Secreto 7
Todas las vidas
son espirituales
Una de las peculiaridades de la vida moderna es que las personas que
discrepan violentamente en cuanto a creencias religiosas llevan vidas
similares. El célebre comentario de Nietzsche acerca de que Dios ha muerto
debería cambiarse por Dios es opcional. Si el gobierno vigilara 24 horas al día
tanto a quienes consideran que acatan la ley divina como a quienes no piensan
siquiera en el reglamento de Dios, imagino que la suma total de virtud y
corrupción, amor y odio, paz y violencia, sería exactamente la misma. De hecho,
la balanza de la intolerancia y la falta de amor probablemente se inclinaría
hacia las personas que más alardean de ser religiosas en cualquier sociedad.
No digo esto con afán de polemizar. Pero es como si el universo tuviera
sentido del humor, pues en un nivel profundo es imposible no tener una vida
espiritual. Tú y yo estamos tan imbuidos en la creación de un mundo como lo
está un santo. No puedes ser despedido del trabajo de crear un mundo, que es la
esencia de la espiritualidad. Y no puedes renunciar a ese trabajo aun cuando
rehúses presentarte. El universo vive a través de ti en este momento. Con o sin
creencia en Dios, la cadena de sucesos que lleva de la conciencia silenciosa a
la realidad física permanece intacta. El sistema operativo del universo
funciona para todos por igual, y opera con base en principios que no requieren
tu cooperación.
Sin embargo, si decides llevar una vida espiritual consciente, ocurre un
cambio. Los principios del sistema operativo, las reglas de la creación, se
vuelven personales. Ya hemos mencionado muchas de las reglas de la creación;
analicemos ahora cómo podemos alinear lo universal con lo personal.
UNIVERSAL
1. El universo es un espejo de la
conciencia.
PERSONAL
1. Los sucesos de tu vida reflejan
quién eres.
Nada en estas afirmaciones remite a la religión; no
hay vocabulario espiritual implicado. No obstante, este primer principio es la
base para decir que la religión —cuya etimología latina significa “reunir”— une
al Creador con su creación. El mundo físico refleja una mente; lleva intención
e, inteligencia en cada átomo.
UNIVERSAL
2. La conciencia es colectiva.
Todos la extraemos de una fuente común.
PERSONAL
2. Las personas presentes en tu
vida reflejan aspectos de ti mismo.
En este principio vemos el origen de todos los
mitos y arquetipos, héroes y hazañas. La psique colectiva comparte un nivel de
conciencia que va más allá de los individuos.
Cuando ves a las demás personas como aspectos de ti
mismo, en realidad estás viendo rostros de arquetipos míticos. Somos un ser
humano con innumerables máscaras; cuando las eliminamos queda la esencia, el
alma, la chispa divina.
UNIVERSAL
3. La conciencia se expande en sí
misma.
PERSONAL
3. Aquello a lo que prestes
atención crecerá.
En la realidad única, la conciencia se crea a sí
misma, o lo que es igual, Dios esta
dentro de su creación. No hay ningún lugar fuera de la creación donde pueda
estar la divinidad: omnipresencia
significa que dondequiera que exista un lugar, ahí estará Dios. Pero mientras
Dios presta atención a una infinidad de mundos, los seres humanos utilizan la
atención selectivamente. La ponemos en un lugar y la retiramos de otro. Al
prestar atención agregamos la chispa divina, y esa parte de nuestra
experiencia, sea positiva o negativa, crecerá.
La violencia engendra violencia, pero también el
amor engendra amor.
UNIVERSAL
4. La conciencia crea con base
en un plan.
PERSONAL
4. Nada es aleatorio; tu vida
está llena de señales y bolos.
La guerra entre religión y ciencia es antigua y
casi se ha extinguido; pero en cierto punto, ninguna de las dos está dispuesta
a ceder. La religión ve en el pían de la naturaleza la prueba de un creador. La
ciencia ve en la aleatoriedad de la naturaleza la prueba de que no hay ningún
plan. No obstante, nunca ha existido una cultura basada en el caos, incluida la
subcultura de la ciencia. La conciencia mira al universo y encuentra un plan
por todas partes, aun si los espacios que lo separan parecen desorganizados y
aleatorios. Para el individuo es imposible no ver orden: cada aspecto de la
vida, empezando con la familia, se basa en él. Tu cerebro está construido para
percibir patrones (incluso una mancha de tinta parece la imagen de algo, no
importa cuánto te esfuerces por tratar de no verla), porque fueron necesarios
patrones de células para hacer un cerebro. La mente es, en última instancia,
una máquina para elaborar significado, aun cuando coquetea con el sin sentido,
como nuestro siglo ha hecho tan bien.
UNIVERSAL
5. Las leyes físicas operan
eficientemente con el mínimo esfuerzo.
PERSONAL:
5. En todo momento, el universo te
da los mejores resultados posibles.
La naturaleza ama la eficiencia, lo cual es muy
extraño en algo que supuestamente opera al azar. Cuando dejas caer una pelota,
ésta cae en línea recta al piso sin desviarse. Cuando dos moléculas con
potencial para unirse se encuentran, siempre se unen: no hay lugar para la
indecisión. Este gasto mínimo de energía, conocido como ley del menor esfuerzo,
también se aplica a los seres humanos. Es seguro que nuestros cuerpos no pueden
evitar la eficiencia de los procesos químicos que ocurren en cada célula, por
lo que es probable que todo nuestro ser esté regido por el mismo principio.
Causa y efecto no sólo están vinculados; lo están de la manera más eficiente
posible. Este argumento también se aplica al crecimiento personal: la idea es
que todos actúan lo mejor que pueden desde su nivel de conciencia.
UNIVERSAL
6. Las formas simples se
desarrollan en formas más complejas.
PERSONAL
6. Tu conciencia interna
siempre está evolucionando.
Este principio resulta desconcertante para
religiosos y científicos por igual. Muchas personas religiosas piensan que Dios
creó el mundo a su imagen, lo que implica que la creación no tenía a dónde ir
después de ello (excepto quizá perder su perfección inicial). Los científicos
aceptan que la entropía, tendencia de la energía a disiparse, es inexorable.
Así, en ambos sistemas es un problema que el ADN
sea un billón de veces más complejo que los primeros átomos primigenios; que la
corteza humana haya crecido formidablemente durante los últimos 50000 años; que
la vida surgiera de sustancias químicas inertes, y que todos los días nuevos pensamientos
salen de la nada. La entropía no deja de envejecernos, provocar que los autos
se oxiden y que las estrellas se enfríen y mueran. Pero el impulso de la
evolución es igualmente inexorable. La naturaleza decidió evolucionar, sea cual
sea nuestra opinión al respecto.
UNIVERSAL
7. El conocimiento asimila más y más del
mundo.
8.
PERSONAL
7. La dirección de la vida es de la
dualidad a la unidad.
Según una idea muy extendida, las culturas antiguas
veían una creación unificada, mientras nosotros vemos un mundo fragmentado y
dividido. Se ha culpado de ello al declive de la fe y a la ausencia de mitos,
tradiciones y vínculos sociales. Pero yo creo que ocurre justo lo contrario: la
antigua manera de entender apenas explicaba una mínima parte de todos los
fenómenos de la naturaleza, mientras que la física actual está a punto de
llegar a una “teoría de todo”. El eminente físico John Wheeler destaca algo
crucial cuando dice que, antes de Einsteín, los seres humanos pensaban que
veían a la naturaleza “allá fuera”, como a través de una ventana, tratando de
descubrir qué hacía la naturaleza. Gracias a Einstein, nos dimos cuenta de que
estamos inmersos en la naturaleza; el observador cambia la realidad por el acto
mismo de observar. Así, a pesar de un extendido sentimiento de alienación
psicológica (resultado de que la tecnología haya sobrepasado nuestra capacidad
de mantener vivo el significado), la dualidad de hombre y naturaleza está
reduciéndose con cada generación.
UNIVERSAL
8. La evolución desarrolla
cualidades de supervivencia que se ajustan perfectamente al entorno.
PERSONAL
8. Si te abres a la fuerza de
la evolución, ella te llevará adonde quieres ir.
La adaptación es algo maravilloso porque avanza por
saltos cuánticos. Cuando algunos dinosaurios ancestrales desarrollaron plumas,
dieron con una adaptación que sería perfecta para el vuelo alado. Las células
exteriores de sus cuerpos, que eran duras y escamosas, fueron útiles como
armadura pero no ayudaban a remontar el vuelo. Es como si la evolución se
planteara un problema nuevo y diera un salto creativo para solucionarlo. El uso
de escamas fue abandonado por un nuevo mundo de vuelo alado (y esas mismas
escamas darían un salto en otra dirección al convertirse en pelo, permitiendo
el desarrollo de mamíferos peludos).
Tanto la ciencia como la religión se preocupan por
esto. A la ciencia no le gusta la idea de que la evolución sabe hacia dónde va;
se supone que las mutaciones darwinianas deberían ser aleatorias. A la religión
no le gusta la idea de que la creación perfecta de Dios cambia cuando se
requiere algo nuevo. No obstante, éste es un caso donde las explicaciones han
quedado al margen. Sin lugar a dudas, el mundo físico se adapta mediante saltos
creativos que ocurren en un nivel más profundo. A este nivel puedes llamarle
genético o consciente, como prefieras.
UNIVERSAL
9. El caos favorece la
evolución
PERSONAL
9. La mente fragmentada no
puede llevarte a la unidad, pero debes usarla para recorrer el camino.
El caos es una realidad, pero también lo es el
orden y el crecimiento. ¿Cuál es el preponderante? La ciencia no ha llegado a
una conclusión porque más de 90 por ciento del universo físico está compuesto
de materia oscura y misteriosa: como no ha sido observada, sigue abierta la
pregunta de cuál será el destino del cosmos. La religión se planta firmemente
al lado del orden por la sencilla razón de que Dios creó el mundo a partir del
caos. Según la ciencia, hay un delicado equilibrio entre creación y
destrucción, el cual se ha mantenido durante billones de años. No obstante,
como las fuerzas cósmicas en gran escala no han sido capaces de destruir el
delicado tejido que urdió el origen de la vida, podría concluirse
razonablemente que la evolución utiliza el caos, igual que un pintor utiliza
los colores revueltos en su caja.
En el nivel personal, es imposible que alcances la
unidad mientras estés regido por el torbellino de pensamientos e impulsos de tu
cabeza, pero puedes usar tu mente para que ella encuentre su propia fuente. La
unidad es el propósito oculto al que se dirige la evolución, utilizando la
mente fragmentada como herramienta para recorrer el camino. Al igual que el
cosmos, la superficie de la mente parece caótica, pero hay una represa de
progreso operando debajo.
UNIVERSAL
10. Muchos niveles invisibles
están envueltos en el mundo físico.
PERSONAL
10. Vives en muchas dimensiones
a la vez; la impresión de estar atrapado en el tiempo y el espacio es una
ilusión.
Con todo su corazón, los pioneros de la física cuántica, incluido
Eínstein, no querían crear dimensiones nuevas más allá del tiempo y el espacio.
Ellos querían explicar el universo como parecía ser. No obstante, las teorías
actuales de las superstrings* utilizan al menos once dimensiones para explicar
el mundo visible. La religión siempre ha sostenido que Dios habita un mundo más
allá de los cinco sentidos; la ciencia necesita el mismo reino trascendente
para explicar por qué unas partículas separadas por billones de años luz pueden
actuar coordinadamente, (*Éstas explican el mundo físico combinando la teoría
general de la relatividad y la mecánica cuántica, antes consideradas
incompatibles. (N. del T.)) por qué la luz puede comportarse como partícula y
como onda, y por qué los hoyos negros pueden transferir materia más allá del
control de la gravedad y el tiempo. En última instancia, la existencia de
multidimensiones es irrefutable. En el nivel más simple, debe haber algún lugar
de donde salieron el espacio y el tiempo durante el BigBang y , por definición,
ese algún lugar no puede estar en el tiempo y el espacio. aceptar que tú, como
ciudadano de un universo multidímensional, eres multídimensional, no tiene nada
de místico. Es la mejor hipótesis que puede proponerse dados los hechos.
Podría decirse que estos diez principios representan las maneras de
concebir el sistema operativo que mantiene en marcha la realidad única. En
verdad, todo esto resulta inconcebible, y nuestros cerebros no están preparados
para operar en lo inconcebible. No obstante, pueden adaptarse a vivir
inconscientemente. Todas las criaturas de la Tierra están sujetas a las leyes de la
naturaleza; sólo los humanos pensamos;
“¿En qué me afecta todo esto?” Si prefieres desentenderte y decides
vivir como si la dualidad fuera real, no verás la manera en que estos diez
principios se relacionan contigo. La ironía cósmica es que estas mismas leyes
seguirían rigiendo tu vida aunque no las reconozcas.
La alternativa de ser conscientes o no, nos lleva a la posibilidad de la
transformación. Nadie discute que la vida es cambio. Pero, ¿es posible que,
mediante la simple modificación de su conciencia, una persona provoque una
transformación profunda y no sólo un cambio superficial? Transformación y
cambio son dos cosas distintas, como puede verse en los cuentos de hadas. La
pobre chica a quien su malvada madrastra obliga a permanecer en casa fregando
el piso mientras sus hermanastras van al baile, no se supera asistiendo a la
escuela nocturna. Es el toque de una varita mágica el que transporta a
Cenicienta instantáneamente al palacio como una criatura completamente
transformada.
Según la lógica del cuento de hadas, el cambio es demasiado lento,
demasiado gradual, demasiado prosaico para satisfacer los anhelos simbolizados
por la rana que sabe que es un príncipe o por el patito feo que se convierte en
cisne.
Hay más de un elemento fantástico en el toque de magia que ofrecerá
instantáneamente una vida libre de problemas. Y más importante aún: esta
fantasía encubre la manera en que ocurre la verdadera transformación.
La clave de la transformación auténtica es que la naturaleza no avanza
paso a paso. Da saltos cuánticos todo el tiempo, y cuando lo hace, no realiza
una simple combinación de viejos ingredientes. Algo aparece por primera vez en
la creación, una propiedad emergente. Por ejemplo, sí analizamos el hidrógeno y
el oxígeno, son ligeros, gaseosos, invisibles y secos. Hizo falta una
transformación para que esos dos elementos se combinaran y crearan agua y,
cuando esto ocurrió, surgió un conjunto completamente nuevo de posibilidades,
siendo la más importante, desde nuestro punto de vista, la vida misma.
La humedad del agua es un ejemplo perfecto de propiedad emergente. En un
universo sin agua sería imposible obtener la humedad mezclando otras
propiedades existentes.
Las mezclas sólo producen cambios; no son suficientes para transformar.
La humedad surgió en la creación como algo completamente nuevo. Cuando lo
analizamos con atención, resulta evidente que cada enlace químico produce una
propiedad emergente. (Ya he mencionado el ejemplo del sodio y el cloro, dos
venenos que cuando se combinan producen sal, otro elemento básico de la vida.)
Tu cuerpo —que enlaza millones de moléculas cada segundo— depende de la
transformación. Los procesos de respiración y digestión, por nombrar sólo dos
ejemplos, se valen de la transformación. A la comida y al aire no simplemente
se les revuelve sino que se les somete exactamente a los enlaces químicos
necesarios para mantenernos vivos.
El azúcar extraída de una naranja viaja al cerebro y sirve de
combustible a un pensamiento. La propiedad emergente en este caso es la novedad
del pensamiento: jamás en la historia del universo se habían combinado
moléculas con ese resultado. El aire que entra por tus pulmones se combina de
mil maneras para producir células que nunca han existido tal como existen en
ti; y cuando utilizas oxígeno para moverte, tus músculos realizan acciones que,
por muy similares que sean a las de otras personas, son expresiones tuyas
únicas.
Si la transformación es la norma, la transformación espiritual es una extensión
de lo que la vida ha estado haciendo todo el tiempo. Aunque sigas siendo quien
eres, puedes dar un salto cuántico en tu conciencia, y la señal de que ese
salto ha sido real será alguna propiedad emergente nunca experimentada en el
pasado.
Propiedades emergentes espirituales
q Claridad de conciencia
q Cognición
q Veneración por la vida
q Ausencia de violencia
q Ausencia de miedo
q Integridad
Éstas pueden considerarse transformaciones espirituales porque ninguna
puede obtenerse simplemente recombinando viejos ingredientes del yo. Al igual
que la humedad del agua» cada una aparece como por alquimia: la escoria de la
vida diaria se convierte en oro.
Claridad significa
estar consciente de ti mismo todo el tiempo: mientras estás despierto, duermes
o sueñas. En vez de estar eclipsada por las circunstancias externas, tu
conciencia siempre está abierta a sí misma. La claridad es atenta y
despreocupada.
Cognición significa
estar en contacto con el nivel de la mente donde se responden todas las
preguntas. Está relacionada con el genio, aunque la cognición no se concentra
en música, matemáticas ni otros temas específicos. Tu área de conocimiento es
la vida misma y el movimiento de la conciencia en todos los niveles. La
cognición es sabia, segura e inquebrantable pero humilde.
Veneración por la vida significa estar en contacto con la fuerza vital. Sientes que el mismo
poder fluye por ti y por todos los seres vivos; incluso el polvo que flota en
un rayo de luz baila al mismo ritmo. Por tanto, la vida no se limita a las
plantas y los animales: todo posee una vitalidad radiante y animada. La
veneración es cálida, conectada y excitante.
Ausencia de violencia significa estar en armonía con todas las acciones. No hay oposición
entre lo que haces y lo que hacen los demás. Tus deseos no chocan con el
bienestar de los otros. Cuando miras alrededor, ves conflictos en el mundo en
general pero no en tu mundo. Irradias paz como un campo de fuerza que somete al
conflicto en tu entorno. La no violencia es pacífica, quieta y ajena a la
oposición.
Ausencia de miedo significa seguridad total. El miedo es un susto del pasado; nos
recuerda el momento en que dejamos un lugar seguro y nos encontramos en otro
vulnerable.
El Bhagavad Gita dice que el miedo nace de la separación, sugiriendo que
la causa original del miedo fue la pérdida de la unidad. En última instancia,
esa separación no es la expulsión del paraíso sino la pérdida de lo que somos.
La ausencia de miedo es, por tanto, ser tú mismo.
Integridad significa
incluir todo, no excluir nada. En este momento experimentamos la vida dividida
en trozos de tiempo, de experiencia, de actividad. Nos aferramos a nuestro
limitado sentido del yo para evitar que estos trozos se desmoronen. Pero es
imposible hallar continuidad de este modo, por más que el ego se esfuerce en
mantener a la vida de una pieza. La totalidad es un estado más allá de la
personalidad.
Surge cuando el “yo soy” que aplicas a ti es el mismo “yo soy” en todas
partes. La totalidad es sólida, eterna, sin principio ni fin.
La transformación auténtica, a mi manera de ver, depende del surgimiento
de estas propiedades como tu experiencia personal. Son cualidades primigenias
inmersas en la conciencia; no fueron inventadas por los seres humanos ni
proyectadas por carencia, necesidad o hambre. Es imposible experimentarlas
obteniendo más de lo que ya tienes. Ser lo más generoso posible con los demás y
evitar causarles daño no es lo mismo que no violencia en sentido espiritual.
Mostrar valentía ante el peligro no es lo mismo que ausencia de miedo. Sentirse
estable e íntegro no es lo mismo que totalidad.
Hay que remarcar que por más inalcanzables que parezcan estas cosas, son
completamente naturales: son extensiones de un proceso de transformación que ha
estado contigo toda tu vida. Cada uno somos ya una propiedad emergente del
universo, una creación totalmente nueva a partir de los genes de nuestros
padres. Pero hay una magia más profunda. En el nivel químico, los genes de tus
padres sólo se recombinaron; tú obtuviste algunos de uno y algunos de otro. La
supervivencia de cierto acervo genético se extendió para incluir una nueva
generación, no se descompuso súbitamente en una sustancia nueva y desconocida.
De alguna manera, la naturaleza utilizó esos viejos elementos para
realizar una hazaña alquímica: tú no eres una réplica genética reconfigurada.
Tus genes son sólo la estructura que soporta una experiencia única. El ADN es
la manera en que el universo toma conciencia de sí mismo. Hicieron falta ojos
para que el universo viera su apariencia; oídos para escuchar sus sonidos,
etcétera. Para asegurarse de no perder interés, el universo te creó para tomar
conciencia de sí mismo de una manera que no había existido. Así, eres una
expresión de eternidad y de este preciso instante, ambos a la vez.
Transformarse es como embarazarse. La mujer que decide tener un bebé
toma una decisión personal y al mismo tiempo se somete a una poderosísima
fuerza de la naturaleza. Por un lado, ejerce el libre albedrío; por el otro,
queda atrapada en una serie inexorable de acontecimientos. Una vez que tiene
una semilla fertilizada en su vientre, la naturaleza toma el control; engendrar
un bebé es algo que haces y al mismo tiempo algo que te ocurre. Lo mismo puede
decirse de cualquier otra transformación auténtica. Tú puedes hacer la decisión
personal de ser espiritual, pero cuando el espíritu toma el control, quedas
atrapado en fuerzas superiores a ti. Es como si un cirujano fuera llamado al
quirófano para una cirugía y descubriera que el paciente en la mesa de operaciones
es él mismo.
Hemos revisado los diez principios que integran el sistema operativo de
la realidad única. Pero la mayoría de las personas están inmersas en otro
sistema operativo: el de la dualidad. Viven asumiendo que son individuos
separados, aislados, en un cosmos aleatorio donde lo que ocurre “aquí dentro”
no se refleja “allá fuera”. Entonces, ¿cómo puede una persona cambiar de un
sistema operativo al otro? La unidad es totalmente distinta de la dualidad,
pero no tienes que esperar el final de este viaje para vivir como si estuvieras
en el siguiente. Justo ahora estás viviendo como si la limitación y la
separación debieran ser verdad; por tanto, no estás dejando espacio para que no
sean verdad. Aun así, una inteligencia oculta preserva el orden increíble de la
vida al tiempo que permite que el cambio se arremoline en aparente caos.
Si exponemos una célula viva a la luz del sol en un día fresco de
primavera, se marchitaría y convertiría en polvo; su ADN se esparciría en el
viento. No obstante, esa aparente fragilidad ha sobrevivido a dos billones de
años de constantes ataques del ambiente. Para comprobar que nuestra existencia
está protegida por la misma inteligencia, es necesario alinearnos con ella.
Entonces se revelará una ley universal: la totalidad permanece, no importa
cuánto cambie.
Tu tarea consiste en hacer que la totalidad sea más real en tu vida.
Mientras permanezcas en el nivel donde prevalece el cambio, no tienes
posibilidades de llegar a ser verdaderamente nuevo. La dualidad mantiene su
sistema operativo en todo momento, y mientras estés conectado a él, parecerá
real, factible, fidedigno y comprobable. El otro sistema operativo, que se basa
en la totalidad, funciona mucho mejor que al que estás acostumbrado. La
totalidad también es real, factible, fidedigna y comprobable. Con la finalidad
de orientarnos, analicemos algunas situaciones familiares y veamos cómo las
abordaría cada sistema.
Imagina que llegas un día al trabajo y escuchas un rumor acerca de que
en tu empresa habrá un recorte de personal.
Nadie sabe si tu empleo está en riesgo, pero podría estarlo.
En el sistema operativo de la dualidad entran en juego los siguientes
supuestos:
§ Podría perder lo que necesito para
sostenerme.
§ Alguien tiene el control de mi destino.
§ Enfrento algo impredecible y
desconocido.
§ No merezco un revés como éste.
§ Podría resultar lastimado sí la
situación no me favorece.
Estos pensamientos son comunes cuando nos encontramos en un momento de
crisis. Algunas personas toleran el peligro mejor que otras, y tú has enfrentado
muchas situaciones similares con mayor o menor éxito. Pero estas preocupaciones
sólo son parte de un sistema operativo. Están programadas en el software del
ego y su fijación absoluta en mantener todo bajo control. Lo que está en juego
aquí no es la pérdida del empleo sino la pérdida del control. La amenaza
externa revela cuan frágil es la realidad del ego.
Planteemos ahora la misma situación en el sistema operativo programado
desde la totalidad o realidad única. Llegas al trabajo y escuchas que en la empresa
habrá recorte de personal. Entonces entran en juego los siguientes supuestos:
q Mi ser más profundo ha creado esta
situación.
q Pase lo que pase, hay una razón.
q Estoy sorprendido, pero este cambio no
afecta lo que soy.
q Mi vida se desenvuelve de acuerdo con
lo que es mejor para mí y para mi desarrollo.
q No puedo perder lo que es real. Los
factores externos se asentarán a su tiempo.
q Pase lo que pase, no puedo sufrir
ningún daño.
Resulta claro que el segundo sistema operativo proporciona una sensación
de mayor seguridad. La totalidad es segura; la dualidad no. El resguardo contra
las amenazas externas es permanente cuando no existen factores externos, cuando
sólo eres tú ocupando dos mundos —interno y externo— que se acoplan a la
perfección.
Los escépticos dirán que este sistema operativo nuevo no es más que un
asunto de percepción, que vernos como creadores de nuestra realidad no
significa que lo seamos. Pero lo somos. La realidad cambia cuando nosotros lo
hacemos, y cuando modificamos nuestra percepción de estar divididos, la
realidad única cambia con nosotros. La razón por la que no todos lo notan es
que el mundo centrado en el ego —con sus exigencias, presiones, dramas y
excesos— es sumamente adictivo, y como cualquier adicción, necesita una dosis
diaria y la negación de que hay una manera de escapar de ella.
Al adherirte a la realidad única, la adicción no terminará
inmediatamente, pero dejarás de alimentarla. Tu ego y personalidad, que te
ofrecen una visión limitada de quién eres, recibirán el mensaje de que deben
dejar de asirse y aferrarse.
El condicionamiento que te decía cómo ganarle a “ellos” ya no te ayudará
a sobrevivir. El apoyo que obtenías de fuentes externas, familia, amigos,
estatus, posesiones y dinero, ya no te hará sentir seguro.
Por fortuna, la percepción es bastante flexible para liberarse de la
adicción a la dualidad. Cualquier suceso puede considerarse un producto del
centro creativo interno. En este preciso instante puedo pensar en cualquier
faceta de mi vida y decir, “yo lo hice”. Desde aquí sólo falta un paso para
preguntar “¿Por qué lo hice” y “¿Qué quiero hacer en vez de eso?”
Analicemos otro ejemplo. Vas en tu auto de regreso a casa y te detienes
en un semáforo; pero el vehículo de atrás no para y golpea el tuyo. Saltas a
confrontar al otro conductor, pero éste no se disculpa. De manera hosca te
proporciona la información de su aseguradora. En un sistema operativo entran en
juego las siguientes premisas:
§ A esta persona no le importa qué es
mejor para mí.
§ Si está mintiendo, tendré que hacerme
cargo de todos los gastos.
§ Yo soy la parte afectada y él debe
reconocerlo.
§ Tal vez tenga que forzarlo a cooperar.
Cuando estas ideas entren en juego» considera la posibilidad de que el
accidente de transito no las haya causado. Ellas estaban grabadas en tu mente,
esperando el momento de ser requeridas. No estás viendo la situación como es en
realidad sino a través de tu percepción programada. En un sistema operativo
diferente, las siguientes premisas son igualmente válidas:
§ Este accidente no fue un accidente; es
un reflejo de mí.
§ Esta persona es un mensajero.
§ Cuando descubra por qué sucedió esto,
revelaré algún aspecto de mí.
§ Necesito prestar más atención a cierto
tipo de energía oculta o atascada. Cuando me haya hecho cargo de ella, me
alegraré de que este accidente haya ocurrido.
¿Te parece que este segundo punto de vista es imposible o poco realista?
No es más que la manera natural de percibir la situación desde la perspectiva
de la realidad única. La primera perspectiva fue grabada en tu mente por las
circunstancias de tu infancia; tuviste que ser entrenado para considerar a los
demás como extraños y asumir que los accidentes son sucesos aleatorios. En vez
de partir de una conciencia tan limitada, puedes abrirte a posibilidades más
amplias. La segunda perspectiva es más generosa contigo y con el otro
conductor. No son antagonistas sino actores en igualdad de condiciones en un
escenario que intenta comunicarles algo. La perspectiva más amplia no implica
culpa o violencia. Responsabiliza por igual a cada involucrado y les brinda
idénticas oportunidades de crecimiento. Un accidente automovilístico no es
bueno ni malo; es una oportunidad para reivindicar quién eres: un creador. Si
el resultado final es un acercamiento a tu ser verdadero, habrás crecido y hasta
tu deseo de ganar se verá satisfecho por la experiencia de la realidad única.
Aunque insistas en que lo único que está en juego en este caso es el
dinero —y que la confrontación es la única manera de obtenerlo—, esa
perspectiva no es la realidad sino el refuerzo de una percepción. ¿Acaso el
dinero neutraliza consecuencias como la ira, la culpa o el sentirse víctima de
los demás?
La totalidad presenta un mundo unificado, pero no sabrás qué se siente
vivir en un mundo así hasta que te adhieras a un sistema operativo nuevo. El
paso del sistema operativo viejo al nuevo constituye un proceso al cual debemos
comprometernos todos los días. Nuestra adicción compartida a la dualidad es
absoluta; no excluye nada. Lo bueno es que ningún aspecto de la vida es inmune
a la transformación.
Cada cambio que realices, por pequeño que sea, se extenderá a toda la
existencia. Literalmente, el universo estará pendiente de lo que hagas y te
brindará apoyo. Desde su punto de vista, la formación de una galaxia no es
menos trascendental que la evolución de un individuo.
CAMBIA TU REALIDAD PARA ALBERGAR
EL SÉPTIMO SECRETO
La séptima lección trata de la alquimia. Desde cualquier perspectiva, la
alquimia es mágica. Es imposible convertir hierro en oro calentándolo,
golpeándolo, moldeándolo o combinándolo con cualquier sustancia conocida. Éstos
son simples cambios físicos. Del mismo modo, nunca lograrás una transformación
interna tomando tu viejo yo y martillándolo con críticas, caldeándolo con
experiencias excitantes, transformando su aspecto o conectándolo con personas
nuevas.
Entonces, ¿cómo funciona la magia?
Funciona de acuerdo con los principios que integran el sistema operativo
del universo. Cuando te conformas conscientemente a ellos, abres la puerta de
la transformación.
Escribe la manera en que los diez principios se aplican a ti en lo
personal y empieza a vivirlos. Llévalos contigo; reléelos de vez en cuando. Es
mejor concentrarse en un principio cada día que incluir demasiados a la vez.
Éstos son ejemplos de cómo puedes aplicar estos principios universales en tu
vida cotidiana:
Los sucesos que ocurren en mi vida
reflejan quién soy.
Hoy pondré en práctica un ejercicio. Todo lo que llame mi atención está
tratando de decirme algo. Si me siento enojado con alguien, veré si lo que me
desagrada de esa persona es algo que existe en mí. Si escucho una conversación
al pasar, consideraré esas palabras como un mensaje personal. Quiero descubrir
mi mundo interior.
Las personas que hay en mí vida
reflejan aspectos de mí.
Soy la combinación de todas las personas importantes para mí. Voy a
considerar a mis amigos y familiares como una imagen grupal de mí. Cada uno
representa una característica que deseo ver en mí o quiero rechazar, aunque en
realidad soy la imagen completa. Obtendré todo el conocimiento posible de esas
personas que amo intensamente o que me desagradan intensamente: unos reflejan
mis mayores aspiraciones, los otros, mis mayores miedos de lo que hay en mí.
Aquello a lo que preste atención
crecerá.
Haré un inventario de cómo estoy utilizando mi atención. Tomaré nota de
cuánto tiempo dedico a la televisión, los juegos de vídeo, la computadora, los
pasatiempos, las habladurías, un trabajo que no me interesa, un trabajo que me
apasiona, las actividades que me fascinan y las fantasías de evasión o de lo
que quiero lograr. De esta manera sabré qué aspectos de mi vida crecerán.
Entonces preguntaré: “¿Qué quiero que crezca en mi vida?” Esto me dirá a dónde
debo dirigir mi atención.
Nada es aleatorio; mi vida está llena
de señales y símbolos.
Buscaré pautas en mi vida. Estas pautas pueden estar en cualquier parte:
en lo que los demás me dicen, en cómo me tratan, en cómo respondo a las
situaciones. Yo tejo el tapiz de mi mundo todos los días, y necesito saber qué
diseño estoy haciendo. Buscaré señales que me muestren mis creencias ocultas.
¿Aprovecho las oportunidades de éxito o fracaso? esto simboliza si tengo poder
personal o no. Buscaré señales sobre si creo que soy amado y merezco amor o no.
En todo momento, el universo me da los mejores
resultados posibles.
Hoy me concentraré en los dones de que gozo.
Me concentraré en lo que va bien. Apreciaré este mundo de luz y sombra.
Recibiré con dignidad el don de la conciencia.
Repararé en cómo mi nivel de conciencia me hace percibir el mundo que
estoy cocreando.
Mi conciencia siempre está
evolucionando.
¿En dónde estoy Justo ahora? ¿Cuánto he avanzado en el camino que elegí?
Aunque no vea resultados inmediatos fuera de mí, ¿siento que estoy creciendo
por dentro? Hoy enfrentaré estos cuestionamientos y preguntaré honestamente en
dónde estoy. Experimentaré mí conciencia no como una corriente de pensamientos
sino como el potencial para llegar a ser lo que quiero ser. Contemplaré mis
limitaciones y confines con la intención de expandirme más allá de ellas.
La dirección de la vida es de la
dualidad a la unidad.
Hoy quiero sentirme seguro y en casa. Quiero saber qué se siente
simplemente ser, sin defensas ni deseos. Apreciaré el flujo de la vida por lo
que es: mi yo verdadero. Repararé en esos momentos íntimos conmigo mismo,
cuando siento que “yo soy” es suficiente para sostenerme por siempre. Me
acostaré sobre el pasto mirando al cielo, sintiéndome uno con la naturaleza,
expandiéndome hasta que mi ser desaparezca en el infinito.
Si me abro a la fuerza de la evolución,
ella me llevará adonde quiero ir.
Hoy lo dedicaré a pensar en mí a largo plazo. ¿Cuál es mi visión de la
vida? ¿Cómo se relaciona conmigo? Quiero que mi visión se desarrolle sin
obstáculos. ¿Está ocurriendo esto? Si no, ¿dónde estoy obstaculizándola?
Analizaré las creencias que parecen detenerme más. ¿Dependo de otros en vez de
responsabilizarme de mi evolución? ¿Me he permitido concentrarme en recompensas
externas que sustituyen crecimiento interno? Hoy volveré a consagrarme a la conciencia
interna, sabiendo que ése es el hogar, el impulso evolutivo que mantiene en
marcha el universo.
La mente fragmentada no puede llevarme
a la unidad, pero debo usarla para recorrer el camino.
¿Qué significa unidad para mí? ¿Qué experiencias de unidad puedo evocar?
Hoy recordaré la diferencia entre ser uno conmigo y estar disperso. Encontraré
mi centro, mi paz, mi capacidad para ir con el flujo. Los pensamientos y deseos
que me impulsan no son la realidad última. Son sólo una manera de volver a la realidad.
Recordaré que los pensamientos vienen y van como hojas en el viento, pero el
centro de la conciencia es para siempre. Mi objetivo es vivir desde ese centro.
Vivo en muchas dimensiones a la vez; la
impresión de estar atrapado en el tiempo y el espacio es una ilusión.
Hoy me experimentaré más allá de las limitaciones. Apartaré tiempo para
estar presente conmigo en silencio. Conforme respire, veré mi ser extenderse en
todas direcciones. Cuando me asiente en mi silencio interior, pediré a las
imágenes que vengan a mi mente y se unan con mi ser. Incluiré todo y a todos
los que vengan a mi mente, diciendo: “Tú y yo somos uno en el nivel del ser.
Ven, únete a mí más allá del drama del tiempo y el espacio”. Del mismo modo,
experimentaré el amor como una luz que parte de mi corazón y se extiende hasta
donde alcance mi conciencia; cuando surjan imágenes en mi mente, enviaré amor y
luz en su dirección.
Secreto 8
El mal no es tu enemigo
El fracaso más grave de la espiritualidad está relacionado con el mal.
Personas idealistas y cariñosas que jamás lastimarían a otra persona, se ven
arrastradas a la vorágine de la guerra.
Doctrinas que predican la existencia de un Dios organizan campañas para
matar infieles. Religiones de amor degeneran en odio partisano contra los
herejes y contra quienes amenazan la fe. Aun si piensas que tienes la verdad
última en tus manos, no hay garantía de que escaparás al mal. Ha ocurrido más
violencia en nombre de la religión que por cualquier otro motivo. De aquí el
amargo aforismo: Dios transmitió la verdad, y el Demonio dijo: “Yo la
organizaré”.
También está el fracaso más sutil de la pasividad: cruzar los brazos y
dejar que el mal haga lo que quiera. Tal vez esto refleje una creencia secreta
de que el mal es, en última instancia, más poderoso que el bien. A uno de los
personajes más espirituales del siglo xx se le preguntó cómo debía enfrentar
Inglaterra la amenaza del nazismo.
Él contestó:
Quiero que combatan al nazismo sin armas. Me gustaría que dejaran sus
armas por ser inútiles para salvarse o salvar a la humanidad. Invitarán a Herr
Hitler y al Signor Mussolini a que tomen lo que quieran de los países que
ustedes llaman propios. Déjenlos tomar posesión de su hermosa isla, con sus
muchos edificios hermosos. Entregarán todo esto, pero no sus almas ni sus
mentes.
El autor de este pasaje fue Mahatma Gandhi, y sobra decir que su “carta
abierta” a los británicos fue recibida con sorpresa e indignación. No obstante,
Gandhi estaba siendo fiel al principio de ahimsa o no violencia. Él había usado
exitosamente la no violencia para convencer a los británicos de conceder la
libertad a India, y al rehusarse a ir a la guerra contra Hitler —posición que
mantuvo durante toda la
Segunda Guerra Mundial—, era coherente con sus creencias
espirituales. ¿Hubiera servido el ahimsa para disuadir a Hitler, un hombre que
había declarado que “la guerra es la madre de todas las cosas?” Nunca lo
sabremos. Sin duda, la pasividad tiene un lado oscuro. La Iglesia católica tuvo uno
de sus periodos más oscuros durante los años que permitió que millones de
judíos fueran asesinados bajo el nazismo, hasta el extremo de que ocurrieron
redadas de judíos italianos ante las ventanas del Vaticano.
Así pues, reconozcamos que la espiritualidad no ha podido enfrentar al
mal en innumerables ocasiones. Apartándose de doctrinas que sólo han propagado
el mal, la realidad única abre un nuevo camino, pues si hay sólo una realidad,
el mal no tiene un poder especial ni una existencia separada.
No existe un Satanás cósmico que rivalice con Dios, e incluso la guerra
entre el bien y el mal es una ilusión nacida de la dualidad. En última
instancia, bien y mal son formas que la conciencia puede adoptar según elija.
En ese sentido, el mal no es distinto del bien. La similitud se remonta a su origen.
De dos bebés nacidos el mismo día, uno puede crecer para cometer el mal
y otro para hacer el bien, pero no es verdad que uno haya sido creado malo. El
potencial del bien y el mal existen en la conciencia de ambos y, conforme
crezcan, sus conciencias serán moldeadas por muchas fuerzas.
Estas fuerzas son tan complejas que resulta absurdo decir que alguien es
únicamente malo. Permíteme enumerar las fuerzas que moldean a todos los recién
nacidos:
Orientación
de los padres, o falta de ella.
Presencia
o ausencia de amor.
Dinámica
familiar.
Presión
de los compañeros en la escuela y presión social durante toda la vida.
Tendencias
y reacciones personales.
Creencias
inculcadas y enseñanzas religiosas.
Karma.
La
marea de la historia.
Modelos de conducta.
Conciencia colectiva.
El atractivo de mitos, héroes e ideales.
La
marea de la historia.
Cada una de las fuerzas de esta lista influye en tus elecciones y te
empuja de manera invisible a actuar. Como la realidad está entrelazada en todas
estas influencias, también lo está el mal. Todas estas fuerzas influyen para
que surja el bien o el mal. Si tu héroe de la niñez fue Stalin, no percibirás
al mundo como si tu héroe hubiera sido Juana de Arco. Si eres protestante, tu
vida no hubiera sido la misma bajo la persecución de los hugonotes que en un
suburbio estadounidense de hoy. Imagina que una persona es como un edificio al
que cientos de líneas eléctricas transmiten innumerables mensajes, los cuales
permiten desarrollar una gran cantidad de proyectos. Cuando vemos un edificio
lo consideramos una cosa, un solo objeto. Pero su vida interior depende de los
cientos de señales que recibe.
Tu vida también.
En y por sí misma, ninguna de estas fuerzas es mala. Pero cada persona
elige bajo esta variedad de influencias. Creo que toda inclinación al mal se
reduce a una elección hecha en la conciencia. Y esas elecciones parecían buenas
cuando se hicieron. Ésta es la gran paradoja de los actos malignos, pues, con
raras excepciones, las personas que actúan con maldad pueden encontrar sus
motivos en decisiones que eran las mejores en determinada situación. Los niños
víctimas de abuso, por ejemplo, frecuentemente terminan como adultos que abusan
de sus propios hijos. Uno pensaría que serían los últimos en recurrir a la
violencia familiar por haber sido sus víctimas. Pero en sus mentes no hay
disponibles opciones no violentas. La dinámica del abuso, que actúa sobre ellos
desde la primera infancia, es demasiado poderosa y eclipsa el libre albedrío.
Las personas con distintos estados de conciencia no compartirán la misma
definición de bien y mal. Un claro ejemplo es la esclavización social de las
mujeres en todo el mundo, la cual parece totalmente equivocada en el mundo
moderno pero es alimentada en muchos países por tradición, venia religiosa,
valor social y prácticas familiares que se remontan a siglos atrás. Hasta hace
muy poco, incluso las víctimas de esas fuerzas consideraban el papel de la
mujer indefensa, obediente e infantil como “bueno”.
El mal depende del nivel de conciencia de cada uno.
Para asimilar este mensaje, considera estas siete definiciones del mal.
¿Con cuál estás de acuerdo instintivamente?
¿Cuál es el peor mal?
Siete perspectivas
1. El peor mal es lastimar
físicamente a alguien, o poner en peligro su supervivencia.
2. El peor mal es esclavizar
económicamente a las personas, privándolas de cualquier oportunidad de triunfar
y prosperar.
3. El peor mal es destruir la paz y
provocar desorden.
4. El peor mal es aprisionar la
mente de las personas.
5. El peor mal es destruir la
belleza, la creatividad y la libertad de explorar.
6. Con frecuencia, el peor mal es
difícil de distinguir del bien, pues toda la creación es relativa.
7. El mal no existe, sólo hay
pautas cambiantes de conciencia en una danza eterna.
La enorme mayoría de las personas probablemente
elegiría las dos primeras definiciones, porque el daño físico y la privación
resultan inquietantes. En este nivel de conciencia, el mal significa no ser
capaz de sobrevivir o de ganarse la vida, y el bien significa seguridad física
y económica. En los siguientes dos niveles, el mal no es físico sino mental. El
temor más grande no es verse privado de alimento sino perder la libertad de
pensamiento y ser forzado a vivir en el caos y el malestar. El bien significa
paz interior y libre flujo del entendimiento y la intuición. Los siguientes dos
niveles son aún más refinados; se relacionan con la creatividad y la visión. El
temor más grande es no poder expresarse o ser forzado considerar a otros como malos. Una persona
profundamente espiritual no considera el bien y el mal como categorías rígidas
sino que ha empezado a aceptar que Dios tenía un propósito al crear ambos. El
bien es libre expresión, apertura a todas las cosas nuevas, veneración por
aspectos oscuros y luminosos de la vida. Finalmente, el último nivel considera
la dinámica completa del bien y el mal, la luz y la oscuridad, como una
ilusión. Cada experiencia nos une con el creador; vivimos como cocreadores
inmersos en la conciencia de Dios.
La realidad única acepta todas estas definiciones,
como debe ser, porque todo lo que la conciencia percibe es real para quien
percibe. El mal es parte de una Jerarquía, una escalera de crecimiento en la
que todo cambia según el peldaño en que estemos. Asimismo, el proceso de crecimiento
nunca termina.
Está operando en ti en este preciso instante.
SÍ despiertas un día y descubres súbitamente que
odias a alguien, que una situación no tiene otra salida que la violencia, que
el amor no es una opción, considera cuan sutilmente llegaste a esa postura.
Hizo falta todo un mundo que te arrojara o arrojara a alguien más a los brazos
de lo que se considera bien o mal. Una vez interiorizadas estas fuerzas, tú
reflejas el mundo tal como él te refleja a ti. Esto es lo que significa, en
términos prácticos, tener el mundo en ti.
Pero el mal no puede ser tu enemigo; sólo puede ser
un aspecto más de ti. Cada aspecto del ser es digno de amor y compasión. Cada
aspecto es necesario para la vida, y ninguno es excluido o desterrado a la
oscuridad. En principio, esta postura puede parecer aun más ingenua que la
pasividad de Gandhi, pues en apariencia se nos pide amar y comprender a un
asesino como lo haríamos con un santo. Jesús enseñó justo esa doctrina. Pero
trasladar el amor y la compasión a situaciones difíciles ha sido esencial en el
gran fracaso de la espiritualidad: la violencia hace que el amor se venga
abajo, convirtiéndose en temor y odio. Pero quien hace esto no es el mal. Son
las fuerzas que operan en la conciencia. Aquí es donde el bien y el mal se
hacen iguales. Puedo dar un ejemplo asombroso de lo que quiero decir.
En 1971 se pidió a algunos alumnos de la Universidad de
Stanford que participaran como voluntarios en un inusitado experimento de
desempeño de papeles. Un grupo de alumnos representaría a los guardias de una
prisión y estaría a cargo de otro grupo que representaría a los prisioneros.
Aunque se entendía que todo era ficción, se dispuso
de una cárcel y los dos grupos vivieron Juntos durante el experimento. Según el
plan, todos desempeñarían sus papeles durante dos semanas, pero a los seis días
el experimento de la prisión tuvo que darse por terminado. ¿El motivo? Los
jóvenes elegidos por su salud mental y valores morales se convirtieron, por un
lado, en guardias sádicos y fuera de control, y por otro, en víctimas
deprimidas por un estrés intolerable.
Los profesores encargados del experimento estaban
sorprendidos pero no podían negar lo ocurrido. El investigador en jefe, Philip
Zimbardo, escribió: “Mis guardias repetidamente desnudaban, encapuchaban,
encadenaban, privaban de comida o de implementos para dormir a sus prisioneros;
los incomunicaban y los hacían lavar los excusados con las manos descubiertas”.
Aquellos que no cayeron en un comportamiento tan atroz no hicieron nada por
detener a los que sí. (El paralelismo con los infames actos de los guardias
estadounidenses en Irak, en 2004, indujo a Zimbardo a sacar de nuevo a la luz
el experimento de Stanford, después de más de 30 años.) Los guardias cayeron en
todos los extremos salvo la tortura física abierta. Zimbardo recuerda con
tristeza: “Conforme el tedio por su trabajo aumentaba, empezaron a utilizar a
los prisioneros como juguetes e idearon juegos cada vez más humillantes y
degradantes para ellos. Con el tiempo, estas distracciones tomaron un giro
sexual; por ejemplo, hacían que los prisioneros simularan actos de sodomía
entre sí. Cuando me di cuenta de ese comportamiento anormal, clausuré la
prisión de Stanford”.
¿De dónde provino este comportamiento incontrolado?
Por comodidad solemos decir que está presente en
algunas “manzanas podridas”, pero el experimento de Stanford sugiere algo más
turbador: el mal existe en todos como una sombra, por la sencilla razón de que
el mundo está en todos.
Haber sido educados como buenas personas se opone a
la sombra del mal, por supuesto, y si revisamos la lista de las fuerzas que
moldean la conciencia, cada persona presentará un mapa distinto de influencias.
Pero aun si tienes la fortuna de hacer buenas elecciones, debes reconocer que,
en alguna parte de ti, la sombra existe.
La sombra fue formada por las mismas situaciones
cotidianas que moldearon nuestra conciencia, y es liberada por situaciones
nuevas semejantes. Si de niño sufriste abusos, la compañía de niños puede
despertar esos recuerdos. Los investigadores de Stanford elaboraron una lista
de situaciones que orillan a las personas a hacer cosas que llamaríamos malas
o, al menos, ajenas a nuestro ser real. Yo la he desarrollado a la luz de lo
que conocemos sobre el dualismo y la separación.
Incubación del mal
Situaciones que liberan las energías de la sombra
q Eliminación del sentido de compromiso.
q Anonimato.
q Entornos deshumanizadores.
q Ejemplo de mal comportamiento por parte
de iguales.
q Testigos pasivos.
q Estratos rígidos de poder.
q Caos y desorden imperantes.
q Ausencia de significado.
q Autorización implícita para hacer daño.
q Mentalidad “nosotros contra ellos”.
q Aislamiento.
q Falta de responsabilidad.
¿Son estas situaciones intrínsecamente malas? En comparación con la
primera lista, ésta parece tener un elemento maligno. Dejando a un lado las
prisiones, en las que uno espera que lo peor de la naturaleza humana se
manifieste, como médico he presenciado abusos similares en los hospitales. Sin
lugar a dudas, los hospitales no son malos; fueron establecidos para hacer el
bien. Pero la sombra no se relaciona con quién es bueno o malo. Se relaciona
con energías confinadas que buscan una salida, y en los hospitales abundan las
situaciones antes mencionadas: los pacientes están indefensos antela autoridad
de doctores y enfermeras, son deshumanizados por la rutina fría y mecánica,
están aislados de la sociedad, son “casos” anónimos entre otros miles,
etcétera.
Si se presentan las circunstancias adecuadas, la energía de la sombra de
cualquier persona saldrá a la superficie.
Concentrémonos entonces en la sombra, el área donde la conciencia se ha
distorsionado hasta el grado en que podemos realizar elecciones malignas. (Ten
en mente la palabra “podemos”, pues aun en las condiciones más
deshumanizadoras, hay personas buenas que siguen siendo buenas, esto es, que
son capaces de resistir o controlar la liberación de su energía de las
sombras.) El famoso psicólogo suizo C. G. Jung fue el primero que utilizó “la
sombra” como término médico, pero yo quiero hablar en general de los lugares
ocultos donde reprimimos aquello de lo que nos sentimos culpables o
avergonzados. Llamaré a este lugar la sombra, y creo que pueden decirse algunas
verdades sobre ella:
q La sombra es personal y universal al
mismo tiempo.
q Cualquier cosa puede guardarse ahí.
q Todo lo que se guarda en la oscuridad
se distorsiona.
q La intensidad de las energías de la
sombra es una manera de hacerse notar.
q Cuando dirigimos nuestra .conciencia a
cualquier energía» ésta se distiende.
q La sombra en sí no es mala, y por tanto,
no es tu enemigo.
q Si analizamos cada concepto, podremos
modificar la temerosa designación de lo demoníaco —casi siempre en otra
persona— como encarnación del mal.
La sombra es personal y universal al mismo tiempo. Todos albergamos una
patrón único de vergüenza y culpa. Cosas simples como la desnudez, el acto
sexual, la ira y la ansiedad dan origen a sentimientos terriblemente complejos.
En una sociedad, ver a la propia madre desnuda puede resultar trivial, mientras
que en otra podría ser una experiencia tan traumática que sólo podría
enfrentarse enterrándola en la sombra. No hay una diferencia clara entre
sentimientos personales, familiares y sociales. Los tres se mezclan y
entrelazan. Pero aun si sientes vergüenza por haber golpeado a un pendenciero en
el patio de la escuela cuando tenías siete años, y otra persona piensa que
haber hecho lo mismo fue un momento importante en el desarrollo de su valentía
personal, tener una sombra es tanto universal como personal. La psique humana
cuenta con un escondite; y para la mayoría de las personas ese lugar es
absolutamente necesario, dada la enorme dificultad de enfrentar nuestros
impulsos más oscuros y humillaciones más profundas.
Cualquier cosa puede guardarse ahí. La bóveda de seguridad del banco
donde guardas tus pertenencias más preciadas es como la mazmorra de una
prisión. Lo mismo puede decirse de la sombra. Aunque generalmente se utiliza el
término para describir un escondite de energías negativas, tienes el poder de
convertir lo positivo en negativo y viceversa. Cierta vez conocí a dos hermanas
que habían sido muy cercanas de niñas pero que en su vida adulta se
distanciaron. Una era exitosa maestra universitaria; la otra trabajaba en una
agencia de empleados eventuales y se había divorciado dos veces.
La hermana exitosa dice que su niñez fue maravillosa; la otra dice que
la suya fue traumática. “¿Recuerdas cuando papá te encerraba en el baño durante
seis horas luego de hacer algo malo?”, escuché que la hermana desdichada decía
a la otra.
“Eso fue decisivo para mí. Sólo podía imaginar cuan enojada y
desesperada te sentías.”
La hermana feliz parecía muy sorprendida. “¿Por qué no me preguntaste
acerca de ello? Me gustaba estar sola; me recogía y me contaba historias
imaginarias. El incidente no significaba nada” De igual modo, nuestras
historias siguen caminos separados e idiosincrásicos. El mismo incidente no
tenía ninguna carga emocional para una hermana, mientras que para la otra era
fuente de ira y vergüenza. Las escenas de violencia pueden dar origen al arte
más elevado —piensa en Guernica de Picasso— y las virtudes sagradas pueden dan
lugar a los peores horrores —piensa en la crucifixión de Jesús—. En el
inconsciente hay una población entera de impulsos sin examinar. El mismo alumno
de Stanford que se envilece como guardia sadista puede albergar también un
talento artístico que no surgirá a menos que la situación adecuada permita a la
mente inconsciente liberar lo que retiene.
Todo lo que se guarda en la oscuridad se distorsiona. La conciencia,
como el agua dulce, está hecha para fluir, y donde no puede hacerlo» se
estanca. En tu mundo interno hay innumerables recuerdos e impulsos reprimidos.
Tú no les permites fluir, o lo que es lo mismo, liberarse, y por tanto no
tienen otra opción que estancarse. Los impulsos buenos mueren por no llevarlos
a la práctica. El amor se hace tímido y temeroso cuando no se expresa. El odio
y la ansiedad crecen hasta el infinito. La característica fundamental de la
conciencia es que puede organizarse en nuevos patrones y diseños. Si no
permites que tu conciencia vaya adonde necesita ir, el resultado es energía
desorganizada. Por ejemplo, si preguntas a las personas qué sienten por sus
padres, un tema que la mayoría de los adultos rechazan como cosa del pasado,
encontrarás que sus recuerdos de la infancia son una mezcla confusa. Los
sucesos triviales sobresalen como traumas enormes, otros miembros de la familia
son reducidos a caricaturas, los sentimientos auténticos son difíciles o
imposibles de excavar. Así, cuando un paciente acude a un psiquiatra para curar
una dolorosa herida de la infancia, con frecuencia son necesarios meses o años
para separar los hechos de la fantasía.
La intensidad de las energías de la sombra es una manera de hacerse
notar. Ocultar algo no es lo mismo que matarlo. Las energías de la sombra
permanecen vivas. Aunque te rehúses a verlas, no se han extinguido. De hecho,
su deseo de vivir se vuelve aún más desesperado. Para llamar la atención de sus
padres, un niño ignorado mostrará un comportamiento cada vez más extremo:
primero, una llamada de atención, luego un grito, luego un berrinche. Las
energías de la sombra siguen la misma pauta. Resulta razonable, por ejemplo,
pensar que un ataque de pánico es un temor oculto haciendo un berrinche. Ese
mismo temor llamó primero la atención de manera normal, pero cuando la persona
se rehusó a notarlo, el llamado se convirtió en un grito y finalmente terminó
como un ataque frontal. El temor y la ira son expertos en incrementar el
voltaje hasta el grado en que sentimos que son fuerzas externas, malignas y
demoníacas, independientes de nuestra voluntad. En realidad son sólo aspectos
de la conciencia que adquirieron una intensidad inhumana debido a la represión.
Ésta dice: “Si no te veo, me dejarás en paz”.
A lo que la sombra responde: “Puedo hacer cosas que te obligarán a
verme”.
Cuando dirigimos nuestra conciencia a cualquier energía, ésta se
distiende. Ello es consecuencia natural de la última afirmación. SÍ una energía
exige tu atención, prestarle atención empezará a satisfacerla. Un niño ignorado
no se conforma con una mirada. Toma tiempo cambiar cualquier conducta, para
bien o para mal, y, al igual que los niños, nuestras energías de la sombra se
atascan en pautas y hábitos.
Pero esto no cambia la verdad general de que si llevas luz a la sombra,
sus distorsiones empiezan a atenuarse y, con el tiempo, a sanar. ¿Hay tiempo y
paciencia suficientes para realizar concienzudamente este trabajo? No hay una
respuesta fija para esto. La depresión, por ejemplo, es una respuesta compleja
que puede curarse mediante comprensión, compasión, paciencia, atención cariñosa
de otras personas, voluntad y terapia profesional. O se puede tomar una
pastilla y quitarse de problemas. La elección es personal y varía de persona a
persona.
Afecciones aparentemente incurables como el autismo infantil han sido
sanadas por padres que dedican mucho tiempo y atención para sacar a un niño de
la oscuridad. La oscuridad era una distorsión de la conciencia que necesitaba
luz para curarse. La sombra en todas sus formas requiere conciencia en la forma
de luz y amor, y el único límite para la curación es la medida en que estemos
dispuestos a consagrarnos al proyecto.
La sombra en sí no es mala, y por tanto, no es tu enemigo. Si las
afirmaciones anteriores son ciertas, ésta debe serlo también. Me doy cuenta de
que para muchas personas hay una enorme barrera en la forma de “el otro”,
alguien fuera de ellos mismos cuya maldad es incuestionable. Hace cincuenta
años, “el otro” vivía en Alemania y Japón; hace treinta años vivía en la Unión Soviética ;
hoy vive en Medio Oriente. A estas personas les resulta más fácil explicar el
mal si no pierden de vista a “el otro”. Sin un enemigo, tendrían que enfrentar
la presencia del mal en ellas mismas. ¡Qué cómodo es saber de antemano que
estamos del lado de los ángeles!
Ver la sombra en uno mismo desarma toda la idea de “el otro” y nos
acerca a la afirmación del poeta romano Terencio:
Nada humano me es ajeno. No obstante, ¿es posible eliminar tan
rápidamente el mal absoluto? Las encuestas muestran que la mayoría de las
personas cree en la existencia de Satanás, y muchas sectas religiosas creen
firmemente que el demonio anda suelto en el mundo y modifica secretamente la
historia mediante sus obras malignas. No parece que el bien tenga oportunidad
de vencer al mal; tal vez su combate sea eterno y nunca se resuelva. De
cualquier forma, tú puedes elegir en qué lado deseas estar. Este hecho elimina
el absoluto del mal absoluto pues, por definición, el mal absoluto vencería
siempre y no encontraría obstáculos en la fragilidad de las elecciones humanas.
Sin embargo, la mayoría de las personas no acepta esta conclusión. Contemplan
el drama del bien y el mal como si él y no ellos tuvieran el poder,
hipnotizados por imágenes de la última epidemia de crimen, guerra y catástrofe.
Ni tú ni yo podemos resolver como individuos el problema de la maldad en
gran escala, y esta sensación de impotencia magnifica la creencia de que, al
fin y al cabo, el bien no vencerá. Pero para lidiar con el mal hay que mirarlo,
no con horror ni como si fuera un espectáculo, sino con la atención que
prestarías a cualquier problema que te interesara
seriamente. Para muchas personas es tabú mirar al mal; el tema de la
mayoría de las películas de terror es que si te acercas demasiado, recibirás lo
que mereces. Pero los hechos relacionados con la maldad personal son más
triviales que terroríficos. En todos nosotros hay impulsos alimentados por un
sentido de la injusticia. O sentimos que alguien nos ha hecho un daño
imperdonable por el que albergamos rencores y resentimientos.
Cuando eres tratado injustamente o sufres un daño en lo personal, la
emoción natural es la ira. Si esta ira no puede salir se encona y crece en la
sombra. Arremeter mientras la contienes resulta inútil. Esta ira conduce a un
ciclo de violencia. La culpa puede hacerte sentir como una mala persona
simplemente por tener un impulso o abrigar un pensamiento. Eso significa estar
en un doble aprieto: si arremetes y regresas el daño que recibiste, habrás
hecho algo malo, pero si mantienes la ira dentro de ti, puedes sentirte
igualmente malo.
No obstante, la violencia puede domarse descomponiéndola en fragmentos
manejables. Las emociones negativas se alimentan de ciertos aspectos de la
sombra que son manejables:
q La sombra es oscura. Todos tenemos una
sombra debido al contraste natural entre oscuridad y luz.
q La sombra es secreta. Almacenamos
impulsos y sentimientos que queremos mantener en privado.
q La sombra es peligrosa. Los
sentimientos reprimidos tienen el poder de convencernos de que pueden matarnos
o volvernos locos.
q La sombra está envuelta en el mito.
Durante generaciones, las personas la han considerado guarida de dragones y
monstruos.
q La sombra es irracional. Sus impulsos
luchan contra la razón; son explosivos y obstinados.
q La sombra es primitiva. Es indigno de
una persona civilizada explorar este ámbito, apesta a osario, a prisión, a
manicomio, a baño público.
La negatividad recibe su poder del hecho de que se alimenta de todas
estas características a la vez: una maldad secreta, oscura, primitiva,
irracional, poderosa y mítica es mucho menos convincente si la descompones en
una característica a la vez. Pero este proceso de fragmentación del mal no
resultará convincente mientras no lo apliques a ti mismo.
Hagámoslo entonces. Piensa en un tema candente en este momento: el
terrorismo. Desde cualquier punto de vista, infligir terror en personas
inocentes es un acto de cobardía y maldad infame. Ahora relaciónalo contigo.
Imagínate tan encendido por la intolerancia y el odio religioso, que estás
dispuesto a matar. (Si el terrorismo no tiene una carga suficientemente fuerte
para ti en lo personal, examina algún sentimiento que puedas tener basado en el
racismo, la venganza o el abuso doméstico, cualquier tema que provoque un impulso
asesino en ti.)
No importa cuan maligno sea tu impulso, puede descomponerse en pasos
para resolverlo:
Oscuridad.
Pregúntate si en verdad eres tú quien tiene ese impulso, el tú que ves
en el espejo cada mañana.
La oscuridad se combate permitiendo entrar la luz. Freud llamó a esto
remplazar el Ello con el Ego, lo que significa que el “Ello” (lo indomable en
nosotros) necesita ser acarreado de vuelta al reino del “Yo” (la persona que
sabes eres). Dicho de manera más sencilla: la conciencia necesita ir al lugar
donde no se le permitió entrar.
Reserva.
Revela tu impulso maligno a
alguien en quien confíes.
La reserva se combate enfrentando honestamente las cosas que parecen
vergonzosas o culpables. Abordas todos tus sentimientos frontalmente, sin
negación.
Peligro.
Libera tu ira en voz alta y mantente con ella mientras disminuye.
Proponte que esta liberación no sea simplemente dar rienda suelta a tu furia
sino en verdad dejarla ir.
El peligro se combate desactivando la bomba; esto es: encuentras la ira
explosiva que acecha en tu interior y la disipas. La ira es el instinto
primario de los impulsos malignos. Como todos los impulsos, se presenta con
distintas intensidades, e incluso una furia intensa puede desinflarse hasta
convertirse progresivamente en furia controlada, ira justificada, indignación
y, finalmente, en ofensa personal. La ofensa personal no es difícil de disipar
una vez que logras liberar la intensidad acumulada que se convierte en furia
incontrolable.
Mito.
Piensa en un héroe que manejara tus sentimientos de manera diferente y
siguiera siendo heroico. La violencia es parte del heroísmo, pero también lo
son muchas otras características positivas.
El mito es imaginativo y creativo. Por tanto, puedes pensar en cualquier
mito y darle un giro distinto: Satanás se convierte en un personaje cómico en
los milagros medievales, un ardid que lleva directamente a los cómicos villanos
de las películas de James Bond. El mito no es sino metamorfosis; por tanto,
este nivel nos presenta una manera poderosa de convertir a los demonios en
ayudantes de los dioses, o en enemigos vencidos de los ángeles. Irracionalidad.
Concibe el mejor argumento para no dejarte llevar por tu ira. No lo hagas
emocionalmente: imagínate como un consejero adulto de un adolescente caprichoso
que está a punto de arruinar su vida. ¿Qué le dirías para que entrara en razón?
La irracionalidad se combate con persuasión y lógica. Las emociones son
mucho más apasionantes y poderosas que la razón, pero no serán capaces de
escapar de su mundo, donde sólo los sentimientos prevalecen, mientras el
proceso de pensamiento no les de una razón para sentirse de otro modo. Por sí
mismos, sin la mente, los sentimientos se mantienen iguales y crecen en
intensidad con el tiempo. Un ejemplo común: imagina que estás enojado porque un
niño de gorra roja rayó tu auto. El niño corre y escapa. Al día siguiente lo
ves y lo alcanzas, pero cuando se da vuelta, descubres que es otro niño. La ira
se convierte en embarazo porque la mente pudo introducir una idea simple: persona
equivocada.
Primitivismo.
Sin excusas ni racionalizaciones, expresa tu furia como una bestia
desbocada: gruñe» aúlla, retuércete, suelta tu cuerpo. Permite que lo primitivo
sea primitivo, dentro de límites seguros.
Los sentimientos primitivos se combaten en su propio nivel, como
vestigios del cerebro primario. Te quitas el disfraz de persona civilizada.
Este nivel de conciencia es aún más profundo que el de la emoción: el área más
primitiva de todas, conocida como cerebro reptil, interpreta el estrés como una
lucha de vida o muerte por la supervivencia. En este nivel experimentas tu
sentido “razonable” de la injusticia como pánico ciego y ferocidad ciega.
Aunque tus impulsos no alcancen nunca la violencia, los impulsos
ordinarios se intensifican en la sombra, donde no puedes verlos. Siempre que te
sientas resentido o enojado sin motivo, al borde de las lágrimas sin razón, sin
poder explicar por qué súbitamente tomaste una decisión precipitada, estás
sintiendo los efectos de la energía que se acumula de manera encubierta en la
sombra.
La sombra se ha acostumbrado a estar reprimida; por tanto, el acceso a
esta región de la mente no es sencillo. El ataque frontal tampoco funciona. La
sombra sabe cómo resistir; puede azotar la puerta y ocultar su energía oscura
todavía más. Si recuerdas el concepto de catarsis de la tragedia griega, se
pensaba que sólo al provocar un temor profundo en el público, éste podría
abrirse y sentir piedad. La catarsis es una forma de purificación. En este caso
se lograba de manera indirecta, haciendo ver al público acciones aterradoras de
la vida de un personaje en el escenario. Pero este truco no siempre funciona.
Tú puedes ver una película de terror y salir del cine completamente impasible,
con el cerebro superior rezongando: “He visto esos efectos especiales antes”.
(Del mismo modo, las noticias televisivas, después de 50 años de transmitir
imágenes horripilantes de guerra y violencia, han hecho poco menos que habituar
a sus espectadores a ellas, o peor, las han convertido en entretenimiento.) Sin
embargo, la descarga es natural para el cuerpo, y por el simple hecho de
observar estas energías de la sombra les damos acceso al nivel consciente de la
mente.
Las personas asumen que el lado oscuro de la naturaleza humana tiene un
poder incontenible; Satanás ha sido enaltecido como el equivalente de un dios
negativo. Pero cuando se le descompone, el mal resulta ser una respuesta
distorsionada a situaciones cotidianas. Imagina que es de noche y estás en una
casa a solas. En algún lugar de la casa se produce un ruido. Inmediatamente
reconoces el crujido de una puerta que se abre. Cada uno de tus sentidos se
pone en alerta máxima y tu cuerpo se congela. Con dificultad reprimes el
impulso de gritar, pero eres presa de una terrible ansiedad. Un ladrón! ¡Un
asesino! Todos hemos sufrido segundos agonizantes como éstos, sólo para
descubrir que el crujido se debía a una tabla suelta o a la llegada inesperada
de alguien. Pero, ¿qué ocurrió realmente en ese momento de pánico?
Tu mente tomó un insignificante trozo de información del entorno y le
adjudicó un significado. El crujido de una puerta no tiene significado en sí
mismo, pero si inconscientemente albergas temores de ser atacado en la
oscuridad —y es imposible no albergar temores como ésos— el salto de un trozo
de información sensorial a la ansiedad máxima parece automático. Pero en el
intervalo entre el ruido y tu reacción se coló una interpretación, y fue la
intensidad de ésta (“¡Alguien está entrando! ¡Me va a asesinar!”) la que creó
el peligro.
Mi planteamiento es que el mal nace de la separación entre cuerpo y
mente. No existe un poderoso gobernante en el reino del mal. Satanás comenzó
como un momento de estímulo sensorial que se salió totalmente de control.
Piensa en el miedo a volar, una de las fobias más comunes. Las personas que la
padecen suelen recordar vividamente cuándo comenzó. Iban en un vuelo y de
repente —tal como con el crujido de la puerta— un ruido o una sacudida del
avión hipersensibilizó su percepción. Sensaciones insignificantes como la
vibración de la cabina o el sonido irregular del motor, repentinamente se
volvieron siniestras.
Entre estas sensaciones y la reacción del miedo, hubo un intervalo de
una fracción de segundo. Aunque pequeño, dicho intervalo dio lugar a que una
interpretación (“¡Vamos a estrellarnos! ¡Voy a morir!”) se adhiriera
violentamente a lo que el cuerpo estaba sintiendo. Un instante después, los
síntomas típicos de la ansiedad —manos sudorosas, boca seca, pulso acelerado,
mareos y náusea— contribuyeron a la persuasión de la amenaza.
Los fóbicos recuerdan ese primer momento de pánico incontrolable sin ser
capaces de dividirlo en segmentos. Por lo tanto, no se dan cuenta de que ellos
crearon esa reacción. El temor fue consecuencia de los siguientes ingredientes:
Situación.
A una situación normal se le matiza con algo inusual o ligeramente
estresante.
Respuesta corporal.
Experimentamos una reacción
física relacionada con el estrés.
Interpretación.
A estos síntomas físicos se les interpreta como señales de peligro, y de
manera inconsciente, la mente salta a la conclusión de que el peligro debe ser
real. (La mente inconsciente es precisa; ésta es la razón por la que las
pesadillas parecen tan amenazadoras como los sucesos reales.)
Decisión.
La persona elige pensar: “Estoy
asustado ahora”.
Como estos ingredientes se fusionan rápidamente, parecen una sola
respuesta cuando en realidad es una cadena de breves acontecimientos. Cada
eslabón de la cadena es una elección. La razón por la que no damos a cada sensación
una interpretación reside en que la mente humana fue construida para encontrar
significados en todas partes. Las fobias pueden tratarse dirigiendo lentamente
al individuo fóbico por esa primera cadena de sucesos y permitiéndole elaborar
nuevas interpretaciones. Al retrasar la respuesta y darle tiempo a la persona
para analizarla, el nudo del miedo puede desatarse. Gradualmente, los ruidos
asociados con el vuelo regresan a su terreno neutral e inofensivo.
El fugaz intervalo entre sensación e interpretación es el lugar de
nacimiento de la sombra. Cuando entras en el intervalo y ves cuan intangible es
todo, los fantasmas empiezan a dispersarse.
Actualmente el terrorismo está muy presente en la mente de las personas,
por lo que no podemos pasar por alto el asunto de la maldad colectiva. Las dos
preguntas más perturbadoras son: ¿cómo fue que las personas comunes
consintieron en participar en tal maldad? y ¿cómo fue que personas inocentes
llegaron a ser víctimas de tales atrocidades?
El experimento de la prisión de Stanford y nuestro examen de la sombra
se acercan a responder estas preguntas, aunque no puedo dar una respuesta que
satisfaga a todos: siempre que surge el tema de la verdad, todos nos vemos
confrontados por nuestras propias sombras. ¿Qué pude haber hecho por
Auschwitz?, dice una voz en nuestro interior, generalmente en tono culpable y
acusatorio. Ninguna respuesta revertirá el pasado, pero es importante darse
cuenta de que no debe esperarse eso de ninguna respuesta.
El mejor enfoque a propósito de la violencia colectiva no es seguir
recordándola sino renunciar completamente a ella en tu interior, de manera que
el pasado se purifique a través de ti. Mi mejor respuesta a “¿cómo fue que
personas comunes consintieron en participar en tal maldad?”, está en las
páginas que acabas de leer. El mal nace en el intervalo. El intervalo no es
propiedad privada de nadie, contiene respuestas y temas colectivos. Cuando una
sociedad entera acepta el tema de “los intrusos” que causan todos los
problemas, el mal tiene en cada individuo un padre y una madre.
No obstante, en todos los casos de maldad colectiva hubo individuos que
no se identificaron con el impulso común; se resistieron, huyeron, se
escondieron e intentaron salvar a los demás. Es la elección individual la que
determina si nos sintonizamos con el tema y consentimos en llevarlo a cabo.
La segunda pregunta, “¿cómo fue que personas inocentes llegaron a ser
víctimas de tales atrocidades?”, es más difícil porque la mente de casi todos
ya está cerrada. Quien pregunta no quiere una respuesta nueva. Hay demasiada
ira justificable, demasiada certeza de que Dios volvió la espalda, de que nadie
quiso arriesgar su vida para detener el terrible mal hecho a otros. ¿Estás
seguro de estas cosas? Estar seguro es lo opuesto a estar abierto. Cuando me
pregunto por qué murieron seis millones de Judíos o por qué fallecieron
multitudes igualmente inocentes en Ruanda, Camboya o en la Rusia estalinista, mí motivo
es liberarme en primer lugar de mi ansiedad.
Mientras me invada la angustia, la ira Justificada o el horror, mi
capacidad de elegir estará totalmente inhabilitada.
Lo que debería elegir con toda libertad es la purificación, una vuelta a
la inocencia hecha posible por la impresión causada ante lo que ocurre cuando
no se cultiva la inocencia. Tú y yo somos responsables por nuestra
participación en los elementos del mal aun cuando no los llevemos a cabo en
gran escala. Creer en ellos mantiene activa nuestra participación.
Es nuestro deber no creer en la inocuidad de la ira, los celos y el
enjuiciamiento de los demás.
¿Hay alguna razón mística por la que una persona inocente se convierte
en blanco del mal? Por supuesto que no.
Las personas que hablan del karma de las víctimas como si algún destino
oculto hubiera provocado esa lluvia de destrucción, hablan desde la ignorancia.
Cuando una sociedad entera participa en la maldad colectiva, el caos externo
refleja el desorden interno. La sombra ha hecho erupción a gran escala. Cuando
esto ocurre, las víctimas quedan atrapadas en la tormenta, no porque tengan
algún karma oculto, sino porque aquélla es tan violenta que traga a todos.
No considero que la relación del bien y el mal sea una lucha de
absolutos; el mecanismo descrito, en el que las energías de la sombra acumulan
poder privando a la persona de libre albedrío, me resulta muy convincente.
Puedo ver que esas energías oscuras operan en mí, y tomar conciencia es el
primer paso para iluminar la oscuridad. La conciencia puede reelaborar
cualquier impulso. Por tanto, no acepto que existan personas malas, sólo
personas que no han enfrentado sus sombras. Siempre hay tiempo para hacerlo, y
nuestras almas están abriendo caminos constantemente para dejar entrar la luz.
Mientras esto ocurra, el mal nunca será esencial para la naturaleza humana.
CAMBIA TU REALIDAD PARA ALBERGAR
EL OCTAVO SECRETO
El octavo secreto trata sobre la “energía oscura” de la mente, para
tomar una expresión utilizada en física. La sombra está fuera de la vista. Para
encontrarla debes consagrarte a un viaje de descenso. Piensa que este viaje
consiste en regresar para recuperar partes de tu vida que abandonaste porque te
sentías muy avergonzado o culpable por ellas. La ira que surge de la sombra
está vinculada con sucesos del pasado que nunca se resolvieron. Ahora, esos
sucesos han quedado atrás, pero sus residuos emocionales no.
La vergüenza, la culpa y el temor no pueden abordarse mediante el
pensamiento. La sombra no es una región de pensamientos y palabras. Aun cuando
recuerdes repentinamente esas emociones, estás utilizando una parte del cerebro
superior —la corteza— que no puede alcanzar la sombra. El viaje de descenso
empieza sólo cuando encuentras la puerta al cerebro primario, donde la
experiencia se organiza no con base en la razón sino en sentimientos intensos.
Hay un drama desarrollándose en tu cerebro primario (identificado con el
sistema límbico, que procesa las emociones, y el cerebro reptil, que reacciona
en función de amenaza y supervivencia puras). En este drama, muchos asuntos que
serían interpretados razonablemente por el cerebro superior (quedar atrapado en
el tránsito, perder en un negocio, ser ignorado para un ascenso en el trabajo o
rechazado por una chica al invitarla a salir) desencadenan respuestas
irracionales. Sin que te des cuenta, los acontecimientos cotidianos provocan
que tu cerebro primario llegue a las siguientes conclusiones:
q Estoy en peligro. Puedo morir.
q Debo atacar.
q Estoy muy lastimado, nunca me
recuperaré.
q Estas personas merecen morir.
q Me están haciendo sufrir.
q No merezco existir.
q No hay esperanza; estoy perdido en la
oscuridad para siempre.
q Estoy maldito.
q Nadie me ama.
Para comunicar estos sentimientos tuve que verbal izarlos, pero en
realidad la manera más apropiada de verlos es como energía: fuerzas pujantes e
impulsivas con ímpetu propio.
No importa cuan ajeno te sientas a estas energías de la sombra, están en
ti. Si no fuera así, estarías en un estado de libertad y alegría ilimitadas.
Estarías en la unidad, el estado de inocencia que se recupera cuando la energía
oculta de la sombra ha sido purificada.
Hoy puedes empezar a encontrar el camino hacia la sombra mediante tus
sentimientos. Las energías de la sombra se manifiestan cuando:
q No puedes hablar de tus sentimientos.
q Te sientes fuera de control.
q Sientes un ataque de pánico o terror.
q Quieres sentir intensamente, pero tu
mente se pone en blanco.
q Rompes en llanto sin razón.
q Sientes una aversión irracional contra
alguien.
q Una discusión razonable termina en
riña.
q Atacas a alguien sin provocación.
Hay muchas otras maneras en que la sombra se entrelaza con las
situaciones cotidianas, pero éstas se cuentan entre las más comunes. Lo que
tienen en común es que se rebasa un límite: una situación controlada provoca
inesperadamente ansiedad, ira o temor. La siguiente vez que experimentes esto,
verifica si te sientes culpable o avergonzado de ti mismo; sí es así tocaste,
aunque sea brevemente, la sombra.
Permitir una erupción de sentimientos irracionales no es lo mismo que
liberarlos. Dar rienda suelta a tus emociones no es lo mismo que purificarlas.
No confundas arrebato con catarsis. La
energía de la sombra se purifica mediante los siguientes pasos:
Surge
el sentimiento negativo (ira, pesar, ansiedad, hostilidad, resentimiento,
autocompasión, desesperanza).
Tú
pides liberarlo.
Experimentas
el sentimiento y lo sigues adonde quiera ir.
El
sentimiento se va a través de la respiración, el sonido o las sensaciones
corporales.
Sientes
liberación y comprendes el significado del sentimiento.
El último paso es el decisivo: cuando una energía de la sombra se va, la
resistencia desaparece y ves algo que no veías antes. La comprensión y la
liberación van de la mano. El viaje de descenso consiste en hallar tu sombra
muchas, muchas veces. Emociones tan intensas como vergüenza y culpa se revelan
sólo un poco cada vez, y conviene que así sea. Sé paciente contigo y sin
importar cuan poco creas haber liberado, di: “Ésa es toda la energía que estaba
dispuesta a soltarse ahora”.
No tienes que esperar erupciones violentas de la sombra.
Dedica un tiempo a una “meditación de la sombra” en el que te permitas
sentir lo que quiera surgir. Entonces puedes comenzar el proceso de pedir que
se libere.
Ejercicio 2: la escritura como catalizador
Otro catalizador para llegar a las energías de la sombra es la escritura
automática: toma una hoja de papel y empieza escribiendo la oración; “Me estoy
sintiendo muy ___ ahora”. Llena el espacio en blanco con cualquier sentimiento
que surja —de preferencia uno negativo que hayas guardado ese día—, y sigue
escribiendo. No te detengas, escribe lo más rápido que puedas y anota cualquier
palabra que quiera fluir.
Otras oraciones para iniciar este ejercicio:
“Lo que debí decir fue ___.”
“No puedo esperar decirle a alguien que yo ___.”
“Nadie puede impedirme decir la verdad acerca de ___”
“Nadie quiere escucharme decir esto, pero ___.”
Mediante estos catalizadores, te estás dando permiso de expresarte, pero
lo más importante es tener un sentimiento prohibido. Por eso las palabras no
importan. Una vez que accedas al sentimiento podrá empezar el trabajo real de
liberación. Necesitas seguir adelante, sentirlo plenamente, pedir su
liberación, y seguir adelante hasta que logres comprenderte un poco más. Tal
vez sea necesario un poco de práctica antes de lograr una liberación profunda,
pero los muros de la resistencia se vendrán abajo paso a paso. La sombra está
sutilmente entrelazada en la vida cotidiana. Pero nunca tan oculta que no
puedas sacarla a la luz,
Secreto 9
Vives en dimensiones
Múltiples
La semana pasada conocí a dos personas que podrían enfrascarse en una
contienda espiritual si no fueran tan afables. La primera era una mujer
interesada en la justicia social.
Luego de amasar una fortuna en el negocio de la ropa, supo que muchas de
las prendas lujosas que vestimos se fabrican en condiciones infrahumanas en el
Tercer Mundo, donde los niños trabajan dieciséis horas al día por unos
centavos. Tras constatar en persona estas condiciones, la mujer se convirtió en
una activista de gran dedicación.
“Debemos eliminar la esclavitud laboral”, me dijo con voz apasionada.
“No comprendo por qué no están todos indignados por lo que ocurre.” Me di
cuenta de que en realidad quería saber por qué yo no estaba indignado. Sus
ojos, de mirada intensa, ferviente, estaban clavados en mí. “Sobre todo tú” me
decían. No hacía falta. Cuando se es una figura pública relacionada con la
espiritualidad, las personas quieren saber por qué uno no sigue la rama de la
espiritualidad elegida por ellas. En este caso, la mujer interesada en la
justicia social pensaba que la forma más elevada de la espiritualidad era el
humanitarismo. Según su manera de pensar, uno no es realmente espiritual
mientras no ayude a los pobres y combata la injusticia y la desigualdad.
Unos días después conocí a su contrario, un hombre que se gana la vida
realizando sanaciones a distancia. Nacido en Sudamérica, descubrió, mediante
misteriosas experiencias en la infancia, que podía ver el mundo sutil de las
auras y los campos de energía. Durante mucho tiempo, nada derivó de este don;
se dedicó al negocio de importaciones y exportaciones hasta pasados los 40
años. Cierto día se sintió enfermo y acudió con un sanador que lo curó sin
utilizar las manos, sólo moviendo su energía psíquica. A partir de ese momento,
el hombre se dedicó apasionadamente a realizar la misma clase de trabajo. Y él,
también, quiso saber por qué yo no seguía su camino espiritual.
“Ocurrirán cambios en el plano astral”, me dijo en voz baja y reservada.
“La ciencia ha dominado el plano material, pero habrá un cambio en 2012. Me lo
han dicho mis guías espirituales. A partir de ese año, la ciencia entrará en
decadencia, destruida por sus excesos. Entonces el espíritu volverá al
planeta.”
En vez de un humanitarismo apasionado, este hombre defendía el
desprendimiento y la renuncia al mundo material. Al igual que la mujer, no
entendía por qué yo no comprendía: le parecía obvio que tratar de cambiar al
mundo mediante la confrontación era inútil.
Por extraño que parezca, yo estuve de acuerdo con ambos. Lo que
representaban era un secreto: todos vivimos en dimensiones múltiples. Podemos
elegir hacia dónde dirigir nuestra atención, y en donde esa atención se
concentre, se abrirá una nueva realidad. Aunque estas dos personas no estaban
de acuerdo, ambas intentaban resolver el mismo problema: cómo ser espiritual
pese a las exigencias materiales. Y las respuestas que ambas habían encontrado
eran viables; pero ninguna era la respuesta.
Cuando digo otras dimensiones hablo de ámbitos de conciencia. La
conciencia hace la realidad —hemos hablado bastante al respecto— pero hacer
significa en realidad elegir. La realidad única posee ya todas las dimensiones
posibles; nadie necesita hacer otras nuevas, ni podría aun si quisiera.
Pero mediante nuestra atención traemos estas dimensiones a la vida: las
poblamos, les damos nuevo significado y pintamos paisajes únicos. Permíteme
enumerar primero estos ámbitos.
Los ámbitos invisibles
Cómo se despliega la conciencia desde la fuente
Ser puro.
El ámbito de lo absoluto, conciencia pura antes de que adquiera ninguna
característica. El estadio anterior a la creación. No es en realidad un ámbito
separado, pues impregna todo.
Dicha potencial.
El ámbito de la conciencia cuando empieza a descubrir su propio
potencial.
Amor.
La fuerza motivadora de la
creación.
Cognición.
El ámbito de la inteligencia interna.
Mitos y arquetipos.
Las pautas colectivas de la sociedad. Es el ámbito de dioses y diosas,
héroes y heroínas, energías masculinas y femeninas.
Intuición.
El ámbito donde la mente comprende el funcionamiento sutil de la vida.
Imaginación.
El ámbito de la invención creativa.
Razón.
El ámbito de la lógica» la ciencia y las matemáticas.
Emoción.
El ámbito de los sentimientos.
Cuerpo físico.
El ámbito de la sensación y los cinco sentidos.
¿Cuál de estos reinos es auténticamente espiritual? Todos están
interconectados, pero vemos que frecuentemente las personas acampan en uno u
otro, y una vez que encuentran el lugar que prefieren, también encuentran ahí
al espíritu.
La mujer interesada en la justicia social halló su lugar en las
emociones y el cuerpo físico; fue la lucha física de la pobreza cotidiana lo
que conmovió su corazón. Pero, por supuesto, no puede excluirse el amor de su
conjunto de motivos; quizá descubrió intuitivamente que este tipo de trabajo
humanitario era el camino hacia un mayor crecimiento personal.
El hombre que sanaba a distancia encontró su lugar en el reino de la
intuición. Aquí es donde operan las energías sutiles. Su rama de la
espiritualidad implicaba manipular las fuerzas invisibles que sustentan el
mundo físico. No podemos excluir al amor de su conjunto de motivos, y hay que
considerar también el reino del mito y los arquetipos, pues apelaba a ángeles y
guías espirituales para realizar su trabajo.
Un escéptico replicaría que estos reinos simplemente no existen. Éste es
un argumento difícil de rebatir porque si algo no existe para ti, entonces
puede no existir. Tal vez convenga poner un ejemplo.
Un auto se ha incrustado en un montículo de nieve. El conductor yace
inconsciente sobre el volante. Los curiosos se detienen a ver qué pasa y se
preguntan unos a otros:
“¿Cómo pasó esto?” Uno de ellos señala las huellas de las llantas en la
nieve. “El auto se desvió. Así fue como pasó”
Otro observador señala el volante torcido hacia un lado. “La cadena de
tracción estaba defectuosa. Así fue como pasó.”
Un tercer observador huele el aliento del conductor. “Estaba ebrio. Así
fue como pasó.” Finalmente, pasa por ahí un neurólogo con un escáner para
exámenes de resonancia magnética y señala el resultado de la exploración. “Su
corteza motriz muestra anormalidades. Así fue como pasó.”
Cada respuesta depende por completo del tipo de evidencias utilizadas.
La misma pregunta se formuló en niveles diferentes de la realidad, y de acuerdo
con el nivel, sólo una clase de respuesta tenía sentido. No es que el neurólogo
sea enemigo del mecánico; sólo cree que su propia respuesta es más profunda y,
por tanto, más acertada.
Cuando se afirma que no hay prueba científica de que el universo es
consciente, mi respuesta inmediata es: “Yo soy consciente, ¿y acaso no soy una
actividad del universo?” El cerebro, que opera con impulsos electromagnéticos,
es una actividad del universo tanto como lo es una tormenta electromagnética en
la atmósfera o una estrella lejana. Por tanto, la ciencia es una forma de
electromagnetismo que dedica su tiempo a estudiar otra forma. Una vez, un
físico me hizo un comentario que me agradó: “La ciencia no debería ser
considerada enemiga de la espiritualidad, pues es su más grande aliada. La
ciencia es Dios explicando qué es Dios a Dios mediante un sistema nervioso
humano. ¿No es la espiritualidad lo mismo?”
Un filósofo podría argumentar que la realidad no se conoce en verdad
mientras no se incluyan todos los niveles de interpretación. En ese sentido, la
teoría de la realidad única no se opone al materialismo: lo expande. El
conductor que se estrelló en el banco de nieve pudo tener muchos niveles de
motivación: quizá estaba deprimido y se salió del camino a propósito
(emociones). Quizá estaba pensando en un poema que quería escribir y su
atención se desvió (imaginación).
Quizá vio con la mente que otro auto estaba a punto de invadir su carril
(intuición)
Para alcanzar un nuevo nivel de explicación debes trascender el nivel en
el que estás, ir más allá de él. Si puedes reconocer que ir más allá es algo
que haces todos los días, no hay mucha razón para utilizar el materialismo como
palo de golf para azotar a la espiritualidad en la cabeza. El mundo material
puede ser tu nivel básico de experiencia o no. Los otros niveles están
disponibles mediante la trascendencia —ir más allá de tu nivel básico— como lo
estás haciendo en este instante en que tu cerebro convierte química en
pensamientos.
Así, la pregunta correcta es en qué ámbito quieres vivir.
Para mí, la vida ideal se vive en todos los niveles de conciencia. Tu
atención no es limitada ni estrecha; te abres a la totalidad de la conciencia.
Tienes la oportunidad de vivir así, pero al concentrarte en uno o dos niveles
has provocado que los demás se atrofien.
Han sido expulsados de tu conciencia, por lo que tu capacidad para trascender
está muy limitada. (En el nivel más mundano, frecuentemente es una cuestión de
tiempo. Pocas veces encuentro científicos que hayan reflexionado detenidamente
acerca de la conciencia; no piensan más que en el trabajo de laboratorio. Como
el resto de nosotros, tienen muchas ocupaciones, y si el mundo tuviera una base
profundamente distinta de la que ellos han aprendido como estudiantes de
medicina o física cuántica, el científico típico tendría que ocuparse de ella.)
Cada dimensión de tu existencia tiene un propósito y ofrece un nivel de
realización que no está disponible en ningún otro lugar (éstos son los “sabores
de la creación”). Con una conciencia totalmente expandida puedes acceder a
todas las dimensiones.
Cuando las puertas están abiertas
Vivir en todas las dimensiones de la conciencia
Ser puro.
Cuando esta puerta se abre, te conoces a ti mismo como el “yo soy”, el
estado simple de la existencia eterna.
Dicha potencial.
Cuando esta puerta se abre, sientes animación y efervescencia en toda
actividad. La dicha está más allá del placer y el dolor.
Amor.
El ámbito de la dicha como experiencia personal.
Cuando se abre esta puerta, experimentas amor en todos los aspectos de
la vida. El amor es tu motivación primaria en todas las relaciones, empezando
por la relación contigo mismo. En un nivel más profundo, el amor te vincula con
el ritmo del universo.
Cognición.
Es la fuente de la mente. Cuando se abre esta puerta, puedes acceder a
la sabiduría y al conocimiento sobre todo lo que hay en la creación.
Mitos y arquetipos.
Cuando se abre esta puerta, conduces tu vida como una búsqueda. Aspiras
a los logros de los héroes y heroínas que admiras. También encarnas la dinámica
eterna entre masculino y femenino.
Intuición.
Cuando se abre esta puerta, puedes moldear estas fuerzas sutiles en la
sanación, la clarividencia y la comprensión de la naturaleza humana. La
intuición también te guía en tu propio camino, mostrándote cómo elegir el
camino a recorrer cuando tu vida cambia de rumbo.
Imaginación.
Cuando esta puerta se abre, las imágenes de tu mente tienen poder
creativo. Infunden vida a posibilidades que jamás habían existido. En este
nivel también desarrollas la pasión por explorar lo desconocido.
Razón.
Cuando esta puerta se abre, puedes concebir sistemas y modelos de la
realidad. El pensamiento racional hace frente a posibilidades infinitas
utilizando la lógica, que corta rebanadas de la realidad para analizarlas
separadas.
Emoción.
Cuando esta puerta se abre, percibes las sensaciones corporales y las
interpretas como placer o dolor, sentimientos que anhelas y sentimientos que
quieres evitar. El ámbito emocional es tan poderoso que invalida la lógica y
la-razón.
Cuerpo físico.
Cuando esta puerta se abre, te descubres como un ser aislado en el mundo
físico.
¿Cómo surgieron todos estos niveles? Como un hecho de la existencia: el
ser puro los concibió» los proyectó desde sí, y entró en ellos. Se trata del
circuito principal del universo, y tu sistema nervioso está conectado a él. Al
prestar atención a cualquier dimensión de la vida, le envías una corriente de
conciencia. Si no prestas atención, el circuito está cerrado para esa
dimensión. Aunque utilizamos palabras como puertas, circuitos y niveles éstas
no logran reflejar la realidad, que vibra con cada impulso. Tú produces un
efecto en cada dimensión aun cuando no hayas dirigido tu atención a explorar y
comprender lo que hay ahí.
Cuando una persona ha explorado a fondo una dimensión, se dice que ha
alcanzado el vidya, palabra que en sánscrito significa literalmente
“conocimiento” pero que implica mucho más: el dominio de un conjunto de leyes
naturales. Imagina que entras en un taller del cual desconoces las herramientas
y el oficio. En el momento de entrar captas todo de un vistazo, pero hace falta
entrenamiento para dominar cada detalle. Al final eres una persona diferente,
con percepciones totalmente distintas. Así, un músico graduado por la Julliard School of
Music escucha las notas del radio con un sistema nervioso diferente al de
alguien que se acaba de graduar del MIT [Massachusetts Institute of Technology]
como ingeniero en electrónica. Ambos han adquirido vidya, el tipo de
conocimiento en que uno se convierte y que no sólo se aprende pasivamente.
Personas con perspectivas totalmente distintas de la espiritualidad
tienen en común la búsqueda del vidya. Quieren ser transformados por el
conocimiento que fluye directamente de la fuente. El hecho de que la fuente de
una persona sea Dios y la de otra sea Brahma, Alá, Nirvana o Ser, es una
diferencia insignificante. Lo que en realidad divide a las personas es mantener
las puertas de la percepción cerradas- A este estado se le llama avidya, o
falta de conciencia.
Avidya
Cómo nos apartamos de la conciencia
Ser puro. Cuando esta
puerta se cierra, vivimos en la separación. Hay un temor subyacente a la
muerte, pérdida de conexión y ausencia de cualquier presencia divina.
Dicha potencial. Cuando esta puerta se cierra, la vida carece de alegría. La felicidad
es sólo un estado efímero. No hay apertura para las experiencias sublimes.
Amor. Cuando esta
puerta se cierra, la vida es cruel. Nos sentimos aislados en un mundo gris
donde las demás personas son figuras distantes, indiferentes. No se percibe la
presencia de una mano amorosa en la creación.
Cognición. Cuando esta
puerta se cierra, las leyes de la naturaleza resultan desconcertantes. El
conocimiento se alcanza sólo mediante los hechos y la limitada experiencia
personal, sin acceso al significado profundo.
Mitos y arquetipos. Cuando esta puerta se cierra, no existen modelos, héroes, dioses ni
búsquedas apasionadas. No encontramos un significado mítico en nuestras vidas.
No hay una dimensión más profunda en la relación entre hombres y mujeres.
Intuición. Cuando esta
puerta se cierra, la vida pierde sutileza. La persona no alcanza a comprender a
fondo las cosas, no tiene chispazos de genialidad ni esos momentos de júbilo en los que decimos: “¡Aja!”. La red de
conexiones sutiles que sostiene al universo queda totalmente oculta.
Imaginación. Cuando esta
puerta se cierra, la vida queda desprovista de fantasía. Vemos todo de manera
literal; el arte y las metáforas importan poco. Las decisiones importantes se
abordan mediante el análisis técnico, y no hay esperanza de un salto creativo
súbito.
Razón. Cuando esta
puerta se cierra, la vida no tiene sentido. Somos gobernados por impulsos
aleatorios. Ninguna línea de acción se continúa hasta su conclusión, y las
decisiones se toman irracionalmente.
Emoción. Cuando esta
puerta se cierra, los sentimientos están congelados. Hay poco o ningún espacio
para la compasión y la empatia. Los sucesos parecen desconectados, sin
continuidad, y las demás personas no ofrecen oportunidad alguna de establecer
lazos.
Cuerpo físico. Cuando esta
puerta se cierra, la vida es completamente mental. La persona siente que su
cuerpo está inerte, que es un peso muerto que debe arrastrar. El cuerpo existe
como un sistema de apoyo necesario para la vida, nada más. No hay “combustible”
para moverse y actuar en el mundo.
Como puedes ver, no hay un solo estado de avidya sino varios.
Tradicionalmente, en India la distinción no era tan sutil y a las personas se
les calificaba de ignorantes o iluminadas. Si no estabas en la unidad, se
pensaba, estabas en la ignorancia absoluta. (Un equivalente aproximado en
Occidente es que uno estaba perdido o estaba redimido.) Así, el número de
personas en vidya era minúsculo, y el número de personas en avidya era enorme.
Pero la tradición pasaba por alto el funcionamiento de la conciencia.
Somos criaturas multidimensionales, y por tanto una persona puede alcanzar
vidya en un área pero no en otra. Picasso era un artista supremo (imaginación)
pero un pésimo marido (amor); Mozart, un creador divino de música (imaginación
y amor) pero débil físicamente; Uncoln, un maestro del mito y el arquetipo pero
desecho emocionalmente. Estos desequilibrios también ocurren en tu vida. En la
medida en que nos esforcemos en pasar del avidya al vidya, llevaremos una vida
espiritual.
CAMBIA TU REALIDAD PARA ALBERGAR
EL NOVENO SECRETO
La razón por la que Cristo, Buda, Sócrates o cualquier otro maestro
espiritual nos habla personalmente es que la conciencia limitada permite
atisbos súbitos y diáfanos de una realidad que está más allá. Tu mente quiere
trascender. La atención ceñida es como una luz que sólo ilumina un objeto; excluye todo lo que está fuera de su haz; el
equivalente mental es el rechazo. Pero> ¿qué pasaría si renunciaras a todo
el proceso de rechazo? Si lo hicieras, te encontrarías prestando atención en la
misma medida a todo. El rechazo es un hábito. Sin él, puedes participar en la
vida tal como se te presenta.
Considera cada uno de los ámbitos de la conciencia y escribe cómo te
impides entrar en ellos. Con esto advertirás qué haces para limitar tu
conciencia, y al identificar cada uno de estos reflejos arraigados empezarás a
cambiarlos. Por ejemplo:
Ser puro.
No aminoro la marcha lo suficiente para tener una paz interior
auténtica. No dedico tiempo a meditar. No he experimentado la tranquilidad de
la naturaleza recientemente. Ahora advertiré cuando rechace la paz interior y
encontraré tiempo para ella.
Dicha potencial.
No he sentido alegría por el simple hecho de estar vivo. No estoy
buscando oportunidades para maravillarme. No paso suficiente tiempo con niños
pequeños. No he contemplado el cielo nocturno. Ahora advertiré cuando rechace
la apreciación gozosa y encontraré tiempo para ella.
Amor.
No he valorado a mis seres queridos, por lo que no he expresado mucho mi
amor. Me siento incómodo recibiendo amor. He dado al amor un lugar secundario
en mi escala de valores. Ahora advertiré cuando rechace esas oportunidades para
hacer del amor algo importante en mi vida y encontraré tiempo para él.
Cognición.
Me dejo llevar demasiado por la duda. Automáticamente asumo una postura
escéptica y sólo me conformo con hechos comprobables. No conozco a personas
sabias y dedico poco tiempo a leer textos filosóficos y espirituales. Ahora
advertiré cuando rechace la sabiduría tradicional y encontraré tiempo para
ella.
Mitos y arquetipos.
Ya no tengo héroes. No recuerdo haber encontrado un ejemplo valioso en
nada ni en nadie desde hace mucho tiempo. Sigo mi propio camino, que es tan
válido como el de cualquier otro. Ahora advertiré cuando rechace la idea de que
es necesaria una inspiración más elevada y encontraré tiempo para ella.
Intuición.
Utilizo mi cabeza, no creo en algo tan ridículo como la intuición. Busco
pruebas antes de creer en algo. Me parece que todos los poderes extrasensoriales
son fantasía.
Analizo una situación y tomo mi decisión en consecuencia.
Ahora advertiré cuando rechace mis corazonadas y empezaré a confiar en
ellas.
Imaginación.
El arte no es lo mío. No voy a museos ni a conciertos. Mi pasatiempo es
la televisión y los deportes. Para mí, los individuos más creativos no tienen
los pies sobre la tierra. Ahora advertiré cuando rechace mi imaginación y
encontraré maneras de expresarla.
Razón.
Yo sé lo que sé y me mantengo fiel a ello. Con frecuencia no escucho a
la otra parte en una discusión; sólo quiero demostrar que tengo razón. Tiendo a
presentar las mismas reacciones en situaciones similares. No siempre sigo los
planes que hago, aun cuando sean buenos. Ahora advertiré cuando sea poco
razonable y me detendré a considerar todos los puntos de vista.
Emoción.
No hago escenas y me molesta cuando alguien las hace. No me impresionan
las personas que dan rienda suelta a sus emociones. Mi lema es: guárdalo para
ti. Nadie me ve llorar jamás. No recuerdo que alguien me haya enseñado en mi
infancia que las emociones son positivas. Ahora advertiré cuando rechace mis
sentimientos auténticos y encontraré una manera sana de expresarlos.
Cuerpo físico.
Debería cuidarme. Mi condición física es considerablemente peor de lo
que era hace cinco o diez años.
No estoy satisfecho con mi cuerpo y no me interesa mucho la actividad
física. He escuchado sobre terapias corporales, pero creo que recibirlas sería
indulgente de mi parte y un poco excéntrico. Ahora advertiré cuando rechace el
aspecto físico de mi vida y le daré tiempo.
Por cuestión de espacio, he puesto como ejemplo notas muy generales,
pero tú debes ser lo más específico posible.
En el apartado “Amor” escribe el nombre de alguien a quien no hayas
demostrado tu amor o un incidente en el que recuerdes haberte sentido incómodo
de recibir amor. En el de “Imaginación” anota el museo de tu ciudad que no
visitas o el nombre de la persona con inclinaciones artísticas cuya compañía
has evitado. Asimismo, sé lo más específico que puedas respecto de cómo
cambiarás estos hábitos de rechazo.
Ejercicio 2: mi perfil de conciencia
Ahora que has tomado nota de dónde están tus limitaciones, traza un
perfil de tu conciencia tal como es hoy. Guárdalo en un lugar seguro y revísalo
dentro de 60 días para ver cuánto has cambiado. Cada categoría se califica en
una escala del uno al diez. Cuando vuelvas a él después de 60 días, califícate
de nuevo sin ver la primera evaluación.
O puntos: no presto atención a esta parte de mi vida.
1-3 puntos: he tenido un poco de experiencia en esta área pero no
recientemente ni muy seguido.
4-6 puntos: estoy familiarizado con esta área de mi vida y la
experimento con bastante frecuencia.
7-9 puntos: ésta es un área importante de mi vida, una en la que me
concentro mucho.
10 puntos: esta área es mi hogar. La conozco bien y le dedico casi toda
mi atención adicional.
(O a 10 puntos)
q Ser puro
q Dicha potencial
q Amor
q Cognición
q Mitos y arquetipos
q Intuición
q Imaginación
q Razón
q Emoción
q Cuerpo físico
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