El
estrés. Se suele decir que es el mal moderno. Desconocemos
si en siglos pasados el ser humano estaba menos hostigado por obligaciones,
deberes y ansiedades. Si su vida, era mucho más sencilla que en la actualidad.
Pero lo dudamos. Las personas nunca hemos sido inmunes a este estado.
Puede
que hoy en día existan factores que acrecientan su realidad, tales
como la mayor competitividad o mayores responsabilidades… Pero el estrés, es
por así decirlo, una de las mayores maldiciones del ser humano.
Llama
la atención por ejemplo que los animales, en estado natural no conozcan esta
dimensión. Y que solo la experimenten cuando caen bajo las incautas manos de
las personas. Especies estresadas que enferman cuando son llevadas a
las reducidas instalaciones de un zoológico, o pájaros que pierden su
plumaje cuando los introducimos en una jaula. Resulta curioso.
Nosotros,
en ocasiones, también nos introducimos en nuestras jaulas particulares: un
trabajo hostigante, unas relaciones sociales o afectivas que
merman nuestra libertad, la presión de unas obligaciones familiares que, en un
momento dado pueden llegar a superarnos… Nadie está libre del influjo del
estrés y de sus consecuencias.
Pero,
¿Qué ocurre realmente en nuestro interior para sentirnos así? ¿De qué modo se
altera la química de nuestro cerebro para producirnos ese malestar, ese
nerviosismo y esa preocupación constante? El estrés es una pócima envenenada que
altera muchas de nuestras funciones básicas. Te lo enseñamos.
¿Qué sucede en un cerebro estresado?
1.
Alteraciones en las células cerebrales
Cuando nuestro cerebro está estresado, se abre la
puerta a la liberación de determinadas hormonas. El sufrimiento se transforma
siempre en una respuesta bioquímica, porque lo creas o no, las personas, además
de deseos, miedos, sueños y ansiedades, somos un verdadero conglomerado de pura
química.
El
estrés libera la hormona de glucocorticoides. ¿Y qué hace este elemento de
nombre extraño? Debilita muchas de nuestras células, incluso llega a
matarlas. También provoca que aparezca la adrenalina.
Es
ella quien nos produce agitación y nerviosismo, un cóctel muy intenso que irá
poco a poco alterando muchas de nuestras funciones básicas: mayor tensión
alterial, alteraciones en el ritmo cardíaco…
2.
Pequeñas pérdidas de memoria
De
nuevo, y una vez más, el influjo de la hormona glucocorticoide, va a alterar
también una de nuestras funciones esenciales: la memoria. Al atacar directamente a nuestras
células neuronales, impide que estas efectuen nuevas conexiones y nuevas
terminaciones nerviosas.
Otro
dato a tener en cuenta es que esta hormona, va a dificultar el que se asienten
informaciones nuevas e incluso aprendizajes. Nos cuesta más, estamos más
cansados, más despitados… y todo ello es efecto directo de estas alteraciones
en nuestra química cerebral.
3.
Cambios en estructuras cerebrales
El
estrés modela gravemente nuestro cerebro, en especial si lo sufrimos de modo
continuado y a lo largo de muchos años. Se ha visto por ejemplo que estructuras como el hipocampo (asociado a
la memoria y las emociones), se va reduciendo poco a poco hasta presentar un
tamaño más pequeño.
Esto se ve por ejemplo en personas que han sufrido
traumas y situaciones de violencia. Si el hipocampo pierde su masa, perdemos
nuestra memoria, no podemos concentrarnos e incluso planificar cosas a largo y
corto plazo.
Otro
aspecto a tener en cuenta, es que el estrés, va reduciendo también la
circulación de la sangre en el cerebro. Todo ello, y
como ya sabes, puede provocar que suframos derrames cerebrales, es algo muy
grave a tener en cuenta. Llega menos sangre a nuestras estructuras, menos
oxígeno, menos nutrientes….
Tampoco
debemos descuidar a nuestro corazón. Las hormona
anteriormente citadas van a alterar su funcionamiento, lo van a obligar a
bombear más rápido, a privarle del oxígeno necesario, a sufrir palpitaciones,
mareos, pinchazos en el pecho e incluso desamayos…
4.
Del estrés podemos pasar a la depresión
El
estrés, cambia también nuestro estado anímico. Perdemos la alegría,
la motivación diaria y la ilusión. Nos sentimos más lentos,
más apáticos... la hormona del cortisol se eleva en sangre y
altera todo nuestro metabolismo. Nos enferma, baja nuestras defensas.
De
prolongarse mucho en el tiempo todo ello hará que nuestro cerebro deje deproducir endorfinas, las
hormonas del bienestar. Y es más, cabe la posibilidad de que caigamos en una depresión maníaca,
ahí donde perdemos ya toda esperanza. Hay que tenerlo en cuenta.
Vistos
todos estos factores, vale la pena tomar medidas. Gestionar nuestras
prioridades, nuestras necesidades. Piensa que lo más importante de este mundo
es tu bienestar y tu salud, vale la pena entonces saber equilibrar
nuestra vida y aprender a amar las pequeñas cosas. Las cosas sencillas. Abre la
puerta de tu jaula y disfruta de tu libertad…
http://lamenteesmaravillosa.com/
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