La verdadera madurez está ahí, en abandonar conscientemente las percepciones mentales, tanto las positivas como las negativas.
Se trata de aceptar el grado de entrega necesario para soltarte de todas las experiencias y de todas las referencias personales.
Cuando la mente se relaja, entonces sabes quién eres y lo que eres en todo momento, aunque no puedas definirlo, ni describirlo o hablar de ello. Simplemente lo sabes porque lo eres.
Es la máxima liberación de la identidad y la separación.
Te das cuenta de que todas las definiciones que tienes sobre ti no son más que un concepto y, por tanto, una mentira.
Entonces la mente se detiene.
Al decir que la mente se detiene, no quiero decir que todos los pensamientos desaparezcan. Ese no es el resultado de la mente que se detiene. Lo que hace es dejar de interpretar la realidad. Entonces te quedas con una realidad en bruto, sin deformaciones. Es la experiencia de la libertad profunda y liberadora. Te alivias de un gran peso.
Tus pensamientos no tienen que dejar de pasar por tu mente. No necesitas cambiar nada. Tu mente sólo tiene que hacer una cosa: contemplar con mucha curiosidad la pregunta «¿qué soy yo realmente?».
La contemplación de esta pregunta te llevará precisamente más allá del pensamiento.
Si te preguntases ahora mismo «¿quién soy yo?», ¿qué es lo primero que dirías?...
Cuando te haces consciente de que «no sé quién soy», la firmeza desaparece de los cimientos de tu vida.
La auténtica liberación está más allá de la mente.
Cuando llegas a lo desconocido, en realidad estás a las puertas de la liberación. Lo único que tienes que hacer es sumergirte en el hecho de que no lo sabes.
¿Cuál es la experiencia del no saber? ¿Cómo te sientes realmente al no saber?
Si no escuchas a la mente diciendo «oh no, necesito saber», y no te asustas; y si acudes directamente a tu sensación, verás que te sientes muy bien en el no-saber. Te sientes muy liberado, desde el principio. No saber es un alivio, pues lo que creías ser es lo que generaba todos los problemas. Es lo que cargaba con todo el peso.
Pon tu atención precisamente ahí, en el no-saber, eso es todo lo que tienes que hacer.
«¿Cómo te sientes al no saber? ¡Oh, es tan maravilloso!»
Limítate a descansar ahí...
No llegarás al conocimiento sabiendo, sino no sabiendo.
Estarás a un millón de kilómetros de todo lo que sabes, cada vez a más profundidad, lo que implica que estarás más allá de la mente. Entonces lo verás en un instante, y lo sabrás.
Alcanzarás sabiduría por el mero hecho de descansar en el no saber. Es una paradoja. Cuanto más descanses en el no saber, lo que implica no aferrarse nunca a la mente, más directa será tu experiencia de sabiduría. Surgirá en un instante.
Nos pasamos muchas vidas danzando junto a las mismísimas puertas de la libertad. Hacemos piruetas en el descansillo y nunca sabemos bien quiénes somos. Bastará un chasquido, una vuelta más de ese nudo, para obtener sabiduría, eso es todo. Es tan fácil. No es difícil. Lo que ocurre es que la gente no sabe adonde ir. En cuanto sabes adonde ir y tienes el coraje de ir ahí, es fácil. Dirígete hacia lo desconocido, experimenta lo desconocido, sé lo desconocido. Todo el conocimiento verdadero se despierta en lo desconocido.
Adyashanti
Camino al Despertar
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