En
la vida nos toparemos con diversas personas, muchas de ellas llegarán a ocupar
lugares importantes en nuestras vidas, mientras que otras solo estarán de paso
y nos afectará de manera especial la forma en la que lleguen a querernos
aquellas a quienes les hemos dado algún papel relevante.
El
saber amar no es una materia que todo el mundo domina, más bien,
se
pule con el paso del tiempo, con la experiencia, a través de las personas que
alcanzan a tocar nuestras almas.
Pero
durante ese recorrido podemos encontrarnos a quienes van en pleno aprendizaje
haciendo lo mejor que pueden con sus recursos, pero que de igual manera
resultan insuficientes para no generar daños a quienes les han reservado un
espacio en sus vidas.
El amor no podría nunca medirse en cantidad, no hay
medidas para hacerlo, no hay unidades y la relatividad reinaría en el intento,
sin embargo, sí podría hablarse de parámetros comunes en el amor que
hacen que éste sea bien dado y bien recibido.
Los
amores que generan vacíos donde no los había, terminan por lastimar. Aquellas
relaciones en donde una de las partes se siente malquerida, acaban por distanciarse
en los casos donde prevalece el amor propio, pero en los que hay algunos
quiebres al respecto o bien demasiada tolerancia en relación a los límites de
lo que se espera recibir, se puede extender en el tiempo una relación que solo
trae sufrimiento, desmotivación y resentimiento.
Hablando
específicamente de aquellas personas que aparentan querernos de vez en cuando y
luego actúan como si no les importáramos, podemos decir que esto puede obedecer
a inseguridad en sus sentimientos, complejos que le hacen dudar de nuestros
sentimientos hacia ellos, miedo a resultar lastimados si se entregan por
completo a una relación, desinterés en establecer una relación de otro tipo,
comodidad al obtener lo que busca sin los sacrificios que piensan que conlleva,
miedo al compromiso o vincularse demás con alguien, encerrando en ello un miedo
a la pérdida de la libertad desde la realidad que manejan… entre otras
cosas… en cualquiera de los casos es una forma de malquerer.
Cada
uno de nosotros sabe o al menos va aprendiendo en el camino a distinguir qué
desea para su vida, si es una situación que no le satisface, lo más sano es
soltar esa situación y esperar o buscar lo que mejor se ajuste. No tengamos
miedo de perder lo que no nos pertenece, menos de no conseguir algo que se
adapte a lo que deseamos en el amor… Miedo nos debe dar condenarnos a una
relación intermitente, en la cual no podremos apostar nunca nada… Solo nosotros
somos responsables de lo que permitimos en nuestras vidas. No nos conformemos
con lo que no nos hace bien.
Autor: Sara Espejo – Rincón del Tibet
http://www.diapordiamesupero.com
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