Si en
nuestro entorno hay alguna persona pasivo-agresiva debemos procurar ayudarla.
En lugar de alejarnos, intentaremos que encuentre una solución para esa
frustración que tiene en su interior
La persona pasivo-agresiva padece en realidad un
trastorno de la personalidad.
Sus
principales características comportamentales residen en la obstinación
continua, en reaccionar de forma desafiante ante las demandas de los demás y en
mostrar siempre una actitud tan negativa como derrotista.
Convivir
con ellas es tan complejo como desgastante.
Como
siempre ocurre en los trastornos de personalidad, hay quien muestra menos
características y hay quien las acumula todas.
No obstante, lo que está claro es que su
capacidad de manipulación es tan hábil que construye relaciones marcadas
siempre por un gran sufrimiento e
infelicidad.
Es posible que en la actualidad estés conviviendo
con una de estas personas. Puede incluso que tengas un familiar o
un compañero de trabajo con este tipo de trastorno.
Si es
así, es recomendable saber que existen estrategias de afrontamiento y adecuadas
terapias psicológicas con las que reducir este comportamiento negativo y
hostil causado casi siempre por dos dimensiones muy básicas: la ira y la
frustración.
Hoy en
nuestro espacio te proponemos saber un poco más sobre este tipo de trastorno.
1. ¿Qué características presenta la persona pasivo-agresiva?
Para
empezar, algo que debemos tener claro es que no todas las personas con este
tipo de trastorno evidencian cada uno de los comportamientos que detallaremos a
continuación.
Sin embargo, lo que sí evidencia la persona
pasivo-agresiva es un arte muy hábil a la hora de poner en práctica una marcada
hostilidad recubierta con “terrones deazúcar“.
Es decir, son capaces de hacernos daños de forma
compasiva simulando cariñocuando lo que hay en el trasfondo
es un deseo expreso por humillar, controlar o ridiculizarnos.
Estas
serían por tanto las características más básicas.
·
Pasión por criticar a los demás. No hay realidad,
persona o matiz cotidiano que se libre de una buena crítica.
·
Cuando los conocemos de verdad, descubrimos que
siempre se muestran desagradables e irritados por algo.
·
No obstante, cuando deseen algo de nosotros no
dudarán en mostrarse amables, detallistas y tan cálidos como les sea posible.
·
Se olvidan de las cosas expresamente para no
asumir responsabilidades.
·
Todo lo que empiezan lo dejan a medias.
·
Son cínicos.
·
Muestran una curiosa habilidad para echar la culpa
a los demás, aunque la responsabilidad sea de ellos.
·
Suelen ir de víctimas, son
los menos valorados, los menos respetados, los menos felices…
·
Odian la autoridad.
·
Rechazan las sugerencias de otros.
2. ¿Qué hay detrás de este tipo de personalidades?
Esto
es lo primero que pensamos. ¿Por qué actúan de este modo si, a largo plazo, lo
que consiguen es mayor frustración y relaciones sociales disfuncionales?
Estas
serían algunas explicaciones:
·
Por lo general, son personas criadas en
familias donde no se practica una adecuada gestión
emocional.
·
No se les enseñó a canalizar la ira, ni a desahogar
el enfado.
·
Cuentan con una baja autoestima.
·
Poco a poco se han dado cuenta de que, controlando
a los demás y asumiendo una posición de poder, sus carencias quedan
disimuladas.
·
A su vez, en algún momento de su vida, percibieron
que, a menudo, al desplegar conductas amables y cariñosas logran conseguir
aquello que quieren.
·
No saben gestionar sus emociones negativas. Al
no lograrlo se intensifica su rabia y la sensación de que el mundo es injusto y
nadie les entiende.
3. Cómo tratar a la persona pasivo-agresiva
Es muy
posible que la primera idea que se nos venga a la cabeza sobre cómo “lidiar”
con una persona pasivo-agresiva sea huir de ella.
Bien,
cabe decir que no es lo adecuado. No lo es por varias razones.
La primera es que puede que seamos nosotros mismos
quienes lo suframos, y la segunda es que no siempre podemos o debemos
huir de aquello que nos enturbia o nos es muy complejo.
Comprender
·
Así, lo primero que debemos hacer es COMPRENDER.
Entender las bases de este trastorno nos ayudará mucho.
·
Lo segundo es no ceder a su control. Es
necesario que pongamos sobre la mesa las consecuencias de sus actos y nuestra
negativa a ceder ante lo que no nos gusta o no es lógico.
·
No podemos olvidar que lo que nutre las
raíces de la persona pasivo-agresiva es la baja autoestima. Por tanto, algo
que teme más que nada es quedarse sola.
Recuerda que no debes ceder ante ellos
Debemos
ser asertivos con ellos, poner límites, ser razonables y sugerirles opciones
correctas a su comportamiento.
·
Si me hablas con cinismo no confiaré en ti,
respétame.
·
Si eres tan negativo lo único que conseguirás es
aislarte en tus propios miedos.
·
En lugar de buscar siempre mis defectos y
criticarme demuéstrame que eres capaz de ver algo bueno en mí.
Propón que busque ayuda profesional
La
persona pasivo-agresiva sufre un acusado síndrome de inferioridad, una gestión
inmadura de sus emociones y una autoestima muy baja.
Nadie
puede ser competente ni social ni afectivamente con estas carencias, con estas
limitaciones. Por tanto, es prioritario que aúne valentía para pedir ayuda profesional.
La
terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, es muy recomendable en estos casos.
Es necesario recordar que el pasivo-agresivo no es
un enfermo, solo es alguien que, tras su antipática armadura y
su conducta manipuladora, esconde un ser frágil que debe ser ayudado.
Intentemos, por tanto, que dé el paso hacia el
bienestar, hacia la clara voluntad de querer mejorar
mediante una buena terapia.
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