Thomas Edison hizo cantidad
de intentos hasta inventar la bombilla de filamento incandescente. En una
ocasión le preguntaron como hacia para continuar tras tantos fracasos. A lo
cual respondió: -"¿Fracasos? No sé de qué me hablas. Después de que
fallaran 999 bombillas la número 1000 funcionó, por lo tanto ahora sé 999
maneras de cómo no se debe hacer una bombilla”
En épocas donde el éxito
aparece como lo único que vale, el fracaso es visto y vivido con la frustración
de un designio fatal.
Tener éxito “de una” sin más pasos que el hacer algo y que resulte “ya”, parece ser el credo del cual casi nadie puede dudar.
En el apuro por no quedar atrás y llegar rápido, se redimensiona tanto el resultado final que el proceso pasa a ser un obligado trámite desprovisto de todo disfrute y cada error es una perdida de tiempo reprochable.
No obstante, es a través de un proceso de aprendizaje como fuimos y vamos adquiriendo habilidades, pensamientos, creencias y una infinidad de reacciones y respuestas que conforma nuestra manera de ser y de relacionarnos. Alguna vez ocupamos tiempo en aprender lo que hoy sabemos.
Aprendemos mediante una sucesión de experiencias/ensayos en los cuales se pueden distinguir dos aspectos: acierto y error. Dependiendo del caso, cada uno de éstos aspectos pueden durar desde casi imperceptibles fracciones de segundos… hasta años…
Tener éxito “de una” sin más pasos que el hacer algo y que resulte “ya”, parece ser el credo del cual casi nadie puede dudar.
En el apuro por no quedar atrás y llegar rápido, se redimensiona tanto el resultado final que el proceso pasa a ser un obligado trámite desprovisto de todo disfrute y cada error es una perdida de tiempo reprochable.
No obstante, es a través de un proceso de aprendizaje como fuimos y vamos adquiriendo habilidades, pensamientos, creencias y una infinidad de reacciones y respuestas que conforma nuestra manera de ser y de relacionarnos. Alguna vez ocupamos tiempo en aprender lo que hoy sabemos.
Aprendemos mediante una sucesión de experiencias/ensayos en los cuales se pueden distinguir dos aspectos: acierto y error. Dependiendo del caso, cada uno de éstos aspectos pueden durar desde casi imperceptibles fracciones de segundos… hasta años…
DOS CARAS DE LA MISMA
MONEDA
Hay dos hechos que se potencian
mutuamente:
Uno de ellos, es que el
éxito queda fijamente asociado al acierto y el fracaso al error.
El otro, es que vivimos en la creencia de que el acierto y el error son dos cosas independientes y separables. Tal es así, que hasta carecemos de una palabra que incluya y englobe a cada término como dos aspectos del mismo proceso (como por ejemplo, la palabra respiración incluye y engloba la acción de inhalar y la de exhalar)
El otro, es que vivimos en la creencia de que el acierto y el error son dos cosas independientes y separables. Tal es así, que hasta carecemos de una palabra que incluya y englobe a cada término como dos aspectos del mismo proceso (como por ejemplo, la palabra respiración incluye y engloba la acción de inhalar y la de exhalar)
Inmersos en estos hechos,
equivocadamente se concluye que la solución para asegurar el éxito/acierto es
eliminar el error/fracaso en cuanto hagamos. Éste es un intento impotente con
sabor a frustración; la experiencia nos dice, una y otra vez, que el
acierto/éxito y el error/fracaso son las dos caras complementarias de una misma
moneda.
APRENDER DEL ERROR
Si cada vez que concretamos
una meta, luego nos surge otra y luego otra… entonces pareciera ser que las
metas son transitorias y que lo permanente es el aprendizaje, la experiencia,
el darnos cuenta como somos y quienes queremos ser en relación con cada meta.
Incluir el acierto y el error, el éxito y el fracaso como partes de nuestro crecimiento evolutivo es asumirnos como aprendices del vivir.
Incluir el acierto y el error, el éxito y el fracaso como partes de nuestro crecimiento evolutivo es asumirnos como aprendices del vivir.
Todos sabemos de la
frustración por alguna equivocación que nos condujo al fracaso, pero también
todos vivenciamos el habernos enriquecido cuando llegamos al éxito después de
haber aprendido de la equivocación y corregido el error.
En lugar de perder energías
y ganar tensiones pretendiendo asegurar siempre el éxito/acierto, sin pasar
nunca por la experiencia del fracaso/error, resulta más ventajoso incluir y
aprovechar el error/fracaso como oportunidad de aprendizaje en el logro de cada
objetivo.
Ocuparnos en corregir el
error no es el vergonzante castigo por haber fracasado, es la oportunidad y la
única forma verdadera de aprender.
Jean Piaget, quien dedico su vida a saber como aprendemos, decía que “un error corregido por el sujeto puede ser más fecundo que un éxito inmediato".
Tenemos más posibilidades de acertar y tener éxito en nuestras metas, en la medida que más aprendamos a través de los fracasos y que lo corrijamos para, una y otra vez, seguir intentando alcanzar el éxito. Es como cuando andamos en bicicleta: hacemos constantes ajustes con el cuerpo y el manubrio pera mantener el equilibrio e ir en una dirección que, a simple vista, pareciera ser en línea recta.
Jean Piaget, quien dedico su vida a saber como aprendemos, decía que “un error corregido por el sujeto puede ser más fecundo que un éxito inmediato".
Tenemos más posibilidades de acertar y tener éxito en nuestras metas, en la medida que más aprendamos a través de los fracasos y que lo corrijamos para, una y otra vez, seguir intentando alcanzar el éxito. Es como cuando andamos en bicicleta: hacemos constantes ajustes con el cuerpo y el manubrio pera mantener el equilibrio e ir en una dirección que, a simple vista, pareciera ser en línea recta.
Luego de un desacierto, y
después de corregirlo habiendo adquirido nuevas herramientas, de nada sirve el
enjuiciamiento y el reproche por no haberlo hecho mejor antes. Sería como
recriminarme el no haber hecho mejor una mesa, cuando solo tenía serrucho y
martillo, ahora que también dispongo de cepillo, escofina y escuadra.
¿TENGO ÉXITO, LUEGO EXISTO?
El fracaso cumple una
función: Poner en evidencia lo que no sabemos y lo que necesitamos aprender, si
es que tenemos intención de lograr lo que queremos. Es la mejor señal que nos
indica la necesidad de hacer una pausa para aprender algo… y luego continuar el
camino… un poco más sabios. Ninguna experiencia es un fracaso, nunca es una
perdida de tiempo; siempre viene a demostrarnos algo. Es una invitación a que
valoremos donde estamos, en lugar de idealizar el lugar en el que suponemos que
deberíamos estar.
Cuando nos avergüenza el no
saber algo, que jamás tuvimos la oportunidad o las condiciones adecuadas para
aprenderlo, es que vivimos en la infundada suposición de que tendríamos que
haber nacido sabiéndolo todo!
Sería como estar en el primer día de clases y avergonzarme porque el profesor o los compañeros se dieran cuenta que no se del tema; aunque sea obvio que si ya lo supiera no estaría en esa clase.
Sería como estar en el primer día de clases y avergonzarme porque el profesor o los compañeros se dieran cuenta que no se del tema; aunque sea obvio que si ya lo supiera no estaría en esa clase.
La intención de éxito en lo
que deseamos es el combustible que nos mueve hacia la superación y nos dispone
a enfocarnos en lo pertinente para su realización.
Es gratificante acertar y tener éxito en nuestras metas, es saludable disfrutar cada logro. El problema ocurre cuando el énfasis en obtener éxito cobra tal magnitud que toda mi persona queda reducida al cumplimiento de ese objetivo, todo mi universo personal e interpersonal queda circunscrito al éxito o al fracaso de lo que quiero. El valor de todo lo demás se desdibuja y se minimiza, pareciera ser que todo queda sometido al dictamen: “Tengo éxito, luego existo”
Es gratificante acertar y tener éxito en nuestras metas, es saludable disfrutar cada logro. El problema ocurre cuando el énfasis en obtener éxito cobra tal magnitud que toda mi persona queda reducida al cumplimiento de ese objetivo, todo mi universo personal e interpersonal queda circunscrito al éxito o al fracaso de lo que quiero. El valor de todo lo demás se desdibuja y se minimiza, pareciera ser que todo queda sometido al dictamen: “Tengo éxito, luego existo”
El que me equivoque y
momentáneamente fracase en alcanzar una meta, no anula mis otros objetivos
logrados. Tener presente el recuerdo de otros logros, es el capital anímico
necesario para proyectarme hacia nuevos emprendimientos ungido en la confianza
de saber que si pude emprender y concretar proyectos pasados, es porque dispongo
del potencial para encaminarme hacia logros futuros.
Hay cosas que aprendí y
otras que no; unas no invalidan a las otras y lo más importante: mi persona
siegue siendo igual de valiosa.
El fracasar no me hace “inferior” con respecto a otro que tuvo éxito, porque tampoco soy “superior” cuando tengo éxito donde otro fracasó. Todos tenemos aciertos y errores. Donde unos aciertan otros fracasan y donde otros fracasan unos aciertan; nada de esto tiene que ver con la dignidad y el valor de cada ser humano.
Es frágil y precaria la auto estima sustentada en el éxito o fracaso de cada cosa que hago. La estima más resistente y estable, brota de la paz de saber íntimamente que hago lo mejor que pudo con los recursos internos y externos que dispongo en cada momento.
El fracasar no me hace “inferior” con respecto a otro que tuvo éxito, porque tampoco soy “superior” cuando tengo éxito donde otro fracasó. Todos tenemos aciertos y errores. Donde unos aciertan otros fracasan y donde otros fracasan unos aciertan; nada de esto tiene que ver con la dignidad y el valor de cada ser humano.
Es frágil y precaria la auto estima sustentada en el éxito o fracaso de cada cosa que hago. La estima más resistente y estable, brota de la paz de saber íntimamente que hago lo mejor que pudo con los recursos internos y externos que dispongo en cada momento.
PERMITIDO EQUIVOCARSE
¿Se imaginan si en las
paredes de las casas, aulas, templos y empresas hubieran carteles con la
leyenda: “Permitido equivocase”? Esto no se trataría de una licencia para hacer
las cosas “así nomás, total igual me voy a equivocar”, tampoco sería un
incitación a la irresponsabilidad. Es loable el intento de ser impecables cada
vez que hacemos algo y el hacernos responsables de las consecuencias de
nuestros aciertos y errores. De lo que se trata es de fomentar espacios y
“climas” que faciliten el liberar y liberarnos de la condena por el fracaso, de
la obligación a saber todo anticipadamente, de la presión a triunfar siempre y
de redimensionar la importancia de los vaivenes en el recorrido hacía la meta.
Así, estaríamos más próximos a ser conscientes que todos los pasos, desde el
primero al ultimo, son igual de primordiales; seríamos más abiertos a la
aventura de lo nuevo… a recuperar la curiosidad y a re encontrarnos con el
sentido lúdico del aprendizaje… de la creación... ¿O acaso cuando éramos niños
no aprendimos y creábamos jugando? Y les aseguro que en ningún otro período
aprendimos tanto ni fuimos tan creativos como en los primero años de nuestra
temprana infancia, cuando siquiera sabíamos el significado de la palabra
“éxito”.
Juan
Antonio Currado.
Lic. en Psicología, Universidad de Buenos Aires.
Por información sobre Asistencia Psicológica o Charlas/Talleres, escribime a sincronicidad.consciente@gmail.com
Lic. en Psicología, Universidad de Buenos Aires.
Por información sobre Asistencia Psicológica o Charlas/Talleres, escribime a sincronicidad.consciente@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario