El abuso no solo es físico, también es emocional, mental y verbal. Sin
embargo, mientras que la violencia física es obvia, otros tipos de abuso son
más sutiles y difíciles de detectar, incluso para la persona que está siendo
sometida.
Además,
el principal problema es que a menudo el abuso emocional es cometido por una
persona cercana, a la que queremos y de la que no esperamos semejante
comportamiento. Por eso, cuando nos damos cuenta es porque ya estamos enredados
en la tela de araña que ha construido a nuestro alrededor.
Todo
suele comenzar con un comentario casual sobre un tema intrascendente, como el
color de las cortinas, los platos por lavar o llevar el coche al mecánico. Esa
persona se encargará de sacar de contexto la situación y, en vez de limitarse a
señalar un hecho, realizará una acusación para que el otro se sienta mal.
Obviamente,
cuando alguien se siente acusado, lo más usual es que intente defenderse
exponiendo sus razones. Sin embargo, no servirá de nada porque el acosador no
pretende entender o solucionar el problema, tan solo quiere atacar. En
realidad, su objetivo no es que la otra persona lave los platos o que lleve el
coche al mecánico, esta es únicamente una excusa para comenzar el juego de la
manipulación y darle rienda suelta a su ira.
Marionetas en las manos de otros: Las técnicas de
manipulación más dañinas
1.
Gaslighting. Este término proviene de la obra de teatro “Gas Light”, en la cual
el protagonista intentaba convencer a su mujer de que estaba loca, manipulando
diferentes objetos de su entorno e insistiendo en que estaba equivocada cuando
ella le hacía notar esas variaciones.
En
la práctica, esta persona se dedica a presentar falsa información, para
hacernos dudar de nuestra memoria y percepción y, en última instancia, incluso
de nuestra cordura. El abusador suele comenzar negando que determinados eventos
hayan ocurrido, hasta llegar a escenificar situaciones raras que desorientan a
su víctima. De esta forma, terminamos dudando incluso de lo que dijimos un minuto
atrás.
2.
Silencio. El silencio también se puede utilizar como una táctica
de abuso emocional. De hecho, la indiferencia asociada al silencio causa profundas heridas emocionales porque no
solo aumenta el nivel de ansiedad en la víctima sino que también daña
profundamente su autoestima y provoca una enorme inseguridad.
El
abusador usa el silencio para castigar a su víctima, simplemente no responde,
se muestra frío y distante. De esta forma, tensa al máximo la cuerda, hasta que
la otra persona no puede más y termina disculpándose por algo que no ha hecho.
Así el abusador logra su objetivo: dominar y manipular jugando con las
emociones.
3.
Proyección. Básicamente, se trata de un mecanismo
de defensa a través del cual les atribuimos a otras personas
deseos y sentimientos que son nuestros pero que no reconocemos como propios
porque desequilibrarían la imagen que tenemos de nosotros mismos. Así, al
proyectarlos sobre otros, nos sentimos aliviados.
En
el abuso emocional, la persona lo que hace es proyectar sobre su víctima sus
propias inseguridades, miedos y problemas. Por eso, acusará a la otra persona
de mentir, cuando en realidad es él quien miente, o le acusará de ser infiel,
cuando en verdad es ella la que traiciona. En práctica, se trata de descargar
su responsabilidad sobre el otro, para crear confusión y cambiar su autoimagen,
diseñándola a su imagen y semejanza.
4.
Intimidación encubierta. La persona que recurre a las tácticas de abuso
emocional no suele emplear la agresividad y la violencia, al menos no de forma
evidente porque su principal objetivo es manipular a su víctima sin que su
imagen se vea dañada. Por eso, en muchos casos suele recurrir a la intimidación
encubierta.
Es
fácil percatarse porque su discurso está plagado de amenazas indirectas, que
quedan implícitas en sus palabras. De esta forma, le deja claro a su víctima
cuáles serían las consecuencias de sus acciones y, de paso, puntualiza que la
responsabilidad es únicamente suya, se lava las manos. Por ejemplo, puede
decir: “entiendo que no hagas nada, pero así terminarás con nuestra relación”
o “si no inviertes ahora mismo, perderás todo tu dinero”.
5.
Victimismo. Cuando todas las tácticas anteriores fallan, el abusador suele
recurrir al victimismo. En práctica, descarga su responsabilidad en el otro,
haciéndose pasar por la víctima de la situación. De hecho, incluso es común que
terminemos compadeciéndonos y sintiéndonos mal por nuestro comportamiento,
cuando en realidad no hemos hecho nada malo.
De
esta forma el abusador genera un sentimiento de culpa que mantiene a la víctima
atrapada en su tela de araña. La empatía nos hace caer en sus redes y, al
convertirnos en el “malo de la película”, somos más proclives a ceder a sus
demandas. Así nos manipula sin que seamos conscientes de ello. Frases típicas
de este tipo de manipulación emocional son: “con todo lo que he hecho por ti
y así es como me pagas” o “me he sacrificado por ti y no lo consideras”.
Posdata: Recuerda que la manipulación
emocional es un juego muy peligroso, donde siempre hay
alguien que sale dañado. Por eso, apenas notes alguna de estas tácticas, ponles
freno. De la misma forma, considera que en ocasiones somos nosotros quienes
usamos inconscientemente alguna de estas estrategias, quizás porque tenemos
miedo de perder a la persona que amamos o porque no tenemos suficientes
argumentos. En ese caso, haz un examen de conciencia porque la manipulación
nunca es la mejor alternativa.
Jennifer Delgado
http://paradigmaterrestre.com/
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