El mismo año en que él nació, en 1957, sus padres fundaron el Centro
Psicotécnico de Medellín, dedicado a la psicología del aprendizaje. El tiempo
rindió sus frutos. En 1985, se consagraron como los responsables de la primera
"Innovación Educativa" aprobada en Colombia. Su padre murió ocho años
después, en 1993. En ese momento, Julio Fontán, administrador de empresas de
profesión, asumió la conducción y profundizó la transformación, al punto de
fundar una red de escuelas.
En un principio, los niños tenían material autodidáctico, cumplían con
un plan, todos con la misma currícula. Cuando se consideraban preparados,
rendían un examen y si lograban aprobarlo, pasaban al siguiente tema. En
Bogotá, implementaron el primer cambio: eliminaron los exámenes. Lo que
importaba, en realidad, era el proceso de aprendizaje de los chicos. La palabra
clave: autonomía.
"Cuando implementamos los cambios, hubo algunos problemas. Sobre
todo, a partir de que el estudiante tiene que llegar a la excelencia en todos
los temas. El concepto de nota ya no existe. Es que en realidad la nota
es una mentira", remarcó en diálogo con Infobae Julio
Fontán, director de la red de colegios, considerada una de las más innovadoras
del mundo según Microsoft. "En una escuela, un niño con lo que sabe se
saca una nota. Y en la de al lado, con los mismos conocimientos, se saca
otra", agregó.
-¿Cómo se organiza la dinámica en sus
aulas?
-Los niños no están por cursos ni por edades, sino por niveles de
autonomía. Por caso, hay niños de 11 años en el nivel de autonomía más alto. Lo
que sucede es que el sistema educativo no cree en los niños, pero cuando uno
les da la oportunidad y las herramientas lo logran con una facilidad que uno se
queda con la boca abierta.
-¿Hacia dónde apunta su modelo?
-Lo fundamental del proceso es desarrollar las habilidades que tienen
alta correlación con la calidad de vida en todos los niños. Si un niño
desarrolla la capacidad de evaluación, está desarrollando la capacidad de tomar
decisiones por el resto de su vida. Si tú tienes un niño durante catorce años
de su vida, hay como 15 mil horas de práctica de esa relación. El sistema
educativo no puede ser el entorno donde el niño practica la mediocridad durante
catorce años.
-¿Se busca la excelencia?
-La excelencia no es una meta; es un proceso. No todos los niños tienen
que llegar a esa meta. La excelencia es un proceso de toda la vida y la idea es
que el niño tenga en cuenta cada vez más profundidad en su evaluación. Se trata
de que cada vez el niño sea mejor.
-¿Cuál es el rol del docente en este
nuevo sistema?
-Hay dos roles. Por un lado, hay tutores, que se preocupan de la parte
humana de los estudiantes. Por otro, hay analistas, que es una posición más
parecida a la del profesor. Le ayuda a armar el plan individual al niño, lo
acompaña, le hace seguimiento al proceso, pero no enseña. Ayuda al estudiante.
-¿Cómo los capacitan para llevar
adelante roles tan distintos a los tradicionales?
-El sistema educativo piensa que si capacita, resuelve el problema. La
capacitación solo sirve para aprender a manejar herramientas, ya sea
tecnológicas o pedagógicas, pero no transforma paradigmas. Entonces, lo primero
que hacemos cuando llegamos a una nueva comunidad educativa es que todos
construyan sentido. Si algo no tiene sentido, no tiene valor. La gente no está
dispuesta a poner la energía necesaria para hacerlo. Después evalúan el estado
de su institución y los ayudamos a elaborar un plan, pero no lo hacemos
nosotros. Por último, llega lo más importante: la metacognición de toda la
comunidad.
-¿Por qué es lo más importante?
-Un proyecto solo es sostenible si toda la comunidad -estudiantes,
autoridades, educadores y padres- cambian su paradigma respecto a lo que es la
educación. Aquí hay muchos paradigmas nuevos: lo primero es que la búsqueda es
mejorar la calidad de vida de los estudiantes. Las metas no son las pruebas de
estado. Aunque también, en forma colateral, se mejoran las pruebas de estado.
-¿Tiene datos precisos sobre la mejora
del rendimiento?
-Tenemos muchos datos. El último que recabamos tuvo lugar en Itagüí, un
municipio al sur de Medellín. Allí hay unos 6.000 estudiantes que están
mejorando sus pruebas de estado 6,8% por año, que es un incremento muy alto.
Fuera de eso, hay 24 colegios en el municipio. De ellos, cinco que no están
perdiendo estudiantes: cuatro son nuestros. Y, a su vez, de ellos, tres están
creciendo. Los tres replican nuestro sistema.
El sistema Fontán, hoy, se aplica en 23 colegios colombianos. En las
instituciones privadas, sus alumnos no tienen horarios. De hecho, pueden
arrancar su ciclo de aprendizaje cuando lo deseen y finalizarlo cuando
consideren haber alcanzado la excelencia. También el modelo se implementa en 13
colegios de Estados Unidos, México, Costa Rica, Chile y España. En total, 50
mil estudiantes siguen el learning one to one que diseñó el
Colegio Fontán.
-Podría describirme un día en los
colegios de Fontán.
-En nuestros colegios no hay clases porque no están los niños mirando
hacia adelante, a un profesor que escribe en un pizarrón. Preferimos llamarles
talleres. Tú entras y ves a grupos de niños sentados en mesas trabajando.
Cuando llegan, hay una actividad de apertura, que se planea entre estudiantes y
educadores, donde hay diálogo entre ellos para abrir puentes de comunicación.
-¿Después de esa actividad?
-Cada niño planea su día. Él puede decir, por ejemplo, toda la mañana
voy a trabajar en matemática y en la última hora, lenguaje. Todo de acuerdo a
sus necesidades. Por más que pueden plasmar su cronograma en el sistema, la
mayoría lo escribe en un papel y lo ponen cerca de sus computadoras. Algunos se
demoran más, otros menos, pero todos terminan las materias porque deben llegar
a la excelencia en todos los temas, por lo cual trabajan mucho más que en un
sistema tradicional, que cuando se termina el curso vieron el 70 o 75% de los
estándares curriculares.
-¿La educación va hacia este tipo de
modelos?
-Según los futuristas, el 50% de las profesiones de hoy no existirán en
menos de diez años y el 75% de los niños que están en primaria van a estudiar
carreras que no existen. Según ellos, también se acaba el trabajo de los
profesores. Enseñar es quitarle la necesidad al niño de que haga el proceso de
aprendizaje y solo darle la respuesta. El problema es que la calidad de vida
depende del proceso y no de la respuesta. No obstante, va a seguir habiendo
educadores. Habrá entornos sociales de arte, de deporte, de laboratorios, pero
el concepto de escuela que tenemos hoy se va a acabar más rápido de lo que
pensamos.
Por Maximiliano
Fernandez 29 de octubre de 2017
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