La ex jefe del CDC (Centros para el Control y la
Prevención de Enfermedades de EEUU), la doctora Julie Gerberding, participó
activamente en un fraude científico deliberado con el fin de enterrar la
evidencia clínica que vincula la vacuna triple vírica a un aumento del 340% de
casos de autismo entre los niños afroamericanos.
El CDC sabía que la vacuna triple vírica
(sarampión, parotiditis y rubeola) causa autismo en bebés negros y sus mejores
científicos conspiraron activamente para encubrir este hecho durante los
últimos doce años.
Estamos ante lo que puede ser una conspiración
criminal de primer orden que, una vez totalmente expuesta, probablemente
destruirá la credibilidad de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC).
El asunto estalló hace unos días, cuando un
importante científico e investigador del CDC que ha decidido permanecer en el
anonimato para preservar su propia seguridad, filtró datos manipulados de la
agencia al Dr. Brian Hooker de la Fundación Focus Autism. Dichos datos
ocultaban la mayor incidencia de autismo provocada por la vacuna en niños
afroamericanos.
Con tales datos, el Dr. Hooker realizó un estudio
que fue publicado el 8 de agosto en la revista científica Traslational
Neurodegeneration, donde se muestra que los niños afro-americanos que
recibieron su primera triple vacuna vírica antes de los 36 meses de edad son
3,4 veces más propensos a desarrollar autismo que los niños con una edad de más
de 36 meses.
Conspiración para cometer
fraude científico
Estos documentos, que se harán públicos en pocos
días, demuestran que la Dra. Gerberding y otros científicos del CDC conspiraron
activamente y con pleno conocimiento para cometer fraude científico, con el fin
de ocultar la vinculación entre las vacunas y el aumento de casos de autismo.
Sospechosamente, la Dra. Gerberding fue
recompensada posteriormente por su conspiración científica con un lucrativo
cargo ejecutivo en la empresa fabricante de vacunas Merck, donde todavía
trabaja actualmente.
Por su parte, el denunciante del CDC que trató de
revelar la verdad acerca de todo esto fue reprendido por la directiva del CDC
por negarse a colaborar en el encubrimiento.
Sin embargo, los científicos del CDC que
perpetraron el engaño recibieron un premio del Departamento de Salud y
Servicios Humanos de EEUU por mantener la boca cerrada sobre el fraude
científico que ayudaban a perpetrar.
Así es como funcionan las cosas realmente en el
CDC: supresión de la buena praxis científica, castigo a cualquier científico
que pueda hablar, fraude masivo de salud pública y concesión de premios por
mantener la boca cerrada.
Sale a la superfície la agenda
de eugenesia racista del CDC
Lo que es especialmente atroz e inquietante acerca
de estas revelaciones es que el CDC tenía en su poder datos irrefutables que
vinculaban la vacuna triple vírica con el autismo en los niños afroamericanos.
Hay miles de niños y adolescentes de raza negra que
han crecido con trastornos de autismo debido al fraude científico deliberado de
la CDC. Por lo visto, para el CDC, los bebés negros son “prescindibles”.
Este encubrimiento se ha producido durante los
últimos doce años, tiempo durante el cual cualquier persona que se atreviera a
mencionar las palabras “autismo” y “vacuna” en la misma frase era atacado de
inmediato por la comunidad científica y los grandes medios de comunicación.
Sin embargo, durante todo este tiempo, los más
altos cargos del CDC eran plenamente conscientes de la vinculación entre el
autismo y la vacuna triple vírica, sabiendo que los bebés negros eran los que
sufrían mayormente las consecuencias de tal política de encubrimiento.
Actualmente hay disturbios raciales porque un
oficial de policía en Ferguson, Missouri, disparó a un adolescente negro y lo
mató, pero el CDC ha permitido que los médicos disparen a millones de bebés
negros con vacunas peligrosas que han causado un enorme dolor y sufrimiento a
toda la comunidad afroamericana.
Peor aún, las mismas personas que fueron cómplices
en este encubrimiento, destruyeron la carrera y el prestigio profesional de
personas como el Dr. Andrew Wakefield, que luchó activamente por demostrar el
vínculo entre las vacunas y el autismo.
La audacia y la magnitud de
este crimen contra la humanidad es casi indescriptible.
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