Estamos viviendo tiempos maravillosos para el
planeta y para la Humanidad; tiempos en que es
indispensable pisar firme el suelo que está bajo nuestros pies para alcanzar la
confianza necesaria en nosotros mismos, y así sostener fuertemente la serie de
circunstancias, no siempre fáciles, que se nos presentan como parte de nuestra
evolución.
En estos tiempos, nos iremos conectando más
fácilmente con la idea de que no necesitamos de maestros que sean humanos como
nosotros, para que nos den las respuestas para vivir plenos, sentir el
poder interior y ser felices.
¿Por qué?
La Tierra, este maravilloso planeta que
habitamos, está transitando hacia un nuevo espacio, donde sólo el Amor (aquella
energía dadora de vida y sostén del Universo), será lo que defina la relación
con nosotros mismos y con los demás.
Este tránsito cósmico requiere que cada ser humano
que vive en la Tierra logre un estado interno de poder tal, que le permita hacerse
cargo de sus decisiones y creaciones, y al mismo tiempo, del Hogar que nos
cobija. Es decir, tomar las riendas de los destinos de nuestro planeta.
La Tierra, al acercarse a instancias de mayor
vibración energética, nos posibilita un mayor contacto con nuestros espacios
superiores donde habita nuestra Verdad esencial. Así, los antiguos
portales, los antiguos sacerdotes, y los antiguos rituales que nos entregaban
la posibilidad de entablar un diálogo con lo sagrado, se están haciendo a un
lado para dar paso a que cada persona encuentre ese vínculo en sí mismo.
Ya no necesitamos un camino difícil, ya
no se necesita poner afuera el poder de conectarnos. Ya no necesitamos creer
que no somos capaces de hacerlo, de que somos tan limitados, tan humanos, tan
poco dignos, etc., sólo es necesario confiar en la Verdad que el corazón quiere
comunicarnos a cada instante.
Dar un respiro profundo, respirando el Cielo que
está a nuestro alrededor permitiendo que nos inunde, es lo único que
necesitamos. Digo, el cielo que está a nuestro alrededor, ya que por este viaje que está cursando la
Tierra, los planos superiores de existencia están tan cerca como para tomarlos
con la mano. Literalmente, tomarlos con las manos, verlos y sentirlos si nos
entregamos a esta Verdad.
Para esto, es necesario que conectemos con la
autonomía de corazón y de mente, que se traduce en una autonomía energética
donde todo lo que necesitemos para vivir lo encontremos en nosotros mismos.
Es tan necesaria esta conquista de autonomía
energética, ya que con ella las dependencias de un mundo externo irán
desapareciendo; dependencias que han sido el origen del drama y el sufrimiento
en nuestra historia. En cierto momento olvidamos que el Amor que nos
dio vida también está en nuestro interior, listo para cubrirnos; y con ese
olvido, creamos una realidad de carencia afectiva que terminó en carencias de
todo tipo, instalándonos en una dinámica de sobrevivencia en la Tierra. Dejamos
de confiar en la abundancia que habita en nuestro corazón y que es nuestra por
derecho de nacimiento.
Vivir en la Tierra, más que sobrevivir en ella es
lo que nos espera si nos entregamos a la Verdad que hay en nuestro corazón.
Ya no necesitamos Maestros que pretenden decirnos
cómo caminar nuestra vida.
¡Es tan fácil! ¡Es tan simple!
Sólo
salta dentro de tu corazón con la certeza de que tú mismo sostendrás la caída
al vacío (y sin que te preocupe el vacío, ya que la soledad que aparenta haber
allí, es ilusión)… Salta a tu interior, y te darás cuenta que el
mundo de afuera es un reflejo de ese mundo que sólo tú conoces y que sólo tú
puedes moldear.
Vivir en la
Tierra, “imaginando el futuro en vez de padecerlo”. Crear el futuro…
Y dar paso a una nueva espiritualidad.
Espiritualidad, crecimiento interno, religión (la
que realmente religa o une, no la que somete y separa), pintura, música,
deporte, conversación, miradas, Amor, silencio, meditación, automaestría, son
acciones para denominar la posibilidad de encontrar a Dios (el TODO o como
quieran llamar al origen de nuestra existencia) en nuestra vida cotidiana.
Esto se trata de “vibrar” como sólo tú sabes
hacerlo, encontrando en aquello que te apasiona, la forma de conectar con lo
divino que tenemos todos en nuestras células y en nuestra sangre. Vibrando
alto, como si desaparecieras en el acto apasionado, que no es más que la
entrega sin miedo a lo que en Verdad eres; aparecerás en el Mundo de una vez
por todas, completo, entero, pleno, encarnado en totalidad en la divinidad que
eres, disfrutando…, nada más que disfrutando de vivir en la Tierra.
Ahora bien, este salto, este crecimiento, esta
autoeducación que nos permitirá recordar que somos los Maestros de nuestra
propia vida, puede llamarse de cualquier forma. Sin duda que todo este camino
nos acerca a nuestra esencia espiritual, por lo que podríamos llamarlo
espiritualidad, pero como dicha instancia no está lejos como creíamos, sino que
en cada paso que damos en la realidad cotidiana.
Esto es libertad, esto es automaestría. Y no hablo
de pasar por sobre nadie, ni de no respetar el juego en sociedad que todos
hemos creado, sino de descubrir en tí, en los demás y en la vida, aquello sin
peso, sin gravedad, que te permitirá disfrutar de todo, porque en todo estás tú
mismo, porque ese todo lo habrás creado desde un interior sin miedos, libre y juguetón.
Nada más que disfrutando de vivir en la Tierra. Sintiendo
lo divino en todo. En un beso, en un abrazo, en una caminata, en el
aroma de una flor, en el sonido de la lluvia , en las luces de la ciudad, en el
verde de una pradera, en la luna y el sol, en un cielo nublado, en el
viento, en cada llanto de dolor o de felicidad, en un suspiro, en las certezas,
en lo incierto, en la música, en tu canto, en la comida, en dormir, en
despertar, en acariciar, en abrir la puerta de tu hogar, en los problemas e
imprevistos (porque allí podrás encontrar respuestas), en tu cuerpo físico tal
cual es, en tu necesidad de sanar; y está también en tus errores, en tus miedos
e incertidumbres, ya que todo es parte de tu interior, ese hermoso espacio
único y universal completo.
Nada está bien o mal si nace desde tu corazón.
Acepta
lo que el mundo tiene para ofrecerte, todo, ya que si luchas contra alguna cosa
en tu realidad, estarás luchando contigo mismo, no estas libre (y el objetivo
es justamente que te ames a ti mismo sin condiciones, sólo así amarás al mundo
y a los demás), estarás en tensión, y la tensión es miedo y desconfianza;
estarás lejos del Amor.
El mar te cubre de contención si lo deseas, aunque
estés a kilómetros de distancia, porque en este camino, en este viaje de
reconocimiento no hay ni espacio ni tiempo…, y todo es perfecto y verdadero.
No tengas miedo, no dudes; date cuenta desde tu
corazón, que todo lo que pase para que logres autonomía, para crear una vida
sin definiciones externas, es parte de un hermoso y magnífico orden, que tú
mismo ayudaste a crear.
Acepta y nútrete de tu sabiduría en cada acto
cotidiano; eso es automaestría. Practica. Y recuerda
siempre que nuestra vida es el desenvolvimiento de nuestra esencia aquí en la
Tierra, porque el Cielo ya está aquí, esta ahí en ti, y no se irá.
Con amor, a todos ustedes.
Gabriel Vallejo
http://cienciacosmica.net/
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