A menos que la persona confiese directa y verbalmente, no existen señales 100% fiables que nos permitan detectar la envidia o de forma más general, lo que sucede en la mente de otra persona. Imaginaros que los demás pudieran leer todo lo que pasa por nuestra cabeza con total certeza… sería aterrador y nos sentiríamos violados en nuestra intimidad.
Hoy en día la comunicación no verbal representa aproximadamente el 70% de la comunicación; Esta cifra nos indica que contrariamente a lo que pensamos, las palabras no tienen tanta relevancia cuando interactuamos. El lenguaje no verbal (gestos, postura, mirada, tono de voz, etc.) es mucho más rico en información. Por desgracia, no solemos dedicarle demasiada atención. La sociedad en la que vivimos nos ha enseñado a hacer mayor uso de nuestra cabeza y razón, en detrimento de nuestra intuición.
A continuación os propongo unos ejercicios que podéis poner en práctica para aprender a desarrollar estas habilidades innatas que están a nuestra disposición pero que tendemos a relegar en un segundo plano. Estos ejercicios nos pueden ser de gran utilidad para captar mejor lo que ocurre en nuestras relaciones así como detectar con mayor conciencia las intenciones de los demás.
1) Aprender a escuchar nuestra intuición.
La intuición es la herramienta de conocimiento más arcaica que tenemos y se sitúa en el cerebelo. Se manifiesta a través de una reacción fisiológica que generalmente sentimos en el estómago (aunque también puede tener lugar en otras partes del cuerpo, dependiendo de cada individuo). Es como una alarma interna que tenemos. Las mujeres somos más receptivas a estas señales y a las emociones de los demás debido entre otras razones, a nuestra predisposición biológica a ser madres. Sin embargo, como os decía, normalmente tendemos a ignorar estas sensaciones ya que en la sociedad occidental hay una clara división entre el cuerpo y la mente.
En las interacciones con otras personas, la intuición nos informa de alguna discrepancia entre la comunicación verbal y no verbal. Alguien por ejemplo nos puede decir “me alegro por ti” y expresar a la vez en su tono de voz o expresión facial todo lo contrario. La intuición no nos informa de lo que pasa exactamente ni por qué, pero sí nos avisa de que hay algo a lo que tenemos que prestar atención. Por otra parte, asociada a esta sensación en el cuerpo, suele haber una emoción. Cuando nuestra intuición o nuestro inconsciente (vienen a ser prácticamente lo mismo) detecta algo discordante o algo raro, solemos sentir una sutil sensación de malestar, confusión, irritabilidad, etc.
¿Cómo podemos mejorar nuestra intuición?
Prestando especial atención a nuestras sensaciones corporales y emociones, haciéndolas lo más conscientes posible. Probad esto durante una semana en contextos distintos y con varias personas.
Preguntaros: “¿Cómo me siento cuando hablo con esta persona?” “¿Noto alguna sensación en mi cuerpo, una emoción?” “¿Y cómo me siento después de haber hablado con esta persona?” “¿Es una sensación agradable o desagradable?” “¿Dónde se ubica esta sensación en mi cuerpo?”
Pero ojo, recordad que estas preguntas nos proporcionan solamente una información orientativa. No significa que porque me sienta por ejemplo nerviosa con una persona, sea necesariamente porque la otra sea malvada o malintencionada. Esta sensación se puede deber a la otra persona, pero también puede provenir de mi o ser fruto de nuestra interacción.
2) Aplicando esto a la envidia.
Que una persona cercana se muestre poco entusiasta cuando te va bien en algún aspecto de tu vida puede deberse a que efectivamente te tenga envidia. Pero también puede ser que yo tenga expectativas demasiado altas y que tal decepción (al no ver mis expectativas cumplirse) se traduzca en emociones negativas. Es posible que esa persona sencillamente no sea consciente de lo importante que es para ti su apoyo o que esté pasando por un época difícil y esté menos disponible emocionalmente. Otra posibilidad es que exista algún tipo de rencor en la relación por conflictos no resueltos en el pasado y el no brindar apoyo sea para el otro una forma de venganza o una muestra de orgullo.
En cualquier caso, no hay que subestimar la valiosa información que nos proporcionan nuestros sentidos. Por algún motivo se enciende esa “alarma” interna.
3) Observación:
Una vez que hemos aprendido a escuchar y detectar mejor las señales que nos proporciona nuestra intuición, el segundo paso va a ser observar. Se trata de buscar inconsistencias en la conducta del otro que realmente demuestren lo que intuimos. Dicho de otra forma, poner a prueba nuestra hipótesis. Todos lo hacemos de forma más o menos natural pero en vez de buscar únicamente las situaciones que corroboren nuestras sospechas de envidia por ejemplo, os invito a considerar también las situaciones o momentos en los que no se confirma dicha hipótesis. No nos podemos dejar sesgar por nuestra tendencia a seleccionar solamente aquella información que encaje con nuestra creencia (sobre todo si no refleja la realidad).
Preguntémonos: “¿En que áreas de mi vida siento que esa persona se muestra reticente a mi éxito o felicidad?”, “¿En todas o sólo en algunas?”, “¿Le pasa sólo conmigo o parece mostrar la misma actitud con otros ?”
La envidia se manifiesta cuando uno destaca por su éxito profesional, por su vitalidad, su prospera situación económica, su atractivo físico, su inteligencia, su situación amorosa, etc. Exploremos todas esas vías. Si esa persona se muestra poco expresiva tanto si le hablo de mis nuevas oportunidades de trabajo como de mi nueva relación amorosa o de mi canario (cualquier aspecto de mi vida que tenga valor y significado para mi) y además es así con todo el mundo, entonces difícilmente podremos deducir que su reacción se deba a sentimientos de envidia porque su conducta está siendo consistente en las diferentes situaciones; forma parte de su temperamento. También es posible que reaccione con efusividad cuando le hable de coches de carrera y en cambio empiece a bostezar cuando entable una conversación acerca de los caballitos de mar. Pero no nos confundamos, esta inconsistencia en su comportamiento se deberá al grado de interés que evoque cada tema para esa persona. No tendrá absolutamente nada que ver con la envidia.
Cuando hablo de inconsistencias me refiero a que generalmente un/a amigo/a o familiar que siente envidia tenderá a expresarla en determinadas áreas, pero no en todas. Quizás por ejemplo te pregunte por tu novio pero nunca por tus estudios o vice-versa. Su actitud también variará según la persona que tenga delante. Puede que notes que contigo es así respecto a este tema en concreto pero no con los demás. Por último, es importante comprobar si estas observaciones se dan de forma repetida. A lo mejor sólo se trata un malentendido.
4) Metacomunicación:
Metacomunicar significa hablar sobre lo que ocurre en la relación. Si queremos quitarnos cualquier duda y dejar de comernos la cabeza, esta última etapa será necesaria. Puede que nuestra intuición y observación nos basten para sacar nuestras propias conclusiones pero si queremos acercarnos lo más posible a la verdad, la única manera es confrontar a la persona y hablar abiertamente de cómo nos sentimos y lo que hemos observado. Esta conversación puede tener varios resultados posibles:
– O bien la persona termina admitiendo que efectivamente siente celos. Es poco probable pero si esto ocurriese, no solamente denotaría una enorme fortaleza e integridad por parte de esa persona, pero además sería una prueba de que la relación realmente le importa.
– O bien la persona nos proporciona una información de la que no disponíamos hasta entonces y el hecho de incluirla en nuestra narrativa (o interpretación de la situación) nos ayuda a enmarcar lo ocurrido como un malentendido. Por ejemplo puede ser que la persona esté pasando por una fase difícil en su vida, o que esté desbordada, deprimida o haya algún conflicto sin resolver en la relación y ésta sea una oportunidad para que salga a la luz y se pueda hablar de ello.
– O bien reacciona con un tono muy defensivo, negándolo todo pero sin ser capaz de proporcionar ninguna explicación coherente a lo ocurrido. Cuando la persona no puede ofrecer ninguna explicación, habitualmente se trata de emociones difíciles de admitir y como sabemos, la envidia es una de ellas.
Fuente: Soy Espiritual
http://www.shurya.com/
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