISMO.

El éter es una energía que lo invade todo, hasta los espacios interatómicos e interestelares. Ahí se pueden encontrar todo tipo de energías: cósmica, vitalizadota, astral, psíquica, etc. El ser humano está preparado para captar, asimilar y canalizar estas energías como si de una antena receptora se tratase. El aprovechamiento de esas energías redundará en un mejoramiento tanto a nivel físico, como energético y psíquico.
Durante la relajación también tiene lugar un hecho muy importante, como es, el trasvase de información que se realiza entre los diferentes aspectos de la mente. Al aquietarse el cerebro, el consciente (parte operativa) se ve alimentada por informaciones, parámetros y referencias que fluyen desde partes mucho más profundas de la mente, como es el subconsciente.

La Meditación

El dominio de los impulsos, la interpretación de los instintos, la búsqueda por medio de la razón del fin último, la utilización de la lógica, el no marcar límites, tanto a la lógica como a la razón, os harán progresar en el camino.
El hecho de que se intuyan cuales son las próximas etapas, no exime de realizar el recorrido de ellas. Los saltos bruscos no son convenientes, todo tiene un proceso lógico que hemos de cumplir en cada caso.
Si se debe esperar sentado al lado del camino, meditando, no importa, quizás sea esa acción más importante que el hecho de correr desaforadamente, porque meditando quizás se llegue a avanzar más rápidamente que el corredor.

Pero tampoco hay que quedarse en la mera meditación. Ella debe servir como pauta de comportamiento para evitar desviaciones. El que corre a ciegas, sin meditar, puede correr en cualquier dirección, y no necesariamente en la correcta. Hay que sentarse a meditar cuando sea conveniente y, una vez encontrados los límites del sendero, hay que correr, correr hasta que no se sepa nuevamente dónde están los límites, en cuyo momento habrá que volver a sentarse a meditar y encontrarlos.
Cuando el hombre tienen muchos caminos donde elegir, la duda lógica le asalta. Esa duda es producida por el consciente, que trata de analizar los primeros pasos del camino, los que puede ver, para saber cómo va a ser el resto del recorrido, el cual no se conoce hasta que no se ha andado por él.

Solamente liberando el consciente de esa tarea, dejando la mente subconsciente libre, es como podremos, en determinados momentos de gran duda, seguir adelante, dejando fluir lo que llevamos dentro, porque ahí están grabadas las intenciones, los objetivos, los motivos, la experiencia anterior y, sobre todo, la voz de la conciencia que nos indicará, en cualquier caso, el camino correcto a seguir.
El hombre está dotado de dos cosas fundamentales que le permiten evolucionar: razonamiento e intuición. Tratar de razonar lo intuido es tan laborioso como lo contrario.
El deseo es manifestación de un pensamiento y éste manifestación, a su vez, del plano espiritual.
La consecución de un deseo se logra cuando el espíritu, el pensamiento y el esfuerzo están relacionados. Así pues, es necesario saber estructurar debidamente los pensamientos para saber lo que se desea y dirigir los esfuerzos en su consecución.

La práctica de la meditación activa hace que se pongan en funcionamiento los dos hemisferios cerebrales. El subconsciente envía parámetros que son analizados por el consciente, aplicando la lógica y el razonamiento. El resultado final es de una mayor claridad mental, una actitud más positiva, una mejor disposición para encontrar soluciones y un mayor orden y armonía presidiendo los procesos mentales.

El cuerpo físico, el astral y la mente están al servicio de esa esencia que hay que descubrir y analizar. Son los medios que el Cosmos ha puesto en nuestras manos. utilicémoslos coherentemente. Busquemos nuestro equilibrio interior y seamos así una referencia útil.
El hombre tiende a ser feliz y busca la felicidad a lo largo de sus vidas. Para ello, tiene a su alrededor los elementos indispensables: la pareja, la familia, el trabajo, los amigos y, en el otro lado, el propio organismo, la energía y la mente, que bien utilizados proporcionarán tranquilidad de ánimo, equilibrio mental y físico.

RECOMENDACIÓN

Es importante que día a día vayáis incorporando nuevos conceptos y formas de relación personal con los demás. Hay que empezar por los más cercanos, pero ahora de verdad, no de boquilla: la familia, los amigos, los compañeros de trabajo….

Para ello cada mañana al despertar podéis deciros:
YO TENGO LA CAPACIDAD DE CREAR EL AMOR EN MI ENTORNO Y PUEDO VENCER CUALQUIER DIFICULTAD SI EL AMOR SALE DE MI BOCA Y MI CUERPO EN GENERAL.

El espíritu no es algo físico, en el sentido de que no es medible, ni visible, ni audible, pero cuando abrazamos a un hermano se hace patente, cuando estamos velando el sueño de un niño enfermo, se hace patente, cuando ayudamos a bien morir se hace patente.
Eso es lo que quiero que aprendáis a partir de ahora, a generar amor y hacerlo patente en cada momento del día.
El chakra del plexo solar, al vibrar con mayor intensidad, hace que los demás vibren a su vez más intensamente, por lo que el cuerpo físico experimenta una actividad inusitada por la producción de hormonas estimulantes, todo se percibe entonces de una forma diferente.
Esa actitud mantenida produce el desbloqueo de las emociones.

Uno se siente más feliz con uno mismo y con cuanto le roda, y es capaz de darse cuenta, entonces, que esa actitud produce el acercamiento de otras personas y encuentra que la amistad y el compartir son más importantes para la vida y la salud física y mental que una relación donde lo que se plantea es, como mucho, el intercambio justo.

El amor no busca intercambio, es una energía altruista que sólo la mente deforma y si la deforma es, simplemente, porque habéis construido una sociedad basada en el intercambio no siempre justo, por lo que crees que la no manifestación de las emociones os protege, cuando es justo al contrario.

Grupo Aztlán
Los Escritos de Geenom II

sábado, 17 de octubre de 2009

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