lunes, 28 de septiembre de 2015

Deepak Chopra: El libro de los secretos. Secretos: 7, 8 y 9.



Secreto 7
Todas las vidas
son espirituales


Una de las peculiaridades de la vida moderna es que las personas que discrepan violentamente en cuanto a creencias religiosas llevan vidas similares. El célebre comentario de Nietzsche acerca de que Dios ha muerto debería cambiarse por Dios es opcional. Si el gobierno vigilara 24 horas al día tanto a quienes consideran que acatan la ley divina como a quienes no piensan siquiera en el reglamento de Dios, imagino que la suma total de virtud y corrupción, amor y odio, paz y violencia, sería exactamente la misma. De hecho, la balanza de la intolerancia y la falta de amor probablemente se inclinaría hacia las personas que más alardean de ser religiosas en cualquier sociedad.
No digo esto con afán de polemizar. Pero es como si el universo tuviera sentido del humor, pues en un nivel profundo es imposible no tener una vida espiritual. Tú y yo estamos tan imbuidos en la creación de un mundo como lo está un santo. No puedes ser despedido del trabajo de crear un mundo, que es la esencia de la espiritualidad. Y no puedes renunciar a ese trabajo aun cuando rehúses presentarte. El universo vive a través de ti en este momento. Con o sin creencia en Dios, la cadena de sucesos que lleva de la conciencia silenciosa a la realidad física permanece intacta. El sistema operativo del universo funciona para todos por igual, y opera con base en principios que no requieren tu cooperación.
Sin embargo, si decides llevar una vida espiritual consciente, ocurre un cambio. Los principios del sistema operativo, las reglas de la creación, se vuelven personales. Ya hemos mencionado muchas de las reglas de la creación; analicemos ahora cómo podemos alinear lo universal con lo personal.


UNIVERSAL
1. El universo es un espejo de la conciencia.

PERSONAL
1. Los sucesos de tu vida reflejan quién eres.

Nada en estas afirmaciones remite a la religión; no hay vocabulario espiritual implicado. No obstante, este primer principio es la base para decir que la religión —cuya etimología latina significa “reunir”— une al Creador con su creación. El mundo físico refleja una mente; lleva intención e, inteligencia en cada átomo.

UNIVERSAL
2. La conciencia es colectiva. Todos la extraemos de una fuente común.


PERSONAL
2. Las personas presentes en tu vida reflejan aspectos de ti mismo.

En este principio vemos el origen de todos los mitos y arquetipos, héroes y hazañas. La psique colectiva comparte un nivel de conciencia que va más allá de los individuos.
Cuando ves a las demás personas como aspectos de ti mismo, en realidad estás viendo rostros de arquetipos míticos. Somos un ser humano con innumerables máscaras; cuando las eliminamos queda la esencia, el alma, la chispa divina.

UNIVERSAL
3. La conciencia se expande en sí misma.

PERSONAL
3. Aquello a lo que prestes atención crecerá.

En la realidad única, la conciencia se crea a sí misma, o lo  que es igual, Dios esta dentro de su creación. No hay ningún lugar fuera de la creación donde pueda estar la divinidad:  omnipresencia significa que dondequiera que exista un lugar, ahí estará Dios. Pero mientras Dios presta atención a una infinidad de mundos, los seres humanos utilizan la atención selectivamente. La ponemos en un lugar y la retiramos de otro. Al prestar atención agregamos la chispa divina, y esa parte de nuestra experiencia, sea positiva o negativa, crecerá.
La violencia engendra violencia, pero también el amor engendra amor.
UNIVERSAL
4.      La conciencia crea con base en un plan.

PERSONAL
4.      Nada es aleatorio; tu vida está llena de señales y bolos.

La guerra entre religión y ciencia es antigua y casi se ha extinguido; pero en cierto punto, ninguna de las dos está dispuesta a ceder. La religión ve en el pían de la naturaleza la prueba de un creador. La ciencia ve en la aleatoriedad de la naturaleza la prueba de que no hay ningún plan. No obstante, nunca ha existido una cultura basada en el caos, incluida la subcultura de la ciencia. La conciencia mira al universo y encuentra un plan por todas partes, aun si los espacios que lo separan parecen desorganizados y aleatorios. Para el individuo es imposible no ver orden: cada aspecto de la vida, empezando con la familia, se basa en él. Tu cerebro está construido para percibir patrones (incluso una mancha de tinta parece la imagen de algo, no importa cuánto te esfuerces por tratar de no verla), porque fueron necesarios patrones de células para hacer un cerebro. La mente es, en última instancia, una máquina para elaborar significado, aun cuando coquetea con el sin sentido, como nuestro siglo ha hecho tan bien.

UNIVERSAL
5. Las leyes físicas operan eficientemente con el mínimo esfuerzo.


     PERSONAL:
5. En todo momento, el universo te da los mejores resultados posibles.

La naturaleza ama la eficiencia, lo cual es muy extraño en algo que supuestamente opera al azar. Cuando dejas caer una pelota, ésta cae en línea recta al piso sin desviarse. Cuando dos moléculas con potencial para unirse se encuentran, siempre se unen: no hay lugar para la indecisión. Este gasto mínimo de energía, conocido como ley del menor esfuerzo, también se aplica a los seres humanos. Es seguro que nuestros cuerpos no pueden evitar la eficiencia de los procesos químicos que ocurren en cada célula, por lo que es probable que todo nuestro ser esté regido por el mismo principio. Causa y efecto no sólo están vinculados; lo están de la manera más eficiente posible. Este argumento también se aplica al crecimiento personal: la idea es que todos actúan lo mejor que pueden desde su nivel de conciencia.

UNIVERSAL
6.      Las formas simples se desarrollan en formas más complejas.

PERSONAL
6.      Tu conciencia interna siempre está evolucionando.

Este principio resulta desconcertante para religiosos y científicos por igual. Muchas personas religiosas piensan que Dios creó el mundo a su imagen, lo que implica que la creación no tenía a dónde ir después de ello (excepto quizá perder su perfección inicial). Los científicos aceptan que la entropía, tendencia de la energía a disiparse, es inexorable.
Así, en ambos sistemas es un problema que el ADN sea un billón de veces más complejo que los primeros átomos primigenios; que la corteza humana haya crecido formidablemente durante los últimos 50000 años; que la vida surgiera de sustancias químicas inertes, y que todos los días nuevos pensamientos salen de la nada. La entropía no deja de envejecernos, provocar que los autos se oxiden y que las estrellas se enfríen y mueran. Pero el impulso de la evolución es igualmente inexorable. La naturaleza decidió evolucionar, sea cual sea nuestra opinión al respecto.
UNIVERSAL
7.   El conocimiento asimila más y más del mundo.
8.   

PERSONAL
7. La dirección de la vida es de la dualidad a la unidad.

Según una idea muy extendida, las culturas antiguas veían una creación unificada, mientras nosotros vemos un mundo fragmentado y dividido. Se ha culpado de ello al declive de la fe y a la ausencia de mitos, tradiciones y vínculos sociales. Pero yo creo que ocurre justo lo contrario: la antigua manera de entender apenas explicaba una mínima parte de todos los fenómenos de la naturaleza, mientras que la física actual está a punto de llegar a una “teoría de todo”. El eminente físico John Wheeler destaca algo crucial cuando dice que, antes de Einsteín, los seres humanos pensaban que veían a la naturaleza “allá fuera”, como a través de una ventana, tratando de descubrir qué hacía la naturaleza. Gracias a Einstein, nos dimos cuenta de que estamos inmersos en la naturaleza; el observador cambia la realidad por el acto mismo de observar. Así, a pesar de un extendido sentimiento de alienación psicológica (resultado de que la tecnología haya sobrepasado nuestra capacidad de mantener vivo el significado), la dualidad de hombre y naturaleza está reduciéndose con cada generación.

UNIVERSAL
8.      La evolución desarrolla cualidades de supervivencia que se ajustan perfectamente al entorno.

PERSONAL
8.      Si te abres a la fuerza de la evolución, ella te llevará adonde quieres ir.

La adaptación es algo maravilloso porque avanza por saltos cuánticos. Cuando algunos dinosaurios ancestrales desarrollaron plumas, dieron con una adaptación que sería perfecta para el vuelo alado. Las células exteriores de sus cuerpos, que eran duras y escamosas, fueron útiles como armadura pero no ayudaban a remontar el vuelo. Es como si la evolución se planteara un problema nuevo y diera un salto creativo para solucionarlo. El uso de escamas fue abandonado por un nuevo mundo de vuelo alado (y esas mismas escamas darían un salto en otra dirección al convertirse en pelo, permitiendo el desarrollo de mamíferos peludos).
Tanto la ciencia como la religión se preocupan por esto. A la ciencia no le gusta la idea de que la evolución sabe hacia dónde va; se supone que las mutaciones darwinianas deberían ser aleatorias. A la religión no le gusta la idea de que la creación perfecta de Dios cambia cuando se requiere algo nuevo. No obstante, éste es un caso donde las explicaciones han quedado al margen. Sin lugar a dudas, el mundo físico se adapta mediante saltos creativos que ocurren en un nivel más profundo. A este nivel puedes llamarle genético o consciente, como prefieras.
UNIVERSAL
9.      El caos favorece la evolución

PERSONAL
9.      La mente fragmentada no puede llevarte a la unidad, pero debes usarla para recorrer el camino.

El caos es una realidad, pero también lo es el orden y el crecimiento. ¿Cuál es el preponderante? La ciencia no ha llegado a una conclusión porque más de 90 por ciento del universo físico está compuesto de materia oscura y misteriosa: como no ha sido observada, sigue abierta la pregunta de cuál será el destino del cosmos. La religión se planta firmemente al lado del orden por la sencilla razón de que Dios creó el mundo a partir del caos. Según la ciencia, hay un delicado equilibrio entre creación y destrucción, el cual se ha mantenido durante billones de años. No obstante, como las fuerzas cósmicas en gran escala no han sido capaces de destruir el delicado tejido que urdió el origen de la vida, podría concluirse razonablemente que la evolución utiliza el caos, igual que un pintor utiliza los colores revueltos en su caja.
En el nivel personal, es imposible que alcances la unidad mientras estés regido por el torbellino de pensamientos e impulsos de tu cabeza, pero puedes usar tu mente para que ella encuentre su propia fuente. La unidad es el propósito oculto al que se dirige la evolución, utilizando la mente fragmentada como herramienta para recorrer el camino. Al igual que el cosmos, la superficie de la mente parece caótica, pero hay una represa de progreso operando debajo.

UNIVERSAL
10.    Muchos niveles invisibles están envueltos en el mundo físico.

PERSONAL
10.    Vives en muchas dimensiones a la vez; la impresión de estar atrapado en el tiempo y el espacio es una ilusión.

Con todo su corazón, los pioneros de la física cuántica, incluido Eínstein, no querían crear dimensiones nuevas más allá del tiempo y el espacio. Ellos querían explicar el universo como parecía ser. No obstante, las teorías actuales de las superstrings* utilizan al menos once dimensiones para explicar el mundo visible. La religión siempre ha sostenido que Dios habita un mundo más allá de los cinco sentidos; la ciencia necesita el mismo reino trascendente para explicar por qué unas partículas separadas por billones de años luz pueden actuar coordinadamente, (*Éstas explican el mundo físico combinando la teoría general de la relatividad y la mecánica cuántica, antes consideradas incompatibles. (N. del T.)) por qué la luz puede comportarse como partícula y como onda, y por qué los hoyos negros pueden transferir materia más allá del control de la gravedad y el tiempo. En última instancia, la existencia de multidimensiones es irrefutable. En el nivel más simple, debe haber algún lugar de donde salieron el espacio y el tiempo durante el BigBang y , por definición, ese algún lugar no puede estar en el tiempo y el espacio. aceptar que tú, como ciudadano de un universo multidímensional, eres multídimensional, no tiene nada de místico. Es la mejor hipótesis que puede proponerse dados los hechos.
Podría decirse que estos diez principios representan las maneras de concebir el sistema operativo que mantiene en marcha la realidad única. En verdad, todo esto resulta inconcebible, y nuestros cerebros no están preparados para operar en lo inconcebible. No obstante, pueden adaptarse a vivir inconscientemente. Todas las criaturas de la Tierra están sujetas a las leyes de la naturaleza; sólo los humanos pensamos;
“¿En qué me afecta todo esto?” Si prefieres desentenderte y decides vivir como si la dualidad fuera real, no verás la manera en que estos diez principios se relacionan contigo. La ironía cósmica es que estas mismas leyes seguirían rigiendo tu vida aunque no las reconozcas.
La alternativa de ser conscientes o no, nos lleva a la posibilidad de la transformación. Nadie discute que la vida es cambio. Pero, ¿es posible que, mediante la simple modificación de su conciencia, una persona provoque una transformación profunda y no sólo un cambio superficial? Transformación y cambio son dos cosas distintas, como puede verse en los cuentos de hadas. La pobre chica a quien su malvada madrastra obliga a permanecer en casa fregando el piso mientras sus hermanastras van al baile, no se supera asistiendo a la escuela nocturna. Es el toque de una varita mágica el que transporta a Cenicienta instantáneamente al palacio como una criatura completamente transformada.
Según la lógica del cuento de hadas, el cambio es demasiado lento, demasiado gradual, demasiado prosaico para satisfacer los anhelos simbolizados por la rana que sabe que es un príncipe o por el patito feo que se convierte en cisne.
Hay más de un elemento fantástico en el toque de magia que ofrecerá instantáneamente una vida libre de problemas. Y más importante aún: esta fantasía encubre la manera en que ocurre la verdadera transformación.
La clave de la transformación auténtica es que la naturaleza no avanza paso a paso. Da saltos cuánticos todo el tiempo, y cuando lo hace, no realiza una simple combinación de viejos ingredientes. Algo aparece por primera vez en la creación, una propiedad emergente. Por ejemplo, sí analizamos el hidrógeno y el oxígeno, son ligeros, gaseosos, invisibles y secos. Hizo falta una transformación para que esos dos elementos se combinaran y crearan agua y, cuando esto ocurrió, surgió un conjunto completamente nuevo de posibilidades, siendo la más importante, desde nuestro punto de vista, la vida misma.
La humedad del agua es un ejemplo perfecto de propiedad emergente. En un universo sin agua sería imposible obtener la humedad mezclando otras propiedades existentes.
Las mezclas sólo producen cambios; no son suficientes para transformar. La humedad surgió en la creación como algo completamente nuevo. Cuando lo analizamos con atención, resulta evidente que cada enlace químico produce una propiedad emergente. (Ya he mencionado el ejemplo del sodio y el cloro, dos venenos que cuando se combinan producen sal, otro elemento básico de la vida.) Tu cuerpo —que enlaza millones de moléculas cada segundo— depende de la transformación. Los procesos de respiración y digestión, por nombrar sólo dos ejemplos, se valen de la transformación. A la comida y al aire no simplemente se les revuelve sino que se les somete exactamente a los enlaces químicos necesarios para mantenernos vivos.
El azúcar extraída de una naranja viaja al cerebro y sirve de combustible a un pensamiento. La propiedad emergente en este caso es la novedad del pensamiento: jamás en la historia del universo se habían combinado moléculas con ese resultado. El aire que entra por tus pulmones se combina de mil maneras para producir células que nunca han existido tal como existen en ti; y cuando utilizas oxígeno para moverte, tus músculos realizan acciones que, por muy similares que sean a las de otras personas, son expresiones tuyas únicas.
Si la transformación es la norma, la transformación espiritual es una extensión de lo que la vida ha estado haciendo todo el tiempo. Aunque sigas siendo quien eres, puedes dar un salto cuántico en tu conciencia, y la señal de que ese salto ha sido real será alguna propiedad emergente nunca experimentada en el pasado.












Propiedades emergentes espirituales

q  Claridad de conciencia
q  Cognición
q  Veneración por la vida
q  Ausencia de violencia
q  Ausencia de miedo

q  Integridad

Éstas pueden considerarse transformaciones espirituales porque ninguna puede obtenerse simplemente recombinando viejos ingredientes del yo. Al igual que la humedad del agua» cada una aparece como por alquimia: la escoria de la vida diaria se convierte en oro.
Claridad significa estar consciente de ti mismo todo el tiempo: mientras estás despierto, duermes o sueñas. En vez de estar eclipsada por las circunstancias externas, tu conciencia siempre está abierta a sí misma. La claridad es atenta y despreocupada.
Cognición significa estar en contacto con el nivel de la mente donde se responden todas las preguntas. Está relacionada con el genio, aunque la cognición no se concentra en música, matemáticas ni otros temas específicos. Tu área de conocimiento es la vida misma y el movimiento de la conciencia en todos los niveles. La cognición es sabia, segura e inquebrantable pero humilde.
Veneración por la vida significa estar en contacto con la fuerza vital. Sientes que el mismo poder fluye por ti y por todos los seres vivos; incluso el polvo que flota en un rayo de luz baila al mismo ritmo. Por tanto, la vida no se limita a las plantas y los animales: todo posee una vitalidad radiante y animada. La veneración es cálida, conectada y excitante.
Ausencia de violencia significa estar en armonía con todas las acciones. No hay oposición entre lo que haces y lo que hacen los demás. Tus deseos no chocan con el bienestar de los otros. Cuando miras alrededor, ves conflictos en el mundo en general pero no en tu mundo. Irradias paz como un campo de fuerza que somete al conflicto en tu entorno. La no violencia es pacífica, quieta y ajena a la oposición.
Ausencia de miedo significa seguridad total. El miedo es un susto del pasado; nos recuerda el momento en que dejamos un lugar seguro y nos encontramos en otro vulnerable.
El Bhagavad Gita dice que el miedo nace de la separación, sugiriendo que la causa original del miedo fue la pérdida de la unidad. En última instancia, esa separación no es la expulsión del paraíso sino la pérdida de lo que somos. La ausencia de miedo es, por tanto, ser tú mismo.
Integridad significa incluir todo, no excluir nada. En este momento experimentamos la vida dividida en trozos de tiempo, de experiencia, de actividad. Nos aferramos a nuestro limitado sentido del yo para evitar que estos trozos se desmoronen. Pero es imposible hallar continuidad de este modo, por más que el ego se esfuerce en mantener a la vida de una pieza. La totalidad es un estado más allá de la personalidad.
Surge cuando el “yo soy” que aplicas a ti es el mismo “yo soy” en todas partes. La totalidad es sólida, eterna, sin principio ni fin.
La transformación auténtica, a mi manera de ver, depende del surgimiento de estas propiedades como tu experiencia personal. Son cualidades primigenias inmersas en la conciencia; no fueron inventadas por los seres humanos ni proyectadas por carencia, necesidad o hambre. Es imposible experimentarlas obteniendo más de lo que ya tienes. Ser lo más generoso posible con los demás y evitar causarles daño no es lo mismo que no violencia en sentido espiritual. Mostrar valentía ante el peligro no es lo mismo que ausencia de miedo. Sentirse estable e íntegro no es lo mismo que totalidad.
Hay que remarcar que por más inalcanzables que parezcan estas cosas, son completamente naturales: son extensiones de un proceso de transformación que ha estado contigo toda tu vida. Cada uno somos ya una propiedad emergente del universo, una creación totalmente nueva a partir de los genes de nuestros padres. Pero hay una magia más profunda. En el nivel químico, los genes de tus padres sólo se recombinaron; tú obtuviste algunos de uno y algunos de otro. La supervivencia de cierto acervo genético se extendió para incluir una nueva generación, no se descompuso súbitamente en una sustancia nueva y desconocida.
De alguna manera, la naturaleza utilizó esos viejos elementos para realizar una hazaña alquímica: tú no eres una réplica genética reconfigurada. Tus genes son sólo la estructura que soporta una experiencia única. El ADN es la manera en que el universo toma conciencia de sí mismo. Hicieron falta ojos para que el universo viera su apariencia; oídos para escuchar sus sonidos, etcétera. Para asegurarse de no perder interés, el universo te creó para tomar conciencia de sí mismo de una manera que no había existido. Así, eres una expresión de eternidad y de este preciso instante, ambos a la vez.
Transformarse es como embarazarse. La mujer que decide tener un bebé toma una decisión personal y al mismo tiempo se somete a una poderosísima fuerza de la naturaleza. Por un lado, ejerce el libre albedrío; por el otro, queda atrapada en una serie inexorable de acontecimientos. Una vez que tiene una semilla fertilizada en su vientre, la naturaleza toma el control; engendrar un bebé es algo que haces y al mismo tiempo algo que te ocurre. Lo mismo puede decirse de cualquier otra transformación auténtica. Tú puedes hacer la decisión personal de ser espiritual, pero cuando el espíritu toma el control, quedas atrapado en fuerzas superiores a ti. Es como si un cirujano fuera llamado al quirófano para una cirugía y descubriera que el paciente en la mesa de operaciones es él mismo.
Hemos revisado los diez principios que integran el sistema operativo de la realidad única. Pero la mayoría de las personas están inmersas en otro sistema operativo: el de la dualidad. Viven asumiendo que son individuos separados, aislados, en un cosmos aleatorio donde lo que ocurre “aquí dentro” no se refleja “allá fuera”. Entonces, ¿cómo puede una persona cambiar de un sistema operativo al otro? La unidad es totalmente distinta de la dualidad, pero no tienes que esperar el final de este viaje para vivir como si estuvieras en el siguiente. Justo ahora estás viviendo como si la limitación y la separación debieran ser verdad; por tanto, no estás dejando espacio para que no sean verdad. Aun así, una inteligencia oculta preserva el orden increíble de la vida al tiempo que permite que el cambio se arremoline en aparente caos.
Si exponemos una célula viva a la luz del sol en un día fresco de primavera, se marchitaría y convertiría en polvo; su ADN se esparciría en el viento. No obstante, esa aparente fragilidad ha sobrevivido a dos billones de años de constantes ataques del ambiente. Para comprobar que nuestra existencia está protegida por la misma inteligencia, es necesario alinearnos con ella. Entonces se revelará una ley universal: la totalidad permanece, no importa cuánto cambie.
Tu tarea consiste en hacer que la totalidad sea más real en tu vida. Mientras permanezcas en el nivel donde prevalece el cambio, no tienes posibilidades de llegar a ser verdaderamente nuevo. La dualidad mantiene su sistema operativo en todo momento, y mientras estés conectado a él, parecerá real, factible, fidedigno y comprobable. El otro sistema operativo, que se basa en la totalidad, funciona mucho mejor que al que estás acostumbrado. La totalidad también es real, factible, fidedigna y comprobable. Con la finalidad de orientarnos, analicemos algunas situaciones familiares y veamos cómo las abordaría cada sistema.
Imagina que llegas un día al trabajo y escuchas un rumor acerca de que en tu empresa habrá un recorte de personal.
Nadie sabe si tu empleo está en riesgo, pero podría estarlo.
En el sistema operativo de la dualidad entran en juego los siguientes supuestos:
§  Podría perder lo que necesito para sostenerme.
§  Alguien tiene el control de mi destino.
§  Enfrento algo impredecible y desconocido.
§  No merezco un revés como éste.
§  Podría resultar lastimado sí la situación no me favorece.
Estos pensamientos son comunes cuando nos encontramos en un momento de crisis. Algunas personas toleran el peligro mejor que otras, y tú has enfrentado muchas situaciones similares con mayor o menor éxito. Pero estas preocupaciones sólo son parte de un sistema operativo. Están programadas en el software del ego y su fijación absoluta en mantener todo bajo control. Lo que está en juego aquí no es la pérdida del empleo sino la pérdida del control. La amenaza externa revela cuan frágil es la realidad del ego.
Planteemos ahora la misma situación en el sistema operativo programado desde la totalidad o realidad única. Llegas al trabajo y escuchas que en la empresa habrá recorte de personal. Entonces entran en juego los siguientes supuestos:
q  Mi ser más profundo ha creado esta situación.
q  Pase lo que pase, hay una razón.
q  Estoy sorprendido, pero este cambio no afecta lo que soy.
q  Mi vida se desenvuelve de acuerdo con lo que es mejor para mí y para mi desarrollo.
q  No puedo perder lo que es real. Los factores externos se asentarán a su tiempo.
q  Pase lo que pase, no puedo sufrir ningún daño.
Resulta claro que el segundo sistema operativo proporciona una sensación de mayor seguridad. La totalidad es segura; la dualidad no. El resguardo contra las amenazas externas es permanente cuando no existen factores externos, cuando sólo eres tú ocupando dos mundos —interno y externo— que se acoplan a la perfección.
Los escépticos dirán que este sistema operativo nuevo no es más que un asunto de percepción, que vernos como creadores de nuestra realidad no significa que lo seamos. Pero lo somos. La realidad cambia cuando nosotros lo hacemos, y cuando modificamos nuestra percepción de estar divididos, la realidad única cambia con nosotros. La razón por la que no todos lo notan es que el mundo centrado en el ego —con sus exigencias, presiones, dramas y excesos— es sumamente adictivo, y como cualquier adicción, necesita una dosis diaria y la negación de que hay una manera de escapar de ella.
Al adherirte a la realidad única, la adicción no terminará inmediatamente, pero dejarás de alimentarla. Tu ego y personalidad, que te ofrecen una visión limitada de quién eres, recibirán el mensaje de que deben dejar de asirse y aferrarse.
El condicionamiento que te decía cómo ganarle a “ellos” ya no te ayudará a sobrevivir. El apoyo que obtenías de fuentes externas, familia, amigos, estatus, posesiones y dinero, ya no te hará sentir seguro.
Por fortuna, la percepción es bastante flexible para liberarse de la adicción a la dualidad. Cualquier suceso puede considerarse un producto del centro creativo interno. En este preciso instante puedo pensar en cualquier faceta de mi vida y decir, “yo lo hice”. Desde aquí sólo falta un paso para preguntar “¿Por qué lo hice” y “¿Qué quiero hacer en vez de eso?”
Analicemos otro ejemplo. Vas en tu auto de regreso a casa y te detienes en un semáforo; pero el vehículo de atrás no para y golpea el tuyo. Saltas a confrontar al otro conductor, pero éste no se disculpa. De manera hosca te proporciona la información de su aseguradora. En un sistema operativo entran en juego las siguientes premisas:
§  A esta persona no le importa qué es mejor para mí.
§  Si está mintiendo, tendré que hacerme cargo de todos los gastos.
§  Yo soy la parte afectada y él debe reconocerlo.
§  Tal vez tenga que forzarlo a cooperar.
Cuando estas ideas entren en juego» considera la posibilidad de que el accidente de transito no las haya causado. Ellas estaban grabadas en tu mente, esperando el momento de ser requeridas. No estás viendo la situación como es en realidad sino a través de tu percepción programada. En un sistema operativo diferente, las siguientes premisas son igualmente válidas:
§  Este accidente no fue un accidente; es un reflejo de mí.
§  Esta persona es un mensajero.
§  Cuando descubra por qué sucedió esto, revelaré algún aspecto de mí.
§  Necesito prestar más atención a cierto tipo de energía oculta o atascada. Cuando me haya hecho cargo de ella, me alegraré de que este accidente haya ocurrido.
¿Te parece que este segundo punto de vista es imposible o poco realista? No es más que la manera natural de percibir la situación desde la perspectiva de la realidad única. La primera perspectiva fue grabada en tu mente por las circunstancias de tu infancia; tuviste que ser entrenado para considerar a los demás como extraños y asumir que los accidentes son sucesos aleatorios. En vez de partir de una conciencia tan limitada, puedes abrirte a posibilidades más amplias. La segunda perspectiva es más generosa contigo y con el otro conductor. No son antagonistas sino actores en igualdad de condiciones en un escenario que intenta comunicarles algo. La perspectiva más amplia no implica culpa o violencia. Responsabiliza por igual a cada involucrado y les brinda idénticas oportunidades de crecimiento. Un accidente automovilístico no es bueno ni malo; es una oportunidad para reivindicar quién eres: un creador. Si el resultado final es un acercamiento a tu ser verdadero, habrás crecido y hasta tu deseo de ganar se verá satisfecho por la experiencia de la realidad única.
Aunque insistas en que lo único que está en juego en este caso es el dinero —y que la confrontación es la única manera de obtenerlo—, esa perspectiva no es la realidad sino el refuerzo de una percepción. ¿Acaso el dinero neutraliza consecuencias como la ira, la culpa o el sentirse víctima de los demás?
La totalidad presenta un mundo unificado, pero no sabrás qué se siente vivir en un mundo así hasta que te adhieras a un sistema operativo nuevo. El paso del sistema operativo viejo al nuevo constituye un proceso al cual debemos comprometernos todos los días. Nuestra adicción compartida a la dualidad es absoluta; no excluye nada. Lo bueno es que ningún aspecto de la vida es inmune a la transformación.
Cada cambio que realices, por pequeño que sea, se extenderá a toda la existencia. Literalmente, el universo estará pendiente de lo que hagas y te brindará apoyo. Desde su punto de vista, la formación de una galaxia no es menos trascendental que la evolución de un individuo.


CAMBIA TU REALIDAD PARA ALBERGAR
EL SÉPTIMO SECRETO


La séptima lección trata de la alquimia. Desde cualquier perspectiva, la alquimia es mágica. Es imposible convertir hierro en oro calentándolo, golpeándolo, moldeándolo o combinándolo con cualquier sustancia conocida. Éstos son simples cambios físicos. Del mismo modo, nunca lograrás una transformación interna tomando tu viejo yo y martillándolo con críticas, caldeándolo con experiencias excitantes, transformando su aspecto o conectándolo con personas nuevas.
Entonces, ¿cómo funciona la magia?
Funciona de acuerdo con los principios que integran el sistema operativo del universo. Cuando te conformas conscientemente a ellos, abres la puerta de la transformación.
Escribe la manera en que los diez principios se aplican a ti en lo personal y empieza a vivirlos. Llévalos contigo; reléelos de vez en cuando. Es mejor concentrarse en un principio cada día que incluir demasiados a la vez. Éstos son ejemplos de cómo puedes aplicar estos principios universales en tu vida  cotidiana:
Los sucesos que ocurren en mi vida reflejan quién soy.
Hoy pondré en práctica un ejercicio. Todo lo que llame mi atención está tratando de decirme algo. Si me siento enojado con alguien, veré si lo que me desagrada de esa persona es algo que existe en mí. Si escucho una conversación al pasar, consideraré esas palabras como un mensaje personal. Quiero descubrir mi mundo interior.

Las personas que hay en mí vida reflejan aspectos de mí.
Soy la combinación de todas las personas importantes para mí. Voy a considerar a mis amigos y familiares como una imagen grupal de mí. Cada uno representa una característica que deseo ver en mí o quiero rechazar, aunque en realidad soy la imagen completa. Obtendré todo el conocimiento posible de esas personas que amo intensamente o que me desagradan intensamente: unos reflejan mis mayores aspiraciones, los otros, mis mayores miedos de lo que hay en mí.
Aquello a lo que preste atención crecerá.
Haré un inventario de cómo estoy utilizando mi atención. Tomaré nota de cuánto tiempo dedico a la televisión, los juegos de vídeo, la computadora, los pasatiempos, las habladurías, un trabajo que no me interesa, un trabajo que me apasiona, las actividades que me fascinan y las fantasías de evasión o de lo que quiero lograr. De esta manera sabré qué aspectos de mi vida crecerán. Entonces preguntaré: “¿Qué quiero que crezca en mi vida?” Esto me dirá a dónde debo dirigir mi atención.
Nada es aleatorio; mi vida está llena de señales y símbolos.
Buscaré pautas en mi vida. Estas pautas pueden estar en cualquier parte: en lo que los demás me dicen, en cómo me tratan, en cómo respondo a las situaciones. Yo tejo el tapiz de mi mundo todos los días, y necesito saber qué diseño estoy haciendo. Buscaré señales que me muestren mis creencias ocultas. ¿Aprovecho las oportunidades de éxito o fracaso? esto simboliza si tengo poder personal o no. Buscaré señales sobre si creo que soy amado y merezco amor o no.
En todo momento, el universo me da los mejores resultados posibles.
Hoy me concentraré en los dones de que gozo.
Me concentraré en lo que va bien. Apreciaré este mundo de luz y sombra. Recibiré con dignidad el don de la conciencia.
Repararé en cómo mi nivel de conciencia me hace percibir el mundo que estoy cocreando.
Mi conciencia siempre está evolucionando.
¿En dónde estoy Justo ahora? ¿Cuánto he avanzado en el camino que elegí? Aunque no vea resultados inmediatos fuera de mí, ¿siento que estoy creciendo por dentro? Hoy enfrentaré estos cuestionamientos y preguntaré honestamente en dónde estoy. Experimentaré mí conciencia no como una corriente de pensamientos sino como el potencial para llegar a ser lo que quiero ser. Contemplaré mis limitaciones y confines con la intención de expandirme más allá de ellas.
La dirección de la vida es de la dualidad a la unidad.
Hoy quiero sentirme seguro y en casa. Quiero saber qué se siente simplemente ser, sin defensas ni deseos. Apreciaré el flujo de la vida por lo que es: mi yo verdadero. Repararé en esos momentos íntimos conmigo mismo, cuando siento que “yo soy” es suficiente para sostenerme por siempre. Me acostaré sobre el pasto mirando al cielo, sintiéndome uno con la naturaleza, expandiéndome hasta que mi ser desaparezca en el infinito.

Si me abro a la fuerza de la evolución, ella me llevará adonde quiero ir.
Hoy lo dedicaré a pensar en mí a largo plazo. ¿Cuál es mi visión de la vida? ¿Cómo se relaciona conmigo? Quiero que mi visión se desarrolle sin obstáculos. ¿Está ocurriendo esto? Si no, ¿dónde estoy obstaculizándola? Analizaré las creencias que parecen detenerme más. ¿Dependo de otros en vez de responsabilizarme de mi evolución? ¿Me he permitido concentrarme en recompensas externas que sustituyen crecimiento interno? Hoy volveré a consagrarme a la conciencia interna, sabiendo que ése es el hogar, el impulso evolutivo que mantiene en marcha el universo.
La mente fragmentada no puede llevarme a la unidad, pero debo usarla para recorrer el camino.
¿Qué significa unidad para mí? ¿Qué experiencias de unidad puedo evocar? Hoy recordaré la diferencia entre ser uno conmigo y estar disperso. Encontraré mi centro, mi paz, mi capacidad para ir con el flujo. Los pensamientos y deseos que me impulsan no son la realidad última. Son sólo una manera de volver a la realidad. Recordaré que los pensamientos vienen y van como hojas en el viento, pero el centro de la conciencia es para siempre. Mi objetivo es vivir desde ese centro.
Vivo en muchas dimensiones a la vez; la impresión de estar atrapado en el tiempo y el espacio es una ilusión.
Hoy me experimentaré más allá de las limitaciones. Apartaré tiempo para estar presente conmigo en silencio. Conforme respire, veré mi ser extenderse en todas direcciones. Cuando me asiente en mi silencio interior, pediré a las imágenes que vengan a mi mente y se unan con mi ser. Incluiré todo y a todos los que vengan a mi mente, diciendo: “Tú y yo somos uno en el nivel del ser. Ven, únete a mí más allá del drama del tiempo y el espacio”. Del mismo modo, experimentaré el amor como una luz que parte de mi corazón y se extiende hasta donde alcance mi conciencia; cuando surjan imágenes en mi mente, enviaré amor y luz en su dirección.
Secreto 8
El mal no es tu enemigo

El fracaso más grave de la espiritualidad está relacionado con el mal. Personas idealistas y cariñosas que jamás lastimarían a otra persona, se ven arrastradas a la vorágine de la guerra.
Doctrinas que predican la existencia de un Dios organizan campañas para matar infieles. Religiones de amor degeneran en odio partisano contra los herejes y contra quienes amenazan la fe. Aun si piensas que tienes la verdad última en tus manos, no hay garantía de que escaparás al mal. Ha ocurrido más violencia en nombre de la religión que por cualquier otro motivo. De aquí el amargo aforismo: Dios transmitió la verdad, y el Demonio dijo: “Yo la organizaré”.
También está el fracaso más sutil de la pasividad: cruzar los brazos y dejar que el mal haga lo que quiera. Tal vez esto refleje una creencia secreta de que el mal es, en última instancia, más poderoso que el bien. A uno de los personajes más espirituales del siglo xx se le preguntó cómo debía enfrentar Inglaterra la amenaza del nazismo.
Él contestó:
Quiero que combatan al nazismo sin armas. Me gustaría que dejaran sus armas por ser inútiles para salvarse o salvar a la humanidad. Invitarán a Herr Hitler y al Signor Mussolini a que tomen lo que quieran de los países que ustedes llaman propios. Déjenlos tomar posesión de su hermosa isla, con sus muchos edificios hermosos. Entregarán todo esto, pero no sus almas ni sus mentes.
El autor de este pasaje fue Mahatma Gandhi, y sobra decir que su “carta abierta” a los británicos fue recibida con sorpresa e indignación. No obstante, Gandhi estaba siendo fiel al principio de ahimsa o no violencia. Él había usado exitosamente la no violencia para convencer a los británicos de conceder la libertad a India, y al rehusarse a ir a la guerra contra Hitler —posición que mantuvo durante toda la Segunda Guerra Mundial—, era coherente con sus creencias espirituales. ¿Hubiera servido el ahimsa para disuadir a Hitler, un hombre que había declarado que “la guerra es la madre de todas las cosas?” Nunca lo sabremos. Sin duda, la pasividad tiene un lado oscuro. La Iglesia católica tuvo uno de sus periodos más oscuros durante los años que permitió que millones de judíos fueran asesinados bajo el nazismo, hasta el extremo de que ocurrieron redadas de judíos italianos ante las ventanas del Vaticano.
Así pues, reconozcamos que la espiritualidad no ha podido enfrentar al mal en innumerables ocasiones. Apartándose de doctrinas que sólo han propagado el mal, la realidad única abre un nuevo camino, pues si hay sólo una realidad, el mal no tiene un poder especial ni una existencia separada.
No existe un Satanás cósmico que rivalice con Dios, e incluso la guerra entre el bien y el mal es una ilusión nacida de la dualidad. En última instancia, bien y mal son formas que la conciencia puede adoptar según elija. En ese sentido, el mal no es distinto del bien. La similitud se remonta a su origen.
De dos bebés nacidos el mismo día, uno puede crecer para cometer el mal y otro para hacer el bien, pero no es verdad que uno haya sido creado malo. El potencial del bien y el mal existen en la conciencia de ambos y, conforme crezcan, sus conciencias serán moldeadas por muchas fuerzas.
Estas fuerzas son tan complejas que resulta absurdo decir que alguien es únicamente malo. Permíteme enumerar las fuerzas que moldean a todos los recién nacidos:
Orientación de los padres, o falta de ella.

Presencia o ausencia de amor.

Dinámica familiar.

Presión de los compañeros en la escuela y presión social durante toda la vida.

Tendencias y reacciones personales.

Creencias inculcadas y enseñanzas religiosas.

Karma.

La marea de la historia.

Modelos de conducta.
Conciencia colectiva.
El atractivo de mitos, héroes e ideales.

La marea de la historia.

Cada una de las fuerzas de esta lista influye en tus elecciones y te empuja de manera invisible a actuar. Como la realidad está entrelazada en todas estas influencias, también lo está el mal. Todas estas fuerzas influyen para que surja el bien o el mal. Si tu héroe de la niñez fue Stalin, no percibirás al mundo como si tu héroe hubiera sido Juana de Arco. Si eres protestante, tu vida no hubiera sido la misma bajo la persecución de los hugonotes que en un suburbio estadounidense de hoy. Imagina que una persona es como un edificio al que cientos de líneas eléctricas transmiten innumerables mensajes, los cuales permiten desarrollar una gran cantidad de proyectos. Cuando vemos un edificio lo consideramos una cosa, un solo objeto. Pero su vida interior depende de los cientos de señales que recibe.
Tu vida también.
En y por sí misma, ninguna de estas fuerzas es mala. Pero cada persona elige bajo esta variedad de influencias. Creo que toda inclinación al mal se reduce a una elección hecha en la conciencia. Y esas elecciones parecían buenas cuando se hicieron. Ésta es la gran paradoja de los actos malignos, pues, con raras excepciones, las personas que actúan con maldad pueden encontrar sus motivos en decisiones que eran las mejores en determinada situación. Los niños víctimas de abuso, por ejemplo, frecuentemente terminan como adultos que abusan de sus propios hijos. Uno pensaría que serían los últimos en recurrir a la violencia familiar por haber sido sus víctimas. Pero en sus mentes no hay disponibles opciones no violentas. La dinámica del abuso, que actúa sobre ellos desde la primera infancia, es demasiado poderosa y eclipsa el libre albedrío.
Las personas con distintos estados de conciencia no compartirán la misma definición de bien y mal. Un claro ejemplo es la esclavización social de las mujeres en todo el mundo, la cual parece totalmente equivocada en el mundo moderno pero es alimentada en muchos países por tradición, venia religiosa, valor social y prácticas familiares que se remontan a siglos atrás. Hasta hace muy poco, incluso las víctimas de esas fuerzas consideraban el papel de la mujer indefensa, obediente e infantil como “bueno”.
El mal depende del nivel de conciencia de cada uno.
Para asimilar este mensaje, considera estas siete definiciones del mal. ¿Con cuál estás de acuerdo instintivamente?


¿Cuál es el peor mal?
Siete perspectivas

1. El peor mal es lastimar físicamente a alguien, o poner en peligro su supervivencia.
2. El peor mal es esclavizar económicamente a las personas, privándolas de cualquier oportunidad de triunfar y prosperar.
3. El peor mal es destruir la paz y provocar desorden.
4. El peor mal es aprisionar la mente de las personas.
5. El peor mal es destruir la belleza, la creatividad y la libertad de explorar.
6. Con frecuencia, el peor mal es difícil de distinguir del bien, pues toda la creación es relativa.
7. El mal no existe, sólo hay pautas cambiantes de conciencia en una danza eterna.

La enorme mayoría de las personas probablemente elegiría las dos primeras definiciones, porque el daño físico y la privación resultan inquietantes. En este nivel de conciencia, el mal significa no ser capaz de sobrevivir o de ganarse la vida, y el bien significa seguridad física y económica. En los siguientes dos niveles, el mal no es físico sino mental. El temor más grande no es verse privado de alimento sino perder la libertad de pensamiento y ser forzado a vivir en el caos y el malestar. El bien significa paz interior y libre flujo del entendimiento y la intuición. Los siguientes dos niveles son aún más refinados; se relacionan con la creatividad y la visión. El temor más grande es no poder expresarse o ser forzado  considerar a otros como malos. Una persona profundamente espiritual no considera el bien y el mal como categorías rígidas sino que ha empezado a aceptar que Dios tenía un propósito al crear ambos. El bien es libre expresión, apertura a todas las cosas nuevas, veneración por aspectos oscuros y luminosos de la vida. Finalmente, el último nivel considera la dinámica completa del bien y el mal, la luz y la oscuridad, como una ilusión. Cada experiencia nos une con el creador; vivimos como cocreadores inmersos en la conciencia de Dios.
La realidad única acepta todas estas definiciones, como debe ser, porque todo lo que la conciencia percibe es real para quien percibe. El mal es parte de una Jerarquía, una escalera de crecimiento en la que todo cambia según el peldaño en que estemos. Asimismo, el proceso de crecimiento nunca termina.
Está operando en ti en este preciso instante.
SÍ despiertas un día y descubres súbitamente que odias a alguien, que una situación no tiene otra salida que la violencia, que el amor no es una opción, considera cuan sutilmente llegaste a esa postura. Hizo falta todo un mundo que te arrojara o arrojara a alguien más a los brazos de lo que se considera bien o mal. Una vez interiorizadas estas fuerzas, tú reflejas el mundo tal como él te refleja a ti. Esto es lo que significa, en términos prácticos, tener el mundo en ti.
Pero el mal no puede ser tu enemigo; sólo puede ser un aspecto más de ti. Cada aspecto del ser es digno de amor y compasión. Cada aspecto es necesario para la vida, y ninguno es excluido o desterrado a la oscuridad. En principio, esta postura puede parecer aun más ingenua que la pasividad de Gandhi, pues en apariencia se nos pide amar y comprender a un asesino como lo haríamos con un santo. Jesús enseñó justo esa doctrina. Pero trasladar el amor y la compasión a situaciones difíciles ha sido esencial en el gran fracaso de la espiritualidad: la violencia hace que el amor se venga abajo, convirtiéndose en temor y odio. Pero quien hace esto no es el mal. Son las fuerzas que operan en la conciencia. Aquí es donde el bien y el mal se hacen iguales. Puedo dar un ejemplo asombroso de lo que quiero decir.
En 1971 se pidió a algunos alumnos de la Universidad de Stanford que participaran como voluntarios en un inusitado experimento de desempeño de papeles. Un grupo de alumnos representaría a los guardias de una prisión y estaría a cargo de otro grupo que representaría a los prisioneros.
Aunque se entendía que todo era ficción, se dispuso de una cárcel y los dos grupos vivieron Juntos durante el experimento. Según el plan, todos desempeñarían sus papeles durante dos semanas, pero a los seis días el experimento de la prisión tuvo que darse por terminado. ¿El motivo? Los jóvenes elegidos por su salud mental y valores morales se convirtieron, por un lado, en guardias sádicos y fuera de control, y por otro, en víctimas deprimidas por un estrés intolerable.
Los profesores encargados del experimento estaban sorprendidos pero no podían negar lo ocurrido. El investigador en jefe, Philip Zimbardo, escribió: “Mis guardias repetidamente desnudaban, encapuchaban, encadenaban, privaban de comida o de implementos para dormir a sus prisioneros; los incomunicaban y los hacían lavar los excusados con las manos descubiertas”. Aquellos que no cayeron en un comportamiento tan atroz no hicieron nada por detener a los que sí. (El paralelismo con los infames actos de los guardias estadounidenses en Irak, en 2004, indujo a Zimbardo a sacar de nuevo a la luz el experimento de Stanford, después de más de 30 años.) Los guardias cayeron en todos los extremos salvo la tortura física abierta. Zimbardo recuerda con tristeza: “Conforme el tedio por su trabajo aumentaba, empezaron a utilizar a los prisioneros como juguetes e idearon juegos cada vez más humillantes y degradantes para ellos. Con el tiempo, estas distracciones tomaron un giro sexual; por ejemplo, hacían que los prisioneros simularan actos de sodomía entre sí. Cuando me di cuenta de ese comportamiento anormal, clausuré la prisión de Stanford”.
¿De dónde provino este comportamiento incontrolado?
Por comodidad solemos decir que está presente en algunas “manzanas podridas”, pero el experimento de Stanford sugiere algo más turbador: el mal existe en todos como una sombra, por la sencilla razón de que el mundo está en todos.
Haber sido educados como buenas personas se opone a la sombra del mal, por supuesto, y si revisamos la lista de las fuerzas que moldean la conciencia, cada persona presentará un mapa distinto de influencias. Pero aun si tienes la fortuna de hacer buenas elecciones, debes reconocer que, en alguna parte de ti, la sombra existe.
La sombra fue formada por las mismas situaciones cotidianas que moldearon nuestra conciencia, y es liberada por situaciones nuevas semejantes. Si de niño sufriste abusos, la compañía de niños puede despertar esos recuerdos. Los investigadores de Stanford elaboraron una lista de situaciones que orillan a las personas a hacer cosas que llamaríamos malas o, al menos, ajenas a nuestro ser real. Yo la he desarrollado a la luz de lo que conocemos sobre el dualismo y la separación.


Incubación del mal
Situaciones que liberan las energías de la sombra

q  Eliminación del sentido de compromiso.
q  Anonimato.
q  Entornos deshumanizadores.
q  Ejemplo de mal comportamiento por parte de iguales.
q  Testigos pasivos.
q  Estratos rígidos de poder.
q  Caos y desorden imperantes.
q  Ausencia de significado.
q  Autorización implícita para hacer daño.
q  Mentalidad “nosotros contra ellos”.
q  Aislamiento.
q  Falta de responsabilidad.

¿Son estas situaciones intrínsecamente malas? En comparación con la primera lista, ésta parece tener un elemento maligno. Dejando a un lado las prisiones, en las que uno espera que lo peor de la naturaleza humana se manifieste, como médico he presenciado abusos similares en los hospitales. Sin lugar a dudas, los hospitales no son malos; fueron establecidos para hacer el bien. Pero la sombra no se relaciona con quién es bueno o malo. Se relaciona con energías confinadas que buscan una salida, y en los hospitales abundan las situaciones antes mencionadas: los pacientes están indefensos antela autoridad de doctores y enfermeras, son deshumanizados por la rutina fría y mecánica, están aislados de la sociedad, son “casos” anónimos entre otros miles, etcétera.
Si se presentan las circunstancias adecuadas, la energía de la sombra de cualquier persona saldrá a la superficie.
Concentrémonos entonces en la sombra, el área donde la conciencia se ha distorsionado hasta el grado en que podemos realizar elecciones malignas. (Ten en mente la palabra “podemos”, pues aun en las condiciones más deshumanizadoras, hay personas buenas que siguen siendo buenas, esto es, que son capaces de resistir o controlar la liberación de su energía de las sombras.) El famoso psicólogo suizo C. G. Jung fue el primero que utilizó “la sombra” como término médico, pero yo quiero hablar en general de los lugares ocultos donde reprimimos aquello de lo que nos sentimos culpables o avergonzados. Llamaré a este lugar la sombra, y creo que pueden decirse algunas verdades sobre ella:
q  La sombra es personal y universal al mismo tiempo.
q  Cualquier cosa puede guardarse ahí.
q  Todo lo que se guarda en la oscuridad se distorsiona.
q  La intensidad de las energías de la sombra es una manera de hacerse notar.
q  Cuando dirigimos nuestra .conciencia a cualquier energía» ésta se distiende.
q  La sombra en sí no es mala, y por tanto, no es tu enemigo.
q  Si analizamos cada concepto, podremos modificar la temerosa designación de lo demoníaco —casi siempre en otra persona— como encarnación del mal.
La sombra es personal y universal al mismo tiempo. Todos albergamos una patrón único de vergüenza y culpa. Cosas simples como la desnudez, el acto sexual, la ira y la ansiedad dan origen a sentimientos terriblemente complejos. En una sociedad, ver a la propia madre desnuda puede resultar trivial, mientras que en otra podría ser una experiencia tan traumática que sólo podría enfrentarse enterrándola en la sombra. No hay una diferencia clara entre sentimientos personales, familiares y sociales. Los tres se mezclan y entrelazan. Pero aun si sientes vergüenza por haber golpeado a un pendenciero en el patio de la escuela cuando tenías siete años, y otra persona piensa que haber hecho lo mismo fue un momento importante en el desarrollo de su valentía personal, tener una sombra es tanto universal como personal. La psique humana cuenta con un escondite; y para la mayoría de las personas ese lugar es absolutamente necesario, dada la enorme dificultad de enfrentar nuestros impulsos más oscuros y humillaciones más profundas.
Cualquier cosa puede guardarse ahí. La bóveda de seguridad del banco donde guardas tus pertenencias más preciadas es como la mazmorra de una prisión. Lo mismo puede decirse de la sombra. Aunque generalmente se utiliza el término para describir un escondite de energías negativas, tienes el poder de convertir lo positivo en negativo y viceversa. Cierta vez conocí a dos hermanas que habían sido muy cercanas de niñas pero que en su vida adulta se distanciaron. Una era exitosa maestra universitaria; la otra trabajaba en una agencia de empleados eventuales y se había divorciado dos veces.
La hermana exitosa dice que su niñez fue maravillosa; la otra dice que la suya fue traumática. “¿Recuerdas cuando papá te encerraba en el baño durante seis horas luego de hacer algo malo?”, escuché que la hermana desdichada decía a la otra.
“Eso fue decisivo para mí. Sólo podía imaginar cuan enojada y desesperada te sentías.”
La hermana feliz parecía muy sorprendida. “¿Por qué no me preguntaste acerca de ello? Me gustaba estar sola; me recogía y me contaba historias imaginarias. El incidente no significaba nada” De igual modo, nuestras historias siguen caminos separados e idiosincrásicos. El mismo incidente no tenía ninguna carga emocional para una hermana, mientras que para la otra era fuente de ira y vergüenza. Las escenas de violencia pueden dar origen al arte más elevado —piensa en Guernica de Picasso— y las virtudes sagradas pueden dan lugar a los peores horrores —piensa en la crucifixión de Jesús—. En el inconsciente hay una población entera de impulsos sin examinar. El mismo alumno de Stanford que se envilece como guardia sadista puede albergar también un talento artístico que no surgirá a menos que la situación adecuada permita a la mente inconsciente liberar lo que retiene.
Todo lo que se guarda en la oscuridad se distorsiona. La conciencia, como el agua dulce, está hecha para fluir, y donde no puede hacerlo» se estanca. En tu mundo interno hay innumerables recuerdos e impulsos reprimidos. Tú no les permites fluir, o lo que es lo mismo, liberarse, y por tanto no tienen otra opción que estancarse. Los impulsos buenos mueren por no llevarlos a la práctica. El amor se hace tímido y temeroso cuando no se expresa. El odio y la ansiedad crecen hasta el infinito. La característica fundamental de la conciencia es que puede organizarse en nuevos patrones y diseños. Si no permites que tu conciencia vaya adonde necesita ir, el resultado es energía desorganizada. Por ejemplo, si preguntas a las personas qué sienten por sus padres, un tema que la mayoría de los adultos rechazan como cosa del pasado, encontrarás que sus recuerdos de la infancia son una mezcla confusa. Los sucesos triviales sobresalen como traumas enormes, otros miembros de la familia son reducidos a caricaturas, los sentimientos auténticos son difíciles o imposibles de excavar. Así, cuando un paciente acude a un psiquiatra para curar una dolorosa herida de la infancia, con frecuencia son necesarios meses o años para separar los hechos de la fantasía.
La intensidad de las energías de la sombra es una manera de hacerse notar. Ocultar algo no es lo mismo que matarlo. Las energías de la sombra permanecen vivas. Aunque te rehúses a verlas, no se han extinguido. De hecho, su deseo de vivir se vuelve aún más desesperado. Para llamar la atención de sus padres, un niño ignorado mostrará un comportamiento cada vez más extremo: primero, una llamada de atención, luego un grito, luego un berrinche. Las energías de la sombra siguen la misma pauta. Resulta razonable, por ejemplo, pensar que un ataque de pánico es un temor oculto haciendo un berrinche. Ese mismo temor llamó primero la atención de manera normal, pero cuando la persona se rehusó a notarlo, el llamado se convirtió en un grito y finalmente terminó como un ataque frontal. El temor y la ira son expertos en incrementar el voltaje hasta el grado en que sentimos que son fuerzas externas, malignas y demoníacas, independientes de nuestra voluntad. En realidad son sólo aspectos de la conciencia que adquirieron una intensidad inhumana debido a la represión. Ésta dice: “Si no te veo, me dejarás en paz”.
A lo que la sombra responde: “Puedo hacer cosas que te obligarán a verme”.
Cuando dirigimos nuestra conciencia a cualquier energía, ésta se distiende. Ello es consecuencia natural de la última afirmación. SÍ una energía exige tu atención, prestarle atención empezará a satisfacerla. Un niño ignorado no se conforma con una mirada. Toma tiempo cambiar cualquier conducta, para bien o para mal, y, al igual que los niños, nuestras energías de la sombra se atascan en pautas y hábitos.
Pero esto no cambia la verdad general de que si llevas luz a la sombra, sus distorsiones empiezan a atenuarse y, con el tiempo, a sanar. ¿Hay tiempo y paciencia suficientes para realizar concienzudamente este trabajo? No hay una respuesta fija para esto. La depresión, por ejemplo, es una respuesta compleja que puede curarse mediante comprensión, compasión, paciencia, atención cariñosa de otras personas, voluntad y terapia profesional. O se puede tomar una pastilla y quitarse de problemas. La elección es personal y varía de persona a persona.
Afecciones aparentemente incurables como el autismo infantil han sido sanadas por padres que dedican mucho tiempo y atención para sacar a un niño de la oscuridad. La oscuridad era una distorsión de la conciencia que necesitaba luz para curarse. La sombra en todas sus formas requiere conciencia en la forma de luz y amor, y el único límite para la curación es la medida en que estemos dispuestos a consagrarnos al proyecto.
La sombra en sí no es mala, y por tanto, no es tu enemigo. Si las afirmaciones anteriores son ciertas, ésta debe serlo también. Me doy cuenta de que para muchas personas hay una enorme barrera en la forma de “el otro”, alguien fuera de ellos mismos cuya maldad es incuestionable. Hace cincuenta años, “el otro” vivía en Alemania y Japón; hace treinta años vivía en la Unión Soviética; hoy vive en Medio Oriente. A estas personas les resulta más fácil explicar el mal si no pierden de vista a “el otro”. Sin un enemigo, tendrían que enfrentar la presencia del mal en ellas mismas. ¡Qué cómodo es saber de antemano que estamos del lado de los ángeles!
Ver la sombra en uno mismo desarma toda la idea de “el otro” y nos acerca a la afirmación del poeta romano Terencio:
Nada humano me es ajeno. No obstante, ¿es posible eliminar tan rápidamente el mal absoluto? Las encuestas muestran que la mayoría de las personas cree en la existencia de Satanás, y muchas sectas religiosas creen firmemente que el demonio anda suelto en el mundo y modifica secretamente la historia mediante sus obras malignas. No parece que el bien tenga oportunidad de vencer al mal; tal vez su combate sea eterno y nunca se resuelva. De cualquier forma, tú puedes elegir en qué lado deseas estar. Este hecho elimina el absoluto del mal absoluto pues, por definición, el mal absoluto vencería siempre y no encontraría obstáculos en la fragilidad de las elecciones humanas. Sin embargo, la mayoría de las personas no acepta esta conclusión. Contemplan el drama del bien y el mal como si él y no ellos tuvieran el poder, hipnotizados por imágenes de la última epidemia de crimen, guerra y catástrofe.
Ni tú ni yo podemos resolver como individuos el problema de la maldad en gran escala, y esta sensación de impotencia magnifica la creencia de que, al fin y al cabo, el bien no vencerá. Pero para lidiar con el mal hay que mirarlo, no con horror ni como si fuera un espectáculo, sino con la atención que prestarías a cualquier problema que te interesara
seriamente. Para muchas personas es tabú mirar al mal; el tema de la mayoría de las películas de terror es que si te acercas demasiado, recibirás lo que mereces. Pero los hechos relacionados con la maldad personal son más triviales que terroríficos. En todos nosotros hay impulsos alimentados por un sentido de la injusticia. O sentimos que alguien nos ha hecho un daño imperdonable por el que albergamos rencores y resentimientos.
Cuando eres tratado injustamente o sufres un daño en lo personal, la emoción natural es la ira. Si esta ira no puede salir se encona y crece en la sombra. Arremeter mientras la contienes resulta inútil. Esta ira conduce a un ciclo de violencia. La culpa puede hacerte sentir como una mala persona simplemente por tener un impulso o abrigar un pensamiento. Eso significa estar en un doble aprieto: si arremetes y regresas el daño que recibiste, habrás hecho algo malo, pero si mantienes la ira dentro de ti, puedes sentirte igualmente malo.
No obstante, la violencia puede domarse descomponiéndola en fragmentos manejables. Las emociones negativas se alimentan de ciertos aspectos de la sombra que son manejables:
q  La sombra es oscura. Todos tenemos una sombra debido al contraste natural entre oscuridad y luz.
q  La sombra es secreta. Almacenamos impulsos y sentimientos que queremos mantener en privado.
q  La sombra es peligrosa. Los sentimientos reprimidos tienen el poder de convencernos de que pueden matarnos o volvernos locos.
q  La sombra está envuelta en el mito. Durante generaciones, las personas la han considerado guarida de dragones y monstruos.
q  La sombra es irracional. Sus impulsos luchan contra la razón; son explosivos y obstinados.
q  La sombra es primitiva. Es indigno de una persona civilizada explorar este ámbito, apesta a osario, a prisión, a manicomio, a baño público.
La negatividad recibe su poder del hecho de que se alimenta de todas estas características a la vez: una maldad secreta, oscura, primitiva, irracional, poderosa y mítica es mucho menos convincente si la descompones en una característica a la vez. Pero este proceso de fragmentación del mal no resultará convincente mientras no lo apliques a ti mismo.
Hagámoslo entonces. Piensa en un tema candente en este momento: el terrorismo. Desde cualquier punto de vista, infligir terror en personas inocentes es un acto de cobardía y maldad infame. Ahora relaciónalo contigo. Imagínate tan encendido por la intolerancia y el odio religioso, que estás dispuesto a matar. (Si el terrorismo no tiene una carga suficientemente fuerte para ti en lo personal, examina algún sentimiento que puedas tener basado en el racismo, la venganza o el abuso doméstico, cualquier tema que provoque un impulso asesino en ti.)
No importa cuan maligno sea tu impulso, puede descomponerse en pasos para resolverlo:
Oscuridad.
Pregúntate si en verdad eres tú quien tiene ese impulso, el tú que ves en el espejo cada mañana.
La oscuridad se combate permitiendo entrar la luz. Freud llamó a esto remplazar el Ello con el Ego, lo que significa que el “Ello” (lo indomable en nosotros) necesita ser acarreado de vuelta al reino del “Yo” (la persona que sabes eres). Dicho de manera más sencilla: la conciencia necesita ir al lugar donde no se le permitió entrar.
Reserva.
 Revela tu impulso maligno a alguien en quien confíes.
La reserva se combate enfrentando honestamente las cosas que parecen vergonzosas o culpables. Abordas todos tus sentimientos frontalmente, sin negación.
Peligro.
Libera tu ira en voz alta y mantente con ella mientras disminuye. Proponte que esta liberación no sea simplemente dar rienda suelta a tu furia sino en verdad dejarla ir.
El peligro se combate desactivando la bomba; esto es: encuentras la ira explosiva que acecha en tu interior y la disipas. La ira es el instinto primario de los impulsos malignos. Como todos los impulsos, se presenta con distintas intensidades, e incluso una furia intensa puede desinflarse hasta convertirse progresivamente en furia controlada, ira justificada, indignación y, finalmente, en ofensa personal. La ofensa personal no es difícil de disipar una vez que logras liberar la intensidad acumulada que se convierte en furia incontrolable.
Mito.
Piensa en un héroe que manejara tus sentimientos de manera diferente y siguiera siendo heroico. La violencia es parte del heroísmo, pero también lo son muchas otras características positivas.
El mito es imaginativo y creativo. Por tanto, puedes pensar en cualquier mito y darle un giro distinto: Satanás se convierte en un personaje cómico en los milagros medievales, un ardid que lleva directamente a los cómicos villanos de las películas de James Bond. El mito no es sino metamorfosis; por tanto, este nivel nos presenta una manera poderosa de convertir a los demonios en ayudantes de los dioses, o en enemigos vencidos de los ángeles. Irracionalidad. Concibe el mejor argumento para no dejarte llevar por tu ira. No lo hagas emocionalmente: imagínate como un consejero adulto de un adolescente caprichoso que está a punto de arruinar su vida. ¿Qué le dirías para que entrara en razón?
La irracionalidad se combate con persuasión y lógica. Las emociones son mucho más apasionantes y poderosas que la razón, pero no serán capaces de escapar de su mundo, donde sólo los sentimientos prevalecen, mientras el proceso de pensamiento no les de una razón para sentirse de otro modo. Por sí mismos, sin la mente, los sentimientos se mantienen iguales y crecen en intensidad con el tiempo. Un ejemplo común: imagina que estás enojado porque un niño de gorra roja rayó tu auto. El niño corre y escapa. Al día siguiente lo ves y lo alcanzas, pero cuando se da vuelta, descubres que es otro niño. La ira se convierte en embarazo porque la mente pudo introducir una idea simple: persona equivocada.
Primitivismo.
Sin excusas ni racionalizaciones, expresa tu furia como una bestia desbocada: gruñe» aúlla, retuércete, suelta tu cuerpo. Permite que lo primitivo sea primitivo, dentro de límites seguros.
Los sentimientos primitivos se combaten en su propio nivel, como vestigios del cerebro primario. Te quitas el disfraz de persona civilizada. Este nivel de conciencia es aún más profundo que el de la emoción: el área más primitiva de todas, conocida como cerebro reptil, interpreta el estrés como una lucha de vida o muerte por la supervivencia. En este nivel experimentas tu sentido “razonable” de la injusticia como pánico ciego y ferocidad ciega.
Aunque tus impulsos no alcancen nunca la violencia, los impulsos ordinarios se intensifican en la sombra, donde no puedes verlos. Siempre que te sientas resentido o enojado sin motivo, al borde de las lágrimas sin razón, sin poder explicar por qué súbitamente tomaste una decisión precipitada, estás sintiendo los efectos de la energía que se acumula de manera encubierta en la sombra.
La sombra se ha acostumbrado a estar reprimida; por tanto, el acceso a esta región de la mente no es sencillo. El ataque frontal tampoco funciona. La sombra sabe cómo resistir; puede azotar la puerta y ocultar su energía oscura todavía más. Si recuerdas el concepto de catarsis de la tragedia griega, se pensaba que sólo al provocar un temor profundo en el público, éste podría abrirse y sentir piedad. La catarsis es una forma de purificación. En este caso se lograba de manera indirecta, haciendo ver al público acciones aterradoras de la vida de un personaje en el escenario. Pero este truco no siempre funciona. Tú puedes ver una película de terror y salir del cine completamente impasible, con el cerebro superior rezongando: “He visto esos efectos especiales antes”. (Del mismo modo, las noticias televisivas, después de 50 años de transmitir imágenes horripilantes de guerra y violencia, han hecho poco menos que habituar a sus espectadores a ellas, o peor, las han convertido en entretenimiento.) Sin embargo, la descarga es natural para el cuerpo, y por el simple hecho de observar estas energías de la sombra les damos acceso al nivel consciente de la mente.
Las personas asumen que el lado oscuro de la naturaleza humana tiene un poder incontenible; Satanás ha sido enaltecido como el equivalente de un dios negativo. Pero cuando se le descompone, el mal resulta ser una respuesta distorsionada a situaciones cotidianas. Imagina que es de noche y estás en una casa a solas. En algún lugar de la casa se produce un ruido. Inmediatamente reconoces el crujido de una puerta que se abre. Cada uno de tus sentidos se pone en alerta máxima y tu cuerpo se congela. Con dificultad reprimes el impulso de gritar, pero eres presa de una terrible ansiedad. Un ladrón! ¡Un asesino! Todos hemos sufrido segundos agonizantes como éstos, sólo para descubrir que el crujido se debía a una tabla suelta o a la llegada inesperada de alguien. Pero, ¿qué ocurrió realmente en ese momento de pánico?
Tu mente tomó un insignificante trozo de información del entorno y le adjudicó un significado. El crujido de una puerta no tiene significado en sí mismo, pero si inconscientemente albergas temores de ser atacado en la oscuridad —y es imposible no albergar temores como ésos— el salto de un trozo de información sensorial a la ansiedad máxima parece automático. Pero en el intervalo entre el ruido y tu reacción se coló una interpretación, y fue la intensidad de ésta (“¡Alguien está entrando! ¡Me va a asesinar!”) la que creó el peligro.
Mi planteamiento es que el mal nace de la separación entre cuerpo y mente. No existe un poderoso gobernante en el reino del mal. Satanás comenzó como un momento de estímulo sensorial que se salió totalmente de control. Piensa en el miedo a volar, una de las fobias más comunes. Las personas que la padecen suelen recordar vividamente cuándo comenzó. Iban en un vuelo y de repente —tal como con el crujido de la puerta— un ruido o una sacudida del avión hipersensibilizó su percepción. Sensaciones insignificantes como la vibración de la cabina o el sonido irregular del motor, repentinamente se volvieron siniestras.
Entre estas sensaciones y la reacción del miedo, hubo un intervalo de una fracción de segundo. Aunque pequeño, dicho intervalo dio lugar a que una interpretación (“¡Vamos a estrellarnos! ¡Voy a morir!”) se adhiriera violentamente a lo que el cuerpo estaba sintiendo. Un instante después, los síntomas típicos de la ansiedad —manos sudorosas, boca seca, pulso acelerado, mareos y náusea— contribuyeron a la persuasión de la amenaza.
Los fóbicos recuerdan ese primer momento de pánico incontrolable sin ser capaces de dividirlo en segmentos. Por lo tanto, no se dan cuenta de que ellos crearon esa reacción. El temor fue consecuencia de los siguientes ingredientes:         
Situación.
A una situación normal se le matiza con algo inusual o ligeramente estresante.
Respuesta corporal.
 Experimentamos una reacción física relacionada con el estrés.
Interpretación.
A estos síntomas físicos se les interpreta como señales de peligro, y de manera inconsciente, la mente salta a la conclusión de que el peligro debe ser real. (La mente inconsciente es precisa; ésta es la razón por la que las pesadillas parecen tan amenazadoras como los sucesos reales.)
Decisión.
 La persona elige pensar: “Estoy asustado ahora”.
Como estos ingredientes se fusionan rápidamente, parecen una sola respuesta cuando en realidad es una cadena de breves acontecimientos. Cada eslabón de la cadena es una elección. La razón por la que no damos a cada sensación una interpretación reside en que la mente humana fue construida para encontrar significados en todas partes. Las fobias pueden tratarse dirigiendo lentamente al individuo fóbico por esa primera cadena de sucesos y permitiéndole elaborar nuevas interpretaciones. Al retrasar la respuesta y darle tiempo a la persona para analizarla, el nudo del miedo puede desatarse. Gradualmente, los ruidos asociados con el vuelo regresan a su terreno neutral e inofensivo.
El fugaz intervalo entre sensación e interpretación es el lugar de nacimiento de la sombra. Cuando entras en el intervalo y ves cuan intangible es todo, los fantasmas empiezan a dispersarse.
Actualmente el terrorismo está muy presente en la mente de las personas, por lo que no podemos pasar por alto el asunto de la maldad colectiva. Las dos preguntas más perturbadoras son: ¿cómo fue que las personas comunes consintieron en participar en tal maldad? y ¿cómo fue que personas inocentes llegaron a ser víctimas de tales atrocidades?
El experimento de la prisión de Stanford y nuestro examen de la sombra se acercan a responder estas preguntas, aunque no puedo dar una respuesta que satisfaga a todos: siempre que surge el tema de la verdad, todos nos vemos confrontados por nuestras propias sombras. ¿Qué pude haber hecho por Auschwitz?, dice una voz en nuestro interior, generalmente en tono culpable y acusatorio. Ninguna respuesta revertirá el pasado, pero es importante darse cuenta de que no debe esperarse eso de ninguna respuesta.
El mejor enfoque a propósito de la violencia colectiva no es seguir recordándola sino renunciar completamente a ella en tu interior, de manera que el pasado se purifique a través de ti. Mi mejor respuesta a “¿cómo fue que personas comunes consintieron en participar en tal maldad?”, está en las páginas que acabas de leer. El mal nace en el intervalo. El intervalo no es propiedad privada de nadie, contiene respuestas y temas colectivos. Cuando una sociedad entera acepta el tema de “los intrusos” que causan todos los problemas, el mal tiene en cada individuo un padre y una madre.
No obstante, en todos los casos de maldad colectiva hubo individuos que no se identificaron con el impulso común; se resistieron, huyeron, se escondieron e intentaron salvar a los demás. Es la elección individual la que determina si nos sintonizamos con el tema y consentimos en llevarlo a cabo.
La segunda pregunta, “¿cómo fue que personas inocentes llegaron a ser víctimas de tales atrocidades?”, es más difícil porque la mente de casi todos ya está cerrada. Quien pregunta no quiere una respuesta nueva. Hay demasiada ira justificable, demasiada certeza de que Dios volvió la espalda, de que nadie quiso arriesgar su vida para detener el terrible mal hecho a otros. ¿Estás seguro de estas cosas? Estar seguro es lo opuesto a estar abierto. Cuando me pregunto por qué murieron seis millones de Judíos o por qué fallecieron multitudes igualmente inocentes en Ruanda, Camboya o en la Rusia estalinista, mí motivo es liberarme en primer lugar de mi ansiedad.
Mientras me invada la angustia, la ira Justificada o el horror, mi capacidad de elegir estará totalmente inhabilitada.
Lo que debería elegir con toda libertad es la purificación, una vuelta a la inocencia hecha posible por la impresión causada ante lo que ocurre cuando no se cultiva la inocencia. Tú y yo somos responsables por nuestra participación en los elementos del mal aun cuando no los llevemos a cabo en gran escala. Creer en ellos mantiene activa nuestra participación.
Es nuestro deber no creer en la inocuidad de la ira, los celos y el enjuiciamiento de los demás.
¿Hay alguna razón mística por la que una persona inocente se convierte en blanco del mal? Por supuesto que no.
Las personas que hablan del karma de las víctimas como si algún destino oculto hubiera provocado esa lluvia de destrucción, hablan desde la ignorancia. Cuando una sociedad entera participa en la maldad colectiva, el caos externo refleja el desorden interno. La sombra ha hecho erupción a gran escala. Cuando esto ocurre, las víctimas quedan atrapadas en la tormenta, no porque tengan algún karma oculto, sino porque aquélla es tan violenta que traga a todos.
No considero que la relación del bien y el mal sea una lucha de absolutos; el mecanismo descrito, en el que las energías de la sombra acumulan poder privando a la persona de libre albedrío, me resulta muy convincente. Puedo ver que esas energías oscuras operan en mí, y tomar conciencia es el primer paso para iluminar la oscuridad. La conciencia puede reelaborar cualquier impulso. Por tanto, no acepto que existan personas malas, sólo personas que no han enfrentado sus sombras. Siempre hay tiempo para hacerlo, y nuestras almas están abriendo caminos constantemente para dejar entrar la luz. Mientras esto ocurra, el mal nunca será esencial para la naturaleza humana.







CAMBIA TU REALIDAD PARA ALBERGAR
EL OCTAVO SECRETO



El octavo secreto trata sobre la “energía oscura” de la mente, para tomar una expresión utilizada en física. La sombra está fuera de la vista. Para encontrarla debes consagrarte a un viaje de descenso. Piensa que este viaje consiste en regresar para recuperar partes de tu vida que abandonaste porque te sentías muy avergonzado o culpable por ellas. La ira que surge de la sombra está vinculada con sucesos del pasado que nunca se resolvieron. Ahora, esos sucesos han quedado atrás, pero sus residuos emocionales no.
La vergüenza, la culpa y el temor no pueden abordarse mediante el pensamiento. La sombra no es una región de pensamientos y palabras. Aun cuando recuerdes repentinamente esas emociones, estás utilizando una parte del cerebro superior —la corteza— que no puede alcanzar la sombra. El viaje de descenso empieza sólo cuando encuentras la puerta al cerebro primario, donde la experiencia se organiza no con base en la razón sino en sentimientos intensos.
Hay un drama desarrollándose en tu cerebro primario (identificado con el sistema límbico, que procesa las emociones, y el cerebro reptil, que reacciona en función de amenaza y supervivencia puras). En este drama, muchos asuntos que serían interpretados razonablemente por el cerebro superior (quedar atrapado en el tránsito, perder en un negocio, ser ignorado para un ascenso en el trabajo o rechazado por una chica al invitarla a salir) desencadenan respuestas irracionales. Sin que te des cuenta, los acontecimientos cotidianos provocan que tu cerebro primario llegue a las siguientes conclusiones:
q  Estoy en peligro. Puedo morir.
q  Debo atacar.
q  Estoy muy lastimado, nunca me recuperaré.
q  Estas personas merecen morir.
q  Me están haciendo sufrir.
q  No merezco existir.
q  No hay esperanza; estoy perdido en la oscuridad para siempre.
q  Estoy maldito.
q  Nadie me ama.
Para comunicar estos sentimientos tuve que verbal izarlos, pero en realidad la manera más apropiada de verlos es como energía: fuerzas pujantes e impulsivas con ímpetu propio.
No importa cuan ajeno te sientas a estas energías de la sombra, están en ti. Si no fuera así, estarías en un estado de libertad y alegría ilimitadas. Estarías en la unidad, el estado de inocencia que se recupera cuando la energía oculta de la sombra ha sido purificada.
Hoy puedes empezar a encontrar el camino hacia la sombra mediante tus sentimientos. Las energías de la sombra se manifiestan cuando:
q  No puedes hablar de tus sentimientos.
q  Te sientes fuera de control.
q  Sientes un ataque de pánico o terror.
q  Quieres sentir intensamente, pero tu mente se pone en blanco.
q  Rompes en llanto sin razón.
q  Sientes una aversión irracional contra alguien.
q  Una discusión razonable termina en riña.
q  Atacas a alguien sin provocación.
Hay muchas otras maneras en que la sombra se entrelaza con las situaciones cotidianas, pero éstas se cuentan entre las más comunes. Lo que tienen en común es que se rebasa un límite: una situación controlada provoca inesperadamente ansiedad, ira o temor. La siguiente vez que experimentes esto, verifica si te sientes culpable o avergonzado de ti mismo; sí es así tocaste, aunque sea brevemente, la sombra.
Permitir una erupción de sentimientos irracionales no es lo mismo que liberarlos. Dar rienda suelta a tus emociones no es lo mismo que purificarlas. No confundas arrebato con  catarsis. La energía de la sombra se purifica mediante los siguientes pasos:
Surge el sentimiento negativo (ira, pesar, ansiedad, hostilidad, resentimiento, autocompasión, desesperanza).
Tú pides liberarlo.
Experimentas el sentimiento y lo sigues adonde quiera ir.
El sentimiento se va a través de la respiración, el sonido o las sensaciones corporales.
Sientes liberación y comprendes el significado del sentimiento.

El último paso es el decisivo: cuando una energía de la sombra se va, la resistencia desaparece y ves algo que no veías antes. La comprensión y la liberación van de la mano. El viaje de descenso consiste en hallar tu sombra muchas, muchas veces. Emociones tan intensas como vergüenza y culpa se revelan sólo un poco cada vez, y conviene que así sea. Sé paciente contigo y sin importar cuan poco creas haber liberado, di: “Ésa es toda la energía que estaba dispuesta a soltarse ahora”.
No tienes que esperar erupciones violentas de la sombra.
Dedica un tiempo a una “meditación de la sombra” en el que te permitas sentir lo que quiera surgir. Entonces puedes comenzar el proceso de pedir que se libere.

Ejercicio 2: la escritura como catalizador

Otro catalizador para llegar a las energías de la sombra es la escritura automática: toma una hoja de papel y empieza escribiendo la oración; “Me estoy sintiendo muy ___ ahora”. Llena el espacio en blanco con cualquier sentimiento que surja —de preferencia uno negativo que hayas guardado ese día—, y sigue escribiendo. No te detengas, escribe lo más rápido que puedas y anota cualquier palabra que quiera fluir.
Otras oraciones para iniciar este ejercicio:
“Lo que debí decir fue ___.”
“No puedo esperar decirle a alguien que yo ___.”
“Nadie puede impedirme decir la verdad acerca de ___”
“Nadie quiere escucharme decir esto, pero ___.”
Mediante estos catalizadores, te estás dando permiso de expresarte, pero lo más importante es tener un sentimiento prohibido. Por eso las palabras no importan. Una vez que accedas al sentimiento podrá empezar el trabajo real de liberación. Necesitas seguir adelante, sentirlo plenamente, pedir su liberación, y seguir adelante hasta que logres comprenderte un poco más. Tal vez sea necesario un poco de práctica antes de lograr una liberación profunda, pero los muros de la resistencia se vendrán abajo paso a paso. La sombra está sutilmente entrelazada en la vida cotidiana. Pero nunca tan oculta que no puedas sacarla a la luz,






Secreto 9
Vives en dimensiones
Múltiples


La semana pasada conocí a dos personas que podrían enfrascarse en una contienda espiritual si no fueran tan afables. La primera era una mujer interesada en la justicia social.
Luego de amasar una fortuna en el negocio de la ropa, supo que muchas de las prendas lujosas que vestimos se fabrican en condiciones infrahumanas en el Tercer Mundo, donde los niños trabajan dieciséis horas al día por unos centavos. Tras constatar en persona estas condiciones, la mujer se convirtió en una activista de gran dedicación.
“Debemos eliminar la esclavitud laboral”, me dijo con voz apasionada. “No comprendo por qué no están todos indignados por lo que ocurre.” Me di cuenta de que en realidad quería saber por qué yo no estaba indignado. Sus ojos, de mirada intensa, ferviente, estaban clavados en mí. “Sobre todo tú” me decían. No hacía falta. Cuando se es una figura pública relacionada con la espiritualidad, las personas quieren saber por qué uno no sigue la rama de la espiritualidad elegida por ellas. En este caso, la mujer interesada en la justicia social pensaba que la forma más elevada de la espiritualidad era el humanitarismo. Según su manera de pensar, uno no es realmente espiritual mientras no ayude a los pobres y combata la injusticia y la desigualdad.
Unos días después conocí a su contrario, un hombre que se gana la vida realizando sanaciones a distancia. Nacido en Sudamérica, descubrió, mediante misteriosas experiencias en la infancia, que podía ver el mundo sutil de las auras y los campos de energía. Durante mucho tiempo, nada derivó de este don; se dedicó al negocio de importaciones y exportaciones hasta pasados los 40 años. Cierto día se sintió enfermo y acudió con un sanador que lo curó sin utilizar las manos, sólo moviendo su energía psíquica. A partir de ese momento, el hombre se dedicó apasionadamente a realizar la misma clase de trabajo. Y él, también, quiso saber por qué yo no seguía su camino espiritual.
“Ocurrirán cambios en el plano astral”, me dijo en voz baja y reservada. “La ciencia ha dominado el plano material, pero habrá un cambio en 2012. Me lo han dicho mis guías espirituales. A partir de ese año, la ciencia entrará en decadencia, destruida por sus excesos. Entonces el espíritu volverá al planeta.”
En vez de un humanitarismo apasionado, este hombre defendía el desprendimiento y la renuncia al mundo material. Al igual que la mujer, no entendía por qué yo no comprendía: le parecía obvio que tratar de cambiar al mundo mediante la confrontación era inútil.
Por extraño que parezca, yo estuve de acuerdo con ambos. Lo que representaban era un secreto: todos vivimos en dimensiones múltiples. Podemos elegir hacia dónde dirigir nuestra atención, y en donde esa atención se concentre, se abrirá una nueva realidad. Aunque estas dos personas no estaban de acuerdo, ambas intentaban resolver el mismo problema: cómo ser espiritual pese a las exigencias materiales. Y las respuestas que ambas habían encontrado eran viables; pero ninguna era la respuesta.
Cuando digo otras dimensiones hablo de ámbitos de conciencia. La conciencia hace la realidad —hemos hablado bastante al respecto— pero hacer significa en realidad elegir. La realidad única posee ya todas las dimensiones posibles; nadie necesita hacer otras nuevas, ni podría aun si quisiera.
Pero mediante nuestra atención traemos estas dimensiones a la vida: las poblamos, les damos nuevo significado y pintamos paisajes únicos. Permíteme enumerar primero estos ámbitos.
Los ámbitos invisibles
Cómo se despliega la conciencia desde la fuente

Ser puro.
El ámbito de lo absoluto, conciencia pura antes de que adquiera ninguna característica. El estadio anterior a la creación. No es en realidad un ámbito separado, pues impregna todo.
Dicha potencial.
El ámbito de la conciencia cuando empieza a descubrir su propio potencial.
Amor.
 La fuerza motivadora de la creación.
Cognición.
El ámbito de la inteligencia interna.
Mitos y arquetipos.
Las pautas colectivas de la sociedad. Es el ámbito de dioses y diosas, héroes y heroínas, energías masculinas y femeninas.
Intuición.
El ámbito donde la mente comprende el funcionamiento sutil de la vida.
Imaginación.
El ámbito de la invención creativa.
Razón.
El ámbito de la lógica» la ciencia y las matemáticas.
Emoción.
El ámbito de los sentimientos.
Cuerpo físico.
El ámbito de la sensación y los cinco sentidos.
¿Cuál de estos reinos es auténticamente espiritual? Todos están interconectados, pero vemos que frecuentemente las personas acampan en uno u otro, y una vez que encuentran el lugar que prefieren, también encuentran ahí al espíritu.
La mujer interesada en la justicia social halló su lugar en las emociones y el cuerpo físico; fue la lucha física de la pobreza cotidiana lo que conmovió su corazón. Pero, por supuesto, no puede excluirse el amor de su conjunto de motivos; quizá descubrió intuitivamente que este tipo de trabajo humanitario era el camino hacia un mayor crecimiento personal.
El hombre que sanaba a distancia encontró su lugar en el reino de la intuición. Aquí es donde operan las energías sutiles. Su rama de la espiritualidad implicaba manipular las fuerzas invisibles que sustentan el mundo físico. No podemos excluir al amor de su conjunto de motivos, y hay que considerar también el reino del mito y los arquetipos, pues apelaba a ángeles y guías espirituales para realizar su trabajo.
Un escéptico replicaría que estos reinos simplemente no existen. Éste es un argumento difícil de rebatir porque si algo no existe para ti, entonces puede no existir. Tal vez convenga poner un ejemplo.
Un auto se ha incrustado en un montículo de nieve. El conductor yace inconsciente sobre el volante. Los curiosos se detienen a ver qué pasa y se preguntan unos a otros:
“¿Cómo pasó esto?” Uno de ellos señala las huellas de las llantas en la nieve. “El auto se desvió. Así fue como pasó”
Otro observador señala el volante torcido hacia un lado. “La cadena de tracción estaba defectuosa. Así fue como pasó.”
Un tercer observador huele el aliento del conductor. “Estaba ebrio. Así fue como pasó.” Finalmente, pasa por ahí un neurólogo con un escáner para exámenes de resonancia magnética y señala el resultado de la exploración. “Su corteza motriz muestra anormalidades. Así fue como pasó.”
Cada respuesta depende por completo del tipo de evidencias utilizadas. La misma pregunta se formuló en niveles diferentes de la realidad, y de acuerdo con el nivel, sólo una clase de respuesta tenía sentido. No es que el neurólogo sea enemigo del mecánico; sólo cree que su propia respuesta es más profunda y, por tanto, más acertada.
Cuando se afirma que no hay prueba científica de que el universo es consciente, mi respuesta inmediata es: “Yo soy consciente, ¿y acaso no soy una actividad del universo?” El cerebro, que opera con impulsos electromagnéticos, es una actividad del universo tanto como lo es una tormenta electromagnética en la atmósfera o una estrella lejana. Por tanto, la ciencia es una forma de electromagnetismo que dedica su tiempo a estudiar otra forma. Una vez, un físico me hizo un comentario que me agradó: “La ciencia no debería ser considerada enemiga de la espiritualidad, pues es su más grande aliada. La ciencia es Dios explicando qué es Dios a Dios mediante un sistema nervioso humano. ¿No es la espiritualidad lo mismo?”
Un filósofo podría argumentar que la realidad no se conoce en verdad mientras no se incluyan todos los niveles de interpretación. En ese sentido, la teoría de la realidad única no se opone al materialismo: lo expande. El conductor que se estrelló en el banco de nieve pudo tener muchos niveles de motivación: quizá estaba deprimido y se salió del camino a propósito (emociones). Quizá estaba pensando en un poema que quería escribir y su atención se desvió (imaginación).
Quizá vio con la mente que otro auto estaba a punto de invadir su carril (intuición)
Para alcanzar un nuevo nivel de explicación debes trascender el nivel en el que estás, ir más allá de él. Si puedes reconocer que ir más allá es algo que haces todos los días, no hay mucha razón para utilizar el materialismo como palo de golf para azotar a la espiritualidad en la cabeza. El mundo material puede ser tu nivel básico de experiencia o no. Los otros niveles están disponibles mediante la trascendencia —ir más allá de tu nivel básico— como lo estás haciendo en este instante en que tu cerebro convierte química en pensamientos.
Así, la pregunta correcta es en qué ámbito quieres vivir.
Para mí, la vida ideal se vive en todos los niveles de conciencia. Tu atención no es limitada ni estrecha; te abres a la totalidad de la conciencia. Tienes la oportunidad de vivir así, pero al concentrarte en uno o dos niveles has provocado que los  demás se atrofien. Han sido expulsados de tu conciencia, por lo que tu capacidad para trascender está muy limitada. (En el nivel más mundano, frecuentemente es una cuestión de tiempo. Pocas veces encuentro científicos que hayan reflexionado detenidamente acerca de la conciencia; no piensan más que en el trabajo de laboratorio. Como el resto de nosotros, tienen muchas ocupaciones, y si el mundo tuviera una base profundamente distinta de la que ellos han aprendido como estudiantes de medicina o física cuántica, el científico típico tendría que ocuparse de ella.)
Cada dimensión de tu existencia tiene un propósito y ofrece un nivel de realización que no está disponible en ningún otro lugar (éstos son los “sabores de la creación”). Con una conciencia totalmente expandida puedes acceder a todas las dimensiones.

Cuando las puertas están abiertas
Vivir en todas las dimensiones de la conciencia

Ser puro.
Cuando esta puerta se abre, te conoces a ti mismo como el “yo soy”, el estado simple de la existencia eterna.
Dicha potencial.
Cuando esta puerta se abre, sientes animación y efervescencia en toda actividad. La dicha está más allá del placer y el dolor.
Amor.
El ámbito de la dicha como experiencia personal.
Cuando se abre esta puerta, experimentas amor en todos los aspectos de la vida. El amor es tu motivación primaria en todas las relaciones, empezando por la relación contigo mismo. En un nivel más profundo, el amor te vincula con el ritmo del universo.
Cognición.
Es la fuente de la mente. Cuando se abre esta puerta, puedes acceder a la sabiduría y al conocimiento sobre todo lo que hay en la creación.
Mitos y arquetipos.
Cuando se abre esta puerta, conduces tu vida como una búsqueda. Aspiras a los logros de los héroes y heroínas que admiras. También encarnas la dinámica eterna entre masculino y femenino.
Intuición.
Cuando se abre esta puerta, puedes moldear estas fuerzas sutiles en la sanación, la clarividencia y la comprensión de la naturaleza humana. La intuición también te guía en tu propio camino, mostrándote cómo elegir el camino a recorrer cuando tu vida cambia de rumbo.
Imaginación.
Cuando esta puerta se abre, las imágenes de tu mente tienen poder creativo. Infunden vida a posibilidades que jamás habían existido. En este nivel también desarrollas la pasión por explorar lo desconocido.
Razón.
Cuando esta puerta se abre, puedes concebir sistemas y modelos de la realidad. El pensamiento racional hace frente a posibilidades infinitas utilizando la lógica, que corta rebanadas de la realidad para analizarlas separadas.

Emoción.
Cuando esta puerta se abre, percibes las sensaciones corporales y las interpretas como placer o dolor, sentimientos que anhelas y sentimientos que quieres evitar. El ámbito emocional es tan poderoso que invalida la lógica y la-razón.
Cuerpo físico.
Cuando esta puerta se abre, te descubres como un ser aislado en el mundo físico.
¿Cómo surgieron todos estos niveles? Como un hecho de la existencia: el ser puro los concibió» los proyectó desde sí, y entró en ellos. Se trata del circuito principal del universo, y tu sistema nervioso está conectado a él. Al prestar atención a cualquier dimensión de la vida, le envías una corriente de conciencia. Si no prestas atención, el circuito está cerrado para esa dimensión. Aunque utilizamos palabras como puertas, circuitos y niveles éstas no logran reflejar la realidad, que vibra con cada impulso. Tú produces un efecto en cada dimensión aun cuando no hayas dirigido tu atención a explorar y comprender lo que hay ahí.
Cuando una persona ha explorado a fondo una dimensión, se dice que ha alcanzado el vidya, palabra que en sánscrito significa literalmente “conocimiento” pero que implica mucho más: el dominio de un conjunto de leyes naturales. Imagina que entras en un taller del cual desconoces las herramientas y el oficio. En el momento de entrar captas todo de un vistazo, pero hace falta entrenamiento para dominar cada detalle. Al final eres una persona diferente, con percepciones totalmente distintas. Así, un músico graduado por la Julliard School of Music escucha las notas del radio con un sistema nervioso diferente al de alguien que se acaba de graduar del MIT [Massachusetts Institute of Technology] como ingeniero en electrónica. Ambos han adquirido vidya, el tipo de conocimiento en que uno se convierte y que no sólo se aprende pasivamente.
Personas con perspectivas totalmente distintas de la espiritualidad tienen en común la búsqueda del vidya. Quieren ser transformados por el conocimiento que fluye directamente de la fuente. El hecho de que la fuente de una persona sea Dios y la de otra sea Brahma, Alá, Nirvana o Ser, es una diferencia insignificante. Lo que en realidad divide a las personas es mantener las puertas de la percepción cerradas- A este estado se le llama avidya, o falta de conciencia.

Avidya
Cómo nos apartamos de la conciencia

Ser puro. Cuando esta puerta se cierra, vivimos en la separación. Hay un temor subyacente a la muerte, pérdida de conexión y ausencia de cualquier presencia divina.
Dicha potencial. Cuando esta puerta se cierra, la vida carece de alegría. La felicidad es sólo un estado efímero. No hay apertura para las experiencias sublimes.
Amor. Cuando esta puerta se cierra, la vida es cruel. Nos sentimos aislados en un mundo gris donde las demás personas son figuras distantes, indiferentes. No se percibe la presencia de una mano amorosa en la creación.
Cognición. Cuando esta puerta se cierra, las leyes de la naturaleza resultan desconcertantes. El conocimiento se alcanza sólo mediante los hechos y la limitada experiencia personal, sin acceso al significado profundo.
Mitos y arquetipos. Cuando esta puerta se cierra, no existen modelos, héroes, dioses ni búsquedas apasionadas. No encontramos un significado mítico en nuestras vidas. No hay una dimensión más profunda en la relación entre hombres y mujeres.
Intuición. Cuando esta puerta se cierra, la vida pierde sutileza. La persona no alcanza a comprender a fondo las cosas, no tiene chispazos de genialidad ni esos momentos de  júbilo en los que decimos: “¡Aja!”. La red de conexiones sutiles que sostiene al universo queda totalmente oculta.
Imaginación. Cuando esta puerta se cierra, la vida queda desprovista de fantasía. Vemos todo de manera literal; el arte y las metáforas importan poco. Las decisiones importantes se abordan mediante el análisis técnico, y no hay esperanza de un salto creativo súbito.
Razón. Cuando esta puerta se cierra, la vida no tiene sentido. Somos gobernados por impulsos aleatorios. Ninguna línea de acción se continúa hasta su conclusión, y las decisiones se toman irracionalmente.
Emoción. Cuando esta puerta se cierra, los sentimientos están congelados. Hay poco o ningún espacio para la compasión y la empatia. Los sucesos parecen desconectados, sin continuidad, y las demás personas no ofrecen oportunidad alguna de establecer lazos.
Cuerpo físico. Cuando esta puerta se cierra, la vida es completamente mental. La persona siente que su cuerpo está inerte, que es un peso muerto que debe arrastrar. El cuerpo existe como un sistema de apoyo necesario para la vida, nada más. No hay “combustible” para moverse y actuar en el mundo.
Como puedes ver, no hay un solo estado de avidya sino varios. Tradicionalmente, en India la distinción no era tan sutil y a las personas se les calificaba de ignorantes o iluminadas. Si no estabas en la unidad, se pensaba, estabas en la ignorancia absoluta. (Un equivalente aproximado en Occidente es que uno estaba perdido o estaba redimido.) Así, el número de personas en vidya era minúsculo, y el número de personas en avidya era enorme.

Pero la tradición pasaba por alto el funcionamiento de la conciencia. Somos criaturas multidimensionales, y por tanto una persona puede alcanzar vidya en un área pero no en otra. Picasso era un artista supremo (imaginación) pero un pésimo marido (amor); Mozart, un creador divino de música (imaginación y amor) pero débil físicamente; Uncoln, un maestro del mito y el arquetipo pero desecho emocionalmente. Estos desequilibrios también ocurren en tu vida. En la medida en que nos esforcemos en pasar del avidya al vidya, llevaremos una vida espiritual.



CAMBIA TU REALIDAD PARA ALBERGAR
EL NOVENO SECRETO
La razón por la que Cristo, Buda, Sócrates o cualquier otro maestro espiritual nos habla personalmente es que la conciencia limitada permite atisbos súbitos y diáfanos de una realidad que está más allá. Tu mente quiere trascender. La atención ceñida es como una luz que sólo ilumina un objeto;  excluye todo lo que está fuera de su haz; el equivalente mental es el rechazo. Pero> ¿qué pasaría si renunciaras a todo el proceso de rechazo? Si lo hicieras, te encontrarías prestando atención en la misma medida a todo. El rechazo es un hábito. Sin él, puedes participar en la vida tal como se te presenta.
Considera cada uno de los ámbitos de la conciencia y escribe cómo te impides entrar en ellos. Con esto advertirás qué haces para limitar tu conciencia, y al identificar cada uno de estos reflejos arraigados empezarás a cambiarlos. Por ejemplo:
Ser puro.
No aminoro la marcha lo suficiente para tener una paz interior auténtica. No dedico tiempo a meditar. No he experimentado la tranquilidad de la naturaleza recientemente. Ahora advertiré cuando rechace la paz interior y encontraré tiempo para ella.
Dicha potencial.
No he sentido alegría por el simple hecho de estar vivo. No estoy buscando oportunidades para maravillarme. No paso suficiente tiempo con niños pequeños. No he contemplado el cielo nocturno. Ahora advertiré cuando rechace la apreciación gozosa y encontraré tiempo para ella.

Amor.
No he valorado a mis seres queridos, por lo que no he expresado mucho mi amor. Me siento incómodo recibiendo amor. He dado al amor un lugar secundario en mi escala de valores. Ahora advertiré cuando rechace esas oportunidades para hacer del amor algo importante en mi vida y encontraré tiempo para él.
Cognición.
Me dejo llevar demasiado por la duda. Automáticamente asumo una postura escéptica y sólo me conformo con hechos comprobables. No conozco a personas sabias y dedico poco tiempo a leer textos filosóficos y espirituales. Ahora advertiré cuando rechace la sabiduría tradicional y encontraré tiempo para ella.
Mitos y arquetipos.
Ya no tengo héroes. No recuerdo haber encontrado un ejemplo valioso en nada ni en nadie desde hace mucho tiempo. Sigo mi propio camino, que es tan válido como el de cualquier otro. Ahora advertiré cuando rechace la idea de que es necesaria una inspiración más elevada y encontraré tiempo para ella.

Intuición.
Utilizo mi cabeza, no creo en algo tan ridículo como la intuición. Busco pruebas antes de creer en algo. Me parece que todos los poderes extrasensoriales son fantasía.
Analizo una situación y tomo mi decisión en consecuencia.
Ahora advertiré cuando rechace mis corazonadas y empezaré a confiar en ellas.
Imaginación.
El arte no es lo mío. No voy a museos ni a conciertos. Mi pasatiempo es la televisión y los deportes. Para mí, los individuos más creativos no tienen los pies sobre la tierra. Ahora advertiré cuando rechace mi imaginación y encontraré maneras de expresarla.
Razón.
Yo sé lo que sé y me mantengo fiel a ello. Con frecuencia no escucho a la otra parte en una discusión; sólo quiero demostrar que tengo razón. Tiendo a presentar las mismas reacciones en situaciones similares. No siempre sigo los planes que hago, aun cuando sean buenos. Ahora advertiré cuando sea poco razonable y me detendré a considerar todos los puntos de vista.

Emoción.
No hago escenas y me molesta cuando alguien las hace. No me impresionan las personas que dan rienda suelta a sus emociones. Mi lema es: guárdalo para ti. Nadie me ve llorar jamás. No recuerdo que alguien me haya enseñado en mi infancia que las emociones son positivas. Ahora advertiré cuando rechace mis sentimientos auténticos y encontraré una manera sana de expresarlos.
Cuerpo físico.
Debería cuidarme. Mi condición física es considerablemente peor de lo que era hace cinco o diez años.
No estoy satisfecho con mi cuerpo y no me interesa mucho la actividad física. He escuchado sobre terapias corporales, pero creo que recibirlas sería indulgente de mi parte y un poco excéntrico. Ahora advertiré cuando rechace el aspecto físico de mi vida y le daré tiempo.
Por cuestión de espacio, he puesto como ejemplo notas muy generales, pero tú debes ser lo más específico posible.
En el apartado “Amor” escribe el nombre de alguien a quien no hayas demostrado tu amor o un incidente en el que recuerdes haberte sentido incómodo de recibir amor. En el de “Imaginación” anota el museo de tu ciudad que no visitas o el nombre de la persona con inclinaciones artísticas cuya compañía has evitado. Asimismo, sé lo más específico que puedas respecto de cómo cambiarás estos hábitos de rechazo.


Ejercicio 2: mi perfil de conciencia

Ahora que has tomado nota de dónde están tus limitaciones, traza un perfil de tu conciencia tal como es hoy. Guárdalo en un lugar seguro y revísalo dentro de 60 días para ver cuánto has cambiado. Cada categoría se califica en una escala del uno al diez. Cuando vuelvas a él después de 60 días, califícate de nuevo sin ver la primera evaluación.

O puntos: no presto atención a esta parte de mi vida.
1-3 puntos: he tenido un poco de experiencia en esta área pero no recientemente ni muy seguido.
4-6 puntos: estoy familiarizado con esta área de mi vida y la experimento con bastante frecuencia.
7-9 puntos: ésta es un área importante de mi vida, una en la que me concentro mucho.
10 puntos: esta área es mi hogar. La conozco bien y le dedico casi toda mi atención adicional.
(O a 10 puntos)
q  Ser puro
q  Dicha potencial
q  Amor
q  Cognición
q  Mitos y arquetipos
q  Intuición
q  Imaginación
q  Razón
q  Emoción
q  Cuerpo físico



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