Amados…
Cuenta una leyenda,
que…
Los Guerreros de
Luz, un día, cansados de cruzar tantos abismos, sortear tantos obstáculos, detienen
su andar…
Agotados de
derramar tantas lágrimas, por quien o quienes jamás se enteraron de su dolor
vertido en silencio y soledad para ganar esas batallas que nadie “veía”, pero
todos disfrutaban de los resultados cuando eran ganados en nombre de la Luz…
Deciden despojarse
del dolor acumulado de tantos milenios…
Es entonces que en
un acto de valor y generosidad.
Dejan las armas a
un costado del sendero las cubren de Luz, para que nadie se atreva a utilizarlas
en nombre del Creador y…
Prosiguen el
camino hacia el encuentro definitivo de su propia Iluminación.
Transformar sus
propias sombras en Luz...
Esa es la gran
meta de un Valiente Guerrero.
Ellos son
conscientes que en su interior habita las sombras, para hacerles
recordar la existencia de ellas en todo el Universo, pero también coexiste en
sus interiores la Luz Divina de su Creador, Dios.
Saben que han
nacido como Guerreros Luz y no pueden dar marcha atrás, ni negar su noble origen.
Pero, también
saben que llega el sagrado instante donde son llamados a la transformación inevitable…
Pues el Guerrero
de Luz es un trabajador incansable, que batalló en innumerables encuentros entre
la Luz y las sombras, hoy, debe enfrentar su última batalla, es la más larga y
difícil, la que más esfuerzo le costará para ganar, por lo intrincada, rebelde
y cruel, su propia guerra interior… sin fecha de inicio y con un final aún no
establecido…
Es la guerra
contra los propios miedos milenarios, las estructuras mentales de guerrero que
no cede espacio a nadie, ni a sí mismo…
Es la batalla de la
mente sedienta de guerra y confrontación, que no aceptaba que la guerra ha
terminado, pues ya no quedaban más enemigos externos que vencer…
Solo le queda ese
gran dolor, que se agigantaba cuando se siente tan solo, con sus propias
sombras a enfrentar, como es el odio, el
rencor, la ira, la amargura, la soledad, el dolor de la incomprensión ajena, junto con el rechazo, la crítica, los prejuicios, la tristeza y la depresión.
Con la misma
paciencia, seguridad y certeza que tenía para ganar a sus contrincantes, hoy
debe doblegar esfuerzos para liberarse de sus enemigos interiores…
¿Cómo lo logra?
¿Cuál son sus
armas?
Solo le queda la
actitud, el hábito, la costumbre de ir a batalla y vencer…
¿De qué manera
enfrentar a sus propios enemigos interiores?
Nuestro Guerrero... Cansado de tanto luchar, decide, buscar un páramo, silencioso, para sentir como el Sol del atardecer cubre de
Luz, su agotado cuerpo…
Comprende, que
sus oscuros enemigos interiores, eran sus propias creaciones mentales, que le fueron de utilidad cuando debía estar alerta y consciente de la existencia de ellas en el mundo exterior, pero hoy ya no las
necesitaba, sus “enemigos exteriores” habían sucumbido, ante su decisión de
superarlos a través de su férrea voluntad de anclar la Luz en la vida, pues él
era la Luz que disolvía toda sombra con su sola presencia.
Buscando fuerzas en
su propia Luz, fue tomando cada una de sus sombras, la sintió desde el dolor
que le ocasionaba a su parte de Luz Cristalina, y las fue soltando una a una, en paz…
Sin rencor, sin
odio, no eran sus enemigas, eran las compañeras de su largo camino, que habían
llegado al final del sendero…
Así fue que sintió
la mejor de las transformaciones que jamás había vivido…
Soltar las armas
del dolor interior para dejar paso a una nueva transformación…
Ya no necesitaba
ni la ira, ni la furia, ni la indignación ante tanta injusticia…
Debía soltarlas
desde su mente y liberar el corazón de las cadenas heladas que había instalado
a modo de “protección”, para no sentir, tanta falta de amor en el Cielo, como
en la Tierra…
Se miró a si mismo…
Tan herido, por
los otros y por sí mismo…
Se abrazó desde su
propia Luz, en una compasión total, en amor incondicional, hacia todo lo
vivido, pero primeramente hacia sí mismo.
Soltó la culpa de
tantas crueles batallas, soltó el miedo de dejar de ser Luz después de
tantas guerras, soltó el enojo y la ira, la violencia y la falta de control…
Comprendió que
sostener esas armas era agredirse a sí mismo, era condenarse en sus propias
sombras, ser esclavo de ellas.
Así fue, que la
Luz del Sol, que lo envolvía le reconecto su bello corazón desde el amor
Cristalino, liberándolo del hielo que lo mantenía inmóvil…
Lentamente comenzó
a latir nuevamente el corazón…
Sintió por primera
vez, que ganó una gran batalla con armas no conocidas por él, eran las armas
del amor a sí mismo.
Tantas guerras
atravesó que sin darse cuenta, lo habían cambiado, lo habían endurecido,
congelado, pero al despojarse de las armas del dolor, permitió que aflorara un
nuevo Ser…
Era un Ser muy
luminoso, forjado en miles de batallas, pero hoy era el Sabio que había aprendido a
quedarse quieto, silencioso, sereno en su sagrado centro de Luz… un corazón
luminoso y puro.
Había ganado la
última de las batallas, la del Guerrero Sabio y pacífico, libre de las confrontaciones, para Ser Luz
desde la sabiduría milenaria que fue siempre, pero por sus atributos de
guerrero, la había dejado de lado, hoy era esa la fuerza que le quedaba para
desplegar en el Mundo… La energía sabia de la Paz, su Paz Interior.
Amados…
Un día las
batallas se terminan, las guerras concluyen y llega la reconstrucción, que solo
puede llegar desde la paz interior
Esa es la última
de las transformaciones de un Guerrero de Luz, la del Sabio Guerrero pacífico,
compasivo, paciente, donde el amor brota de su corazón sanando toda herida
tanto interna como externa a él.
Recordemos…
La paz de hoy es
el resultado de miles de batallas, donde los contrincantes eran crueles
adversarios, pero fueron ellos los que nos condujeron a nuestras propias
sombras interiores, para que las soltemos y sanemos definitivamente.
Todo llega en su
justo momento, la paz también.
Solo el que conoce
de batallas, sabe del valor que se necesita para lograr la paz interior.
Soltemos las armar
que pertenecen a las sombras mentales, sanemos las heridas interiores para
liberar al corazón en el amor ilimitado…
Amándonos
incondicionalmente a nosotros mismos.
Transformemos
nuestra vida en un manantial de sabia y activa paz interior.
Que Así sea, Hecho
está.
Los amo.
Con Amor, Ashamel
Lemagsa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario