Al no
poder existir en el instante “actual”, nos condena a todos nosotros, que
funcionamos normalmente de forma automática o semi-automática, a nunca estar
“presentes” en ese “ahora”, a no ser que hagamos el esfuerzo consciente de
volver a “este momento” de forma recurrente, activando la consciencia del ser
que somos, para desactivar la inercia del ego que poseemos, y, cuando lo
conseguimos, al menos durante unos instantes, es como haber conseguido
aterrizar un avión y tocar tierra de nuevo, sintiendo que volvemos a “estar
aquí”, siendo plenamente conscientes de todo nuestro entorno, realidad y mundo
exterior, aunque breves segundos después volvamos a elevarnos, dejar de tocar
tierra y volver a ir de nuevo en piloto automático, y dirigidos por los
procesos mentales normales que toman los mandos, y relegan una vez más a otro
lugar a la consciencia de ese ser, a donde no le moleste a ese “ego”, y a su
sistema de navegación automática incorporado.
La
consciencia real, solapada por la artificial
¿Dónde se
ubica entonces nuestra consciencia real cuando no estamos presentes? Si estoy
en ese “aquí y ahora”, tenemos una nitidez y claridad en la percepción de la
realidad que se pierde cuando no estoy, pero si yo soy mi consciencia, no mi
ego ni mis programas mentales, ¿en que lugar quedo yo relegado cuando no estoy
forzando mi presencia total y control sobre el vehículo que ocupo y sus
procesos mentales? Estoy, por decirlo así, solapado, tapado por la consciencia
artificial que subyace y forma la parte externa y la capa superficial de mi
esfera de consciencia, que ya hemos explicado en varios artículos y vídeos, y
que nos dota de los mecanismos para poder andar por la vida de forma
semi-autónoma sin que lo que soy realmente, la consciencia del ser o Yo superior,
tenga que intervenir para nada si no se hace el esfuerzo consciente y constante
para ello, por parte de algún componente de la personalidad, que comprenda que
los mecanismos de gestión de la realidad imbuidos en el cuerpo mental, en las
esferas mentales, en el conjunto de la psique, son solo una herramienta a
servicio de esas otras partes más elevadas de uno mismo, para poder tener el
control del conjunto del vehículo que nos define como seres humanos, y no un
fin por ellos mismos como ente autónomo de gestión de la encarnación en curso
(el ego y sus programas).
Este tipo
de funcionamiento a través del piloto automático, y las dificultades que
tenemos para mantenernos en el momento presente vienen agravadas, porque así ha
sido diseñado el sistema de gestión de nuestro planeta y sociedad, por las
innumerables distracciones hacia el mundo exterior que nos envuelven. Cuando
vemos la tele, cuando escuchamos música, cuando leemos, cuando estamos con la
mente enfocada en algo que viene de fuera, no podemos estar presentes aquí y
ahora, pues este estado requiere un esfuerzo para que la mente se acalle y se
permita la salida a la superficie de la consciencia del ser, ya que a la mínima
que uno se deja llevar por lo que estás viendo en cualquier programa, lugar,
situación, etc., y dejamos que los mecanismos automáticos de gestión de esa
percepción tomen los mandos, vuelvo a quedarme solapado (el verdadero “yo”, el
ser que soy), y vuelve a perder (mi personalidad), la noción de presencia,
alerta y de “estar”, volviendo a activarse los programas de gestión que nos
llevan a pensar en lo que pasará mañana o lo que hice ayer, como medida de
preparación, planificación, protección o prevención de todo tipo de eventos que
el ego no desea no poder controlar, y no puede dejar de analizar, para estar
preparado para los mismos, más allá de que la parte consciente de nuestra
personalidad lo quiera, lo haya decidido o lo esté activando conscientemente,
pues el ego actúa de forma independiente, y gestiona los procesos mentales, yos
y sub-personalidades a su conveniencia.
Un diseño
para no estar “aquí”
¿Porqué no
puede el ego vivir en el presente? Porque es un programa que tiene como último
objetivo la supervivencia del cuerpo humano y el control total de su realidad,
en todos los detalles y niveles de la misma, así como la ofuscación de todo
aquello que no sea el mundo exterior de la materia en el que existimos,
empezando por la existencia y consciencia del ser que somos. Cuando estás aquí
y ahora, no hay nada que planificar, no hay nada que preparar, nada que
analizar, nada que prever para mañana, y eso va en contra de la misma
existencia de este sistema imbuido en cada ser humano en los albores de nuestra
creación como especie mediante manipulación genética. Al tener siempre un sistema
insertado en la psique que no tiene un parámetro que le permita entender el
“ahora”, no puede vivir en él mientras tenga control de la vida, y, como tiene,
generalmente, mucho o todo el poder sobre la personalidad que creamos, la
consciencia del ser que somos está, generalmente, opacada y solapada, y a la
espera de que alguna parte de la personalidad humana haga el esfuerzo de
“despertarla” y manifestarla, dejando de existir en el futuro o en el pasado, y
dejando de evadirnos constantemente de ese eterno presente, que es el estado
natural de todo en la Creación.
Y es que
estar presente es un estado que el ego no comprende, pues le niega su propia
razón de ser, y por lo tanto, luchará por cortarlo a toda costa, activando
decenas de mecanismos de los que dispone para ello: activando recuerdos,
preocupaciones, revisando la lista de tareas pendientes, llevándote a
escenarios mentales de cosas que ya han pasado o que pueden pasar, etc. Todo
aquello que encuentre en el concepto lineal del pasado o todo aquello que
encuentre para el concepto lineal de futuro es bueno para el ego, y malo, al
menos, no óptimo, para la manifestación de la consciencia de nuestro ser o Yo
Superior.
Abriendo
brechas en las barreras
Finalmente,
el trabajo que necesitamos realizar, no es tanto luchar contra ese ego y su
funcionamiento, sino forzar regularmente la presencia y manifestación de la
consciencia del ser en ese “instante presente”, ya que, de esta manera, se
rompen paulatinamente las barreras que impiden de forma natural que la
consciencia de nuestro Yo Superior tome el mando del conjunto de la psique para
la encarnación en curso que estamos teniendo. El ser puede controlar y dirigir
al programa ego sin ningún problema, cuando tiene la suficiente vía libre y
presencia para ello, resultado del trabajo interior de la persona para ir
desmontando todo aquello que opaca e impide, sin forzar y de forma natural,
manifestarlo al exterior, y poder entonces tomar realmente el control de la
existencia humana, relegando a segundo plano, o desactivando por completo en
última instancia, la mayoría de mecanismos automáticos de gestión de la misma.
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